La estolidez necesaria para divertir abunda entre los participantes de 'Supervivientes', un concurso concebido para la trifulca.
Más proclive a la lectura de Hegel que a las pantallas, una amiga recaló casualmente en Supervivientes y,
morbosamente fascinada, se detuvo en la exploración del comportamiento
de la fauna y flora desembarcada en la isla hondureña donde se rueda el
programa de Telecinco. “Ya le gustaría a la perra asquerosa, a la guarra
esa, tener las responsabilidades de mi hija”, escuchó maldecir a una
concursante expulsada. “Oye, ¿pero quién ve un programa como ese?, preguntó mi amiga. Pues
más de dos millones de personas, convencidas de que para sobrellevar las
penalidades terrenales y acercarse al saber absoluto no hace falta
desentrañar Fenomenología del espíritu, sino sumergirse en la
banalidad y creerse las verdades de la iracunda reservista del Ejército. “No hay ni educación ni respeto. (…) Me cagüen la leche, putos vagos de
mierda que han traído a tumbarse en la playa. Asquerosos, sin ningún
compromiso con nada, sin leer un libro, de discoteca en discoteca”. La estolidez necesaria para divertir abunda entre los participantes
de un concurso concebido para la trifulca. Pero no todo es estulticia. Un expedicionario destaca por su pericia: el humorista chileno Edmundo Arrocet, alias Bigote,
de 68 años, cuyo noviazgo con una presentadora de televisión fue
calificado por conspicuos ideólogos de la telebasura como un braguetazo
mediático perpetrado con premeditación y alevosía. Dizque enamorado,
haciéndose el muerto o el cojo, el simpático caradura se embolsa 24.000
euros cada semana de aguante. Pícaro de amplio espectro, el otoñal tenorio dista mucho de ser un
indolente: trabaja duro porque ni son fáciles las acampadas en
calzoncillos largos a su edad, ni desorbitar un traspiés para ser
captado en vídeo, ni meter barriga, ni sonreír cuando le dicen vago y
asqueroso. La convivencia con gaznápiros exige mucho yoga e
inteligencia. Bigote las tiene: es el superviviente
contemporáneo porque resucitó de entre los muertos aferrándose al
refranero español: “el que a buen árbol se arrima, buena sombra le
cobija”·
Pippa Middleton acompañada de su padre Michael Middleton a la llegada a la iglesia.
Foto: Getty
Ni Alexander McQueen, ni Jenny Packham.
Las incógnitas se han despejado y
Pippa Middleton, hermana pequeña de la duquesa de Cambridge, ha elegido
un vestido del diseñador Giles Deacon, símbolo de la
alta costura británica, para dar el sí quiero.
Una elección que cobra
especial sentido teniendo en cuenta que hace unos días el modisto visitó (cargado de bolsas y portatrajes) a la novia y a su madre.
Pippa Middleton poco antes de entrar en la iglesia de la iglesia de Saint Mark’s.
Foto: Getty
El diseño es de manga corta con cuello cerrado plagado de pequeñas
flores en forma de encaje.
El detalle más espectacular es el generoso
escote de la espalda. Middleton completó el delicado diseño con velo, tiara y pendientes del también británico Stephen Jones y zapatos de Manolo Blahnik.
Giles Deacon, diseñador que ha declarado sentirse “encantado de crear
el vestido de novia de Pippa”, es una de las mentes más creativas de la
pasarela londinense.
Kate Middleton a su llegada a la iglesia de Saint Mark’s.
Finalmente, el autor del vestido de la novia, cerrado por delante y con un escote en la espalda en forma de corazón, es el modisto Giles Deacon, tal y como apuntaban los rumores después de que fuera cazado
semanas atrás por la prensa en una cita con la novia y su madre,
Carole. Middleton completa el vestido de falda voluminosa y cuerpo de
encaje con velo, tiara y pendientes del también británico Stephen Jones y
zapatos de Manolo Blahnik, según cuenta Smoda.
Más de una hora anteshan comenzado a llegar los invitados, entre los que se encuentran Roger Federer y la princesa Beatriz. Entre
los primeros en llegar a la ceremonia, oficiada por el reverendo Nick
Wynne-Jones, ha estado el hermano del novio, Spencer. A las puertas de
la iglesia, engalanada para con flores rosas y blancas, esperaba la
llegada del novio y ha ido recibiendo a los invitados. Los aledaños de
la iglesia, del siglo XII, han sido tomados por las cámaras de los
medios locales e internacionales, ávidas de captar alguna imagen de los
novios y de sus invitados. Pero el objetivo de los paparazis no podrá
alcanzarlos en el terreno vetado de la propiedad donde se celebrará el
convite, una casa georgiana ubicada a menos de 10 kilómetros de
Englefield, en cuyos jardines ha sido instalada una enorme y lujosa
carpa para alojar a más de 300 invitados al banquete (de los cuales solo
un tercio ha podido acudir a la iglesia).
Pippa atrajo la atención mundial hace seis años en el enlace
de su hermana, vista por una audiencia de 2.000 millones de personas,
al aparecer como dama de honor con un vestido muy ceñido de Alexander
McQueen. Miles y miles de personas se adhirieron en Facebook a la Pippa Middleton Ass Appreciation Society (Sociedad de admiradores del trasero de Pippa Middleton) que aún tiene 200.000 seguidores. "Es asombroso ser famosa antes de los 30 años gracias a tu hermana, a tu cuñado y a tu trasero",
comentó con humor la joven. Pippa disfrutó de mucha atención tras la
boda, en la que salió al balcón del palacio de Buckingham para saludar a
la gente, una estampa clásica de los festejos reales. Todas las miradas están puestas de nuevo este sábado en el
vestido de esta inglesa de 33 años, que se casa con un rico gestor de
fondos de inversión, antiguo piloto de carreras y heredero del título
escocés de Laird of Glen Affric, con el que se comprometió el 17 de
julio de 2016.
También se esperaba con gran interés la asistencia del príncipe Enrique, hermano de Guillermo y concuñado de la novia, que podría estar acompañado de su nueva novia, la actriz estadounidense Meghan Markle,
alimentando así los rumores de compromiso que tanto fascinan a la
prensa británica. De momento, no se la ha visto. Enrique y Guillermo han
acudido juntos y sin sus parejas.
Pippa es la segunda de los tres hermanos Middleton, un año
más joven que Kate y cuatro mayor que James, empresario. Nacida el 6 de
setiembre de 1983, pasó su infancia en Ammán (Jordania), donde su padre
trabajaba para British Airways, antes de estudiar en algunas de las
mejores escuelas privadas británicas a su regreso al país. Se graduó en
literatura inglesa por la Universidad de Edimburgo y se convirtió en
habitual de las fiestas de la alta sociedad de Londres. Empezó a trabajar en el negocio familiar de organización de
fiestas y publicó un libro sobre este tema, por el que recibió un
generoso avance, y que despertó ciertas burlas por algunas obviedades,
como que las carreras de sacos acaban cuando el primero cruza la línea.
Tuvo también una columna en la revista mensual de los supermercados
Waitrose, pero poco a poco empezó a perder protagonismo, hasta la boda
de este sábado. Pippa seguía en el circuito social, y se la veía cada año en
la tribuna real del torneo de tenis de Wimbledon. En este tiempo tuvo
relaciones con el jugador de críquet Alex Loudon y el corredor de bolsa
Nico Jackson antes de emparejarse con Matthews.
Bianca Jagger recuerda que su primer acto
humanitario fue "convencer a los Stones para que dieran un concierto
benéfico".
Más de 40 años después es una de las activistas más
reconocidas del planeta y no duda en definir la violencia contra las
mujeres como una "pandemia".
Mar Moreno
Bianca lleva vestido de
tafetán de seda negro de YOHJI YAMAMOTO; camisa de algodón de VINCE;
pendientes con perla y diamante de ROBERTO CAVALLI.
Bianca Jagger aclara cuál es su nombre de soltera y su fecha de
nacimiento: Bianca Pérez-Mora Macías, nacida en Managua (Nicaragua) en
1950.
Acaba de visitar Madrid para participar en el ciclo Mujeres contra la impunidad de La Casa Encendida, invitada por la asociación Mujeres de Guatemala.
Tres semanas antes, recibió a S Moda
en Londres.
Desde allí nos relata cómo, crecer bajo el represivo
sistema de los Somoza, encendió su activismo político e inculcó en ella
un firme compromiso con la justicia.
Todo esto sucedió mucho antes de
casarse con Mick Jagger. Fundadora de la Bianca Jagger Human Rights
Foundation (BJHRF) y embajadora de Buena Voluntad del Consejo de Europa,
ha «comprometido» su vida a defender los derechos humanos, la igualdad
de género, el fin de la violencia contra las mujeres y las niñas y la
protección del medio ambiente. Activismo que le ha valido el prestigioso
Right Livelihood Award –el «Premio Nobel Alternativo» (2004)–.
Le gusta
hablar, siempre que tiene la oportunidad, en su castellano natal.
Y su
tono de voz amable, siempre es firme.
¿Cuándo decidió convertirse en una activista, bajo cualquier circunstancia? Creo que, en mi caso, era inevitable. Yo nací en Nicaragua,
tierra de lagos y volcanes, poetas y revoluciones, pero crecí bajo la
dictadura de los Somoza, que durante 43 años gobernó mi país con puño de
hierro. Mis padres se divorciaron cuando yo tenía 10 años y eso cambió
mi vida. Mi madre se encontró sola, sin profesión y con tres niños. Y la
vida para una mujer divorciada en la Nicaragua de los 60 era muy
difícil. Ella creía en la emancipación de las mujeres en un momento en
el que estas eran consideradas ciudadanas de segunda categoría. Mi madre
fue mi primera inspiración y, por ella, yo me hice una promesa: nunca
aceptaría ser discriminada debido a mi género o estado. ¿Cómo era ella? Usted no suele hablar de su infancia. Mi madre fue una firme opositora del régimen; y a su lado
entendí lo que significa vivir bajo la opresión. También fue quien abrió
mis ojos a la belleza y las maravillas de la naturaleza. Recuerdo que
solíamos dar largos paseos juntas por la selva y que me enseñaba los
nombres de los árboles y las flores, especialmente las orquídeas que
tanto amaba. Ella me mostró el incalculable valor de la biodiversidad y
me enseñó a hacer campaña por la justicia.
¿Qué recuerda de la Nicaragua en la que creció? Recuerdo que siempre fui consciente de que nuestros derechos
fundamentales estaban siendo violados. Allí asistí a manifestaciones
contra la masacre de estudiantes perpetrada por el régimen de Somoza. En
una ocasión nos lanzaron gases lacrimógenos y nos refugiamos en una
iglesia. Mi padre me rescató. Esa experiencia me marcó. Poco después
obtuve una beca para estudiar Ciencias Políticas en París y fue allí
donde descubrí el valor de la libertad y la democracia, el Estado de
derecho, el habeas corpus y el respeto a los derechos humanos. Conceptos
con los que yo no podía ni soñar en Nicaragua.
A los 22 años, un terremoto en su país marcó una epifanía en su vida. Sí; la víspera de Navidad de 1972 me enteré del devastador
terremoto que asoló mi cuidad, Managua. Y como no lograba contactar con
mis padres, fui a buscarlos con Mick. El terremoto causo la muerte de
10.000 personas, 20.000 resultaron heridas y casi 200.000 se quedaron
sin hogar. Encontramos las casas de mi madre y mi padre completamente
destruidas. Nunca olvidaré el hedor de los cuerpos carbonizados mientras
conducíamos por los escombros por la ciudad. Tres días después, los
encontré ilesos, pero esos días fui testigo del sufrimiento de miles de
víctimas y supe que millones de dólares de ayuda internacional habían
sido malversados. Así que convencí a Mick y a los Stones para que
celebraran un concierto benéfico. Esta fue mi primera campaña
humanitaria. Años después, mi divorcio en 1979 coincidió con la caída de
Somoza. Ahí decidí unirme a la Cruz Roja y volé a Nicaragua para ayudar
en el terreno. En los 80, documenté violaciones contra los derechos
humanos en El Salvador, Honduras, Guatemala y en mi Nicaragua natal,
donde denuncié a los Contras. A Madrid le ha traído una conferencia, ‘Basta de
asesinatos de defensores del medio ambiente en Latinoamérica’, en
homenaje a Berta Cáceres, reconocida activista medioambiental que fue
asesinada en su casa en 2016. ¿Qué simboliza su vida y asesinato en su
lucha personal? El asesinato a sangre fría de Berta Cáceres me impactó y
entristeció profundamente. Ella fue un símbolo de coraje y compromiso
inquebrantable. Desde su ejecución, ha habido una epidemia de asesinatos
de defensores de los derechos humanos. Solo en 2016, 281 activistas
murieron por esta causa en el mundo. En 2015, fueron 185. Estos
asesinatos son una reminiscencia escalofriante del de Chico Mendes en
1988, líder del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra. Berta
había recibido muchas amenazas de muerte e intentos de secuestro por su
defensa de la comunidad indígena lenca, contra el proyecto de la
represa Agua Zarca en Río Blanco. Cincuenta organizaciones
internacionales firmaron la carta de la ONG Global Witness pidiéndole al
presidente hondureño justicia, pero sus asesinos aún no han sido
condenados.
Usted insiste en que, hoy, la defensa del medio ambiente es una prioridad. Por supuesto. Según la NASA, 16 de los 17 años más calurosos
registrados desde 1880 se han dado desde el año 2000. Yo he participado
en las negociaciones de la ONU sobre el Cambio Climático desde la
Conferencia de Bali en 2007, y me he desesperado por la falta de
decisiones. En la Cumbre del Clima de París (1996), fui testigo de la
adopción del histórico acuerdo que fijó limitar el aumento del promedio
de la temperatura global «a menos de 2 grados por encima de los niveles
preindustriales y esforzarse para limitar ese incremento a 1,5 grados». Si los líderes quieren salvarnos de esta catástrofe hay que reducir
drásticamente las emisiones de CO2, detener la extracción de
combustibles fósiles y emprender una revolución de energía renovable.
¿Se pueden poner nombres y apellidos a las principales amenazas de esta catástrofe? Donald Trump representa una amenaza real a nuestro futuro. Su promesa de campaña fue “cancelar” el Acuerdo de París. El 28 de marzo
firmó una orden para desechar el Plan de Energía Limpia de Barack
Obama, cuyo objetivo era reemplazar las plantas de carbón por parques
eólicos y solares. Y a finales de mayo tiene que decidir si EEUU se
retira o no del Acuerdo. Muchas empresas como ExxonMobil Corp, Microsoft
Corp y Arch Coal Inc, están instando a Trump a permanecer en el
acuerdo. Pero no estamos ni siquiera cerca de hacer lo suficiente para
hacer frente a estas amenazas. Me preocupan las generaciones futuras.
Pero me niego a sentirme impotente. Usted estuvo en primera línea en la Marcha de las Mujeres de Londres, ¿qué le diría a Donald Trump si pudiera reunirse con él? Que sus políticas de división son una amenaza para la paz, y
que cuanto más intente intimidarnos, más lucharemos y resistiremos. No
soy la única persona que cree que no es apto para dirigir el país. El
psicólogo John D. Gartner lo ha descrito como un «narcisista maligno». Entre sus políticas incendiarias, quiere retroceder décadas en los
derechos de las mujeres. Está llevando a EE UU a una oscura era de
aislacionismo donde se tolera el racismo y los prejuicios; donde la
agresión sexual es endémica y se comete con impunidad; donde el cambio
climático se descarta como «sólo clima» y la división entre el 1% y el
resto del mundo es impulsada en nombre de la codicia. Trump nos
arrastrará a todos con él… a menos que resistamos. Hay que plantarle
cara.
Abrigo de ‘paillettes’ negros de PRADA; vestido de seda negra de LA
PERLA; zapatos de PRADA; pendiente con diamante de MIU MIU; medias de
WOLFORD.
“La violencia machista en el mundo es más peligrosa para las mujeres que el cáncer”
Bianca Jagger recuerda que su primer acto
humanitario fue "convencer a los Stones para que dieran un concierto
benéfico". Más de 40 años después es una de las activistas más
reconocidas del planeta y no duda en definir la violencia contra las
mujeres como una "pandemia".
Mar Moreno
Bianca lleva vestido de
tafetán de seda negro de YOHJI YAMAMOTO; camisa de algodón de VINCE;
pendientes con perla y diamante de ROBERTO CAVALLI.
Bianca
Jagger aclara cuál es su nombre de soltera y su fecha de nacimiento:
Bianca Pérez-Mora Macías, nacida en Managua (Nicaragua) en 1950. Acaba
de visitar Madrid para participar en el ciclo Mujeres contra la impunidad de La Casa Encendida, invitada por la asociación Mujeres de Guatemala. Tres semanas antes, recibió a S Moda
en Londres. Desde allí nos relata cómo, crecer bajo el represivo
sistema de los Somoza, encendió su activismo político e inculcó en ella
un firme compromiso con la justicia. Todo esto sucedió mucho antes de
casarse con Mick Jagger. Fundadora de la Bianca Jagger Human Rights
Foundation (BJHRF) y embajadora de Buena Voluntad del Consejo de Europa,
ha «comprometido» su vida a defender los derechos humanos, la igualdad
de género, el fin de la violencia contra las mujeres y las niñas y la
protección del medio ambiente. Activismo que le ha valido el prestigioso
Right Livelihood Award –el «Premio Nobel Alternativo» (2004)–. Le gusta
hablar, siempre que tiene la oportunidad, en su castellano natal. Y su
tono de voz amable, siempre es firme.
¿Cuándo decidió convertirse en una activista, bajo cualquier circunstancia?
Creo que, en mi caso, era inevitable. Yo nací en Nicaragua,
tierra de lagos y volcanes, poetas y revoluciones, pero crecí bajo la
dictadura de los Somoza, que durante 43 años gobernó mi país con puño de
hierro. Mis padres se divorciaron cuando yo tenía 10 años y eso cambió
mi vida. Mi madre se encontró sola, sin profesión y con tres niños. Y la
vida para una mujer divorciada en la Nicaragua de los 60 era muy
difícil. Ella creía en la emancipación de las mujeres en un momento en
el que estas eran consideradas ciudadanas de segunda categoría. Mi madre
fue mi primera inspiración y, por ella, yo me hice una promesa: nunca
aceptaría ser discriminada debido a mi género o estado. ¿Cómo era ella? Usted no suele hablar de su infancia.
Mi madre fue una firme opositora del régimen; y a su lado
entendí lo que significa vivir bajo la opresión. También fue quien abrió
mis ojos a la belleza y las maravillas de la naturaleza. Recuerdo que
solíamos dar largos paseos juntas por la selva y que me enseñaba los
nombres de los árboles y las flores, especialmente las orquídeas que
tanto amaba. Ella me mostró el incalculable valor de la biodiversidad y
me enseñó a hacer campaña por la justicia. ¿Qué recuerda de la Nicaragua en la que creció?
Recuerdo que siempre fui consciente de que nuestros derechos
fundamentales estaban siendo violados. Allí asistí a manifestaciones
contra la masacre de estudiantes perpetrada por el régimen de Somoza. En
una ocasión nos lanzaron gases lacrimógenos y nos refugiamos en una
iglesia. Mi padre me rescató. Esa experiencia me marcó. Poco después
obtuve una beca para estudiar Ciencias Políticas en París y fue allí
donde descubrí el valor de la libertad y la democracia, el Estado de
derecho, el habeas corpus y el respeto a los derechos humanos. Conceptos
con los que yo no podía ni soñar en Nicaragua.
Vestido de tafetán de seda negro, YOHJI YAMAMOTO; camisa de algodón de VINCE; pendiente con perla y diamante de ROBERTO CAVALLI.
Foto: Philip Gay
A los 22 años, un terremoto en su país marcó una epifanía en su vida.
Sí; la víspera de Navidad de 1972 me enteré del devastador
terremoto que asoló mi cuidad, Managua. Y como no lograba contactar con
mis padres, fui a buscarlos con Mick. El terremoto causo la muerte de
10.000 personas, 20.000 resultaron heridas y casi 200.000 se quedaron
sin hogar. Encontramos las casas de mi madre y mi padre completamente
destruidas. Nunca olvidaré el hedor de los cuerpos carbonizados mientras
conducíamos por los escombros por la ciudad. Tres días después, los
encontré ilesos, pero esos días fui testigo del sufrimiento de miles de
víctimas y supe que millones de dólares de ayuda internacional habían
sido malversados. Así que convencí a Mick y a los Stones para que
celebraran un concierto benéfico. Esta fue mi primera campaña
humanitaria. Años después, mi divorcio en 1979 coincidió con la caída de
Somoza. Ahí decidí unirme a la Cruz Roja y volé a Nicaragua para ayudar
en el terreno. En los 80, documenté violaciones contra los derechos
humanos en El Salvador, Honduras, Guatemala y en mi Nicaragua natal,
donde denuncié a los Contras. A Madrid le ha traído una conferencia, ‘Basta de
asesinatos de defensores del medio ambiente en Latinoamérica’, en
homenaje a Berta Cáceres, reconocida activista medioambiental que fue
asesinada en su casa en 2016. ¿Qué simboliza su vida y asesinato en su
lucha personal?
El asesinato a sangre fría de Berta Cáceres me impactó y
entristeció profundamente. Ella fue un símbolo de coraje y compromiso
inquebrantable. Desde su ejecución, ha habido una epidemia de asesinatos
de defensores de los derechos humanos. Solo en 2016, 281 activistas
murieron por esta causa en el mundo. En 2015, fueron 185. Estos
asesinatos son una reminiscencia escalofriante del de Chico Mendes en
1988, líder del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra. Berta
había recibido muchas amenazas de muerte e intentos de secuestro por su
defensa de la comunidad indígena lenca, contra el proyecto de la
represa Agua Zarca en Río Blanco. Cincuenta organizaciones
internacionales firmaron la carta de la ONG Global Witness pidiéndole al
presidente hondureño justicia, pero sus asesinos aún no han sido
condenados. Usted insiste en que, hoy, la defensa del medio ambiente es una prioridad.
Por supuesto. Según la NASA, 16 de los 17 años más calurosos
registrados desde 1880 se han dado desde el año 2000. Yo he participado
en las negociaciones de la ONU sobre el Cambio Climático desde la
Conferencia de Bali en 2007, y me he desesperado por la falta de
decisiones. En la Cumbre del Clima de París (1996), fui testigo de la
adopción del histórico acuerdo que fijó limitar el aumento del promedio
de la temperatura global «a menos de 2 grados por encima de los niveles
preindustriales y esforzarse para limitar ese incremento a 1,5 grados».
Si los líderes quieren salvarnos de esta catástrofe hay que reducir
drásticamente las emisiones de CO2, detener la extracción de
combustibles fósiles y emprender una revolución de energía renovable. ¿Se pueden poner nombres y apellidos a las principales amenazas de esta catástrofe?
Donald Trump representa una amenaza real a nuestro futuro.
Su promesa de campaña fue “cancelar” el Acuerdo de París. El 28 de marzo
firmó una orden para desechar el Plan de Energía Limpia de Barack
Obama, cuyo objetivo era reemplazar las plantas de carbón por parques
eólicos y solares. Y a finales de mayo tiene que decidir si EEUU se
retira o no del Acuerdo. Muchas empresas como ExxonMobil Corp, Microsoft
Corp y Arch Coal Inc, están instando a Trump a permanecer en el
acuerdo. Pero no estamos ni siquiera cerca de hacer lo suficiente para
hacer frente a estas amenazas. Me preocupan las generaciones futuras.
Pero me niego a sentirme impotente. Usted estuvo en primera línea en la Marcha de las Mujeres de Londres, ¿qué le diría a Donald Trump si pudiera reunirse con él?
Que sus políticas de división son una amenaza para la paz, y
que cuanto más intente intimidarnos, más lucharemos y resistiremos. No
soy la única persona que cree que no es apto para dirigir el país. El
psicólogo John D. Gartner lo ha descrito como un «narcisista maligno».
Entre sus políticas incendiarias, quiere retroceder décadas en los
derechos de las mujeres. Está llevando a EE UU a una oscura era de
aislacionismo donde se tolera el racismo y los prejuicios; donde la
agresión sexual es endémica y se comete con impunidad; donde el cambio
climático se descarta como «sólo clima» y la división entre el 1% y el
resto del mundo es impulsada en nombre de la codicia. Trump nos
arrastrará a todos con él… a menos que resistamos. Hay que plantarle
cara.
Abrigo
de ‘paillettes’ negros de PRADA; vestido de seda negra de LA PERLA;
zapatos de PRADA; pendiente con diamante de MIU MIU; medias de WOLFORD.
Ha definido la violencia contra las mujeres y las niñas como una pandemia. Muchas de sus campañas se centran en esta lucha. Porque hay quien cree que estamos más cerca que nunca de
lograr la igualdad de género. Ojalá fuera cierto. Según Unicef, al menos
200 millones de niñas y mujeres han sido sometidas a la práctica
bárbara de la ablación del clítoris. La OMS estima que una de cada tres
ha sufrido violencia física o sexual; en algunos países la tasa llega al
70%. No tengo datos de España, pero el año pasado hubo 37.813
violaciones y 74.208 delitos sexuales solo en Reino Unido –que sepamos–,
donde las violaciones han aumentado un 13%. La violencia, a nivel
mundial, es una amenaza mayor para mujeres de entre 15 a 44 años que el
cáncer, los accidentes de tráfico, la malaria y la guerra juntos. Sesenta millones de niñas son agredidas sexualmente en el mundo cada año
de camino a la escuela. Hay un largo camino por recorrer, ¿no le
parece? ¿En qué campañas está trabajando ahora su fundación al respecto? Durante muchos años, la BJHRF ha luchado por la inclusión
del objetivo ‘ausente’ en los Objetivos de Desarrollo del Milenio de
2000 (ODM) que era: «Promover la igualdad entre los géneros y el
empoderamiento de la mujer». Sin embargo, no incluyeron la eliminación
de la violencia contra las mujeres y las niñas. Yo me sentí alentada al
ver que el objetivo cinco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible
(SDGs) en 2015, incluía como compromiso: «Eliminar todas las formas de
violencia contra las mujeres y niñas en las esferas pública y privada,
incluido el tráfico y la explotación sexual de otro tipo». Este es un
paso significativo en la dirección correcta. La BJHRF quiere inspirar
una revolución global no violenta en el corazón del sistema. Así que
estamos enviando un llamamiento a los líderes empresariales, políticos,
religiosos y culturales para implementar estos objetivos y cerrar la
brecha de la desigualdad entre géneros en el ámbito laboral. No tengo
que recordar que la diferencia media de ingresos entre hombres y mujeres
en los Estados Unidos es del 20%: y en la UE, del 16%.
Según Merriam-Webster, el feminismo se basa en “la creencia
de que hombres y mujeres deben tener iguales derechos y oportunidades”.
Eso debería ser el feminismo en un mundo ideal. La feminidad es una
fuente de fuerza. Lamentablemente, cuando algunas mujeres alcanzan una
posición de poder, empiezan a emular a los hombres. Debemos eliminar la
idea de que una mujer “con cerebro” no puede permitirse ser feminista.
Como Katherine Graham dijo: “Lo que las mujeres deben hacer para subir
al poder es redefinir su feminidad”. El poder no tiene sexo. Ha demostrado en sus numerosas campañas que le gusta
‘mojarse’ en el terreno. Ha visitado zonas de conflicto en Irak,
Afganistán o Bosnia, donde documentó las violaciones y torturas masivas
que habían sufrido las mujeres a manos de las fuerzas militares
serbobosnias, y evacuó usted misma a dos niños… ¿No tiene miedo? Es que he vivido experiencias que me han hecho darme cuenta
de lo importante que es ser testigo cuando están en juego las vidas de
inocentes, y de cómo un pequeño acto de coraje puede marcar la
diferencia. En 1981, viajé a Honduras, como parte de una misión de
investigación del Congreso de EE UU, para informar sobre las condiciones
en La Virtud, un campo con 30.000 refugiados de la ONU. El primer día,
nos llamaron urgentemente porque un escuadrón de la muerte había
asaltado el campamento y, cuando llegamos, 25 hombres armados con M16 y
bandanas habían tomando como rehenes a 20 refugiados. Nos apuntaron con
sus rifles de asalto. «Váyanse», nos dijeron. «O disparamos». Los
seguimos por el cauce de un río con varias cámaras. Fue aterrador. Gritamos que teníamos imágenes de sus crímenes. Y de repente, el
escuadrón se detuvo, hablaron entre ellos y nos apuntaron con sus M16. Gritamos otra vez: «Tendrán que matarnos a todos, denunciaremos vuestros
crímenes al mundo». Los rehenes aprovecharon la confusión para escapar.
Debían sus vidas a la presencia de testigos. Por eso es importante
pisar la zona de conflicto. Su activismo nunca olvida la lucha por Latinoamérica
y su país, Nicaragua; sobre todo en la defensa de los derechos de las
mujeres y las minorías indígenas. ¿Qué compromisos ha adquirido con su
pueblo? A lo largo de mi vida me ha sido esencial mantener mis
vínculos con mi país y seguir involucrada en los asuntos que le afectan. Soy una firme opositora de Daniel Ortega porque ha traicionado las
aspiraciones del pueblo nicaragüense que luchó tanto y tan duramente por
liberar a Nicaragua del régimen. Él sigue los pasos de la dinastía
Somoza. Yo estoy totalmente de acuerdo con la declaración de Mónica
López Baltodano de que «Ortega odia al movimiento campesino».
¿Y cómo percibe el crecimiento de sentimientos racistas que se abren camino en Europa desde Londres, donde reside? A mí me encanta vivir en Londres. Sus habitantes cada día se
esfuerzan más para mantener su multiculturalidad. Tenemos un alcalde
musulmán, Sadiq Khan, que aspira a mantener una sociedad inclusiva y
tolerante. Es el mundo en el que yo quiero vivir: sin prejuicios basados
en la nacionalidad, la religión, las preferencias sexuales o el
estatus.
Traje
de chaqueta y pantalón en algodón azul cobalto de PAUL SMITH; camisa de
algodón de RALPH LAUREN; pendientes con perla y diamante de ROBERTO
CAVALLI; sortija con aguamarina, plata y diamantes ‘pavé’ y brazalete
con zafiro y zafiro ‘pavé’ de JADE JAGGER. El bastón es de Bianca
Jagger.
Foto: Philip Gay
Como madre, ¿cómo ha educado a su hija Jade para que se responsabilice del mundo en que vive? Pues, por ejemplo, me la llevé a Nicaragua después del
triunfo de la revolución para que supiera de dónde procedía. Le inculqué
que juntos tenemos poder colectivo para cambiar la historia. Y sé que
ella le ha transmitido estos valores a sus hijas. Es muy activa en Twitter. La política está muy
presente en sus mensajes y es una progresista convencida. ¿Nunca se ha
planteado presentarse a unas elecciones? Lo he considerado. Pero creo que como defensora de los
derechos humanos soy más efectiva. Para ser político necesitas mantener
muchos ‘compromisos’. Y yo trato de ser fiel a mis convicciones. ¿Qué opina del trabajo desarrollado hasta hoy por Theresa May?
Lean mis tuits en @BiancaJagger sobre ella. Le dirán qué pienso de la primera ministra. Lo que escribo es muy crítico. Trabajó como modelo. ¿Qué opina del papel de altavoz
que están adquiriendo algunas firmas de la industria de la moda
posicionándose a favor de causas como el feminismo o los refugiados?
Yo nunca fui modelo. Fui actriz por un tiempo. Respecto a la
moda, creo que debe jugar un papel crítico en la lucha contra la
injusticia. Las compañías han llevado su producción a países que abusan
de los derechos humanos como Myanmar, Bangladesh y China. La industria
de la moda es la segunda más contaminante después del petróleo. Hace
poco vi el poderoso documental producido por mi querida amiga, Livia
Firth, The True Cost. Aplaudo a las empresas que se han
comprometido a poner en práctica cadenas de suministro éticas y a
reducir su huella de carbono. La proyección de una imagen en la moda
puede hacer que la gente sea más tolerante y acepte culturas ajenas. Cuando Dior lanzó la campaña Todas deberíamos ser feministas, me encantó. ¡Bravo, Maria Grazia Chiuri! Ha afirmado que la moda per se no es importante en su vida. La estética y el estilo siempre serán importantes para mí. La moda per se
no porque no soy el tipo de mujer que sigue las últimas tendencias. Creo que las mujeres debemos conocer nuestros atributos y defectos para
encontrar un estilo que se adapte a ellos. Eso es lo que yo he intentado
hacer a lo largo de mi vida. He tenido la suerte de ser amiga y haber
sido vestida por algunos de los diseñadores más grandes de nuestro
tiempo. Yves Saint Laurent fue un mentor, y me ayudó a desarrollar mi
estilo. Ninguno trató nunca de imponerme las últimas tendencias, todos
me permitieron preservar mi estilo.
¿Sigue viviendo sola? Sí, desde hace muchos años. Con un compromiso tan profundo como el mío con el trabajo, quizá sería difícil tener dos pasiones. ¿Cree en Dios? Sí, por supuesto. Una vez católica, siempre católica. Tengo
que creer en Dios, tener fe. Si no, no podría seguir haciendo el trabajo
que hago.