Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

26 ago 2017

Las últimas horas de Lady Di en París...................... Silvia Ayuso

Las últimas horas de Lady Di en París

El puente del Alma, donde la princesa sufrió el accidente mortal, lleva dos décadas siendo un lugar de peregrinación

Diana de Gales junto a Dodi Al Fayed, a su salida del hotel Ritz, en París. Reuters-Quality

Cada día, cientos de personas se detienen ante la “llama de la libertad” en París. 
La réplica exacta de la antorcha de la Estatua de la Libertad en Nueva York, situada sobre el puente del Alma donde la madrugada del 31 de agosto de 1997 perdió la vida Lady Di, se ha convertido en un memorial a la “princesa del pueblo” que, con su muerte temprana, inmortalizó su estatus como icono mundial.

En vísperas del 20 aniversario del fallecimiento de Diana de Gales, sobre este reconvertido símbolo romántico, que mira desde la orilla derecha del Sena a la torre Eiffel y que está rodeado de miles de candados que parejas de enamorados insisten en dejar en París como símbolo de un amor inquebrantable, se han multiplicado también los ramos de flores, las fotos de la princesa y los mensajes en recuerdo de alguien “inolvidable” y ligado ya, para siempre, a la ciudad del amor.
Y eso que su paso por París iba a ser solo una fugaz visita antes de reunirse con sus hijos, tras un verano reinando desde las portadas de las revistas del corazón.
 Pero esa escala acabaría siendo el último viaje de Lady Di, que halló la muerte huyendo, como había hecho una y otra vez los últimos años de su vida, de los paparazi.
El acoso de los fotógrafos, “esa jauría de perros que la siguió, la persiguió, la acosó, la llamó, la escupió y trató de obtener una reacción airada para conseguir un fotografía”, como los describió su hijo Guillermo, habían sido también la causa de que Lady Di aterrizara en París en vez de finalizar sus vacaciones en Cerdeña con su pareja, el millonario Dodi al Fayed. Fueron también esos fotógrafos, que siguieron disparando sus cámaras incluso después del fatal accidente de la princesa, lo último, probablemente, que vio Diana antes de perder la conciencia y morir en el hospital parisino de Pitié-Salpêtrière.
 Todos los esfuerzos fueron inútiles para detener la hemorragia interna que había sufrido cuando el coche con el que trataba de huir de la “jauría” de paparazis se estrelló, alrededor de las 0.20 de la noche, contra el pilar número 13 del túnel del Puente del Alma.
El coche accidentado en donde viajaba Lady Di y Dodi Al Fayed, el día de su muerte en París.
El coche accidentado en donde viajaba Lady Di y Dodi Al Fayed, el día de su muerte en París. AFP
Solo unas horas antes, a las 15.20, Lady Di había llegado a París en un avión privado de los Al Fayed, dueños de los lujosos almacenes londinenses Harrods.
Antes de instalarse en el hotel Ritz, otra propiedad de los Al Fayed, Dodi llevó a su novia y, según algunos medios, ya prometida, a visitar la antigua mansión de los duques de Windsor en el Bois de Boulogne, en manos también de la millonaria familia de origen egipcio. 
 Los paparazi ya los esperaban en el Ritz, por lo que la pareja tuvo que entrar al hotel por una puerta trasera.
 No sería la última vez en esa fatal jornada que su intento de evitar a los fotógrafos se vería frustrado.
 La presión de los paparazi hizo también que renunciaran a cenar en el bistrot Chez Benoit y lo hicieran en el hotel, adonde regresaron tras una breve visita al apartamento de Dodi al Fayed, cerca del Arco del Triunfo. 
Ese era el lugar donde querían pasar la noche, pero para ello debían burlar una vez más a los paparazis.
 En ese momento se tramó la maniobra de despiste que acabaría teniendo el trágico final.
Mientras dos vehículos simulaban partir con la pareja desde el hotel, Diana y Dodi salían una vez más por la puerta trasera y se metieron en un tercer coche.
 Al volante iba Henri Paul, empleado del Ritz.
 No consiguieron engañar a los paparazis, que rápidamente emprendieron la persecución del vehículo que, en sus intentos por perderlos de vista, acabó estrellándose en el túnel. 
Para cuando llegaron los servicios de emergencias, unos minutos después que los fotógrafos, que seguían lanzando sus flashes, tanto Dodi al Fayed como Henri Paul, que luego se sabría tenía un elevado nivel de alcohol en la sangre, estaban muertos. 
 Lady Di agonizaba atrapada en el vehículo, del que tardaron una hora en sacarla para llevarla al hospital. 
Solo el guardaespaldas de Diana, Trevor Rees-Jones sobreviviría.
El policía Daniel Bourdon estaba de guardia cuando lo llamaron a custodiar el hospital Salpêtrière tras la llegada de Diana. 
 “Nunca pensé que fuera a morir. Fue cuando vi la cara de derrota de los médicos que comprendí que estaba perdida”, relató Bourdon, encargado de vigilar la habitación donde estaba la princesa.
 Lady Di fue declarada muerta a las 4.05 de la madrugada. El ministro francés del Interior, Jean-Pierre Chevènement, fue el encargado de transmitir la noticia.
 La leyenda había nacido.

 

 

Su vida en imágenes...................Creyó que su vida iba a ser un cuento..





Carlos de Inglaterra besa en la mano a su flamante esposa Lady Diana Spencer, en el balcón del palacio de Buckingham, el día de su boda en 1981.

Diana de Gales, con sus damas de honor e Isabel II a su lado, tras su boda, en el palacio de Buckingham, en una fotografía tomada por lord Patrick Lichfield, el único familiar al que se permitió captar imágenes. Diana de Gales, con sus damas de honor e Isabel II a su lado, tras su boda, en el palacio de Buckingham, en una fotografía Carlos de Inglaterra besa en la mano a su flamante esposa Lady Diana Spencer, en el balcón del palacio de Buckingham, el día de su boda en 1981. 



Los príncipes de Gales, Carlos y Diana, saludan desde un coche descubierto en su paseo por las calles de Gibraltar, en el inicio de su viaje de novios en un crucero por el Mediterráneo en el yate 'Britannia', en 1981. Los príncipes de Gales, Carlos y Diana, saludan desde un coche descubierto en su paseo por las calles de Gibraltar, en el inicio de su viaje de novios en un crucero por el Mediterráneo en el yate 'Britannia', en 1981.

Los príncipes de Gale posan con su hijo Guillermo tras su nacimiento en 1982. Los príncipes de Gale posan con su hijo Guillermo tras su nacimiento en 1982.

Diana de Gales con un diseño de la firma de moda Catherine Walter en blanco y negro y un sombrero de Freddie Fox en su visita a la National Gallery of Art de Washington, en 1985. Diana de Gales con un diseño de la firma de moda Catherine Walter en blanco y negro y un sombrero de Freddie Fox en su visita a la National Gallery of Art de Washington, en 1985.




Vacaciones de los príncipes de Gales con sus hijos en Mallorca, invitados por los Reyes de España, en 1987.  Como ha cambiado "Todos" lo de esta fotografía.

 

Diana de Gales, en un acto público en 1993.  Realmente Guapisima!!

Lady Di en la cubierta de un yate, durante sus vaciones en Palma en en 1987. Lady Di en la cubierta de un yate, durante sus vaciones en Palma en en 1987.
Más que guapa 





 

La princesa Diana junto a la reina Isabel II, en un acto público en 1987. La princesa Diana junto a la reina Isabel II, en un acto público en 1987.

Lady Di con su hijo Enrique, en una imagen sin fechar. Lady Di con su hijo Enrique, en una imagen sin fechar.

 
Los príncipes de Gales, con sus hijos, los príncipes Guillermo y Enrique en un acto público, en 1995. Los príncipes de Gales, con sus hijos, los príncipes Guillermo y Enrique en un acto público, en 1995.

 

El tenor Luciano Pavarotti lleva del brazo a la princesa Diana de Gales, en el concierto benéfico para recaudar fondos para los niños de Bosnia, en Modena (Italia), que contó con la participación de infinidad de famosos de rock y del pop en 1995. El tenor Luciano Pavarotti lleva del brazo a la princesa Diana de Gales, en el concierto benéfico para recaudar fondos para los niños de Bosnia, en Modena (Italia), que contó con la participación de infinidad de famosos de rock y del pop en 1995. 

La princesa durante la entrevista concedida al programa 'Panorama' de la cadena de televisión británica BBC, en 1995. La princesa durante la entrevista concedida al programa 'Panorama' de la cadena de televisión británica BBC, en 1995.




 

Diana de Gales saluda al público que la recibe a su llegada a la Universidad de Northwestern (Chicago) en su viaje por Estados Unidos, en 1996. Diana de Gales saluda al público que la recibe a su llegada a la Universidad de Northwestern (Chicago) en su viaje por Estados Unidos, en 1996.

La princesa junto al presidente de Suráfrica, Nelson Mandela, en Ciudad del Cabo, en 1997. La princesa junto al presidente de Suráfrica, Nelson Mandela, en Ciudad del Cabo, en 1997.


Diana de Gales asistió junto a Elton John y el marido de este al funeral por el modisto italiano Gianni Versace, asesinado en su casa de Miami, en 1997. Diana de Gales asistió junto a Elton John y el marido de este al funeral por el modisto italiano Gianni Versace, asesinado en su casa de Miami, en 1997.

 

Diana de Gales y Dodi Al Fayed, en el ascensor del hotel, poco antes del accidente de coche en París, en 1997. Diana de Gales y Dodi Al Fayed, en el ascensor del hotel, poco antes del accidente de coche en París, en 1997.



El príncipe Guillermo, Charles Spencer, el príncipe Enrique y el príncipe Carlos llegan al funeral de Diana en la Abadía de Westminster, tras recorrer parte del itinerario tras el cortejo fúnebre, en 1997. El príncipe Guillermo, Charles Spencer, el príncipe Enrique y el príncipe Carlos llegan al funeral de Diana en la Abadía de Westminster, tras recorrer parte del itinerario tras el cortejo fúnebre, en 1997.

La vida sin Lady Di, 20 años después.................... Mábel Galaz

Guillermo y Enrique de Inglaterra se han convertido en el antídoto de Buckingham ante los escándalos.

Diana de Gales, fotografiada por Mario Testino. Reuters-Quality

Cuando Diana de Gales se convirtió en esposa de Carlos de Inglaterra, el 29 de julio de 1981, tuvo que ser examinada antes por los ginecólogos de Isabel II para corroborar su virginidad. Veinte años después de su muerte en un accidente de coche, su hijo Enrique está a punto de anunciar su compromiso con Meghan Markle, la actriz protagonista de la serie Suits, divorciada y de origen afroamericano.

 Muchas cosas han cambiado en Buckingham Palace —que siempre se resiste a que las novedades traspasen sus muros— y en ello tiene mucho que ver Lady Di, todavía una figura clave en la monarquía británica.

 Si no que se lo digan a Camila, duquesa de Cornualles, la mujer que ocupó el lugar de Diana en la alcoba de Carlos de Inglaterra de manera oficial hace 12 años y que acaba de reconocer en público lo que era un secreto a voces:

 "Fue horrendo, unos tiempos profundamente desagradables que no le desearía ni a mi peor enemigo.

 Los paparazis nos seguían a todas partes y nos acechaban como fantasmas. 

Teníamos unos prismáticos en el cuarto de baño para vigilarlos". 


Todo ello fue consecuencia de aquella mítica frase de la princesa: “Éramos tres en mi matrimonio, una multitud”. 
Diana desveló así la infidelidad de su esposo, desmontó el cuento de hadas que el Reino Unido se había creído y puso en entredicho al heredero. 
Han hecho falta muchos años y muchos expertos en imagen para rehabilitar a Camila, que todavía es vista con recelo por una gran parte de británicos
 Una reciente encuesta publicada en el Reino Unido apunta que el príncipe Carlos también vive sus momentos de popularidad más bajos estos meses.

La separación de los príncipes de Gales fue un seísmo en palacio al que siguió la de Sarah Ferguson casada con Andrés, el segundo hijo varón de Isabel II y uno de los que más problemas le ha dado estos 20 años a la soberana por sus comprometidos negocios y amigos poco recomendables.
 Andrés ahora está en conflicto, además, con su hermano mayor quien reclama más protagonismo para él y para sus dos hijas Beatriz y Eugenia
Y es que el duque de York ve cómo Guillermo y Enrique acaparan toda la atención mediática.
 
Guillermo y Enrique de Inglaterra en la boda de Pippa Middleton y James Matthews, el pasado mes de mayo.
Guillermo y Enrique de Inglaterra en la boda de Pippa Middleton y James Matthews, el pasado mes de mayo. Getty Images
Los hijos de Diana se han convertido en su ausencia en el mejor antídoto cuando llegan tiempos convulsos a palacio. 
La leyenda de la princesa ha dejado de ser una amenaza para la familia real para convertirse en su principal activo.
 Guillermo se ha consolidado como heredero del heredero aún más tras su boda con Kate Middleton.
 La duquesa de Cambridge, pese a no conocer a la madre de su esposo, ha sabido contribuir a mantener su recuerdo con su anillo de pedida en la mano, con sus trajes inspirados en ella, con la manera de vestir a los nietos que no conocerá.
En estos días de homenaje a la princesa del pueblo, Guillermo y Enrique se han prodigado en comparecencias públicas para recordarla, han participado en documentales especiales de la televisión en los que han hablado no solo de su adorada madre, también de cómo dos niños de 14 y 12 años afrontaron aquella tragedia en público y en privado.
 En la BBC confesaron haber llorado en el palacio de Balmoral por su madre, donde les sorprendió la noticia de su muerte, y se han mostrado orgullosos de no haberlo hecho en público. 
Enrique ha desvelado que hasta que cumplió los 30 años no pudo hablar con nadie de su madre y necesitó ayuda de especialistas para superar la pérdida
También han contado por primera vez qué papel jugó su padre en esos días: 
"Lo peor para un padre es decirle a sus hijos que su madre ha muerto. Él estuvo allí".
 Con los años Guillermo y Enrique han cerrado heridas y mantienen una cordial relación con Camila. 

Lady Di en Highgrove House, la casa de campo del príncipe Carlos y la princesa Diana. 
Lady Di en Highgrove House, la casa de campo del príncipe Carlos y la princesa Diana. Tim Graham/Getty Images
 
Coincidiendo con el vigésimo aniversario de la muerte de Diana, Felipe de Edimburgo su mayor detractor en la familia real británica se ha retirado de la vida oficial. Muchos apuntaron al marido de Isabel II como presunto instigador de la muerte de Lady Di, aquellos que creen que hubo un complot.
 Ninguna prueba avala esta teoría pero lo cierto es que ni el duque, ni nadie han podido con Diana de Gales que, con sus luces y sus sombras, se ha convertido en el modelo de princesa en el que muchas monarquías del siglo XXI se inspiran. 
 

¿Dónde estaba usted?.......................................... Boris Izaguirre

John Travolta y Lady Di, en la Casa Blanca en 1985.
John Travolta y Lady Di, en la Casa Blanca en 1985. Cordon press
 
 
Una de mis imágenes favoritas de Lady Di es esa en la que aparece bailando junto a John Travolta en una cena en la Casa Blanca, ofrecida por el presidente Reagan y su esposa Nancy a los rutilantes príncipes de Gales.
 Fue un momento de auténtica felicidad en la vida de la princesa.
 Después, Travolta recordó que en ese año, 1985, su carrera no estaba precisamente en el mejor momento y que siempre le agradecería a Diana haberle sacado a bailar porque la repercusión global le devolvió a la primera línea. 
Fue quizás una de las primeras obras benéficas de Diana Spencer.
Me gusta la imagen porque ella sale en movimiento, que es una de las cosas que más disfruto de mis iconos.
 Dicen que la experta en producir ese tipo de imágenes fue Jacqueline Kennedy, precisamente una de las mujeres que Diana de Gales reconoció admirar. Jackie, en sus fotos, casi siempre esta en movimiento, caminando, saludando, hablando, mirando. 
Diana entendió eso y de hecho está en movimiento hasta el último momento de su vida, ese instante en que evita mirarse en el espejo del ascensor en el que desciende junto a Dodi Al Fayed hacia su trágico destino. 
Incluso esa pregunta, ¿dónde estabas cuando murió Diana de Gales?, tiene su propio macabro movimiento, obligándote a echar atrás veinte años y recordarte, más joven, más sensible, que las cosas resultaran tan adversas para una mujer que, pese a sus privilegios y su desarrollada capacidad para la manipulación, consiguió enfrentarse sola a tremendos obstáculos y dejar su impronta como mujer.
Siempre me resultó valiente esa entrevista concedida al programa Panorama donde Diana desnudó a su marido y también al vetusto machismo de la familia real británica. “En mi matrimonio éramos tres”, recuerdo oírla decir y repentinamente Carlos de Inglaterra se hizo la persona más denostada de su país, su amante Camila siguiéndole muy de cerca y Diana la más perseguida por ese mundo que con tan pocas palabras había expuesto. 
Les había llamado mentirosos, adúlteros, pero también dejaba claro que Carlos se permitía hacer lo que le daba la gana por ser heredero, pero sobre todo, por haber nacido hombre. 

Lady Di, durante unas vacaciones en Portofino con Dodi Al Fayed.
Lady Di, durante unas vacaciones en Portofino con Dodi Al Fayed. cordon press
Desde la muerte de Diana, se discute si realmente hizo algo por las mujeres.
 La idea de las princesas como heroínas de ficción vivió un importante subidón después de su muerte. 
Esas películas de Anne Hathaway y Julie Andrews no habrían tenido tanta acogida sin el fantasma de Diana.
 Las monarcas actuales, Letizia, Matilde, Máxima, Rania y hasta la exjequesa de Qatar, no tendrían la facilidad para moverse de palacio al despacho y de allí a las cumbres nevadas o al auditorio de las Naciones Unidas sin que Diana antes pavimentara ese ajetreado camino.
 Además, les ha ofrecido un vestuario, traje sastre, blazer y pantalón, zapato de tacón moderado (murió justo antes del triunfo de los estiletos de vértigo), joyería buena, pero discreta, siempre el mismo reloj, el mismo brazalete y la sortija de compromiso.
 Esa indumentaria la perfiló en estrecha colaboración con su diseñadora, Catherine Walker, que también creó para ella un atuendo tan perfectamente británico y atrevido como el conocido traje Elvis, con un cuello recubierto en perlas, similar a los que llevaba el cantante en sus shows de Las Vegas y que Diana estrenó en una gala del museo Victoria & Albert, vinculando su celebridad de princesa al pop. 
Un brillante golpe de efecto, como ese de sacar a bailar a un taciturno Travolta . 
Aristocracia y entretenimiento. 
Insisto en que fue una experta manipuladora.
 No solo con miembros de su familia real o periodistas del corazón, sino con las personas realmente poderosas que conoció, como Kissinger o Katherine Graham, la influyente directora del Washington Post, una mujer en las antípodas del glamour que no cesaba de profesarle admiración.
 “Más que única, es interesante”, declaró. 
Su romance con Dodi era en realidad una estudiada operación para despertar celos y mantener la tensión con los Windsor.
 Los que vivimos esa escalada de amor, calor y fotógrafos en lanchas inflables acercándose al yate donde ella se dejaba fotografiar, en un trampolín sobre el Mediterráneo, nos sentíamos parte de una burbuja antes de la burbuja, un frenesí que adquiría más y más velocidad. 
Es esa velocidad la que, veinte años después, aceptó que fue lo que la mató. 
El vértigo de sí misma, la carrera hacia una inmortalidad siempre sobre el precario equilibrio de un trampolín.