Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

1 oct 2017

Una historia del espanto......................................Juan José Millás......

COLUMNISTAS-REDONDOS_JUANJOSEMILLAS
PARECE LA HABITACIÓN de un joven desordenado, pero es una foto del mundo.
 El mundo a veces se manifiesta con esta furia, dejándolo todo manga por hombro. El problema es que no podemos encararnos a él, al mundo, y gritarle:
—¡O arreglas esto ahora mismo o el domingo no sales!

 El mundo sale cuando quiere.
 A veces entra en nuestras vidas como un elefante en una cacharrería y lo pone todo patas arriba.
 Nosotros también somos mundo, pero vivimos como si no lo fuéramos o hubiéramos logrado separarnos de él.
 De ahí que nos extrañe contemplar casas sin techo, barcos desmantelados o palmeras domésticas rotas. 
Cuando las palmeras se doblan por la fuerza del aire, con toda su cabellera verde formando un grumo que parece un coágulo, dan la impresión de estar espantadas.
 Pero las palmeras no se espantan.
 Les da lo mismo ocho que ochenta. Nosotros sí, nosotros nos espantamos una y otra vez. 
La historia de la humanidad es la historia del espanto. 
Nos espantamos sin pausa por lo que hace el mundo y por lo que hacemos nosotros en competición con él. 
Ahora mismo estamos empeñados en la producción de un cambio climático que provoca huracanes cuya magnitud desconocíamos. Detrás de este paisaje desordenado, como si se hubiera celebrado en él una fiesta adolescente, hay millones de pérdidas materiales y sentimentales, millones también de personas desplazadas, gimnasios y escuelas repletos de familias sentadas sobre una colchoneta.
 El edificio de la derecha era un hotel, el Mercure, situado en la isla de San Martín. 
Una belleza antes de que Irma se alojara en él.
TOPSHOT-FRANCE-OVERSEAS-CARIBBEAN-WEATHER-HURRICANE

Esclavos de las ideas dominantes..........................Rosa Montero

Estoy harta de ver anuncios o reportajes en los medios que hablan de “mujeres auténticas que se aceptan a sí mismas como son”.
domingo 01 de octubre de 2017

COLUMNISTAS-REDONDOS_ROSAMONTERO
EL OTRO DÍA caí por casualidad en uno de esos vídeos supuestamente inspiradores que circulan por Internet. 
Era una entrevista con una mujer anglosajona de unos 60 años. Sentada en un taburete, contaba cómo había tenido un amante más joven que no quería salir a la calle con ella porque no deseaba que lo vieran con alguien tan mayor. 
 También hablaba de sus inseguridades físicas; de cómo algún otro imbécil le había dicho que tenía unas piernas feas; de lo poco agraciada que se había sentido toda su vida; de lo difícil que le había resultado aceptarse y comprender que una persona real no puede ser perfecta. 
Mientras contaba todo esto, se iba desnudando: se quitaba los zapatos, los leotardos, el traje.
 Al final se quedaba en ropa interior, un sujetador y unas bragas sencillos color crema. 
Para terminar, se soltaba el pelo: una melena blanca. 
También hablaba de eso, de asumir las canas. Todo lo que decía resultaba conmovedor y ella era una persona adorable que parecía sincera
. Hasta aquí, todo bien.
El problema, el peliagudo y ridículo problema, era que se trataba de una mujer bellísima.
 Preciosa de cara, y con un cuerpo verdaderamente sobrenatural para su edad.
 Sus piernas eran perfectas, dijera aquel cretino lo que dijera.
 No tenía ni un gramo de grasa, ni el más ligero rastro de celulitis. Su piel no parecía mostrar la inevitable fatiga de vivir. 
Sus brazos no pendulaban por abajo, como pendulan de manera natural todos los brazos cansados de soportar la fuerza de la gravedad año tras año, sino que eran unos lindos, prietos y delgados brazos de adolescente. 
Por no hablar de la sedosa, abundante melenaza a lo princesa de Disney. 
Pues bien, los autores del vídeo nos mostraban a ese espectacular bombón como ejemplo de que uno debe aceptarse y admitir sus imperfecciones.
 Nos han fastidiado: así cualquiera
. Qué fácil debe de ser reconciliarse con una misma cuando una cumple todas las exigencias tópicas de la belleza al uso. 

Se trata de un burdo y tonto truco que se ha puesto de moda, porque se ve que los publicistas han olfateado que reivindicar a la mujer de la calle es algo que vende (es la mujer de la calle la que compra). Pero, claro, les debe de parecer poco vistoso reflejar la realidad real.
 Estoy harta de ver anuncios o reportajes en los medios que hablan de “mujeres auténticas que se aceptan a sí mismas como son” o de las actrices Tal y Cual que se atreven a “mostrar su aspecto natural” porque luego resulta que todas son fantásticas, es decir, todas provienen del reino de la fantasía, ya que no tienen nada que ver con las personas que conozco.
 Y esta vuelta de tuerca en la exigencia física es aún más perversa que el uso tradicional de las chicas macizas, porque aquí nos dicen que las mujeres normales son así. 
Qué inmenso desconsuelo: ya nos habíamos resignado, con acongojado y celulítico dolor, a no ser como las modelos despampanantes; pero si ahora encima nos dicen que la normalidad es así, mejor rebanarse el arrugado pescuezo y acabar con tanto sufrimiento.
Y lo peor, lo más inquietante e incomprensible, es que el personal no se da cuenta del engaño.
 En la página de la mujer que se desnuda había multitud de comentarios entusiastas que celebraban su supuesto coraje al admitir su físico y que la piropeaban resaltando lo guapa que era como si se tratara de un atractivo heterodoxo, y nadie parecía advertir que era un bellezón extraordinario que cumplía todas las reglas de la tiranía estética.
 Me temo que estamos tan domesticados, tan sometidos al yugo de los valores dominantes que ni siquiera somos capaces de percibir las verdades más obvias, a saber, que por lo general las mujeres reales lucen diversos grados de barrigas, barriguitas y barrigotas; que las carnes se mueven, se ablandan, se ondulan; que los pelos ralean; que las mejillas se caen. 
Que hay muchísimas chicas de 20 años que jamás tendrán un vientre tan liso como el de esa hermosa señora de 60. 
Y la reflexión que más me angustia: si somos tan ciegos ante algo visualmente tan obvio, si estamos tan uncidos a la dictadura de lo convencional, ¿no seremos también unos cabestros en otros valores más sutiles?
 Esclavos de las ideas dominantes sin saberlo.

Sí cuentan los que no cuentan.............................Javier Marías..

Votar en el engañoso referéndum planteado por la Generalitat es participar en un golpe de hechos consumados y en un nueva sociedad autoritaria.
Javier Marías
CUANDO ESCRIBO esto (dos semanas antes de que pueda leerse), no se sabe qué pasará el 1 de octubre en Cataluña, y menos aún en los días siguientes.
 Es dudoso que nadie tenga previsto nada, porque demasiada gente lleva años instalada no sólo en la negación de la realidad, sino en la del futuro como si el tiempo fuera a detenerse en el “momento culminante, inaugural y apoteósico”.
Y el tiempo jamás se detiene.
 Abducidos por la CUP, a Puigdemont y a Junqueras ya no les importa que, declarada la independencia de Cataluña (tal como hoy está planteada), su país se quedara aislado, súbitamente empobrecido, casi apestado. 
Que saliera de la Unión Europea y careciera de reconocimiento internacional (con alguna exótica excepción perteneciente a la categoría de “amores que matan”), que su economía cayera por debajo del bono basura en que ya se encuentra, que se largaran numerosas empresas. 
Que se ganara la animadversión de Francia, la cual lo vería como una amenaza territorial, ya que esa Cataluña “independiente” es o sería expansionista e imperialista y querría apropiarse del Rosellón al cabo del tiempo, Valencia y Baleares aparte. 
Y la de Italia, que vería un peligroso precedente para las aspiraciones de la Lega Nord, ese partido fascista tan semejante al llamado “bloque soberanista”, y que pretende separar la Lombardía, el Piamonte y el Véneto (las zonas más ricas) del resto de la nación.
 Y la de Alemania, Holanda, Bélgica, probablemente la del Reino Unido y sin duda la de los Estados Unidos, que se mostrarían contundentes si, por ejemplo, Texas o California decidieran desgajarse. 

Pero les importa nada a quienes han sometido a los catalanes a algo parecido a las preguntas-trampa, del tipo “¿Ya no pega usted a su mujer?”
 Si uno contesta que sí, malo. Si contesta que no, también malo, porque está admitiendo que “antes” sí le pegaba. 
Ante esas añagazas sólo cabe negar la pregunta y, por supuesto, no contestarla. 
Darle la espalda.
 Hoy, en Cataluña, en el instante en que alguien se presta a votar “Sí” o “No”, está dando carta de naturaleza a una pantomima y a una farsa.
 Más allá de que el Gobierno central impida efectivamente el referéndum, estar dispuesto a participar en él (insisto: tal como se ha planteado) es estarlo a participar en un golpe de hechos consumados y en una nueva sociedad autoritaria.
 Hace ya mucho que la elección democrática de un Gobierno no garantiza que éste lo sea.
 No lo es el que no respeta a la oposición (es decir, a los ciudadanos que no lo han votado), ni a las minorías; ni el que inventa e impone nuevas leyes a su conveniencia, ni el que atropella la división de poderes; no lo es el que hostiga y arruina a la prensa poco complaciente con él y al final la suprime, ni el que acaba con la independencia de los jueces y los nombra a dedo (como sucede en Venezuela);ni el que impide debatir asuntos muy graves en el Parlamento y ni siquiera permite leer sus informes a sus propios letrados o intervenir a su Comisión de Garantías, como hizo Forcadell hace menos de un mes, despóticamente.
 Pero sobre todo no lo es el que, con desprecio absoluto, excluye a una gran parte de la población, la mitad o más seguramente, y decide que los que no se pliegan a sus designios simplemente no cuentan, y por ende se puede actuar y se actúa como si no existieran.
 O como si fueran “anticatalanes”, “traidores”, “botiflers”, “fascistas”, “unionistas”, “españolistas”, “escoria”, se ha dicho hasta la saciedad todo esto.
 Si ustedes se fijan, nadie en Cataluña, y muy pocos en el resto de España, insultan a los independentistas.
 Se trata de una opción legítima y desde luego legal, siempre que no se intente imponerla a los demás mediante la intimidación, la exclusión, el chantaje, la represalia o la amenaza directa: la que han sufrido ya muchos alcaldes reacios a ceder sus ayuntamientos para la pantomima.
Porque es pantomima, si es que no pucherazo, un referéndum con ocultaciones, con un censo fantasma, una transparencia inexistente, un control llevado a cabo por los partidarios del “Sí”, sin cabinas, sin plazo cuerdo, sin una participación mínima para considerarlo válido y sin más requisito para dar por cierto su resultado que un solo voto más para la opción ganadora, que además ya está decidida y cantada: si sólo acuden a votar los que votan “Sí”, me dirán ustedes dónde está el misterio.
 Este referéndum es tan sólo un mal adorno.
 La Generalitat lleva tiempo obrando como si se hubiera celebrado ya, con el resultado propugnado por ella, casi impuesto (su “neutralidad” es un chiste). 
La prueba es que ha aprobado “leyes de transitoriedad” o “desconexión” tranquilamente.
 Nos encontramos ante un caso claro de absolutismo: esto va a ser así porque así lo queremos nosotros; los que no estén de acuerdo son anticatalanes y ya no cuentan.
 Franco hizo algo muy parecido al final de la Guerra Civil: los que no me acaten y aclamen son la “antiEspaña”. 
La única manera de oponerse hoy a eso es negar la pregunta, y que la cantidad de votantes —ingenuos o no— sea ridícula. 
Es decir: de participantes en la farsa. 

Javier Gomá Lanzón: "Soy un iluso sin fronteras"


El filósofo, autor de 'Tetralogía de la ejemplaridad' sale del armario y confiesa que es poco ejemplar y ve 'Gran Hermano VIP'.

 


Javier Goma Lanzón.
Esta es una entrevista manipulada. 
La primera versión tenía 20 folios. 
Y eso que se le pidió al entrevistado que fuera breve, porque bueno ya se suponía que sería un autor cuya Tetralogía de la Ejemplaridad figura entre los libros más vendidos y citados en tiempos poco ejemplares. 
Después de meterle la motosierra al original y de llamar al orden al incontinente, este es el destilado de una charla de una hora. El texto primigenio tiene otro precio.
Dice que, tras acabar su obra, por primera vez no tiene un plan en su vida ¿se siente vacío?
Al revés. Me he quedado tan a gusto. 
Me preocupa más cómo se sienten los demás: hartos, saturados, olímpicamente indiferentes.
Sintió la vocación literaria a los 16 años. ¿Se le apareció la virgen en el instituto?

Sí, y me dio tres mensajes que no puedo revelar hasta 2050.
 Uno de ellos habla del futuro de los medios de comunicación escritos. No va bien.
 No puedo decir más.
Oído, cocina. Una vocación salvaje y precoz. ¿Eso a los 16 cómo se doma? Tendría otras urgencias, ¿o fue puro desde joven?
Ni pastorcito, ni monje, ni malote. 
Mi adolescencia fue una medianía que una vocación literaria brutal hizo más compleja.
 Me costó mucho lograr la normalidad.

¿Qué es un filósofo hoy día?
Todos somos nativamente filósofos porque tenemos una interpretación del mundo. 
Luego una minoría extravagante escribe libros de filosofía, que es literatura conceptual. 
Nace de una vocación literaria. Elegir el concepto, el verso o la novela es sólo una cuestión de estrategia comunicativa.
Pero los filósofos nos regañan. Anda que no nos dio la chapa con la ejemplaridad pública
El primer perjudicado soy yo. 
Todos me juzgan por mi doctrina y la presión es insoportable. Trato de escapar.
 La ejemplaridad me persigue pero yo soy más rápido.

Se define “filósofo mundano”. ¿Sus colegas son marcianos?
Mis colegas por lo general me parecen estupendos y los admiro. Es más probable que sea yo quien les parezca marciano a ellos.
¿Es el humor la última esperanza en este valle de lágrimas?
Neecesitamos de vez en cuando unas vacaciones de realidad, que se suspendan sus leyes y nos creamos la ilusión de un mundo incruento y sin dolor
. Eso es el humor. Derrama dulce liviandad en la realidad, que nos esclaviza, y hace la vida más soportable.