Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

9 jul 2017

Corinna se siente traicionada tras haber sido desposeída de su título de princesa

Los Sayn-Wittgenstein han prohibido a la amiga del rey Juan Carlos utilizar el rango principesco. Ella ha puesto el caso en manos de sus abogados.

 


El anuncio de la casa principesca de Sayn-Wittgenstein-Sayn en el que se oficializa que Corinna Larsen Adkins no es ni princesa ni Alteza Serenísima ha caído como una bomba en Apollonia, las oficinas que tiene la amiga del rey Juan Carlos en Mónaco.
 Desde el martes, día en que su exsuegro, el príncipe Alexander Sayn-Wittgenstein, informó que su nuera no tiene derecho a utilizar el título desde su divorcio del príncipe Casimir (octubre de 2005), los teléfonos de la secretaria y los abogados de Corinna no han parado de sonar.
Corinna no ha querido hacer declaraciones a Vanity Fair, pero su entorno nos cuenta cómo se encuentra. 
“Ella no tenía ni idea de que su exsuegro tuviera algún problema con que siguiera usando el título de princesa o el apellido Sayn-Wittgenstein”, asegura un estrecho colaborador de la amiga del rey. 
“Tenían una buena relación.
 De hecho, ella intentó ayudar en todo lo que pudo a su familia política, incluso después de su divorcio de Casimir”, apunta esta fuente, que añade que la empresaria se sintió en shock y traicionada tras leer el comunicado.
 "Ha sido una puñalada por la espalda”, habría dicho a sus allegados.

Corinna no estaría preocupada por cómo este escándalo puede repercutir en sus negocios en el discreto mundo del lobby transnacional. 
Su firma, Apollonia Associates, con base en el principado de Mónaco, ofrece servicios de consultoría estratégica a empresas en materia de transacciones internacionales. 
“Son los medios de comunicación los que se empecinan en llamarla princesa, pero ella no utiliza el título en su trabajo.
 No figura ni en su website, ni en la firma de sus correos, ni en sus tarjetas de presentación ni en sus invitaciones. 
Para ella, eso no tiene ninguna importancia a la hora de hacer negocios. Con suerte, le permite conseguir una mesa mejor en un restaurante, poco más…”, concluyen sus allegados.
Pero, ¿por qué Corinna decía que era princesa si no lo era? Según su entorno, cambió su nombre de soltera (Larsen) a Sayn-Wittgenstein cuando se casó con el príncipe Casimir, en el año 2000.
En la nobleza alemana es común que se incorpore el título nobiliario al apellido, y las mujeres que se divorcian solo lo pierden cuando vuelven a casarse.
 Además, Corinna y su exmarido tienen un hijo en común, Alexander, y es usual que las madres conserven el apellido de casada para facilitar ciertos trámites legales.
 Por eso nunca levantó sospechas que la bella empresaria siguiera llamándose princesa Sayn-Wittgenstein.
Pero la familia principesca tiene otra versión de los hechos. Reconocen que durante los años de matrimonio con Casimir (2000-2005) sí se la trató como princesa, pero como un gesto de cortesía.
 “En su caso nunca fue legal el rango. Tampoco hubo un acuerdo verbal o escrito que la autorizara a seguir utilizando el título o el apellido después del divorcio.
 Todo lo contrario...”, subrayan desde ese entorno a Vanity Fair.
Fuentes cercanas a la familia especulan con que Corinna, que tiene pasaporte danés, habría hecho los trámites para apellidarse Sayn-Wittgenstein en un consulado danés tres años después de su divorcio
También dicen que es imposible que haya podido incorporar el título principesco en sus documentos porque las leyes de Dinamarca lo prohíben (las autoridades danesas solo reconocen como príncipes a los miembros de la familia real).
¿Por qué la familia Sayn no "desenmascaró" antes a Corinna? Según allegados a la casa principesca, se mantuvo el silencio por el bien de Alexander, el hijo en común que tienen la amiga del rey y Casimir
. “No querían hacer sufrir al niño. Por eso han callado durante tanto tiempo”.
 Ahora, el pequeño Alexander ya tiene 15 años y su padre planea casarse con la modelo Alana Bunte.
 Los Sayn-Wittgenstein no están dispuestos a que haya más de una princesa Casimir Sayn-Wittgenstein.

No hay comentarios: