Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

16 may 2017

La Guardia Civil implica a Cifuentes en la financiación irregular del PP madrileño

‘Mujer sentada, vestido azul’, de Picasso, vendida por 41 millones

Récord de una escultura de Constantin Brancusi, adquirida por más de 52 millones de euros en una subasta de Christie's en Nueva York.

 

'Femme Assise, Robe Bleu' ('Mujer sentada, vestido azul'), pintado en 1939 y que representa a Dora Maar.
'Femme Assise, Robe Bleu' ('Mujer sentada, vestido azul'), pintado en 1939 y que representa a Dora Maar.

Uno de los retratos más conocidos de Pablo Picasso ha sido vendido en una subasta de arte moderno e impresionista de la casa Christie's en Nueva York por 45 millones de dólares (casi 41 millones de euros), ligeramente por debajo de las expectativas, que lo situaban en torno a los 50 millones.
 Se trata de Femme Assise, Robe Bleu (Mujer sentada, vestido azul), pintado en 1939 y que representa a una de sus muchas amantes, la fotógrafa y pintora Dora Maar. 
Ambos mantuvieron una intensa relación durante nueve años y, cuando pintó el cuadro, él tenía 58 y ella 31.
Durante la II Guerra Mundial, los nazis se apoderaron de la pintura, pero fueron interceptados en el viaje de París a Moravia por los combatientes de la Resistencia francesa. 
Se ha hecho con ella un coleccionista estadounidense y, según destaca la casa de subastas, el cuadro se ha apreciado un 55% en sólo seis años (entonces se vendió por 26 millones de dólares, más de 23 millones de euros).
Se ha hecho con ella un coleccionista estadounidense y, según destaca la casa de subastas, el cuadro se ha apreciado un 55% en sólo seis años (entonces se vendió por 26 millones de dólares, más de 23 millones de euros).
 La venta ha sido alta, pero no de récord.
 En 2015, Christie's vendió Les femmes d’Alger (Versión O), pintado por Picasso en 1955, por 179,3 millones de dólares (160,8 millones de euros), lo que la convirtió en la pintura que alcanza el precio más alto en una subasta pública.
Este y otros cuatro retratos de las musas de Picasso y los cuadros impresionistas de Monet han sido las estrellas en la subasta, coronada por la venta récord de una escultura del artista rumano Constantin Brancusi por 57,3 millones de dólares (52.093.000 euros). La muse endormie (1913), que procede de una colección privada en París, se ha adquirido superando todas las expectativas tras una intensa puja de más de 10 minutos entre varios compradores. Esta escultura forma parte de una célebre serie de seis piezas barnizadas en bronce creadas a partir de la original (de mármol), que representa a una durmiente musa de cabeza ovalada que roza la abstracción. La original se encuentra en el Museo Hirshorn de Washington D.C.
Por otra parte, los inconfundibles cuadros cubistas del pintor malagueño Pablo Picasso han generado un total de 72,9 millones de dólares (66.306.000 euros) en la subasta, celebrada en la sede del Rockefeller Center
 . Además de Femme assise, robe bleue, otro de los cuadros más valorados fue Femme assise dans un fauteui, pintado en Francia entre 1917 y 1920, cuyo precio final alcanzó los 30,4 millones de dólares (más de 27.650.000 euros).
Cuatro paisajes impresionistas de Claude Monet han recaudado en conjunto más de 20 millones de dólares (18.192.000 millones de euros).
 La route de Vétheuil (1879) y Route à Louveciennes (1870), que forman parte de los cientos de cuadros de Monet que ilustran el efecto natural de la nieve en combinación con la luz (effet de neige), se vendieron por 11,4 (10.370.000 euros) y 4,7 millones de dólares (4.275.000 euros), respectivamente.

Los compradores se han rendido también ante la obra de Marc Chagall Les trois cierges que fue, además de las de Picasso y Monet, una de las piezas con el precio de venta más alto (14,5 millones de dólares, 13.188.957 euros). 
Tampoco ha pasado desapercibida la obra del máximo exponente del arte abstracto, Vasily Kandinsky, cuyo Oben und links se ha vendido por 8,4 millones de dólares (7.640.000 euros)
Otros artistas como el pintor catalán Joan Miró también han demostrado la pujanza del arte español, con el óleo Femmes et oiseaux dans la nuit, que se ha adquirido por 4,8 millones de dólares (4.365.600 euros).
En esta subasta, nutrida con obras de grandes artistas contemporáneos como Paul Klee, Edgar Degas, Auguste Renoir y Paul Gauguin, el arte ha alcanzado precios elevados pero no astronómicos, pues de los 56 lotes subastados más de una decena se despacharon por debajo de los dos millones de dólares (1.818.942 euros).
La sesión de hoy, que ha marcado el inicio de una intensa semana de pujas nocturnas en las casas de subastas Christie's y Sotheby's en Nueva York, ha recaudado un total de 289,1 millones de dólares (262.931.615 euros).
 Sotheby's sacará a subasta hoy martes 52 lotes de la misma temática, donde se podrán adquirir también obras de Picasso, Degas, Miró, Sisley, Chagall, Monet, De Chirico, Giacometti, Klimt o Braque.
 La Danae de Egon Schiele (1909), discípulo de Gustav Klimt, marca el precio más alto de salida, con un precio estimado de 40 millones de dólares (36.374.000 euros).


La vida ante sus ojos............................J.osé María Guelbenzu

El gran éxito de Elizabeth Jane Howard, madrastra de Martin Amis, sobre la familia Cazalet se publica por fin en español.

 Es un inteligente relato de la cotidianeidad en el periodo de entreguerras.

Elizabeth Jane Howard con su esposo Kingsley Amis y el hijo de ambos, el escritor Martin Amis.
Elizabeth Jane Howard con su esposo Kingsley Amis y el hijo de ambos, el escritor Martin Amis.
Las Crónicas de los Cazalet son un conjunto de cinco volúmenes, de los cuales éste es el primero, que cuenta al detalle la vida de la adinerada familia Cazalet, padres, hijos y nietos, con todo el personal de servicio además de las personas que de un modo u otro se relacionan con ellos, por lo que se trata de una crónica familiar contada en forma de novela-río que reúne un material muy variado: la infancia, el rito de entrada en la vida de la juventud, la novela de costumbres, la comedia, el drama…
 Los escritores ingleses son maestros en este género y la BBC su ejecutora fiel en la pantalla convertido en serial televisivo.
 Este primer volumen abarca los veranos de 1937 y 1938, con la familia Cazalet pasando el verano en el campo en su casa solariega de Home Place primero, y el segundo verano, además, en la cercana propiedad de Mills Farm adquirida recientemente.
 Por las fechas, estamos cerca del final del periodo de entreguerras. Los hijos del paterfamilias y su esposa han luchado en la I Guerra Mundial excepto el último y no dejan de padecer las secuelas de una guerra absurda que se llevó a toda una generación de jóvenes ingleses por delante.
 Cuando el relato comienza, las cicatrices parecen cubiertas por la ligereza de estos años de entreguerras, no así la memoria herida; mientras, la nueva generación se dedica a crecer y disfrutar del tiempo feliz de las vacaciones.
 Elizabeth Jane Howard (1923-2014), actriz y modelo, esposa de Kingsley Amis y madrastra de Martin Amis, publicó este libro en 1990 con éxito extraordinario; nada gusta tanto a los ingleses como que les cuenten su modo de vida, a ser posible con ironía, distancia y un toque crítico.
 La tradición de narrar las vidas de los ingleses proviene de autores como Alexander Pope o Samuel Pepys. 
 Al ser tradición el apoyo al empeño, la fiabilidad de este género es decisiva.
 Elizabeth Jane Howard posee una alta sensibilidad, una receptividad al detalle, una capacidad de observación y una elegancia literaria tan cercana a la claridad que no puede dejar indiferente al lector más reacio a este género de “novela de vida”. En primer lugar, se requiere una mirada omnicomprensiva, la certera identificación de lo que es verdaderamente significativo, es decir: ver lo que los demás no ven y sacarlo a la luz, hacer la elección ajustada de las partes que representan al todo, una estrategia para cruzar con absoluta precisión las aparentes causalidades y vidas de los personajes, la habilidad de marcar los momentos trascendentes haciéndolos pasar de puntillas por la escena como si fueran uno más…

Y el lector se preguntará: ¿qué gracia tiene reproducir la vida cotidiana de unos seres normales y corrientes donde los problemas sean una confidencia personal, una rabieta o una taza que se desportilla?
 Lo primero a señalar es que se trata de cotidianeidades de personajes normales por los que fluye insistentemente la vida, del mismo modo que la del lector fluye día a día, con la diferencia de que ante ésta (la de la novela) puede detenerse a contemplarla con distancia. 
 Pero es que una cosa es la normalidad como vulgaridad y otra bien distinta la normalidad como objeto de observación y reconocimiento inteligente.
 Y éste es el caso de la historia de los Cazalet.
Elizabeth Howard cuenta con una precisión y gracia muy femenina. Yo creo que las mujeres son narradoras natas, por la voz o la escritura, mucho más que los habitualmente circunspectos hombres.

Es una afirmación indemostrable, pero creo que muchos lectores estarán de acuerdo conmigo por la fuerza de la experiencia. 

El transcurrir de la vida en familia y en el campo durante las vacaciones que se cuenta aquí desciende de la literatura de Jane Austen o de la de George Eliot de Middlemarch. 

Y su epicentro se halla en el interés que la vida en sí misma posee mucho más que en los sucesos altamente dramáticos.

 Por ejemplo: hemos asistido al prestigio de los relatos de guerra con expectación, pero ¿alguna vez hemos vivido una batalla como la de Fabrizio del Dongo en Waterloo? 

La genialidad de Stendhal consiste en hacernos vivir exclusivamente los despistes, tropezones y estupidez del intrépido protagonista en medio del barullo sin enterarse de nada. 

  El imperio británico se encoge, la estela victoriana se desvanece, son los últimos momentos felices de un mundo que desaparece. 

 Los inolvidables Cazalet nos dan una lección de belleza y verdad como sólo la literatura es capaz de plasmar.

Los años ligeros. Elizabeth Jane Howard. Traducción de Celia Montolío. Siruela, 2017. 436 páginas. 23,70 euros

Mejor que mis padres no sean famosos..................... Maite Nieto

Drogas, alcoholismo y desórdenes alimenticios persiguen a muchos hijos de celebridades, incapaces de digerir la popularidad de sus padres.

Romina Carrisi Power durante la presentación de su exposición de fotografía y pintura en Milán.
Romina Carrisi Power durante la presentación de su exposición de fotografía y pintura en Milán. Cordon Press

 

Ser hijo de padres famosos parece un ventajoso punto de partida pero en muchas ocasiones se convierte en un caramelo difícil de digerir. 
Hacer un rápido repaso arroja un elevado número de hijos de celebridades de distinto nivel que han tenido problemas con el alcohol o las drogas, episodios depresivos, trastornos alimenticios o complicaciones con la justicia, en algunos casos relacionadas con incidentes violentos que incluso han acabado en homicidio o intentos de suicidio.
Romina Carrisi Power, la hija pequeña de los cantantes Romina y Albano que ahora tiene 29 años, ha sido la última en confesar que cuando solo tenía 20 cayó en un abismo de drogas y alcohol después de participar junto a su padre en el reality italiano La isla de los famosos.
 “La gente me reconocía y yo no había hecho nada, solo ser hija de quien soy. 
No me gustaba a mí misma y empecé a beber y a tomar estupefacientes
Paris-Michael Katherine Jackson.
Paris-Michael Katherine Jackson. Cordon Press
Ser reconocido por méritos propios es una necesidad de cualquier joven en un periodo de su vida en el que se es propenso a los cambios físicos, a la experimentación y al error.
 Una situación que puede convertirse en un lastre difícil de superar cuando la fama de los progenitores hace que sus hijos tengan una exposición mediática excesiva que les convierte en foco permanente y en objeto de una evaluación diaria de su imagen o de cualquier cosa que hagan.
Paris Jackson declaró que intentó suicidarse a los 14 años, después de morir su padre, debido al acoso continuo que recibió a través de sus cuentas personales en las redes sociales. 
“El nivel de odio llegó a un nivel tan alto que intenté quitarme la vida”, confesó en septiembre de 2016.
 Indio Downey, hijo de Robert Downey Jr. el actor que resurgió de sus propias cenizas gracias a Iron man o Sherlock Holmes, fue arrestado por posesión de cocaína en 2014 y tuvo que seguir un programa de rehabilitación para dejar limpio su historial. 
Chester, hijo del actor Tom Hanks, también desapareció en 2015 durante un mes para curarse de su consumo de drogas.
 Lo mismo ocurrió con Stephanie, ahora ya recuperada, hija del cantante Jon Bon Jovi, que en 2012 sufrió una sobredosis de heroína y fue arrestada por posesión de droga. 
O con Tullulah Willy, la hija pequeña de Bruce Willis y Demi Moore que también siguió un proceso de desintoxicación a los 20 años.

Robert Downey Jr con su hijo Indio en un partido de baloncesto en Los Ángeles en 2008.
Robert Downey Jr con su hijo Indio en un partido de baloncesto en Los Ángeles en 2008. Cordon Press
Dejar de ser niños demasiado pronto, perder el contacto con la realidad y no valorar el esfuerzo como medio para conseguir cosas que a otros les cuesta mucho lograr, son algunos de los peligros que les acechan.
 A veces la dispersión familiar y los problemas de los padres, que también se extravían en los vericuetos de su propia popularidad, son el detonante de los problemas.
 Este podría ser el caso de Weston Cage, hijo de Nicholas Cage y aspirante a rockero de heavy metal, que con 24 años fue acusado de violencia doméstica y tuvo conflictos por consumo de drogas.
 O el de Cameron, hijo de Michael Douglas, encarcelado en 2009 por intento de venta de medicamentos en un hotel de lujo de Nueva York y sorprendido intentando introducir drogas en la cárcel mientras cumplía condena, hecho que aumentó la misma y le mantendrá en prisión hasta 2018.
 O el de Bobbi Kristina Brown, hija de Whitney Houston que, como le ocurrió a su madre, consumía estupefacientes y murió con 22 años seis meses después de encontrarla semisumergida en la bañera de su casa con intoxicación por drogas.

Tom Hanks, su hijo Chester y su esposa Rita Wilson en un estreno en Nueva York en 2011.
Tom Hanks, su hijo Chester y su esposa Rita Wilson en un estreno en Nueva York en 2011.
Menos dramáticos, pero igualmente preocupantes para sus padres, son los casos de José Fernando, el hijo del torero José Ortega Cano, detenido en numerosas ocasiones por sus problemas con el alcohol y sus brotes de violencia.
 O el de Kiko Rivera, hijo de Isabel Pantoja y Francisco Rivera, que primero fue un nefasto estudiante y después ha dado más de un quebradero de cabeza con sus excesos en las fiestas, sus numerosos romances y sus exclusivas pactadas a golpe de talonario.
La pérdida de privacidad desde demasiado jóvenes y las grandes expectativas que el público pone en el hijo de un personaje conocido juegan en contra de tener un desarrollo normal. Brooklyn Beckham, primogénito de David Beckham y la exSpice Girl y ahora diseñadora Victoria Beckham, contó en una entrevista que él no sabía que sus padres eran famosos. 
Se dio cuenta a los 13 años cuando fueron a ver un partido de fútbol y el estadio empezó a corear el nombre de su padre. 
Él, con 18 años, ya es modelo para revistas y firmas de moda como Pull&Beard o Burberry.
Otra hijísima, Suri Cruise, hija de Tom Cruise y Katie Holmes, recibió más de dos millones de euros por lanzar con sólo siete años una línea de moda con su nombre
. Con estas cifras, a esa edad y abiertos en canal frente al mundo desde que salen del vientre materno, lo difícil es no extraviarse por el camino.