Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

8 jun 2017

Un héroe en patinete: el homenaje en viñetas a Ignacio Echeverría


Ignacio Echeverría falleció en los atentados de Londres del 3 de junio, cuando trataba de defender con su monopatín a una mujer. Varios dibujantes han decidido rendirle homenaje con sus ilustraciones después de que el 7 de junio se confirmara su muerte, tras cuatro días sin confirmación oficial.
 El tributo más compartido ha sido el de José Rubio, conocido como Malagón: su viñeta con el mensaje "no todos los superhéroes llevan capa, algunos van en patinete" ha superado los 7.000 retuits en menos de un día. 

Malagón preparó la viñeta la misma tarde que se confirmó la muerte de Echeverría.
 "La espera [a la confirmación de la muerte] había creado un caldo de tensión, rabia e incertidumbre", cuenta el viñetista, de 44 años, por teléfono a Verne
"Cuando leí la noticia, sentí pena y a la vez orgullo por su acción heroica y desinteresada, y me puse con la viñeta".
 No le llevó demasiado tiempo. "No tenía muchas pretensiones, salvo hacer un homenaje personal y sencillo a Ignacio".
El viñetista trabaja para diferentes medios como CTXT, Yahoo o ABC, pero decidió publicar la imagen directamente en sus redes. "Podía haberla guardado para publicarla al día siguiente", cuenta, "pero era algo personal que quería compartir". 
No se ha popularizado solo a través del perfil de Malagón. Policía Nacional también la publicó en su cuenta de Twitter.
"Supongo que ha funcionado por la identificación: todos teníamos el mismo sentimiento, la gente se sentía identificada y por eso la compartían", sostiene Malagón.
 "No había ninguna pretensión en que viralizara. Estaba en casa, vi la noticia y me dije: 'voy a hacer esto".
La frase no todos los héroes llevan capa es una broma recurrente en Internet.
 "Como tenía en mente la idea del monopatín y pienso que Echeverría es un héroe, se me ocurrió que la frase era una forma de hilar ambas ideas", cuenta Malagón. 
"Lo más sencillo es lo que suele funcionar mejor en las viñetas".
Otros dibujantes también han rendido homenaje al heroísmo de Echeverría con sus viñetas. 
Estas son otras de las publicadas durante las últimas horas.

El Real Madrid de las 12 copas....................... Rafa Cabeleira

La imagen de Florentino Pérez con los trofeos es la representación de un equipo construido para ganar.

Florentino Pérez posa con las 12 Copas de Europa del Madrid. 
Florentino Pérez posa con las 12 Copas de Europa del Madrid.

 Contemplo con estupor la fotografía de las 12 copas alineadas, en perfecta formación.

 No puedo evitar la comparación con ciertas ilustraciones de los viejos tercios de infantería, armados para la batalla con el orgullo de los viejos hidalgos y el ímpetu de los más jóvenes demonios. 

Trato de buscar algún defecto a la instantánea -es lo que el pueblo azulgrana espera de mí- pero solo alcanzo a señalar cierta asimetría en la composición y una sensación de desparramamiento incontrolado, como si su disposición pudiese molestar a un hipotético compañero de asiento.

Doce copas son muchas copas, demasiadas. 

Poco importa si son de Europa o de vodka con naranja: ante 12 copas no se puede alegar casualidad, despiste o improvisación. Ante una docena al completo no cabe andarse con remilgos y culpar a las circunstancias, de nada sirve señalar a un gobierno, a un dictador o a la camarera de turno.

 He leído muchos comentarios en estos últimos días que apuntan en esa dirección: seis copas de Europa pertenecen al franquismo y otras seis a los gobiernos del Partido Popular. Qué más quisiera yo que poder abrazar dicha teoría pero me tengo por persona más o menos inteligente y no me conviene flirtear con esta suerte de pamplinas. 




El debate, más allá de los exabruptos propios de los necios, parece enfocado a tarifar los méritos contrapuestos de los dos grandes del fútbol español. 
El aficionado madridista se empeña en demostrar que lo conseguido en los últimos años acumula más gloria que lo logrado por el mejor Barça de la historia, el mismo equipo a quien, en su día, negó cualquier reconocimiento.
 El aficionado culé, por el contrario, rema en la dirección contraria y parece dispuesto a jugar sus cartas en una partida que siempre ha denunciado marcada salvo las manos en que se sintió ganador, ese intervalo dorado en el que, a su juicio, prevaleció la justicia por encima de los oscuros intereses. 
A veces me pregunto qué satisfacción encontramos en devaluar los triunfos del rival, qué necesidad vital mueve estas discusiones en las que uno trata de demostrar qué dulce es el más dulce.
Esa fotografía, la de Florentino Pérez escoltado por las 12 copas, no tiene trampa ni cartón: es la representación lógica de un equipo construido para ganar, de la acumulación de talento en pos de un objetivo, de un instinto natural para la supervivencia y la caza mayor incomparable.
 Aquella otra, la de las seis copas de temporada y Joan Laporta sosteniendo una séptima (en su caso de champán), tampoco deja espacio a la confabulación ni al desprecio: la conquista de la perfección, el empeño titánico de una generación por elevar una idea más allá de los resultados, el legado de un genio holandés bañado, por fin, en oro y plata.
No descarto que tan fatigosos contendientes se encuentren en la senda correcta y el equivocado sea yo. 
Quién sabe si tanta equidistancia no me acabará convirtiendo en una especie de moderna Lucrecia Borgia, aquella hija bastarda del Papa Alejandro VI que, ante la imposibilidad de elegir entre el turrón y la fruta escarchada, terminó acostándose con su hermano: si algo nos ha enseñado la historia es que aquí no se consuela el que no quiere.


El Princesa de Asturias de las Letras distingue al poeta polaco Adam Zagajewski

 

El escritor, de 71 años, se ha consolidado como uno de los más prestigiosos autores europeos de la posguerra.

El poeta, novelista y ensayista polaco Adam Zagajewski, en Madrid en 2014.
El poeta y prosista polaco Adam Zagajewski ha sido distinguido con el Premio Princesa de Asturias de las Letras, acordado este mediodía por el jurado, reunido en el hotel de la Reconquista de Oviedo.
 El jurado distingue a un creador que contribuye, "de manera extraordinaria y a nivel internacional, al progreso y bienestar social a través del cultivo y perfeccionamiento de la creación literaria en todos sus géneros".

Adam Zagajewski suele decir que todo gran poeta vive entre dos mundos —el tangible y el imaginario, el de la historia y del de los sueños— y que de los acuerdos y desacuerdos entre ambos surgen, tras “arduas negociaciones”, los poemas.
 Zagajewski no lo dice de sí mismo, pero en pocos casos es tan cierto como en el suyo.
 Toda su vida ha sido una pura dicotomía, desde el principio. Si la ciudad polaca en la que nació en 1945, Lvov, pertenece actualmente a Ucrania, su infancia transcurrió en Gliwice, un “lugar gris” de la Silesia alemana que Polonia se anexionó al final de la segunda guerra mundial, igual que la URSS se había anexionado Lvov.
Zagajewski es, de los pies a la cabeza, un fruto de la posguerra. Primero un desplazado y luego un exiliado.
 En 1982 se instaló en París para recalar en Cracovia veinte años después, tras ejercer como profesor en diversas universidades en Estados Unidos. 
Todavía, de hecho, sigue vinculado a la de Chicago.
Miembro de la llamada Generación del 68 (o de la Nueva Ola), el autor de títulos como Comunicado (1972) o Carta. Oda a la mayoría (1982), es un destacado continuador de una lírica, la polaca del siglo XX, que ha dado a las letras universales dos premios Nobel —Czeslaw Milosz y Wislawa Szymborska— y a punto estuvo de darles un tercero: Zbigniew Herbert.
 Como ellos, y tras debutar con una poesía “airada, política, dirigida contra el sistema”, Zagajewski ha sabido conjugar en sus versos la ironía y el éxtasis, lo sublime y lo cotidiano, sin renunciar a la claridad pero tampoco al misterio.
 No es casual que uno de sus libros de ensayos se titule Solidaridad y soledad
Así arranca el poema Autorretrato, escrito en 1997: “Entre el ordenador, el lápiz y la máquina de escribir / se me escapa medio día. Algún día sumará medio siglo. / Vivo en ciudades extranjeras y a veces con personas / extranjeras hablo sobre cosas que me son extrañas. / Escucho mucha música: Bach, Mahler, Chopin, Shostakovich. / En ella encuentro tres elementos, fuerza, debilidad y dolor. / El cuarto no tiene nombre”.

Idilio con España

El Premio Princesa de Asturias es parte del idilio de Adam Zagajewski, que es tan gran prosista como poeta, con las letras españolas y con España.
 Si el pasado 18 de mayo ofreció una lectura de sus poemas en la Residencia de Estudiantes, sus libros hace años que no faltan en las librerías: incluido pronto por Antonio Beneyto en su selección de 16 poetas polacos (Libros del Innombrable, 1998), Pre-Textos publicó en 2003 En la belleza ajena, un libro a medio camino entre el diario y las memorias.
 Dos años más tarde, el poeta Martín López-Vega preparó para la misma editorial la antología Poemas escogidos, tal vez la mejor puerta de entrada al escritor recién galardonado. 
Con todo, al traductor Xavier Farré y a la editorial Acantilado debemos el grueso de las versiones de Zagajewski publicadas en España.
 En ese sello pueden encontrarse poemarios como Tierra del fuego, Deseo o Antenas y brillantes muestra de sus memorias y ensayos como En defensa del fervor, el citado Solidaridad y soledad y el imprescindible Dos ciudades.
Ese libro, que arranca con los tragicómicos recuerdos infantiles de Zagajewski, se cierra con una nota sobre William Blake que parece otro autorretrato: “¿De veras la inocencia es algo que perdemos como la infancia, de una vez para siempre? ¿Acaso no podemos perder también la experiencia? La experiencia es un tipo de conocimiento.
 Y no hay nada más frágil que los conocimientos (…) No es nada seguro que la experiencia llegue la última.
 La inocencia sigue a la experiencia, y no al revés.
 Una inocencia más rica en experiencia, pero menos rica en seguridad en sí misma.
 Sabemos muy pocas cosas.
 Por un segundo entendemos algo y pronto olvidamos o traicionamos ese momento.
 La que llega la última es la inocencia, la amarga inocencia del ignorante, del que hace preguntas sin respuesta, del que se desespera y no puede saciar su curiosidad”.
 La amarga inocencia del ignorante insaciable. 
Se diría que está hablando de un poeta.
El jurado del galardón ha estado integrado por: Félix de Azúa Comella; Xosé Ballesteros Rey; Xuan Bello Fernández; Blanca Berasátegui Garaizábal; Juan Cruz Ruiz; Luis Alberto de Cuenca y Prado; Álex Grijelmo García; Manuel Llorente Manchado; Carmen Millán Grajales; Ángeles Mora Fragoso; Carme Riera i Guilera; Ana Santos Aramburo; Sergio Vila-Sanjuán Robert; Darío Villanueva Prieto; Juan Villoro Ruiz y José Luis García Delgado (secretario).

Ese libro, que arranca con los tragicómicos recuerdos infantiles de Zagajewski, se cierra con una nota sobre William Blake que parece otro autorretrato: “¿De veras la inocencia es algo que perdemos como la infancia, de una vez para siempre?
 ¿Acaso no podemos perder también la experiencia? La experiencia es un tipo de conocimiento.
Se presentaron 38 candidaturas de 23 nacionalidades para optar por el galardón. 
El de las Letras es el sexto de los Premios Princesa que se falla en esta XXXVII edición de 2017.
 Con anterioridad, han sido galardonados William Kentridge (Artes), Les Luthiers (Comunicación y Humanidades), Hispanic Society of America (Cooperación Internacional), la selección de rugby de Nueva Zelanda (Deportes) y a la pensadora británica Karen Armstrong (Ciencias Sociales).
El acto de entrega de los Premios Princesa de Asturias, dotados cada uno con 50.000 euros y la reproducción de una escultura diseñada por Joan Miró, se celebrará en octubre, en el Teatro Campoamor de Oviedo, en una ceremonia presidida por los reyes.

Un poema de Zagajewski

“Soñé con mi antigua ciudad,
Hablaba la lengua de los niños y de los humillados (…)
Y entonces oí unas palabras de todo diferentes:
‘Pero los milagros existen, no todos creen en ellos,
Pero los milagros ocurren…’. Y al despertarme,
Cuando salí lenta y penosamente del búnker de aquel
sueño
Entendí que allí todavía duraban las disputas,
Que todavía no se había solucionado nada…”.
(de Mano invisible, Acantilado)

 

 

 

7 jun 2017

Isabel Preysler no estaba escondida, estaba en Miami

La reina de las revistas del corazón lleva casi dos meses desaparecida de las portadas lo que ha dado pie a todo tipo de especulaciones.

Mario Vargas Llosa e Isbael Preysler, el Domingo de Resurrección, la última vez que se les fotografió juntos.
Mario Vargas Llosa e Isbael Preysler, el Domingo de Resurrección, la última vez que se les fotografió juntos. GTRES
 

Que Isabel Preysler no aparezca en la portada de alguna revista de los miércoles en casi dos meses es algo inusual.
 Su ausencia de la vida social ha provocado en este tiempo muchas especulaciones entre ellas que se había retirado de la escena pública para someterse a algún que otro retoque estético.
 Ella se ha mantenido en silencio durante todo este tiempo hasta que este miércoles ¡Hola!, su revista de cabecera, ha informado de que Preysler no estaba escondida, estaba en Miami visitando a sus hijos.
 En Florida viven Julio José, Chabeli y Enrique, nacidos de su matrimonio con Julio Iglesias, y también sus dos nietos.
 No hay fotos de la estancia de Isabel Preylser en Miami ni de su regreso a España o, al menos, la publicación todavía no las ha difundido.
 Las últimas que imágenes de la pareja datan del Domingo de Resurrección en Sevilla.
La ausencia de Preysler se hizo más patente cuando se descubrió a su actual pareja, el escritor Mario Vargas Llosa, acudiendo en Madrid a varias corridas de la Feria de San Isidro sin su compañía. El Nobel sí lo hizo, en cambio, con algunas de las íntimas amigas de su pareja como Nuria González, esposa del empresario Fernando Fermández Tapias.
En casa de la reina de la prensa del corazón tampoco habido señales de su presencia.
 La residencia de Isabel Preysler se encuentra en plenas obras.
 Se está construyendo una nueva piscina mucho más grande que la que tenía la mansión para que Vargas Llosa pueda nadar más cómodamente, una de sus actividades físicas favoritas.
Vargas Llosa, con Nuria González y la hermana de esta en la Feria de San Isidro.
Vargas Llosa, con Nuria González y la hermana de esta en la Feria de San Isidro. GTRES
Antes de desaparecer de la vida pública, Preysler acompañó al escritor a un viaje por Perú y Argentina. 
Durante su estancia en Perú, Vargas Llosa celebró su 81 cumpleaños. La pareja también estuvo en Semana Santa en Sevilla donde se les vio siguiendo procesiones y en los toros en la corrida del Domingo de Resurrección que reunió en el cartel a Morante de la Puebla, Roca Rey y Manzanares. 
Fue su última comparecencia juntos en público.