El top de lunares de Jacquemus es la prenda viral de la
temporada. Rebuscando en imágenes de archivo, es fácil ver a la princesa
de Gales luciendo diseños que recuerdan a la codiciada pieza.
La princesa del pueblo permanece en el imaginario popular como filántropa y como icono de estilo. Por Ana Serrano
Más tarjetas, más cajeros, más operaciones y por un importe mayor. La
recuperación disparó en 2016 el uso del dinero de plástico. La
tendencia es antigua, pero el año pasado se agudizó. Fue entonces cuando
el parque de tarjetas aumentó hasta los 74,5 millones. El incremento
fue especialmente relevante entre las de crédito, que crecieron un 8,8%,
y no tanto las de débito, lo que sugiere un mayor apetito consumista
fruto de una situación económica más desahogada. El informe publicado el
miércoles por el Banco de España arroja también unas mayores cifras de
fraude asociado a las compras digitales.
Cada año, el Banco de España publica su Memoria sobre la vigilancia de los sistemas de pago,
un documento que aporta una muy completa visión sobre los usos y
costumbres de los españoles en sus compras al margen del tradicional
monedero. El panorama que se deduce del informe es un país que cada vez
consume más, y cada vez con más tarjetas. Así, el año pasado se cerraron
en España 3.046 millones de compras con tarjetas, un 13,4% más que en
2015. Y estas operaciones tuvieron un importe global superior a los
124.406 millones de euros, lo que supone un incremento del 10,7%. La
compra media superó los 40 euros.
1,5 tarjetas por español
Pese a todo, España sigue retrasada en el uso de medios de
pago respecto a la Unión Europea “tanto en volúmenes totales como en
importes per cápita”, apuntaba el Banco de España el pasado mes de
marzo. Cada español tiene de media 1,5 tarjetas, una cifra inferior a la
de los alemanes, holandeses o británicos —los reyes del dinero de
plástico—, pero superior a la de franceses e italianos. España sí gana
en cajeros por cada millón de habitantes, unos 1.074, a todos estos
países excepto a Reino Unido, que queda muy ligeramente por delante. En
cuanto a TPV (terminales de punto de venta), España cuenta con casi
30.000 por cada millón de habitantes, más que alemanes, franceses y
holandeses; pero menos que británicos e italianos. El año pasado, aumentó tanto el número de cajeros como el de
TPV. Los primeros se quedaron rozando los 50.000, lo que supone un
ligero incremento, del 0,2%, sobre el año anterior. Respecto a los
terminales con los que se paga en las tiendas, dieron un salto
importante, del 4,1%, aproximándose a la cifra de 1,7 millones.
Pese al aumento de cajeros del último año, la tendencia a largo plazo es
claramente a la baja. Si en 2010 España contaba con una red cercana a
los 60.000 dispensadores de dinero, esta ha ido reduciéndose en los
últimos siete años hasta quedarse por debajo de los 50.000. Una
tendencia contraria a la de los terminales de pago: de 1,5 millones en
2010 ha pasado a los 1,7 millones actuales.
La pista
de Es Satty, el imán-terrorista en jefe, no es seguida por una
descoordinación que en el caso de este hombre alcanza el nivel europeo.
Agentes recogen pistas en la vivienda de Alcanar donde los terroristas preparaban los ataques.JOAN REVILLAS (AP) / VÍDEO: EPV
El 7 de julio de 2005, los periodistas que viajábamos desde las ocho
de la mañana en autobús desde Edimburgo a Glenneagles, donde se
celebraba la reunión anual del G-8, escuchamos, antes de las nueve, las
noticias de las tres primeras detonaciones en el metro de Londres,
seguida una hora más tarde por la explosión de otra bomba en un autobús
de doble planta, operación llevada a cabo por cuatro terroristas suicidas que se cobró la vida de 52 personas y sembró la capital británica de centenares de heridos.
Al Qaeda, que reivindicó el atentado, quería usar la cumbre de los
siete países más industrializados del mundo más Rusia como caja de
resonancia y quizá la suspensión de la misma, objetivo que, de existir,
no consiguió. En la rueda de prensa
del 8 de julio que ofreció el anfitrión, el primer ministro británico,
Tony Blair, levanté la mano. Al llegar mi turno, después de decir mi
nombre y el medio, EL PAÍS, formulé la siguiente pregunta: — Primer ministro, ¿puedo preguntarle sobre el ataque terrorista de
ayer? ¿Podría usted evaluar para nosotros lo que que falló y permitió
que los terroristas ejecutaran con éxito los ataques de ayer, ¿cuál es
su punto de vista personal? — Mi opinión es que esas personas que matan a inocentes y causan tal
derramamiento de sangre son los responsables y que son los únicos
responsables. El entonces primer ministro eludió con esta respuesta la cuestión.
Cuando días después del atentado se supo que Mohammad Sidique Khan y
Shehzad Tanweer, dos de los cuatro terroristas suicidas, habían logrado atacar pese a estar bajo vigilancia de los servicios de seguridad durante dieciocho meses, la presión política subió. Dos años después, en 2007, el líder de la oposición conservadora,
David Cameron, exigió una comisión de investigación independiente para
conocer la verdad. Blair consideró que era desviar energía, recursos y
atención de la lucha de los servicios de seguridad y la policía contra
el terrorismo habida cuenta de que una comisión parlamentaria de
inteligencia y seguridad ya había estudiado los atentados. Al formular aquel 8 de julio la pregunta a Blair, medios de comunicación que habían alimentado en España la teoría de la conspiración
del 11-M con la alquimia de ETA-terrorismo fundamentalista islámico, no
dejaron de señalar su sorpresa por el interés en conocer, en la rueda
de prensa final del G-8, al día siguiente de los atentados de Londres,
qué había fallado. La pregunta, formulada en inglés, utilizó la expresión what went wrong que equivale en español a qué fue lo que falló, qué ha fallado, qué se hizo incorrectamente, qué fue mal. Y esta misma pregunta es pertinente, a casi una semana de los atentados del 17 de agosto en Barcelona y la madrugada del 18 en Cambrils, en el caso de España. Máxime cuando es el siguiente atentado fundamentalista islamista
coordinado trece años después al del 11 de marzo de 2004, la operación
terrorista que costó la vida de 192 personas, la mayor desde el 11 de
septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
Falta de coordinación
"No aprendemos. Volvemos a repetir los mismos errores", dice una
fuente de la Guardia Civil consultada ayer, para quien "uno de los más
graves fallos del 11-M, por no decir el más importante, fue la falta de
coordinación entre la Policía, la Guardia Civil y los servicios de
inteligencia". Añade: "Tenemos todo por duplicado. La Guardia Civil tiene su
servicio de información, la Policía se maneja con su propio servicio de
información, y los Mossos d'Esquadra poseen sus servicios. Ahora,
incluso, desde que tenemos el Citco, el Centro de Inteligencia contra el
Terrorismo y el Crimen Organizado, desde octubre de 2014, y seguimos
con la misma práctica. Socializar, compartir, eso no es lo nuestro. Subsisten los recelos. Lo hemos vivido en el 11-M; lo volvemos a vivir
ahora en Cataluña". A las 23.17 del miércoles 16, los bomberos del Departamento de Interior de la Generalitat reciben el aviso de una explosión en Alcanar, Tarragona. Acuden, revisan la vivienda destruida y concluyen: se trata de una explosión por acumulación de gas. En la mañana del 17, el departamento de Tedax de la Comandancia de la
Guardia Civil en Tarragona hace una llamada por teléfono a los Mossos
para ofrecer su colaboración con el envío de sus expertos. No se estima
útil. A las 10.00 del jueves 17 solo están en Alcanar los Tedax de los
Mossos. Una segunda llamada de los Tedax de la Guardia Civil, horas
después, ofreciendo apoyo vuelve a ser desestimada.
Las bases de datos de la Policía española
registran antecedentes de Es Satty de 2006, pero no así las de la
Guardia Civil y la de los Mossos
Lo que ha pasado en Alcanar desde las 23,17 horas del miércoles 16
hasta las 17,15 horas del jueves 17 es el centro nervioso de toda la
operación: la explosión accidental (que, sabremos más tarde, acaba con la vida del imán Abdelbaky Es Satty)
precipita los acontecimientos. Esas 17 horas son vitales. Del
diagnóstico preciso pueden derivarse las acciones. Y no se acierta. El caso del imán Es Satty destaca por ser, según se ha comprobado a posteriori, el jefe de la banda terrorista. Ha sido condenado por tráfico de drogas, ha cumplido condena en 2014 y
logra evitar una orden de expulsión en Castellón con un recurso
contencioso-administrativo. Pero es que mucho antes, en 2006, su nombre aparece, sin ser
imputado, en la llamada Operación Chacal, en la que un grupo
presuntamente terrorista, afincado en Vilanova i la Geltrú enviaba,
presuntamente, yihadistas a Irak.
Las bases de datos de la Policía española registran este antecedente,
pero no así las de la Guardia Civil y la de los Mossos. Esas bases,
como se ha apuntado, no se comparten con los otros cuerpos. Pero, además, al fallo de comunicación entre los diferentes servicios
en España se añade el hecho de que Europol no llama la atención sobre
la situación del imán Abdelkaby Es Satty, que había intentado
establecerse en Vilvoorde, la ciudad flamenca a 10 kilómetros de
Bruselas foco de yihadistas, y había concitado sospechas allí. Si hubo comunicación entre Viloorde y los servicios de seguridad de Barcelona, estos, que no tenían datos de Es Satty, no pudieron aportar a los belgas información relevante.
Y antes de Alcanar y la masacre en Las Ramblas y en Cambrils, ¿qué fue lo que falló? Han fallado, al menos, dos cosas. La primera: la Consejería de
Interior y los Mossos, como policía integral, tienen que actuar en
asuntos como el robo de bombonas, utilización de edificios abandonados,
prevenir atropellos masivos (tras Niza y Berlín, ya era una amenaza
real); la segunda, es la coordinación antiterrorista: brilla por su
ausencia.
Es Satty muere víctima de sus preparativos, en Alcanar, con el
explosivo que debía usarse en el ambicioso por diabólico plan A de los
atentados concebido y preparado por Es Satty. Nadie es perfecto. Y hay que ser cauteloso al analizar los fallos. Pero lo que no se puede es mirar hacia otro lado. Ya después de consumados los atentados, ¿no era posible detener con vida a Younes Abouyaaqoub, el conductor de la furgoneta que mató a trece personas en Las Ramblas y al cooperante de Vilafranca? Se recibe información de mandos de la comisaría de Villafranca, por
un lado, y hay llamadas de dos vecinos, un hombre y una mujer, por el
otro, sobre la localización del terrorista en los municipios de Sant
Sadurní y Subirats. ¿Por qué solo dos Mossos de Seguridad Ciudadana aparcan su vehículo y
salen al encuentro, cuerpo a cuerpo, del terrorista en uno de los
viñedos?
¿No era posible hacer una gran operación de cerco, después de
verificar su situación, para intentar apresar con vida, dado el valor
que podía tener para la investigación, al conductor de Las Ramblas?
Fuentes policiales consultadas no creen que se pueda estimar superflua esta hipótesis. Quizás no fuese posible. Pero en todo caso ni esta… ni ninguna pregunta es subversiva.
¿Tienes estos síntomas? Entonces ha llegado la hora de ver a un sexólogo
Con la educación sexual
como asignatura pendiente, muchos se resisten a consultar a este
profesional, mientras otros esperan milagros que los transformen en
protagonistas de cine porno.
Las mujeres tardan hasta cinco años en atreverse a consultar con un especialista.
Foto: Cordon Press
La figura del sexólogo recuerda un poco la del
psicólogo o psiquiatra de hace bastantes años. A la gente le costaba
reconocer que necesitaba acudir a estos profesionales y mantenía sus
sesiones en secreto. Las heridas del alma se han hecho tan cotidianas
en este descarnado mundo que ya nadie se atreve a cuestionar que alguna
vez él mismo necesite de este tipo de cuidados. Lo que sin embargo
mantiene todavía cierta dosis de tabú es la idea de ir a la consulta de
un sexólogo, porque en este país de machotes y bombas sexuales,
reconocer que se tienen problemas en la cama es como hacer un desnudo
integral. Y no todos son partidarios del nudismo. Muchos
todavía tienen la idea de que el sexo es algo instintivo; entre ellos
las autoridades competentes, que no ven necesario un programa de
educación sexual en los colegios. Por tanto, lo que sabemos del sexo es
lo que hemos experimentado directamente, lo que vemos en las películas
porno y los relatos que nos cuentan los más íntimos, aderezados con un
cierto nivel de literatura y fantasía. El perfecto abono de cultivo para
ideas incorrectas, traumas nacidos del imaginario colectivo y miedos
injustificados; porque si alguna vez se ha hecho algún tipo de educación
sexual, ha estado siempre orientada hacia la asepsia, el contagio, la
prevención de embarazos, el llanto y el crujir de dientes. Nunca hacia
el placer, la comunicación en pareja o el cultivo de esa delicada y
exótica flor que es el deseo.
La medicina oficial tampoco contempla demasiado el sexo. Los
médicos de cabecera, con algo más de diez minutos para atender a cada
paciente, pueden preguntarnos si dormimos bien, si vamos al baño
regularmente o qué tipo de alimentación tenemos, pero casi nadie se
interesa por nuestra vida sexual, como si ésta no formase parte de
nuestra salud, como si fuese un divertimento sin muchas consecuencias. Así, cuando alguien tiene un problema sexual, según Iván
Rotella, sexólogo, director de Astursex, centro de atención sexológica
en Avilés y miembro de La Asociación Estatal de Profesionales de la
Sexología (AEPS), “tarda una media de entre 6 meses (si es una
mujer) y 5 años (si es un hombre), en caso de que tengan pareja, en
acudir a un profesional. Si están solos, sin ninguna relación,
entonces ellos acuden antes que ellas. Lo difícil, cuando tienes
necesidad de un sexólogo, es descolgar el teléfono y pedir cita. Es una
decisión que se sigue pensando mucho, aunque las cosas van cambiando. Uno de los factores de este cambio ha sido la crisis económica, que ha
hecho que nuestras consultas aumentaran en un 20%. Los sexólogos son más
baratos que los abogados y el coste económico de una ruptura puede ser
muy alto. Antes la gente rompía en cuanto había problemas; ahora, si la
cosa no está muy mal, se intenta recuperar la relación”. Esta vertiente de consultor, de terapeuta de pareja, es una de las
muchas tareas de este profesional, pero no la única. Francisca Molero,
sexóloga, ginecóloga, directora del Institut Clinic de Sexología de
Barcelona, del Instituto Iberoamericano de Sexología y presidenta de la
Federación Española de Sociedades de Sexología, apunta muchas más, “en
España cuando se habla de la figura del sexólogo, la gente lo suele
relacionar con un psicólogo; ya que tiende a pensarse que la mayoría de
los problemas sexuales derivan del terreno mental, pero esto no es del
todo cierto, ya que hay también muchas disfunciones sexuales. Lo que
ocurre es que ambos campos están muy unidos. Un problema físico no
resuelto puede acabar en uno psicológico o de pareja y al revés, como
sucede muchas veces con el vaginismo, cuando tiene su origen en abusos o
malas experiencias sexuales. La sexología es una ciencia que estudia
todo lo relacionado con la sexualidad humana. Nuestros pacientes
pueden ser desde jóvenes que no tengan muy clara su orientación sexual y
que buscan consejo, problemas de falta de deseo (los más
frecuentes, tanto en hombres como en mujeres), trastornos del orgasmo o
de la erección, adicción al sexo o asexualidad, víctimas de abusos o
violencia doméstica, pedófilos y, últimamente, niños transexuales que
traen sus padres en busca de ayuda para entender y gestionar mejor su
realidad”.
El mecanismo general de actuación, cuando hay algún problema sexual,
refleja la potencial capacidad de adaptación del ser humano a las
situaciones más inhóspitas y la poca importancia que se le da al placer y
al hedonismo en nuestras vidas.
Si algún asunto erótico perturba
nuestra existencia, primero lo hablaremos con los amigos más cercanos o
trataremos de buscar soluciones por nosotros mismos.
“Lo que está muy
bien”, señala Molero, “pero si no se encuentra una solución, uno acaba
conformándose con una sexualidad muy limitada.
Es el caso del vaginismo,
una de las dolencias que crea más angustia porque la contracción de los
músculos vaginales hace imposible la penetración.
La media de
espera para acudir a un profesional es de 5 a 6 años.
Las parejas buscan
recursos y recurren a la masturbación mutua, el sexo anal, cualquier
practica que no implique el coito. Y a ellos les vale.
Curiosamente,
muchas parejas se deciden a ir al sexólogo cuando quieren tener hijos y
ella busca quedarse embarazada”.
Iván Rotella subraya la idea de que “deberíamos preocuparnos
más de nuestro placer, hacerle caso y darle el mismo estatus que tiene
nuestra salud”. En su consulta, el 50% de sus pacientes van porque
padecen alguna disfunción, “en los hombres todo lo relacionado con el pene y en las mujeres por falta de deseo”. Fuera de lo erótico, el otro 50% acude por problemas de relación de pareja. “En España las uniones tienen que aprender a discutir, a gestionar sus
problemas y a evitar que la rutina acabe tomando los mandos. Últimamente
recurren a nosotros muchas parejas con diferentes horarios laborales
(la mayoría trabajan por turnos), algo que está repercutiendo muy
negativamente en su relación, ya que no disponen de espacios para encontrarse”. En el punto opuesto a los dejados, a los que postergan su
vida sexual para otras reencarnaciones en aras del trabajo, los hijos o
cualquier otra excusa; están los hipocondríacos de lo erótico,
que se autodiagnóstican con una disfunción si no pueden emular a Nacho
Vidal. “En este apartado, la queja más común entre los hombres es no poder aguantar el tiempo que ellos consideran ‘ideal’ antes de eyacular.
Hay muchos supuestos eyaculadores precoces que no lo son por una falsa
idea de lo que es una relación sexual, fomentada en muchos casos por una
mala interpretación de la pornografía”, comenta Rotella. “Muchas
mujeres vienen porque quieren disfrutar de determinadas prácticas que
creen que deben ejecutar, como por ejemplo el sexo anal, aunque no le
resulten placenteras. Todo esto podría evitarse con una adecuada
educación sexual, que no se reduce a enseñar a la gente a ponerse un
condón sino a mucho más, y que pasa también por una educación
sentimental”, sentencia este sexólogo. “Si le gente se diera cuenta de que la sexualidad es un
aprendizaje y, desde luego, si hubiera una buena educación sexual en las
escuelas se acabarían con muchos problemas”, sostiene Molero. Desde
ideas erróneas sobre la sexualidad a malos tratos o violencia doméstica. Conocer el propio cuerpo y saber sus reacciones es una asignatura
pendiente, hay muchas mujeres que no saben si han tenido un orgasmo o no. En muchos casos no son anorgásmicas, sino que tienen unas expectativas
muy altas y les parece que lo que experimentan es poco comparado con su
idea irreal de lo que es el clímax”. Ambos profesionales coinciden en que antes de acudir a un
sexólogo hay que informarse un poco y elegir alguno que esté avalado por
alguna sociedad de sexología. “Los tratamientos no deben extenderse
demasiado en el tiempo, apunta Molero, “y pueden llegar hasta las 10 ó
12 sesiones. Generalmente en sexología se utiliza mucho la terapia
cognitivo-conductual, que es la que mejor resultados da, aunque en
nuestro centro hacemos una más integradora e incorporamos elementos de
la Gestalt, de la terapia breve estratégica, de Sexocorporel o de la
hipnosis Ericksoniana”.