La línea, protagonizada por la mítica flor seña de la casa,
estará a la venta a partir del próximo 11 de julio en la tienda de Paseo
de Gracia (Barcelona).
Kendall Jenner, Bella Hadid y las figuras más destacadas del
street style de la Alta Costura han coincidido con una tendencia que
viene pegando fuerte: las gafas pequeñas inspiradas en películas de
ciencia ficción.
Los Sayn-Wittgenstein han
prohibido a la amiga del rey Juan Carlos utilizar el rango principesco.
Ella ha puesto el caso en manos de sus abogados.
El anuncio de la casa principesca de Sayn-Wittgenstein-Sayn en el que se oficializa que Corinna Larsen Adkins no es ni princesa ni Alteza Serenísima
ha caído como una bomba en Apollonia, las oficinas que tiene la amiga
del rey Juan Carlos en Mónaco. Desde el martes, día en que su exsuegro,
el príncipe Alexander Sayn-Wittgenstein, informó que su nuera no tiene
derecho a utilizar el título desde su divorcio del príncipe Casimir (octubre de 2005), los teléfonos de la secretaria y los abogados de Corinna no han parado de sonar.
Corinna no ha querido hacer declaraciones a Vanity Fair, pero su entorno nos cuenta cómo se encuentra. “Ella no tenía ni idea de que su exsuegro tuviera algún problema
con que siguiera usando el título de princesa o el apellido
Sayn-Wittgenstein”, asegura un estrecho colaborador de la amiga del rey. “Tenían una buena relación. De hecho, ella intentó ayudar en todo lo
que pudo a su familia política, incluso después de su divorcio de
Casimir”, apunta esta fuente, que añade que la empresaria se sintió en shock y traicionada tras leer el comunicado. "Ha sido una puñalada por la espalda”, habría dicho a sus allegados.
Corinna no estaría preocupada por cómo este escándalo puede repercutir en sus negocios en el discreto mundo del lobby transnacional. Su firma, Apollonia Associates,
con base en el principado de Mónaco, ofrece servicios de consultoría
estratégica a empresas en materia de transacciones internacionales. “Son
los medios de comunicación los que se empecinan en llamarla princesa,
pero ella no utiliza el título en su trabajo. No figura ni en su
website, ni en la firma de sus correos, ni en sus tarjetas de
presentación ni en sus invitaciones. Para ella, eso no tiene ninguna
importancia a la hora de hacer negocios. Con suerte,le permite conseguir una mesa mejor en un restaurante, poco más…”, concluyen sus allegados. Pero, ¿por qué Corinna decía que era princesa si no lo era? Según su
entorno, cambió su nombre de soltera (Larsen) a Sayn-Wittgenstein cuando
se casó con el príncipe Casimir, en el año 2000. En la nobleza alemana es común que se incorpore el título nobiliario al apellido,
y las mujeres que se divorcian solo lo pierden cuando vuelven a
casarse. Además, Corinna y su exmarido tienen un hijo en común,
Alexander, y es usual que las madres conserven el apellido de casada
para facilitar ciertos trámites legales. Por eso nunca levantó sospechas
que la bella empresaria siguiera llamándose princesa Sayn-Wittgenstein.
Pero la familia principesca tiene otra versión de los hechos. Reconocen
que durante los años de matrimonio con Casimir (2000-2005) sí se la
trató como princesa, pero como un gesto de cortesía. “En su caso nunca fue legal el rango. Tampoco hubo un acuerdo verbal o escrito que la autorizara a seguir utilizando el título o el apellido después del divorcio. Todo lo contrario...”, subrayan desde ese entorno a Vanity Fair.
Fuentes cercanas a la familia especulan con que Corinna, que tiene pasaporte danés, habría hecho los trámites para apellidarse Sayn-Wittgenstein en un consulado danés tres años después de su divorcio. También dicen que es imposible que haya podido incorporar el título principesco en sus documentos porque las leyes de Dinamarcalo prohíben (las autoridades danesas solo reconocen como príncipes a los miembros de la familia real).
¿Por qué la familia Sayn no "desenmascaró" antes a Corinna? Según
allegados a la casa principesca, se mantuvo el silencio por el bien de
Alexander, el hijo en común que tienen la amiga del rey y Casimir . “No querían hacer sufrir al niño. Por eso han callado durante tanto tiempo”. Ahora, el pequeño Alexander ya tiene 15 años y su padre planea casarse con la modelo Alana Bunte. Los Sayn-Wittgenstein no están dispuestos a que haya más de una princesa Casimir Sayn-Wittgenstein.
Para algunos, es mejor imaginar que el premio Nobel dice exabruptos que leer sus argumentos.
Mario Vargas Llosa, el pasado jueves, en San Lorenzo de El Escorial.ULY MARTÍN
Estos días han sido muy lluviosos en Madrid; llovía como en Macondo. Mientras Mario Vargas Llosa hablaba en El Escorial de Cien años de soledad
y de quien fue su amigo, Gabriel García Márquez, Jaime Abello, director
de la fundación de Gabo en Cartagena de Indias, desafiaba la lluvia
para llegar a un curso que codirigía con el periodista Antonio Rubio en
la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Diluviaba antes y diluviaba
después y siguió diluviando y diluviará aún más sobre lo que dijo Vargas
Llosa, y siempre diluviará sobre aquella novela maravillosa de la que
se hablaba esa tarde, bajo un diluvio de mil demonios, en El Escorial,
en Madrid y seguramente sobre Macondo. La constelación lluviosa era magnífica, en todo caso. En la
Universidad Rey Juan Carlos se contaban cosas bellas de la escritura de
Gabo. Jorge F. Hernández, mexicano ahora de Lavapiés, recordó, para
regocijo de Abello, que Gabo lo llamaba de madrugada para verificar con
él (y lo había hecho con otros, médicos o legos) cuánto tarda en morir
un hombre mordido por un perro rabioso; Abello, Antonio Rubio, los
periodistas presentes, los que habían hablado, se habían referido a la
capacidad que tienen todas las obras de Gabo
para transmitir el enorme poder de su prosa periodística, que se cuela
como una obligación de verificación en sus textos más novelescos e
incluso más noveleros.
En el otro lado del diluvio se producían algunas
coincidencias que conviene tener en cuenta para decir luego algo sobre
el diluvio políticamente correcto que ha caído sobre la cabeza del
hombre que escribió el mejor texto sobre Cien años de soledad y
sobre Gabriel García Márquez, con el que tuvo la diferencia personal
más publicitada de la historia de la literatura española después de
Góngora y Quevedo.
El curso en el que Mario Vargas Llosa se sentaba a
hablar, por fin, de su amigo perdido en 1976, después de una reyerta que
duró un minuto, para toda la vida, estaba organizado por la cátedra que
él preside y que lleva su nombre.
Su interlocutor fue Carlos Granés, un
intelectual de prestigio, ensayista, ganador del Premio Isabel de
Polanco, antólogo de Vargas y perfecto conocedor de su paisano, Gabriel
García Márquez.
Fue una conversación poliédrica, que no huyó de ningún
diluvio, como se comprueba en la transcripción que publicó el sábado Babelia.
Por tanto, ahí se habló (habló Vargas Llosa) de aquella
novela maravillosa, de otras que le parecieron menos maravillosas, o que
no le gustaron en absoluto, y se rozó el famoso rifirrafe, que Vargas
despachó como por cierto lo despachaba su ilustrísimo colega: con el
silencio. Los que especulan son los otros. Granés, que es también un
excelente entrevistador, le preguntó por la política. Ahí se abrió entre
un Nobel, el peruano, y el otro Nobel, el colombiano, un abismo
acrecentado por la trayectoria que ambos siguieron ante la Revolución
cubana. Las declaraciones de Vargas Llosa han irritado, como si
constituyeran una novedad en su manera de referirse a aquella época;
como si el caso Padilla (que sigue sucediendo) no hubiera sucedido antes.
Y lo que en El Escorial pasó, bajo el diluvio, es lo que
siempre pasa cuando le piden a Vargas Llosa que hable de algo que tiene
sustancia: va al fondo de la sustancia, y como dice cosas que no todo el
mundo comparte, se le acusa de equivocarse de sustancia. Suele ser así.
Octavio Paz pidió que lo echaran de México porque Mario se refirió al
PRI como “la dictadura perfecta”. Cuando fue a Jerusalén (a defender a
los palestinos) lo políticamente correcto procuró borrar ese viaje para
que no pareciera que este maldito sionista projudío siguiera siendo el
sionista projudío hijo y padre putativo del capitalismo mundial. Sobre Vargas Llosa lleva años diluviando lo políticamente
correcto; es mejor leerle al bies que leerle. Es mejor imaginar que dice
exabruptos que leer sus argumentos (que lo son) para entender que las
posiciones que defiende, o las historias que desarrolla, están marcadas
por la intención de pensar y de expresar lo pensado. Y que esa es, en el
periodismo, en la política y en la vida, la sustancia de la democracia y
de la controversia a la que se debe someter la inteligencia de criticar
a otros. Amo a Gabo, amo ese libro; en algunas cosas que dijo Vargas
Llosa estoy en desacuerdo; ese desacuerdo es intuitivo, es difícil saber
tanto como él, que más quisiera; él sabe más de Cien años de soledad
que la mayor parte de la gente que diluvia sobre él. De hecho, fue el
primero que supo más, y sigue diciendo, por escrito y hablando como en
El Escorial, cómo ama sin reserva alguna (diez sobre diez) ese libro
maravilloso, o cómo ama el tan extraordinario El coronel no tiene quien le escriba, una suma artis
de Gabo. Pero el desacuerdo ahora, no solo en este caso, basta para que
a alguien se le lance todo el agua de lo políticamente correcto, para
inundarlo, para ahogarlo. Siento que esta oportunidad gozosa de escuchar a un escritor
extraordinario hablando de la obra de arte de otro escritor
extraordinario se tope con los artilugios ya famosos de la
intransigencia sobre la opinión o la descripción o la palabra que no nos
gusta. Ya no pueden expulsarlo de México, por ejemplo; pero de lo que
estoy seguro es de que si él no dijera estas cosas sobre la escritura de
otros la literatura de nuestro tiempo sería mas difícil de entender,
menos gloriosa. De estos cursos bajo el diluvio Gabo ha salido triunfante, también en El
Escorial, en muy gran medida gracias a Mario Vargas Llosa, el autor de Historia de un deicidio. Bueno Juan tu si que eres politicamente correcto, y yo sin meterme en que Vargas es de derechas a punto de gobernar en su Perú natal y creo que ya por esas épocas jugaba con La Preysler que se veía presidenta, Y que García Márquez era visitante de Cuba y le gustaba, puedo decir que estudiando mi carrera, en la Universidad que tu tb estudiastes, leí a los dos que luego fueron enemigos literarios e ideológicos. Leí todas las novelas de aquella época de Vargas Llosa y de García Márquez, pero cuando acabé cien años de soledad, que más bien lo estudié con esquemas, frases sueltas y saber todo lo que sucedía en Macondo y los dos hermanos Arcadio y Aureliano Buendia,. no pude cerrar el libro, no se podía acabar esa m´agia realista. No y me fui a una persona que leía mucho arriesgaba mucho tb y le dije ¿Que leo ahora? ¿Que puedo leer? ya había leido Tres Tristes Tigres, El Oscuro Pájaro de la noche y todo lo de Llosa...pero nadie iba a llenar ese hueco ese vacio de García Márquez, Cien Años de Soledad, y esa persona me dijo lee ahora Gabriela Clavel y Canela...Luego pasaron muchas más cosas pero muy pocas de decir con Vargas Llosa salvo La Fiesta del Chivo. Ahora no leo nada suyo. No me queda duda que Vargas además de encantador de mujeres y escritor le gusta la pleitesia, y salir en revistas con La Preysler que creo que no debe leer nada salvo el Hola.
Hoy
comparto con todos vosotros la entrevista al completo que realicé para
la Revista Qué Me Dices! a Pilar Eyre. En ella, la periodista nos desvela jugosos y sorprendentes detalles sobre su último libro y nos da su opinión más sincera sobre los colaboradores de Sálvame y los temas de rabiosa actualidad. Pilar, enhorabuena por el éxito de tu último libro. ¡Ya va por la quinta edición!
Sí,
estoy muy contenta, y más en los tiempos que corren, las ventas de los
libros han bajado brutalmente.
¡Y encima mi libro es muy caro! (claro
que tiene 700 páginas, o sea que si lo miramos a peso tampoco es tanto…)
Se titula Franco Confidencial. ¿Qué novedades nos vamos a encontrar de un personaje del que se ha escrito tanto?
Kiko,
novedades, todas, en cada página hay una sorpresa, yo misma cuando lo
iba escribiendo todas las mañanas llamaba a mi editor para decirle, oh,
no sabes lo que me he encontrado…
Los aspectos íntimos de su vida no se
habían tratado hasta ahora, por eso puedo decirte con algo de inmodestia
que aunque haya muchas biografías sobre Franco, no hay ninguna como
esta.
¿Fue Franco un niño feliz?
Fue
un niño maltratado, hoy día los servicios sociales hubieran tomado
cartas en el asunto y probablemente hubieran castigado al padre.
Nicolás
Franco era partidario de los castigos físicos, humillaba a Francisco
llamándole Paquita y marica y llegó incluso a romperle un brazo a su
hijo mayor cuando se lo encontró masturbándose. Frecuentaba prostitutas,
y era alcohólico y quizás pederasta, pues tuvo un hijo en Filipinas con
una niña de 14 años.
En África perdió un testículo, ¿crees que desde entonces fue un hombre sexualmente acomplejado?
Franco
carecía de deseo sexual, tenía todas las características para ser un
hombre frio: traumas físicos, padre maltratador y complejo de Edipo.
Y,
según me contó un médico que lo trató, tenía una fimosis muy
pronunciada, el prepucio muy cerrado, lo que hacía que las relaciones
sexuales para el fueran muy dolorosas.
¿Cómo fue Franco como marido?
Quería
mucho a su mujer, había entre los dos una gran complicidad, objetivos
comunes, pero no hubo pasión.
Franco probablemente sólo sintió amor
carnal por una novia suya de juventud, y doña Carmen, si no se hubiera
casado, se hubiera metido monja.
Piensa, Kiko, que dedicaron (casi) toda
su noche de bodas a rezar el rosario…
¿Por qué crees que sólo tuvo una hija?
Según
me dijo uno de sus médicos “si no me haces declarar delante de un
tribunal, te diría que la única relación sexual de Franco y su mujer fue
esa en la que concibieron a su hija”.
¿Crees que fue buen padre y abuelo?
Me
atengo al testimonio de los interesados, Nenuca dijo “fue un padre
extraordinario…” y cuando habla de su infancia, dice “yo lo recuerdo
siempre cantando”.
Y sus nietos, sobre todo Francis, lo adoraban, aunque
también hablan de que “a veces tenía una mirada gélida y un tono de voz
que daba miedo”.
Supongo que a su familia no le habrá gustado mucho tu libro, ¿se han puesto en contacto contigo para decirte algo?
Se
han puesto en contacto conmigo descendientes de personas que salen en
mi libro, algunos con emoción, otros con enfado, otros con asombro
porque desconocían aspectos de su vida que yo relato en el libro…
Y
algún miembro de la familia Franco también, aunque prefiero no decir el
nombre para no comprometerlos… Sé que a Carmen Franco, cuya figura trato
creo con gran respeto, le han regalado mi libro y sé que alguien le
sugirió leer solo las páginas en las que sale ella…
Todos
conocemos a Carmen Martínez Bordiú. ¿Qué crees que le habría dicho su
abuelo de conocer sus andanzas? ¿Y a su hermano Jaime?
La
abuela sí era muy puritana y rigurosa en el tema de la moral, pero
Franco no lo era tanto como nos han hecho creer…
Tenía algún ministro
con veleidades conyugales y les decía “yo no soy un meapilas, allá cada
uno con su bragueta, pero si eso interfiere en su trabajo, le doy el
cese”.
Sus dos hermanos eran muy mujeriegos, y él fingía no se enteraba
de nada para no tener que llamarles la atención. ¿Con la nieta? Quizás
Carmen no se hubiera atrevido a separarse de Alfonso, quizás entonces
Alfonso no hubiera sufrido el accidente que le mató, quizás ahora serían
una familia tan convencional como la de Mariola…
Pero, Kiko, ¡cuántas
portadas nos hubiéramos perdido! No puedo imaginarme un mundo sin este
titular “Carmen Martínez Bordiu y su nuevo amor”.
Tengo entendido que has recibido amenazas por este libro, ¿de quién y qué te han dicho?
De
la extrema derecha, y lo curioso es que se profirieron cuando el libro
aún no estaba en la calle y no habían podido por tanto leerlo.
Pilar, ¿por qué has publicado ahora este libro?
Para
bien o para mal, Franco ha sido la figura más influyente en España en
el siglo XX y yo pienso que los españoles ya somos lo suficientemente
maduros para saber cómo ha sido de verdad nuestra historia.
De mis compañeros de Sálvame, ¿a quiénes se lo recomendarías y por qué?
Hombre,
Kiko, a todos… A todos os gusta leer y sé que habéis acogido con mucho
cariño mis libros anteriores… Aunque quizás por aquello de que su padre
lo llamaba “pequeño dictador” a Jorge… Jejeje, es una broma, Jorge, una
de las personas que más quiero del mundo, afortunadamente no se parece
en nada a Franco… y su vida tampoco.
¿Nos ves por las tardes? ¿Te divertimos? ¿Cómo nos ves en esta última etapa?
Claro
que os veo, Sálvame ha cambiado la historia de la televisión, hay un
antes y un después de Sálvame y creo que ni vosotros mismos os dais
cuenta de lo que habéis conseguido.
¡Pero si hay ya un verbo culto que
se llama salvamizar! ¡A ver cuando los académicos (ojo, Pérez Reverte)
lo incluyen en el diccionario!
Hablemos sobre mis compañeros. ¿Cuál es tu opinión sobre Lydia Lozano?
Lydia
es amiga mía y le tengo un gran cariño, creo que es una buena
periodista, tiene sentido del espectáculo y lo demuestra cada día.
Terelu Campos.
Terelu, a raíz de su enfermedad, que afronto con una dignidad admirable, ha demostrado lo qué es.
María Patiño.
Quizás la conozco menos, pero es el prototipo de las nuevas generaciones de profesionales brillantes y sin complejos.
Kiko Matamoros.
Mi
opinión de Kiko ha sufrido una gran trasformación, pues tengo que
decirte que antes no me caía bien, pero ahora lo veo más vulnerable, y
por tanto más humano, además de que lo encuentro muy atractivo como
hombre.
Mila Ximénez.
Con
Mila me pasa una cosa muy rara: me da un poco de miedo, la veo
descarnada, cruda, insolente, casi cruel… pero (casi) siempre estoy de
acuerdo con ella…
Creo que representa como nadie ese concepto freudiano
que se llama el inconsciente colectivo.
Sé que eres buena amiga de Karmele, ¿has hablado con ella?
Tengo contacto con ella, sí.
¿Qué crees que ha pasado en su matrimonio?
La veo como un cordero sacrificado, una víctima. De su marido, por supuesto.
Tú conoces a su marido. ¿Qué te pareció cuando le conociste? ¿Sospechaste que iba a ocurrir algo así?
Me
pareció una persona afable, muy educado, totalmente dedicado a Karmele,
entregado, enamorado…
Capaz de recorrer todas las mañanas diez
kilómetros para que Karmele tuviera al levantarse papaya fresca.
Pero lo
hacía de corazón, no sé cómo explicártelo, Kiko, le brillaban los ojos
cuando la miraba… Y ella también estaba muy ilusionada, siempre me decía
que Diego era su amor definitivo, que envejecerían juntos… Era una
pareja muy unida, a mí me daban mucha envidia…
Cuando Karmele estuvo en
la isla, él me llamaba muchas veces llorando de preocupación, de
tristeza… Quería ir a buscarla, estaba destrozado… Aunque sí es cierto
que después de su boda ya les perdí la pista y no los he vuelto a ver
juntos…
Últimamente se habla mucho de la crisis matrimonial de los Príncipes de Asturias, ¿cómo les ves tú?
Yo
no le doy mucho futuro a ese matrimonio, la verdad, la vida me ha hecho
un tanto cínica y hay tan pocos matrimonios que duren… De todas formas,
si somos un país moderno, también aceptaríamos un rey divorciado ¿o no?
Mira el caso de Inglaterra, ¡divorciado y casado por segunda vez!
¿Cómo crees que están viviendo la imputación de sus familiares en el caso Noos?
El rey, destrozado… Por el daño que se le ha hecho a la institución y por lo que está sufriendo su hija…
¿Cómo ves a Letizia? ¿Crees que confía en reinar algún día o que lo ve muy crudo?
Letizia
está muy segura en su papel, es la madre de la futura reina de España y
eso no se lo va a quitar nadie, aunque se divorcie, aunque al rey le
caiga muy mal, aunque su marido se enamore de otra…
Ella sabe que este
factor la protege de todo, es difícil no sentirte muy por encima de los
demás con este as en la mano…
Pilar, gracias por tus confesiones. Como siempre, agradecer a Luis Miguel González las excelentes fotografías que acompañan a esta entrevista.