La nieta
mayor de Franco vuelve a pasar de lo que piense la gente y se deja ver
paseando de la mano de un joven que es su 'coach' emocional y con el que
convive en su casa de Madrid.
Carmen Martínez Bordiú en la gala Starlite de Marbella el pasado mes de agosto.gtresonline
Carmen Martínez-Bordiú, la nieta mayor del dictador Francisco Franco,
tiene un nuevo amor. Y aunque este hecho ya es de por sí noticia, el
interés aumenta cuando la diferencia de edad es evidente entre ambos y
el treintañero de la pareja es él. Un clásico de las convenciones
sociales que establecen diferentes baremos de medir el amor según se
trate de hombres o mujeres. La nietísima, como se la conoció en la época en la que su
abuelo era quien mandaba sobre los designios de España, tiene 66 años y
no se resigna a renunciar a enamorarse sin importarle la edad o las
consecuencias de su elección. Su nuevo acompañante, con quién aparece en
la revista Corazón TVE, es un treintañero neozelandés, orientado a la filosofía y de profesión coach emocional, que se ha convertido en su guía espiritual además de en su compañero sentimental.
Carmen Martínez-Bordiú y su nueva pareja en la portada de la revista 'Corazón TVE'.
En la portada de la citada publicación, Carmen Martínez-Bordiú
aparece paseando por las calles de Madrid de la mano de su joven
acompañante –de quien la revista dice que es 34 años menor que ella–
sonrientes y con evidentes gestos de complicidad a la salida de un cine
situado en una zona alejada del centro de Madrid. Según algunas fuentes,
la pareja, que no llevaría más de un mes de relación, ya vive junta en
la casa que ella tiene en el madrileño barrio de Salamanca. Carmen Martínez-Bordiú, a quien siempre se ha relacionado mayoritariamente con hombres mayores que ella, ha hecho de su vida personal una bandera de rebeldía
si el amor se ha puesto de por medio. Se casó en 1972 con Alfonso de
Borbón Dampierre, el yerno perfecto para la familia Franco y así se
escenificó con una boda que tuvo tintes de ceremonia de Estado con el
general Franco como padrino de la novia. Pero ese hombre, con quien tuvo
a dos de sus tres hijos, Francisco (fallecido en accidente de tráfico a
los 11 años cuando volvía de esquiar junto a su padre y su hermano
menor) y Luis Alfonso, fue para ella más que un amor real, una carta de
libertad para abandonar su casa. La separación llegó en 1982 cuando apareció en su vida Jean Marie Rossi,
un anticuario francés de quien ella ha manifestado que le enseñó “el
arte y a ser mujer” y con quien tuvo a su hija Cynthia. Por él dejó a
sus hijos en Madrid y se trasladó a París sin importarle el escándalo
que supuso en la sociedad de la época y la devastación sentimental en la
que se sumió Alfonso de Borbón, que nunca llegó a aceptar la decisión
de su mujer.
Carmen Martínez Bordiú y su novio Roberto Federicci en la Feria de Abril de Sevilla en 2002.GTRESONLINE
Contrajo matrimonio con Rossi en diciembre de 1984 y se separó en 1995,
aunque su relación siempre ha sido bastante cordial. Después se
reencontró con un amigo de juventud, el arquitecto Roberto Federici, con
quien paseó su amor por distintas ciudades del mundo durante 10 años,
hasta que se separaron en 2004.
A los 50 años, Carmen volvió a romper
las reglas no escritas de su círculo casándose con José Campos, un
cántabro aparentemente bonachón y poco acostumbrado a las revistas del
corazón con el que, sin embargo, vivió una época de exclusivas en las
revistas de la prensa rosa.
Se casaron en Santander en 2006 pero
terminaron separándose tras siete años casados y con contenciosos de por medio por temas económicos Según confesó en su momento Martínez-Bordiú con él no se habla “mientras tenga problemas de dinero”.
Carmen Martínez Bordiú y José Campos en 2011.
El siguiente en la lista de sus amores fue Luis Miguel Rodríguez, conocido por El Chatarrero
por ser el propietario de Desguaces La Torre y que en la actualidad es
uno de los empresarios con mayor deuda con Hacienda, 7,8 millones de
euros. La propia Carmen confesó en el programa de Bertín Osborne, En tu casa o en la mía, que ha sido el hombre del que se enamoró realmente por primera vez a los 60 años. Con él se le había visto últimamente en varias ocasiones y se llegó a
especular sobre una posible reconciliación, aunque al parecer lo que
conservan es una buena amistad. En el mismo programa de televisión
Carmen Martínez-Bordiú llegó a decir: “A mí la gente nunca me ha
importado nada. Me importa mi madre, mis hijos… pero yo les he educado
en que nunca debían juzgar a los padres”. Ahora ha llegado el momento de una nueva relación que, sea cual sea su
futuro, ha devuelto la ilusión a esta mujer que no encuentra barreras
imposibles de saltar cuando se habla de amor.
Montserrat
Roig escribía en periódicos, escribía libros, entrevistaba, y dejó
atrás testimonios muy emocionantes de su modo de ver la vida, también
cuando esta oscurecía.
Un grupo de gente ondea banderas españolas y senyeras en Barcelona, el pasado 30 de septiembre.YVES HERMANREUTERS
La imagen que me vuelve siempre de Montserrat Roig
es la de ella cantando en un autobús, entre los montes de Galicia. Era
suave y firme, como una roca rodeada de aire y de musgo. Fue periodista,
escritora; tenía en todo lo que hacía, en sus gestos, en su forma de
mirar, en sus labios, la presencia de una adolescente. Era de Barcelona,
donde nació en 1946; libros suyos fueron El tiempo de las cerezas, La hora violeta, Los catalanes en los campos nazis... Y murió, nos morimos todos, ella murió demasiado temprano para todo, el
10 de noviembre de 1991. Como si se hubiera dormido de pronto en medio
de la vida y esta se quedara quieta sin Montserrat Roig.
Ella escribía en periódicos, escribía libros, entrevistaba, y dejó
atrás testimonios muy emocionantes de su modo de ver la vida, también
cuando esta oscurecía. Y ahora, en estos días en que de nuevo está
oscuro, muy oscuro, el porvenir de importantes ilusiones, me ha llegado,
pegado en un papel blanco, un recorte desde el que ella mira el 12 de
mayo de 1986. Está impreso en El Periódico de Cataluña ese día y hoy reclama escalofrío. Los recortes de periódicos tienen el tiempo en su textura; no es lo
mismo que esas hojas ciclostiladas por la máquina de eliminar el pasado
que son las reproducciones de lo que se publicó y está en Google. La
tinta de periódico, la textura del papel, todo eso se añade a la fecha,
como si se hubiera escrito hace mucho para que se leyera ahora, 10 de
octubre de 2017, aquello que ella cuenta el 12 de mayo de hace 31 años.
En ese recorte envejecido Montserrat explica lo que vio "y no puedo
callarlo". "Vi", escribe, "cómo un grupo de hombres se abalanzaban sobre
un borracho y le dejaban el rostro ensangrentado". Y sigue así: "Antes había habido una explosión de himnos y de banderas, y unos
cuantos jóvenes alzaron el brazo, la mano extendida, pero no toda la
mano, sino cuatro dedos, cuatro dedos que son el recuerdo de las cuatro
barras. No sé qué dijo el borracho, no sé si les provocó, pero no era
más que un hombre solo".
No era más que un hombre solo.
Prosigue Montserrat: "Y entonces oí la
frase de un joven. No era un adolescente, era un joven de unos 25 años
que, buscando en la aquiescencia de un público mudo, dijo en catalán: "No preocuparos, que es español".
El joven dijo esta frase porque sabía que podía expresarla, así,
impunemente.
No os preocupéis, que es español, como otros han dicho
judío, palestino, negro, libio o catalán.
Podría ser la expresión de una
Cataluña
desesperada, no sé, una Cataluña que cifra sus victorias en un campo de
fútbol, una Cataluña que ya no puede dar la imagen de una sociedad
feliz e integrada, con una escuela libre y abierta, sino la de una
Cataluña resquebrajada, desintegrada, insolidaria".
Acaba así El triángulo de los apátridas, que así tituló
Montserrat Roig ese artículo que era la descripción de su estado de
ánimo: "Y yo, que ciertamente tampoco me considero española, estoy por
pedirme el triángulo azul que llevaban los republicanos asesinados en el campo nazi de Mauthaussen. El triángulo de los apátridas". Ella estudió a fondo, conmovida, aquella razzia feroz contra
los judíos y contra los republicanos. Cuando he leído ahora ese texto
revivido por el viaje de los recortes de prensa sentí ante lo que
escribe Montserrat lo que expresa José Hierro al final de Requiem,
el poema que el poeta cántabro escribió sobre Manuel Rodríguez, un
emigrante que yacía sin nadie al lado en Funeral Home, Haskell, Nueva
Jersey: "No he dicho a nadie que he estado a punto de llorar".
El Gobierno asegura que la declaración no tendrá efectos pero los soberanistas preparan la aplicación de la ley de ruptura.
Oriol Junqueras, Carles Puigdemont y Jordi Turull a su llegada a la reunión del Govern este martes. Carles Ribas
El propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha asegurado que
una supuesta declaración de independencia por parte del presidente
catalán, Carlos Puigdemont, no tendrá ningún tipo de efecto. Sin embargo, los independentistas mantienen sus planes, reflejados en
la ley de ruptura. Si Carles Puigdemont declara este martes la
independencia, los partidos secesionistas entienden que entrará en vigor
la llamada Ley de transitoriedad jurídica y fundacional de la república
que aprobó el Parlament la madrugada del 8 de septiembre y que
suspendió el Tribunal Constitucional unos días después. Se trata de una suerte de Constitución provisional que estaría
vigente un año, el tiempo que se calcula que se puede tardar en elaborar
una Constitución definitiva de la república catalana que promete el
independentismo desde que lanzara su órdago. "Mientras no sea aprobada
la Constitución de la República, la presente ley es la norma suprema del
ordenamiento jurídico catalán", se dice en el redactado. Estos son los
aspectos más destacados de esa ley. Estado catalán. El artículo 1 establece que
"Cataluña se constituye en una república de derecho, democrática y
social” en la que se respetará el derecho internacional y los tratados
internacionales. Jefe del Estado. Es el presidente de la Generalitat, que "asume la más alta representación y dirige la acción de gobierno". Nacionalidad. Son catalanes las personas
que a fecha de hoy posean la nacionalidad española y estén empadronados
en Cataluña antes del 31 de diciembre de 2016. Los empadronados con
posterioridad a esa fecha podrán serlo si lo piden tienen dos años de
empadronamiento, los que demuestren una residencia continuada por un
mínimo de cinco años y los que respondan a otra serie de requisitos
previstos en la ley. Derecho vigente. Todas las normas locales,
autonómicas y estatales vigentes a día de hoy en Cataluña seguirán
vigentes "en todo aquello que no contravenga la presente ley y el
derecho catalán aprobado con posterioridad". Lenguas oficiales. Serán tres y tendrán el
mismo estatus: el catalán, el castellano y el occitanolalenguas
catalana, occitana y castellana” y da por buena la ley de política
lingüística de 1998. Poder Judicial. El actual Tribunal Superior
de Justicia de Cataluña pasa a convertirse en el Tribunal Supremo
Catalán y culmina la administración de justicia catalana. Su presidente
lo nombra el presidente de la Generalitat. El Fiscal General de
Catalunya lo nombra el Parlament a propuesta del Gobierno catalán. Los
jueces, magistrados y fiscales que tengan tres años de antigüedad en
Cataluña conservan su plazo. Si el período es menor, pueden solicitarlo. Amnistía política. Se prevé la posibilidad
de archivar o anular los procesos penales contra investigados o
condenados por conductas que “buscaran el pronunciamiento democrático
sobre la independencia de Cataluña o la creación de un nuevo Estado”.
Negociación de la deuda. La Generalitat
asumen todos los tributos y tasas que se pagan en Cataluña, incluidas
las cotizaciones sociales. Queda pendiente de negociación con el Estado
español el futuro de los derechos y obligaciones de carácter económico y
financiero, es decir, el reparto de la deuda. De funcionarios estatales a catalanes. Los
funcionarios estatales serían asumidos por las instituciones catalanas
“en las mismas condiciones retributivas y de ocupación”, de manera que
la Generalitat relevará a la Administración del Estado. Constitución en tres fases. El proceso
constituyente que se inicia hoy tiene tres fases hasta culminar en una
nueva Constitución: el proceso participativo, una suerte de asamblea
ciudadana, las elecciones constituyentes de la que saldrá el Parlamento
que redactará la propuesta de Constitución y la ratificación del texto
en referéndum.
La
española será la más dinámica de las grandes economías desarrolladas
este año, con un avance del 3,1%, seguido del 3% de Canadá y el 2,2% de
Estados Unidos.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha
mantenido las previsiones de crecimiento de España para este año en el
3,1% y ha elevado las de 2018 hasta el 2,5%, una décima por encima de lo
calculado en julio (y cuatro décimas sobre la primera estimación, del
mes de abril). Las nuevas proyecciones, hechas públicas este martes en
Washington en el arranque las reuniones de otoño del organismo, no
contemplan el nubarrón que se cierne sobre la cuarta economía de la zona
euro: la posible declaración unilateral de independencia de la región
de Cataluña, uno de sus grandes motores, algo que sacudiría a la
eurozona.
La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, el pasado abril en Bruselas.FRANCOIS LENOIRREUTERS
En global, el Fondo parece aliviado con el mayor dinamismo experimentado
en las grandes locomotoras del mundo, pero vuelve a poner el acento en
las reformas estructurales y alerta de los bajos salarios. El FMI eleva
una décima la proyección de crecimiento mundial para 2017 y 2018, que
queda en un 3,6% y un 3,7% respectivamente frente al 3,2% en 2016.
Con ese 3,1% de 2017, España se mantiene como la más
dinámica de las grandes economías desarrolladas.
Le seguiría Canadá, con
un avance previsto del 3%, y Estados Unidos, con el 2,2%.
Desde que
salió de lo más duro de la crisis -dos recesiones seguidas, el rescate
público de la banca y una tasa de paro que alcanzó el 26%-, de la
economía española ha preocupado el medio plazo, la ralentización del
crecimiento, su magra productividad, sus eternos problemas en el mercado
laboral.
El porcentaje de desempleados acabará el año en el 17,1%,
según el FMI, y en 2018 quedaría ya en el 15,6%.
El Fondo también repitió su mensaje de alarma por
el auge del proteccionismo que temen en economías avanzadas como la de
Estados Unidos.
Su presidente, Donald Trump, enterró el Tratado de
Comercio con el Pacífico (el TPP, en sus siglas en inglés) y está
renegociando con poca fe el que mantiene con México y Canadá (el TLC o
Nafta), al dar a entender que no ve posibilidades de acuerdo.
La cuarta
ronda de negociación comienza en Washington precisamente este miércoles.
Estados Unidos había generado altas expectativas en los
mercados sobre la promesa de rebaja de impuestos y de desregulación
financiera prometida por Trump, lo que hace seis meses, en la cumbre de
abril, llevó al FMI a diseñar unas proyecciones que contemplaban un
fuerte estímulo fiscal. Medio año después, los Trumpeconomics
no han arrojado nada tangible, así que las previsiones del Fondo se
vuelven a elaborar pensando en un escenario sin cambio. Eso explica por
qué el 2,2% de 2017 y el 2% de 2018 suponen una mejora de una y dos
décimas, respectivamente, con relación a lo estimado en julio, pero una
recorte equivalente respecto a las proyecciones de abril.