El interior de la tienda Colette, de París.getty images
La tienda parisina Colette, pionera de las concept stores que se multiplican desde hace 20 años por todo el planeta,
cerrará sus puertas el próximo diciembre. Así lo ha anunciado este
miércoles su directora artística, Sarah Andelman, hija de la fundadora
del establecimiento, Colette Roussaux. El motivo no sería, en ningún
caso, económico ni coyuntural: Colette registró en 2016 un volumen de
negocios de 28 millones de euros y cuenta con un millón de seguidores en Instagram. El cierre se debería a la jubilación de Roussaux, antigua minorista
textil que fundó la tienda en 1997 en pleno Faubourg Saint-Honoré,
epicentro de la moda parisina. "Colette no puede existir sin Colette",
explica un comunicado difundido por sus responsables.
La tienda parisina Colette, pionera de las concept stores que se multiplican desde hace 20 años por todo el planeta,
cerrará sus puertas el próximo diciembre. Así lo ha anunciado este
miércoles su directora artística, Sarah Andelman, hija de la fundadora
del establecimiento, Colette Roussaux. El motivo no sería, en ningún
caso, económico ni coyuntural: Colette registró en 2016 un volumen de
negocios de 28 millones de euros y cuenta con un millón de seguidores en Instagram. El cierre se debería a la jubilación de Roussaux, antigua minorista
textil que fundó la tienda en 1997 en pleno Faubourg Saint-Honoré,
epicentro de la moda parisina. "Colette no puede existir sin Colette",
explica un comunicado difundido por sus responsables.
Más que una tienda, Colette habrá sido una institución.
Su recinto de 700 metros cuadrados, divididos en tres plantas,
constituía algo parecido a un exclusivo bazar donde se podían adquirir
desde prendas y accesorios de las mayores marcas de moda hasta objetos
de regalo, cuadernos, golosinas y esmalte de uñas, pasando por objetos
de diseño, productos de belleza, revistas y libros de arte. Desde su
fundación, Colette habrá vendido 400.000 productos distintos y más de
8.000 marcas. “La idea era juntar marcas y objetos que uno no podía
encontrar en la capital francesa. Desde entonces, ese concepto es lo
único que no ha cambiado”, explicaba hace unos meses Andelman. La
fórmula sería copiada en todo el mundo, con émulos indisimulados
brotando en ciudades como Londres, Nueva York, Berlín o Tokio.
Tras la separación de Joaquín Torres, tras 11 años de matrimonio y dos hijos, confirma su relación con Raúl Prieto.
Raúl Prieto, Mila Ximénez y Joaquín Torres
Raúl Prieto, director de Sálvame
y uno de los hombres más importante de la productora la Fábrica de la
Tele, y el arquitecto de las estrellas Joaquín Torres han oficializado
su relación. La han hecho en la presentación del libro Frente al espejo de la presentadora Terelu Campos aunque desde su círculo más próximo se sabe que llevan saliendo un año. Joaquín
Torres y Raúl Prieto llegaron juntos, posaron juntos y hablaron con
total naturalidad de su relación así como de los planes que tenían para
este verano, y de cómo piensan pasarlo juntos. Torres ha estado casado durante 11 años con la pintora Mercedes
Rodríguez Parrizas, con la que tiene dos hijos. El matrimonio se rompió
hace dos años. "Por respeto a mis hijos y a mi exmujer no tengo
absolutamente nada que comentar", declaró cuando se le
preguntaron los motivos de la separación. Torres y su exesposa han
trabajado juntos en muchas de las casas que se encuentran en la urbanización La Finca, en la que viven desde Alejandro Sanz a Cristiano Ronaldo. Raúl Prieto mantenía una relación con el peluquero Manuel Zamorano que
acabó rota meses atrás, coincidiendo con la llegada de Torres a su
programa. El arquitecto colabora con Sálvame. Y Mila como siempre en medio, todo lo que monta para darse notoriedad es falso. La Lió con Terelu que como sabrán ha ""ESCRITO"" un libro dice.....ahí todos escriben libros en un dia....Que bien....así es Sálvame todo mentira, y de paso no quieren hacer ganadora de eso que se llama Supervivientes a Laura Matamoros, pues nada no la hará Telecinco que manda en esos programas. Y una duda sigue el bodrio de Th Wall? peñazo programa y todo mentira..
Lone
Scherfig narra con inteligencia, matices, sensibilidad y gracia el
rodaje de una película de propaganda en la Segunda Guerra Mundial.
Sam Caflin y Gemma Arterton, en 'Su mejor historia'.
Siento notable pereza en estos meses casi desérticos en cuanto a
estrenos medianamente apetecibles para salir de casa y consumirme en los
cines.
Y tampoco me seduce abrasarme el cuerpo y los nervios (a lo peor
acabas entendiendo el arranque del extranjero camusiano: “Maté en la
playa de Orán a un hombre al que no conocía porque hacía calor")
pateando las calles en plan sonámbulo. Por lo tanto, intento hacer grata
la supervivencia mental viendo incansablemente en mi casa programas
doble o triples o cuádruples de películas antiguas en blanco y negro.
No
es casual, las programo con mimo y tampoco pienso recurrir al
psicoanálisis para que me lo explique.
Veo sucesivamente París,
bajos fondos, La evasión, Rocco y sus hermanos, Los viajes de Sullivan,
Una mujer para dos, El bazar de las sorpresas, Berlín Occidente, Con
faldas y a loco, El hombre que mató a Liberty Valance, El sueño eterno,
La noche del cazador, Anatomía de un asesinato, Bola de fuego, Los
sobornados, Plácido, Nazarín o La regla del juego.
Y así voy a seguir. Arcadia en blanco y negro para todo el verano.
Al repasar la lista de estrenos de esta semana observo que una de ellas, titulada Su mejor historia,
la dirige una señora danesa con cuyo cine he disfrutado antes. Se llama
Lone Scherfig y es la autora de películas que me gustan bastante, como Wilbur se quiere suicidar e Italiano para principiantes y otra que me conmueve especialmente, que es An Education. Y su nueva entrega no me decepciona. El guion habla con sutileza de
cosas variadas, los sentimientos que atan a la vida en tiempos
difíciles, los destrozos que pueden ocurrir en el corazón y su
progresiva cura, la solidaridad entre la gente cuando todo es guerra,
derrota y miedo, el oficio de actor. Pero sobre todo, el gran
interrogante es: ¿para que puede servir el cine?
El argumento principal se presta a discusiones. Un señor muy
listo, un maestro sin escrúpulos de la manipulación emocional llamado
Goebbels, sabía del enorme poder de la propaganda e impulsó hasta
límites delirantes los presuntos valores de la raza aria y del
nacionalsocialismo través de documentales, noticiarios y películas. Una
virtuosa fabricando imágenes como Leni Riefenstahl fue la perfecta
transmisora de esas siniestras apologías y loas. Vale, eran los malos
utilizando el cine para sus depredadores intereses. En Su mejor historia
el Ministerio de Información del gobierno británico durante los
bombardeos de Londres en la Segunda Guerra Mundial ordena hacer una
película que glorifique la supuesta hazaña real de dos hermanas gemelas
que van en un barquito hasta Dunquerque para ayudar salvar a los
acorralados soldados británicos. Esa película debe servir para exaltar el heroísmo, fomentar
la solidaridad, donar emoción, felicidad, esperanza y alegría a los
espectadores, convencerlos de que la justicia y la razón están de su
parte. Vale, aquí son los buenos utilizando la propaganda para su causa.
Volvemos al interrogante: ¿para que puede servir el cine en
determinadas circunstancias?
Lone Scherfig narra con inteligencia, matices, sensibilidad y
gracia el rodaje de esa trascendente película, la complicada labor de
una guionista en un universo regido por hombres, una historia de amor
muy bien contada. Es una compleja, pequeña, cálida, agridulce y bonita
película, un pretexto razonable para volver a la sala oscura en época de
sequía.