Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

28 may 2017

Críticas a Telecinco por lo que hizo la cadena al terminar la final de Copa

"¡Felicidades anuncios! ¡Campeones de Copa!", han ironizado algunos.

EFE
El árbitro pita el final. El Barcelona, campeón de la Copa del Rey. Los jugadores culés lo celebran y los del Alavés, agotados, se hunden en la derrota.

Los barcelonistas se abrazan mientras los vascos agradecen a la afición el apoyo constante.
Es momento de la ceremonia de entrega de trofeos.
 Los jugadores albiazules suben al palco para recoger las medallas de finalistas, algunos entre lágrimas, otros conteniendo la tristeza. Todos reciben el consuelo de las autoridades.
Pero de todo esto sólo vemos parte del final, cuando ya quedaban pocos jugadores del Alavés por recibir su medalla.
 ¿Por qué?
Porque Telecinco cortó la emisión justo tras el pitido final y se marchó a los anuncios, algo que no gustó nada de nada a los televidentes, que expresaron su disconformidad en las redes sociales:

 

¡Con qué pasión se amó!...................................Juan José Millás

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EN LA MITOLOGÍA griega, si ustedes se acuerdan, Narciso, que acabaría dando nombre a una patología, era un tipo que rechazaba a todas las mujeres porque estaba enamorado de sí mismo.
Un día contemplándose en las aguas de una fuente, se acercó tanto a su propio rostro, quizá para besarse en la boca, que se ahogó. Aquí tienen a una ahogada, víctima también del amor a sí misma. Miren cómo se retoca el rostro sabiéndose observada por su acólito Francisco Granados, y por su sacristán Alfredo Prada, y por su colega Alberto López Viejo, y por su asistente Juan José Güemes. Reina sobre todos ellos, pero a ninguno hace demasiado caso, embebida como está por la imagen que le devuelve el espejo, espejito, quién es la más bella de todas las mujeres.
Tanto de su acólito, como de su sacristán, como de su colega y su asistente, hay abundante información en Internet.
 Pueden ustedes asomarse a esas aguas para hacerse una idea de los arquetipos en los que a esta señora le gustaba verse retratada.
 No están todos los que son, pero son todos los que están. 

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Claudio Álvarez
Dice la leyenda que en el lugar donde se ahogó Narciso creció una flor bella y que olía muy bien. 
En las aguas donde se ahogó Esperanza Aguirre, en cambio, nació una rosa negra de la que todavía emana una pestilencia insoportable, y que salió por un ojo de la cara al contribuyente. 
No hay dedos para contar los millones de euros que se colaban por el sumidero de la corrupción mientras ella se pintaba los labios bajo la mirada sumisa de sus monaguillos.
 ¡Con qué pasión se amó y nos despreció! El narcisismo mata. 

Muy hartas..............................Rosa Montero

María Rodrigo fue la primera compositora española. Este año se cumplen 50 de su muerte. Su olvido coincide con el de tantas otras mujeres brillantes. 
COLUMNISTAS-REDONDOS_ROSAMONTERO
EL PRÓXIMO 8 de diciembre se cumplirán 50 años de la muerte de María Rodrigo, en el exilio (Puerto Rico) y en el más completo olvido. Como dice la escritora italiana Dacia Maraini, las mujeres cuando mueren lo hacen para siempre.
 Si ya la ningunearon en vida, tras su fallecimiento la sesgada desmemoria patriarcal acabó por sepultarla.
El director de orquesta José Luis Temes lleva años clamando en el vacío e intentando recuperar el patrimonio musical español olvidado, y en especial el de María Rodrigo.
 Hace un par de meses dio un concierto maravilloso en el teatro Monumental de Madrid en donde pudimos escuchar las Rimas infantiles de María, unas canciones bellísimas, delicadas y estremecedoras, y ahora está haciendo un pequeño documental sobre ella. 
María Rodrigo (1888-1967) tenía un talento excepcional. Compuso sinfonías, música escénica, piezas para piano (era también pianista), óperas…, de hecho, fue la primera mujer en estrenar una ópera en España, Becqueriana (1915), y también la primera compositora reconocida como tal que además vivió de su trabajo. Practicó la docencia y volcó sus mayores esfuerzos en difundir la música clásica entre las clases humildes.
 Fue grande y fue genial y la tenemos arrumbada. 

No es la única. 
De hecho, es la tónica habitual con las mujeres.
 Ya mencioné a la investigadora de la Universidad de Valencia Ana López Navajas, que ha demostrado que de todos los nombres que se estudian en la ESO sólo hay un 7,6% de mujeres, y que además lleva ocho años preparando un archivo histórico de filósofas, artistas, científicas o líderes sociales que hicieron cosas extraordinarias pero a las que el machismo se apresuró a borrar de los anales. 
Sin ir más lejos, María Rodrigo perteneció a una asociación maravillosa y también muy poco conocida, el Lyceum Club Femenino, creado por María de Maeztu en 1926 en Madrid. 
Duró hasta 1939 y agrupó a unas 500 mujeres formidables, lo mejor de nuestra sociedad, escritoras, juristas, artistas, pensadoras, como Clara Campoamor, María Lejárraga, Rosa Chacel, María Zambrano, Victoria Kent, Maruja Mallo… Todas ellas tan competentes o más que los hombres de la época y luchando por un proyecto de modernización social que truncó la guerra. Últimamente han empezado a englobarlas dentro de la generación del 27, en un tímido intento de otorgarles el protagonismo que merecen.
Pero la escritora Laura Freixas, de la asociación feminista Clásicas y Modernas, prefiere con buen criterio definirlas como la generación del 26, el año de fundación del Lyceum, ya que en el acto que da nombre a la generación del 27, el homenaje a Góngora en Sevilla en diciembre de 1927, sólo participaron varones, dentro de la tónica sexista habitual.
Y es que tengo la sensación de que las mujeres del mundo empezamos a estar hartas, terriblemente hartas del paternalismo con el que, a regañadientes, la sociedad nos va aceptando.
 Se habla de cuotas y de la falta de mujeres como si accediéramos a los puestos y a la vida plena casi por caridad, porque “las pobres también tienen que estar”, y no porque nos lo merecemos tanto o probablemente más que muchos.
 El prejuicio sexista en el que nos educan a todos hace que tendamos a valorar más a los varones.
 Diversos estudios demuestran esa ceguera selectiva, como el que hizo la Universidad de Yale en 2013 cuando cogió los proyectos de un chico y una chica que aspiraban a un puesto de laboratorio y los envió para su calificación a 120 catedráticos, hombres y mujeres. El varón, qué casualidad, sacó en todo mejor nota; pero resulta que los dos proyectos eran exactamente iguales, salvo que uno lo firmaba John y otro Jennifer (la mitad de los catedráticos leyó el de él y la otra mitad el de ella).
De manera que no, no pedimos que nos dejen pasar porque estamos discriminadas y tienen que ayudarnos.
 Pedimos tan sólo que se nos juzgue exactamente igual que se juzga a los hombres, lo cual hasta ahora no ha sucedido. 
Y para ello primero tenemos que convencernos a nosotras mismas de que valemos tanto o más que ellos (ya digo que el machismo también intoxica a las mujeres) y luego alzar de una vez la voz y empezar a patear metafóricamente todas las puertas.
 

La nueva burguesía biempensante........................Javier Marías

Los biempensantes de cada época no se caracterizan sólo porque sus creencias y prácticas sean mayoritarias, sino por la virulencia de las mismas.
Javier Marías
ME ESCRIBE un señor de setenta y cinco años, desesperado porque las instituciones financieras recurran invariablemente al tuteo para dirigirse a sus clientes.
 Cuenta que las cartas de su banco empiezan con “un desenfadado ‘Hola’” y siguen con “un irrespetuoso tuteo”.

 Cuando el contacto es telefónico, ocurre lo mismo, y si el señor les afea las excesivas confianzas, los empleados le responden que ellos “sólo obedecen instrucciones”. 
De poco le sirve a Don Ezequiel advertirles de que, si persisten en lo que para él es una grosería, retirará sus fondos.
 Y se pregunta: “¿Cuál será el siguiente paso, tratarme de ‘tronco’, ‘tío’ o ‘colega’?”
Hace ya años que observo cómo completos desconocidos que me escriben para solicitarme algo no tienen ni idea de cómo deben obrar para conseguir lo que buscan.
 O al revés, deben de estar convencidos de que el desparpajo y la ausencia de las mínimas formalidades los va a beneficiar y a allanar el camino. 
Nadie parece haberles enseñado a escribir una carta o email en condiciones.
 No soy tan estirado como para ofenderme porque se me tutee de buenas a primeras (aunque yo trate de usted a todo el mundo de entrada, independientemente de su edad: así llamaba a mis alumnos, quince años más jóvenes que yo, cuando daba clases), ni porque se me encabece una misiva con “Querido Javier” a secas. Me da lo mismo. 
Lo que no encuentro aceptable es que ni siquiera haya encabezamiento.
 “Hola, ¿qué tal va todo?”, me dicen a veces a modo de preámbulo, para a continuación pedirme una entrevista o una intervención en un simposio o un texto para una revista. 
No sé qué se pretende con esa pregunta (porque es una pregunta): ¿que le cuente mi vida al remitente? ¿Que le conteste, en efecto, sobre “todo”?
 “Hola, soy Fulanito” no es manera de dirigirse a nadie, y eso es lo más frecuente hoy en día. 
Tiendo a dar la callada por respuesta en esos casos, no me molesto en afearle la conducta a nadie, a diferencia del irritado Don Ezequiel. 

Lo que me llama la atención de su queja es que los empleados del banco aseguren limitarse a cumplir órdenes de los banqueros que han sido rescatados con dinero de los contribuyentes —que no han devuelto—, a los cuales cada vez cobran más comisiones y ofrecen menos beneficios o ninguno.
 Eso me indica que el tuteo indiscriminado forma ya parte de la actual ortodoxia burguesa biempensante, no menos feroz que la del siglo XIX, prolongado en España hasta 1975.
 Los biempensantes de cada época no se caracterizan sólo porque sus creencias y prácticas sean mayoritarias o dominantes, sino por la virulencia con que tratan de imponérselas al conjunto de la sociedad.
 Hoy ya no se exige —como en el XIX, y aquí hasta la muerte de Franco— religiosidad, respeto a los símbolos y a los padres, amor a la patria y cosas por el estilo.
 Hoy ha cambiado lo “sagrado”, pero la furia y la persecución contra quienes no se adscriben a los nuevos dogmas adolecen del mismo fanatismo que las del pasado
. La burguesía biempensante exige, entre otros cultos, lo siguiente: hay que ser antitaurino en particular y defensor de los “derechos” de los animales en general (excepto de unos cuantos, como las ratas, los mosquitos y las garrapatas, que también fastidian a los animalistas
y les transmiten enfermedades); hay que ser antitabaquista y probicis, vetar puntillosa o maniáticamente por el medio ambiente, correr en rebaño, tener un perro o varios (a los cuales, sin embargo, se abandona como miserables al llegar el verano y resultar un engorro), poner a un discapacitado en la empresa (sea o no competente), ver machismo y sexismo por todas partes, lo haya o no.
 (A eso ha ayudado mucho la proliferación del prefijo “micro”: hay estudiantes que ven “microagresión” cuando un profesor les devuelve los exámenes con correcciones; asimismo hay mujeres que detectan “micromachismo” en el gesto deferente de un varón que les cede el paso, como si ese varón no pudiera hacerlo igualmente con un miembro de su propio sexo: cortesía universal, se llamaba.) 
Ver también por doquier racismo, y si no, colonialismo, y si no, paternalismo. 
Lo curioso es que la mayoría de estos nuevos preceptos o mandamientos de la actual burguesía biempensante los suscriben —cuando no los fomentan e imponen— quienes presumen de ser “antisistema” y de oponerse a todas las convenciones y doctrinas. No es cierto: tan sólo sustituyen unas por otras, y se muestran tan celosos de las vigentes —con un espíritu policial y censor inigualable— como podían serlo de las antiguas un cura, una monja, un general, un notario o un procurador en Cortes, por mencionar a gente tradicionalmente conservadora y “de orden”.
Y, francamente, si los bancos —nada menos— dan instrucciones de tutear a todo el mundo; si lo hacen obligatorio como en los hospitales y Universidades y en demasiados sitios “respetables”, hay que concluir que también ese tuteo impostado forma ya parte de lo más institucional, reaccionario y rancio.
Y este artículo me trae a la memoria un "detalle" en un Hospital cuando mi padre tuvo un Infarto.
 Pasó el médico matutino que más bien era un muchacho haciendo el MIR y para entablar conversación con mi padre que ya tenía más de 90 años entonces, le hace la sigiente pregunta ¿Y usted en que bando luchó en la Guerra Civil? así tal cual, y sabiendo el genio de mi padre pensé que le diría y ¿A usted que le importa?, pero, respondió "En el bando Legal" el médico se quedó a cuadros pero insiste ¿Cual era el bando legal? mi padre: El que fue votado por los Españoles.
 Está claro que ese médico no tenía ni idea del trato a un enfermo y ni idea de Historia.