El agente logra arrancar olés y callar las cacerolas desde su balcón de un hotel de Calella.
Escrache en BarcelonaLos guardias civiles y policías nacionales que han sido movilizados en Cataluña ante el referéndum ilegal del 1 de octubre
están sufriendo el acoso de grupos independentistas, que acuden a sus
lugares de residencia o alojamiento para perturbar su sueño. Los miles
de agentes han recibido instrucciones precisas de mantener la calma y no
responder a provocaciones, ya sea en sus residencias en sus
actuaciones. Pero hay quienes han desobedecido. Como este agente del GRS
de la Guardia Civil de Sevilla, que respondió con cante flamenco al
escrache con cacerolada que le estaban haciendo bajo el balcón del hotel
de Calella (Barcelona) donde se aloja esta unidad. El fandango del
guardia acabó levantando oles y callando la cacerola.
Una
exposición en el Museo Nacional de Ciencias Naturales aborda la obra y
la vida de las mujeres distinguidas por la Academia sueca.
La escritora Concha Espina.
Concha Espina (Santander, 1869-Madrid, 1955) es más que una estación
de metro. O es una estación de metro porque fue mucho más: poeta,
dramaturga, periodista y novelista compulsiva. Fue también —y ya se
borró del recuerdo colectivo— la escritora española que estuvo más cerca
del Nobel. En 1926 perdió frente a la italiana Grazia Deledda.
Una exposición dedicada a las mujeres
que han ganado el premio a lo largo de la historia (48, una de ellas,
Marie Curie, en dos ocasiones) recupera también la historia de la autora
que pudo ser y no fue. Espina llegó a estar propuesta en nueve
ocasiones y, en tres de ellas (1926, 1929 y 1931), fue candidata. "Fue
propuesta al Nobel por 25 nominadores de numerosos países, entre ellos
los españoles Jacinto Benavente, Gerardo Diego o Santiago Ramón y
Cajal", señala Belén Yuste, una de las comisarias de la muestra, que se
puede visitar en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) hasta el
próximo 20 de marzo. En la exposición, Espina comparte un espacio, A
punto de Nobel, junto a la polaca Irena Sendler, que salvó a 2.500 niños
judíos del gueto de Varsovia.
Cuarzo piezo-eléctrico diseñado por Pierre Curie.
Tampoco accedería a la Real Academia de la Lengua (RAE), si bien fue distinguida con su premio por la obra Tierra de Aquilón en 1924. Concha Espina fue una autora popular —el tirón de su primera novela, La niña de Luzmela,
hizo que el pueblo donde se inspiró adoptase este topónimo— y
reconocida por las instituciones, también internacionales. Fue
vicepresidenta de la Hispanic Society (pese a ello ha estado ausente de
la muestra del Museo del Prado) y miembro de honor de la Academia de las
Letras y las Artes de Nueva York.
Mujeres Nobel se centra especialmente en las biografías de 12
de las 48 ganadoras del galardón, entre ellas Marie Curie (Física y
Química), Selma Lagerlöf (Literatura), Nelly Sachs (Literatura), Rita
Levi-Montalcini (Medicina), Wangari Maathai (Paz) o May Britt-Moser
(Medicina). Además de paneles explicativos sobre ellas, se exponen
objetos como un cuarzo piezoeléctrico diseñado por Pierre Curie para
medir la radiactividad, destacado por Soraya Peña, coordinadora de la
exposición, como "uno de los cinco prototipos que se conservan en todo
el mundo", los botines que utilizaba la sueca Selma Lagerlöf debido a su
lesión de cadera, la tesis firmada por la última Nobel de Medicina, May
Britt-Moser, o una vajilla del banquete que sigue a la entrega del
premio.
"El objetivo es difundir la vida y la obra de las científicas a un
público general", señaló Yuste, que ha destacado la implicación de las
embajadas de los distintos países con mujeres premiadas, así como la
colaboración del Museo del Nobel en Estocolmo y el Instituto de Oslo. En
paralelo a la muestra, organizada por el MNCN, el Consejo Superior de
Investigaciones (CSIC) y Rocaviva eventos, se han programado talleres y
conferencias como la de Pierre Joliot-Curie, hijo y nieto de cuatro
premios Nobel, que hablará sobre la lucha de las mujeres científicas el
jueves 26 de septiembre.
Un caso real de 1949 inspiró la novela y el célebre filme de terror.
Tras el exorcismo más famoso de la historia del cine se halla un
suceso real y sorprendente cuyo protagonista aún vive, oculto en el
anonimato. La novela El exorcista (1971) y el largometraje homónimo (1973) se
inspiraron en un caso documentado por la Iglesia. El supuesto
endemoniado fue en realidad un niño, a quien los investigadores e
historiadores llaman, simplemente, Robbie, y al que le sucedieron cosas
extraordinarias y para los curas que le custodiaron, incomprensibles. Tanto, como para que las autoridades católicas de Washington aceptaran
que se le sometiera a un exorcismo. Robbie era un niño afroamericano que fue víctima de arrebatos de ira y
centro permanente de sucesos inexplicados. Dicen los que le trataron,
que documentaron su estado en una serie de cuadernos que han ido pasando
de mano en mano en Washington, que hablaba en latín y que en su cuerpo
aparecían marcadas palabras malditas. Un grupo de jesuitas
norteamericanos creyó que era víctima del demonio y lo sometió a un duro
y tortuoso exorcismo.
Portada del Washington Post con la noticia del ecxorcismo. 20 de agosto de 1949
En la época, la prensa seria llegó a dar el hecho como algo verídico. Un diario tan prestigioso como The Washington Postpublicó el 20 de agosto de 1949
que "en lo que es, tal vez, una de las experiencias más destacables de
su género en la reciente historia religiosa, un niño de 14 años [de los
suburbios de Washington] fue liberado por un cura católico de la
posesión por el demonio, según informaron fuentes católicas".
El que sería autor de la novela y el guión del filme, William Peter Blatty,
estudiante en la Universidad de Georgetown, leyó el artículo. Corría
por el campus de esa institución jesuita el rumor de que dicho cura
católico, mencionado por el Washington Post, era un padre bastante conocido en la universidad: William Bowdern. Blatty le escribió, pidiéndole ayuda. "Nosotros (otro cura y yo) mantuvimos un recuento al minuto, cada
día, sobre los sucesos acaecidos el día y la noche anteriores", le dijo
el cura Bowden a Blatty en una carta de respuesta. Había, pues, un
diario, escrito a mano, donde se narraba el exorcismo. Blatty lo
consiguió y leyó partes de él. Pero fue Thomas Allen, historiador y
escritor, el primero en lograr una copia, que reproduciría en la más
reciente reedición de su libro Possessed. "Me pasé meses llamando a diversos padres jesuitas, preguntándoles si
conocían al padre Walter Halloran, del que se decía que había
presenciado el exorcismo y que lo había mencionado en una entrevista a
un diario local de Nebraska. Finalmente le encontré", explica Allen a EL
PAÍS. "Curiosamente, era la noche de Todos los Santos". Halloran,
fallecido en 2005, reveló a Allen que existía aquel diario, escrito por
un tercer cura, el padre Raymond Bishop. "Halloran era un rebelde. Decía
que al padre Bowdern, el que realizó el ritual, le hubiera gustado que
la gente supiera de aquel exorcismo. Así que me mandó una copia del
diario", explica.
Escena de 'El exorcista'.
Así vio la luz la historia de Robbie, una patraña para la ciencia y
escondida por la Iglesia. El niño nació en 1935. Su calvario, según el
relato de los jesuitas, comenzó el 15 de enero de 1949, cuando se
comenzó a oír en su casa un arañazo persistente bajo el suelo, seguido
por un extraño chirrido que parecía provenir del interior de su cama,
siempre según el relato de sus familiares. Aunque la familia era protestante, el caso llegó a las manos del
padre católico Albert Hughes, párroco de la iglesia de Saint James, que
vio cómo se multiplicaban acontecimientos extraños. Según recoge el
diario de los jesuitas, el niño le dijo al padre Hughes en latín: "Cura
de Cristo, sabes que soy el Demonio. ¿Por qué me molestas?". Hughes,
fuente única de esos sucesos, ingresó al niño en el hospital de
Georgetown y trató de exorcizarlo, con la autorización expresa del
arzobispo de Washington. El hospital depende de la universidad del mismo
nombre, gestionada por los jesuitas. Entonces ocurrió el suceso que inspiró la novela de Blatty. En pleno
ritual, el adolescente se liberó de las ataduras de su cama y atacó al
reverendo con un muelle, provocándole una profunda herida en el brazo y
el hombro, que requirió un centenar de puntos. Herido de gravedad, el
padre abandonó el exorcismo, después de sufrir un ataque de nervios. Esta agresión es lo único cierto y demostrable en todo este proceso,
pues hay certificados médicos que la prueban. El barrio de Georgetown,
plácido y exclusivo, es el marco de la novela y la película, con la
Universidad y su rectorado, de estilo románico, de fondo. En el libro
también se menciona la iglesia de la Santa Trinidad, en la que Reagan se
cuela para profanar imágenes. En el largometraje se ilustró ese evento
con la capilla Dahlgren, en la que el padre Damien Karras oficia misa. Junto a la casa en la que se supone que vivió la niña, en la calle
Prospect, están las famosas escaleras del final del largometraje, aún
tétricas, húmedas y oscuras, convertidas en un reclamo turístico más en
una ciudad consagrada casi por completo a la política. En la historia real, sin embargo, la familia de Robbie era muy modesta. Vivía lejos del exclusivo refugio blanco de Georgetown. Su barrio,
Cottage City, es, aun hoy, uno de los más pobres de la zona
metropolitana, con una tasa alta de pobreza y baja de escolarización
secundaria y superior. Aunque no duraron mucho tiempo allí. Ante el
escándalo que el niño había armado en el vecindario, decidieron
marcharse a casa de unos familiares en San Luis, en el Estado de Misuri.
Fotograma de 'El Exorcista'.
Allí consultaron con los jesuitas de la universidad católica local. El arzobispo de San Luis autorizó el exorcismo y el padre Bowden lo
inició, descubriendo muy pronto a quién se enfrentaba. "La imagen del
diablo y la palabra INFIERNO aparecieron [en el cuerpo del niño] en
cuanto repetimos el Praecipicio, pidiéndole al espíritu maligno
que se identificara", dice el padre Bishop en su diario. "El diablo
apareció en rojo. Sus brazos se erguían sobre su cabeza y parecían estar
palmeados, dándole la horrible apariencia de un murciélago", prosigue. De todo esto no hay prueba gráfica alguna, sólo el recuento de los
curas. Bowden practicó las últimas fases del exorcismo en la planta
psiquiátrica del hospital de los Alexianos. El lunes de Pascua hubo una
conversación en la que el niño decía hacer de portavoz del diablo. "Yo
siempre estoy dentro de él", dijo, cuando le intentaron dar la comunión. Horas después, el niño, en pleno ataque, dijo tener la visión del
arcángel san Miguel venciendo al diablo. Con una voz impostada, dijo:
"Te obligo a ti, Satán, y a otros espíritus diabólicos a que abandonéis
este cuerpo en el nombre de Dios, ahora". El drama, según las notas del
jesuita, acabó en aquel momento. A pesar de las más que razonables dudas médicas y científicas sobre
la veracidad de los hechos descritos en ese diario, el padre Bowdern
siempre los dio por ciertos. Así lo creyó hasta su muerte en 1993. "Fue
real", le dijo a Blatty en una carta. Al fin y al cabo, él era un cura
católico y Roma reconoce las posesiones como reales. El texto original
del Ritual romano, utilizado para el menester de los
exorcismos, fue redactado en 1614 a instancias del papa Pablo V y
modificado por última vez en 1999, bajo la tutela del cardenal Jorge
Arturo Medina Estévez.
En una conferencia en la que presentó el nuevo ritual, el cardenal
dijo que la posesión es reconocible porque le permite al sujeto "hablar
con muchas palabras de lenguas desconocidas o entenderlas; desvelar
cosas escondidas o distantes; demostrar fuerzas superiores a la propia
condición física, y todo ello juntamente con una aversión vehemente
hacia Dios". Al pequeño Robbie, en 1949, se le practicaron todo tipo de pruebas
médicas en el hospital de Georgetown. Los médicos temieron de forma
razonable que sufriera un trastorno psiquiátrico. Los psiquiatras no se
pusieron de acuerdo en un diagnóstico. Fueron su familia y los jesuitas
los que creyeron que estaba poseído. Sus síntomas coinciden, es cierto,
con los descritos por Medina Estévez. Hubo un exorcismo, eso es cierto. Pero si en realidad existe algo semejante la posesión demónica es algo
que queda estrictamente en el ámbito de la creencia religiosa.
El cantante alerta de que va a costar mucho tiempo superar “la gran fractura social” en Cataluña.
“En estos momentos la convocatoria de un referéndum en Cataluña no es
transparente. Porque está creada con una ley que está elaborada por el
Parlament de Cataluña, pero a espaldas de todos los demás miembros del
Parlament”, ha explicado Serrat, que ha apuntado que el Gobierno
catalán, aun “en minoría en cuanto al número de ciudadanos” que
representa en la Cámara, “ha sacado una ley express para hacer un referéndum, sí o sí”,
se ha “descolgado de la discusión” y “se ha marginado a todas las
fuerzas de la oposición”, tanto las de izquierdas como de derechas.
El cantante Joan Manuel Serrat se ha pronunciado sobre el proceso independentista de Cataluña en Santiago de Chile, donde participa en la Gira el Gusto es Nuestro 20,
junto a Ana Belén, Miguel Ríos y Víctor Manuel. En conferencia de
prensa en el hotel Sheraton de Santiago, Serrat ha asegurado que la convocatoria independentista del 1 de octubre
“no es transparente” y que, aunque él es partidario de los referendos,
porque marcan la voluntad de la sociedad, en este caso no se dan las
condiciones para votar. “Estas leyes se han hecho de un día para otro, sin discusiones, sin
que hubiera enmiendas”, ha afirmado. “No me da la sensación de que este
referéndum pueda representar a nadie”, ha dicho. Y ha criticado tanto al
Gobierno del Partido Popular, a quien ha considerado “responsable de
todo lo que está ocurriendo”, como a los partidos políticos que han
impulsado la consulta en Cataluña. “A ambas partes les convenía mantener
esta circunstancia para tapar unos años de recortes económicos y unos
años de corrupción política muy grande, todo esto ha desaparecido del
informativo”. El cantante desconfía de que el próximo 1 de octubre pueda haber una
“distribución y un control de las urnas cuando todavía no está claro el
censo de los votantes”. “No creo que se pueda hacer”, ha zanjado. “De
cualquier manera, esto crea en Cataluña una situación de una gran
fractura social que, a mi modo de ver, va a costar muchísimo tiempo
recuperar”. “En este referéndum no están las condiciones para votar”, ha
proseguido. El cantante ha añadido que, aunque “independencia es una
palabra hermosa que inflama el corazón de los jóvenes y que moviliza a
las gentes”, no estaba seguro de sus consecuencias prácticas: “De donde
cobrarán los subsidios de salud, como se mantendrá el sistema sanitario,
con qué dinero se pagarán”. “Cataluña ya no podrá ser miembro de la Unión Europea. En una
segregación la parte que se segrega se irá fuera. Pero no se le caen los
anillos a quienes dicen que en la Unión Europea estaremos aceptados de
facto”, ha concluido Serrat.