A Gregorio Esteban Sánchez Fernández
le sobrevino la fama a una edad algo tardía, con sesenta y dos años,
pero tal vez debió ser así.
Para entonces ya tenía una larga trayectoria
a sus espaldas como cantante flamenco,
había vivido en Japón —un país donde «una barra de pan costaba como un
empaste y un filete la entrada de un piso»— e incluso tuvo esporádicas
intervenciones televisivas como en la serie Vacaciones en el mar.
Fue la suya una vida sujeta a influencias muy diversas, pero como el
gran artista que era supo absorberlas todas para inventar algo nuevo que
creó escuela.
Su estilo era único, pero no inimitable, porque desde su conversión en una celebridad en el programa Genio y figura
en 1994 millones de españoles repetíamos como posesos su peculiar
idiolecto, entonación y andares.
En sus intervenciones nos enseñó que en
un chiste lo importante no era el desenlace sino la manera de contarlo y
para ello parecía contar con recursos ilimitados, como si el talento no
le cupiera en el cuerpo y se desbordara de forma incontrolada: se
inventaba palabras o daba un nuevo significado a las ya existentes,
arrancaba con un cante, recurría a la mímica o en mitad de un chiste se
ponía a contar otro.
Al final no sabíamos bien qué estaba contando pero
daba igual.
Su mirada vivaz y su acento malagueño apuntalaban el carisma
de alguien que, aunque no pudiéramos conocerlo personalmente, sabíamos
que era un hombre bueno.
Ahora se nos ha ido, ya lo único que nos queda
es solicitar a la RAE que incluya «fistro» en el diccionario y volver a
disfrutar de sus mejores momentos.
Voten su favorito o añadan el que
deseen.
11 nov 2017
Muere el humorista Chiquito de la Calzada a los 85 años en Málaga
Cantaor durante medio siglo, Gregorio Sánchez logró enorme popularidad gracias a un programa de chistes en televisión.
Manuel Morales
- El humorista Gregorio Esteban Sánchez Fernández, más
conocido como Chiquito de la Calzada, ha fallecido la madrugada de este
sábado a los 85 años en Málaga, han informado a Efe fuentes sanitarias
del Hospital Regional de Málaga, tras haber sido sometido el viernes a
un cateterismo cardíaco.
Chiquito de la Calzada había sufrido hace dos semanas una angina de pecho que motivó su ingreso.
Décadas antes de que Chiquito de la Calzada popularizase, en el verano de 1994, con 62 años, expresiones descacharrantes como “¡Fistro!”, “Pecador de la pradera”, “¿Te dah cuen?” o “Jaarl”… en sus intervenciones en el programa de televisión Genio y figura, de Antena 3, Gregorio Sánchez (Málaga, 1932) era un jornalero del cante jondo que había empezado en los tablaos con ocho años (de ahí lo de Chiquito). - Fernández nació “después de los dolores”, como solía decir, en una zona de la ciudad malagueña llamada La Calzada de la Trinidad.
- Hijo de electricista, fue el segundo de tres hermanos. Chiquito se fogueó, “con muchas fatiguitas”, en la época en que los cuadros flamencos daban gusto a los señoritos andaluces en interminables noches de juerga.
- Llegó a acompañar a Camarón de palmero y como cantaor actuó en algunos de los principales teatros de Madrid.
- Hizo bolos en el extranjero, incluso en Japón, donde llegó a vivir dos años acompañando a figuras del flamenco.
“Lo pasé muy mal”, había declarado.
“Dormía con un cuchillo porque una vez me robaron la cartera, y era carísimo, una barra de pan costaba como un empaste”, contaba con la misma gracia que mostraba en los platós.
Fue el productor y director Tomás Summers quien lo descubrió durante una comida en la que oía en otra mesa a alguien contando chistes sin parar.
Chiquito de la Calzada protagonizaba divertidas interpretaciones en las que empalmaba un chiste tras otro mientras caminaba dando pasos largos y saltitos de un lado al otro del escenario.
Sus movimientos, sonidos guturales y juegos de palabras difíciles de entender atrapaban a los espectadores.
Una vis cómica que estaba más en cómo contaba los chistes, alargados hasta el extremo.
Los televidentes amaron aquel fenómeno trajeado, de cara simpática, calvo y con patillas largas, que derramaba un estilo entre lo surrealista y lo casposo.
De inmediato le surgieron muchos imitadores, en público y en privado, incluido el rey Juan Carlos, como aseguró en una entrevista.
Él admiraba a Cantinflas, del que le gustaba “cómo movía el culillo”, decía.
En sus puestas en escena, Chiquito tiraba mucho de improvisación. Sus dichos y chascarrillos le venían a la mente mientras caminaba y hablaba solo por las mañanas en su casa del paseo marítimo de Málaga.
Entonces anotaba en un pequeño cuaderno esas frases que le servían como arranques de sus gags.
Meses después del pelotazo de Genio y figura, que en una emisión llegó a reunir cinco millones de espectadores, se lanzó un vídeo con sus mejores chistes que generó tres millones de euros en ventas.
El showman Andreu Buenafuente subrayaba que, "pasado el momento friki, llegó el cariño y el respeto por Chiquito".
Fue lo que suele calificarse un fenómeno sociológico, que él vivió como "una experiencia maravillosa", dijo.
"Me ha dado en muy poco tiempo la fama que me negaron los escenarios en 50 años".
Pregonero
Al galope de aquella popularidad, Chiquito participó en programas de radio, fue pregonero en su ciudad y se multiplicó en galas y actuaciones en fiestas de pueblo y privadas.Más allá del escenario, Chiquito se colaba en cualquier reunión de amigos con ganas de juerga, en la que se contaban sus chistes:
"Me he comido un solomillo más duro que el wonder bra de la Dama de Elche".
Así, le llegó la oferta para hacer cine.
En 1996, protagonizó la infumable pero exitosa Aquí llega Condemor, de Álvaro Sáenz de Heredia, ambientada en el Oeste. Con el mismo director repitió al año siguiente en Brácula: Condemor II y Papá Piquillo (1998).
Después hizo cameos en Franky Banderas (2004), de José Luis García Sánchez, y El oro de Moscú (2003), de Jesús Bonilla; participó también en Torrente 5 (2014), de Santiago Segura, otro de sus seguidores.
Además de en programas de entretenimiento, en televisión se le pudo ver en las series Señor alcalde (1998), de Telecinco, y ¡Ala... Dina!, de TVE, emitida en 2000.
Aunque, como curiosidad, su primera y brevísima presencia televisiva fue de palmero en un episodio de la popular serie estadounidense Vacaciones en el mar (The Love Boat), en 1985.
Chiquito, que ya llevaba años retirado, vivía solo y entristecido desde que, en marzo de 2012, había fallecido su esposa, Josefa García Gómez, con quien estuvo más de 50 años.
"Pepita era mis pies y mis manos, lo era todo, lo perdí todo". El matrimonio no tuvo hijos.
El humorista estaba en el suelo sin poder moverse por una caída. Como no podía ser de otra forma, Chiquito se tomó con humor su percance.
En una cuenta de Twitter atribuida al humorista, publicó que había tenido “una pequeña caidita de Roma, pero la cosa pinta bien”. Tras recibir el alta, recayó dos semanas después por una angina de pecho, hasta su fallecimiento, ocurrido este sábado.
Con Chiquito de la Calzada y su humor blanco y popular se marcha un hombre para quien lo importante era "Haceles felices a ustedes!”.
“A candemor e narrr”
El humor de Chiquito de la Calzada se caracterizó, sobre todo,
por el uso de frases y expresiones distorsionadas, muchas veces
incomprensibles, con las que aderezaba sus larguísimos chistes. Estos
son algunos ejemplos de su particular y surrealista lenguaje:
“¡Pecador!”, “¿Te dah cuen?”, “¡Fistro!”, “Quietorr”, "¡No puedor, no
puedor!", “¡No te digo trigo por no llamarte Rodrigo!”, “¡Duodeno
sersuá!”, “Norrl”, “¡A candemor e narrr!”, “¡Cobarde!”, “¡Al
ataquerrrr!”, “¡Me cago en tus muelas!”, “¡Jarl!”, “¡Hasta luego
Lucasss!”, “¡Por la gloria de mi madre!”, “Eres más peligroso que un
tiroteo en un ascensor”, “¡Es usted un torpedo!", “Trabaja menos que el
sastre de Tarzán”, “¡Cuidadín, quietorl!” y “Se mueve uhté mah que los
precioh!”.
10 nov 2017
"Muchos dicen que nos están haciendo las maletas para irnos"
Detesto la poca disciplina que tengo con las promesas que me hago a mí misma.
Cada día que me pongo a escribir este blog, intento pasear por la actualidad vestida de indiferencia.
Pero no puedo. El cuerpo siempre me pide que teclee para mojarme hasta el fondo de cualquier océano que esté dispuesto a tragarme.
Ha sido una semana complicada en el programa y yo la he vivido con arañazos en mi caos emocional.
Me aconsejan que vea las cosas con más lejanía. Pero ni quiero ni puedo.
Me gusta ver la función en primera fila para no perderme ni un gesto. Aplaudir cuando me revuelven las emociones y reconocer el tedio en un texto aprendido desde la memoria hueca de un operario. Esta semana hemos levantado el telón de la auténtica función de ‘Salvame’.
Un estreno sin ensayo y sin guión. De esto solo salen victoriosos los que sacan las entrañas al sol, aunque sean devoradas por los depredadores que siempre vuelan buscando el desmayo en la debilidad de su presa.
Estos días he presenciado auténticos vahídos y reacciones de defensa donde han sacado armas de juguete.
No ha sido una semana agradable.
Pero sí, ha sido muy esclarecedora para descubrir los auténticos perfiles de compañeros que estaban refugiados en escondrijos de amparo.
Algunos han sumado respeto. Otros han restado credibilidad. Siempre he sabido que el miedo te hace bailar con pasos torpes, y la coreografía de esta semana ha sido algo carnavalesca.
Muchos dicen que nos están haciendo las maletas para irnos. Es posible.
Pero lo que también es cierto es que, a la hora de la despedida, algunos llevarán sus alforjas cargadas de experiencia y otros vacías de crecimiento personal.
Mucho me temo que los cuchillos estarán en alto un tiempo para intentar abrirse paso.
Pero mi experiencia me ha enseñado que la única forma de vencer en crisis es armarte de sonrisas y reconocerte en el triunfo.
Marisol sufrió tantos abusos que a veces no podía salir al escenario por los cardenales
Pepa Flores
Pero el caso más trágico fue el de Pepa Flores, Marisol. Ella misma
reconoció con amargura que “a los ocho años no era la niña angelical que
todo el mundo creía… ya estaba más sacudida que una estera”.
Cardenales
Desde que recorría los pueblos de España con cinco funciones diarias,
Pepita sufrió tantos abusos que a veces no podía salir al escenario por
tener el cuerpo lleno de cardenales.
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