Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

6 abr 2017

“Me indigna tener que morir en clandestinidad”.............. Emilio de Benito

José Antonio Arrabal, que tenía ELA, se suicidó porque quería decidir cuándo dejar de vivir.

 

José Antonio Arrabal, el pasado domingo en su casa de Alcobendas.
Con torpeza, pero decidido, José Antonio Arrabal toma dos frascos de medicación que sorbe con una pajita. “Está muy malo, joder, cómo está”, es su comentario a cámara en el vídeo que ha grabado en soledad y al que ha tenido acceso EL PAÍS.
 Es la puesta en práctica de lo que lleva meses planeando, desde que la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que le diagnosticaron en agosto de 2015 acelerara el proceso de deterioro que padece: el 2 de abril de 2017, por la mañana, cuando su familia le dejó solo, se quitó la vida.
Lo tiene todo preparado.
 En la mesa del cuarto de estar del piso de Alcobendas (Madrid) en el que vive desde hace más de 30 años, este electricista que nació en Riocabado (Ávila) hace 58 años ha dispuesto meticulosamente los documentos importantes para lo que va a hacer: su DNI, su historia clínica, su testamento, una carta al juez, un papel en el que hace donación de su cerebro y una hoja que solo dice: “No reanimación”.
Viendo la dificultad con la que se mueve, su mano izquierda ya inutilizada, es fácil imaginar el esfuerzo de tanto preparativo.
 La misma minuciosidad del manitas que afirma que es —que era antes de la enfermedad, quiere decir—, como demuestran los muebles construidos por él y la enorme pajarera que tiene un periquito y una pareja de vistosos diamantes de Gould que acaban de perder su última nidada.
 Es el mismo cuidado con el que ha colocado, sobre la mesita del salón, los frascos de medicamentos comprados por Internet que, primero, le dejarán dormido y, después, le provocarán una parada cardiorrespiratoria.
Nada ha dejado Arrabal para la improvisación.
 Ha preparado lo que quiere leer mientras espera el efecto de la medicación. 
“Durante este tiempo he leído los dos primeros de la Trilogía del Baztan de Dolores Redondo”, dice con una voz que en el mes y medio que ha pasado entre las dos entrevistas que ha mantenido con EL PAÍS se ha hecho más cansada.
 “En el tercero voy por el 24%. No me va a dar tiempo a acabarlo”, asume con ironía. 

El sillón es casi la única concesión que ha hecho en el día a día de su casa a la enfermedad. 
No ha habido obras de adaptación en el baño ni en otras dependencias. 
“Total, iban a ser unos meses y me tenía que gastar un dinero que así queda para mi familia”, explica.
 Por eso mismo no ha ido a Suiza, país que permite el suicidio asistido. “Eran 12.000 euros”.
Lo tuvo claro desde que le dieron el diagnóstico de ELA. “Me informé un poco y vi lo que me esperaba: acabar vegetal”, añadía el 10 de febrero, cuando ya solo apuraba el tiempo que la movilidad de la mano derecha le iba a permitir retrasar el suicidio.
 Aún en su último día, la mueve compulsivamente, como para comprobar que todavía va a servirle para tomarse, solo, la medicación.
En octubre del año pasado notó que el deterioro se aceleraba. 
Tuvo que dejar de pintar y debió cambiar el modelo de libro electrónico por uno con menos botones y más sencillo, ante la progresiva torpeza de su mano.
 Pero la falta de capacidad motora ha ido a más. “Ya necesito ayuda para darme la vuelta en la cama, para vestirme, para desnudarme, para comer, para limpiarme. 
Solo puedo beber con una pajita en una taza de plástico, porque no puedo con un vaso de cristal”, relata en el vídeo que ha dejado. También necesita ayuda para respirar, “sobre todo por la noche”. 

“Lo que me queda es un deterioro hasta acabar siendo un vegetal.
 Y yo he sido siempre muy independiente. No quiero que mi mujer y mis dos hijos hipotequen lo que me queda de vida en cuidarme para nada”, explica.
 Todo lo ha hecho pensando en ellos. Ha elegido el día para suicidarse porque esa mañana su mujer y uno de sus hijos van a la piscina.
 El otro chaval se ha ido a pasar el fin de semana a casa de un amigo. “Les he dicho que tarden en volver, para que ya haya pasado todo”. También por ellos, sobre todo, quiere grabar el proceso. 
“Así nadie podrá acusarles de colaboración con el suicidio”, afirma.
Arrabal lo tiene claro: si hubiera una ley de suicidio asistido y eutanasia como la que ha pedido en Change.org y que aún se mantiene activa con más de 9.000 firmas, “podría retrasar” la decisión.
 “Habría aguantado más tiempo. Pero quiero poder decidir el final. Y la situación actual no me lo garantiza”, explica con una indignación pausada, no se sabe si por su carácter o porque los problemas para respirar le frenan. 
“La verdad es que es triste que no haya una ley que regule estos actos.
 Así me la estoy jugando. He tenido que comprar los medicamentos por Internet, lo que no da ninguna garantía”.
Que no se piense que no ha querido luchar. 
Antes del diagnóstico de ELA había superado una hipereosinofilia, una grave enfermedad de los glóbulos blancos de la sangre.
 Luego se ofreció en el hospital Carlos III de Madrid, un centro de referencia en la esclerosis lateral, a participar en un ensayo clínico. “Servir para algo”, dice.
 Pero las secuelas de su anterior dolencia le convertían en no apto para el estudio.
 “No me voy por cobarde ni porque esté solo y piense que me van a cuidar mal.
 Al contrario. Tengo una mujer y unos hijos que sé que se van a desvivir por mí”, subraya como para prevenir que haya acusaciones en este sentido. 

También le quedaba la opción de aguantar y, al final, recibir una sedación terminal. 
 “Pero eso es muy al final, y en medio me tienen que cuidar”. Además, como han puesto de manifiesto algunos casos, el criterio acerca de qué es insoportable puede diferir entre los sanitarios, que son quienes tienen que aplicar la sedación, y el paciente que la pide, lo que no asegura que se haga en el momento que el afectado quiere. 
“Por eso tengo que adelantar mi muerte. Me indigna tener que hacerlo en la clandestinidad, solo.
 La falta de una ley de eutanasia me obliga a adelantarlo”.
El vídeo recoge que, tras tomarse los medicamentos, intenta leer, pero en pocos segundos nota el efecto de lo que ha tomado. Recostado en el sillón, se despide: “Adiós a todos”. Cierra los ojos. No los volverá a abrir.

No nos merecemos a Aznar........hace tiempo que lo sé, y si se fue es porque sabía que por el 11M no saldría otra vez a gobernar el PP

Bertín Osborne organiza al ex presidente un homenaje almibarado que permite al expresidente adulterar el 11-M, la foto de las Azores y la revolución económica.

Se nota que son amigos. y por cierto si el programa es de comer y hablar, hablar habló mucho Aznar pero que demonios cocinó?

Bertín Osborne y José María Aznar
Hay que reconocer a Bertín Osborne el mérito de haberle arrancado una carcajada a Aznar.
 Otra cuestión es que fuera una experiencia grata para el espectador sobrio.
 Y que la hagiografía propuesta el miércoles noche en Telecinco abusara del almíbar y de la hipérbole.
 Hemos pasado los españoles de no conocer a Aznar a conocerlo demasiado.
 Una sobrexposición catódica de campechanía y autosatisfacción.
 Y una concepción del orgullo y de la misión presidencial donde no caben la autocrítica o arrepentimientos: ni la foto de las Azores, ni la gestión del 11-M se reprochaba Aznar en la casa de Bertín.
Viene a concluirse de este melifluo homenaje en prime time la sensación de que no nos merecemos a Aznar y que la memoria colectiva es ingrata con la contribución "revolucionaria" de Aznar a la historia de España, aunque se hubieran agradecido las menciones a la corrupción tanto como se hubieran apreciado los subtítulos.
 La mezcla del acento texano con la rigidez de los labios redundaban en la impresión de que Aznar era el ventrílocuo de Aznar.
 Y parecía que estaba en blanco y negro, sobre todo frente al aspecto rosado y borbónico de Osborne en su papel de anfitrión dócil, sobreactuado.
 Quiere decirse que Bertín enfatizaba la sorpresa y el tuteo. 
Y que se veía obligado a exagerar el proceso de humanización de Aznar, interpelándolo con recursos coloquiales —"anda ya", "no me digas", "qué me estás contando"— y recreándose en el sentimentalismo.
 Especialmente cuando trascendió durante la entrevista el flechazo de Ana Botella: "Esta es mía y me la quedo", le confió José María a Bertín.(Por cierto La Botella está llena de arreglos faciales. con un cutis horrible ahora parace que lo tiene liso, Ah me olvidaba que se daba tratamientos donde Isabel Preysler y nuestra Reina, pero no dicen dónde, hay muchas mujeres que pagaría por esos pilings de diamantes, y piedras preciosas)

Todo lo contrario, Aznar se describía como el mártir de una conspiración y de una conmoción que los socialistas aprovecharon para ocupar la Moncloa.
 Cumpliéndose así la voluntad de los terroristas: "Consiguieron su objetivo", proclamó Aznar en una reconstrucción ventajista de la masacre terrorista de la estación de Atocha.

Se gusta mucho Aznar a sí mismo.
 Y debió gustarle aún más la posición acrítica de Osborne. Que le permitía recrearse en su onanismo intelectual y exponer sus recuerdos. 
Vivir en la Moncloa los mejores años de su vida.
 Y atribuirse el mérito de haber puesto a remar a los españoles, erigiéndose en timonel del bienestar.
 Y se dijo modesto Aznar, "orgullosamente modesto", pero llamó "revolución" a su plan de prosperidad económica, de tal manera que el flash de las Azores era su manera de instalarse en el Monte Rushmore y de pasar a la historia trasatlántica.
La peor imagen que Bertín Osborne pudo encontrar en el álbum y en el guion de una entrevista devocionaria, Aznar la convirtió como un mago en su mejor trofeo de caza: "Nunca he tenido una mejor foto que la de las Azores", declaró Aznar con el eco de su propia voz, embriagado de sí mismo y de su autorretrato triunfalista.
Mérito tenía el crooner porque Aznar se fue relajando y hasta desinhibiendo. 
Nunca perdió de vista la vanidad. Ni concedió un elogio a Rajoy —"yo lo traje de Galicia a Madrid"—, ni renegó de la devoción a Di Stéfano y a Fraga, pero las impudicias del programa se esfumaron cuando se hicieron inevitables, duras, explícitas, las alusiones al terrorismo etarra y yihadista.
 Dijo Aznar, por ejemplo, que el 11-M fue el peor día de su vida, aunque semejante ejercicio de sinceridad y de consternación no alcanzó a reprocharse su negligencia ni su obstinación en el desenlace de la crisis.

No nos merecemos a Aznar
La escena prosaica de la cocina se restringió a la preparación de una ensalada de la huerta, tan estimulante como el humor de Aznar, mientras que el número del futbolín se dirimió esta vez sobre la hierba de la propiedad de Osborne.
 Se lanzaron unos penaltis el anfitrión y el invitado. Y los disparos tenían menos peligro que las preguntas.
 Porque era un partido amañado. Y porque ya sabíamos la respuesta sobre el futuro político de Aznar: ni vuelve, ni piensa hacerlo nunca.
 Le disuade de hacerlo seguramente la incomprensión de sus compatriotas. 
"Todas las grandes naciones son ingratas", decía el ex presidente del Gobierno evocando la soledad de Churchill y la suya propia.
 ¿Es verdad que en la Moncloa había un fantasma?", preguntó Osborne a Aznar.
 

5 abr 2017

Paula Echevarría: “Pasan cosas en mi casa”

La actriz, nerviosa y llorosa, evitó concretar datos sobre su separación de David Bustamante en sus declaraciones por la presentación de su perfume.

Declaraciones de Paula Echevarria
La actriz Paula Echevarría durante la presentación de su nuevo perfume, hoy en Madrid. EFE

La presentación del nuevo perfume de Paula Echevarría en el hotel Gran Meliá Palacio de los Duques se convirtió este miércoles en una concurrida cita.

 Se trataba de la primera aparición que la actriz e influencer realizaba tras los rumores de su separación con David Bustamante.

 A su llegada una legión de periodistas la esperaban. La pregunta estaba clara “¿Es cierto que están separados?”.

 La respuesta, como era de esperar estaba preparada y muy bien aprendida. 

"Pasan cosas en mi casa, pero no voy a entrar en eso. Si alguna vez eso es así lo sabréis. No voy a entrar en eso", se limitó a decir Echevarría. 

No te voy a decir qué parte es cierta y cuál no es cierta de lo que se ha publicado. 

Algunas lo son y otras no (…) Sabéis que no suelo mentir y que cuando ha habido crisis yo no he dicho nada y han pasado años. El tiempo dirá. No lo digo yo", agregó.

 “Estos días me han acompañado compañeros vuestros y no les he dicho nada”.

 Y recordó que es muy cautelosa con lo que dice o no porque hay una niña de por medio. "Estoy muy nerviosa, porque aunque estoy acostumbrada a las cámaras esto impone mucho, porque vaya revuelo.  Ahora no voy a entrar.

 Ni yo me voy a pronunciar, ni él lo va a hacer. Agradezco con el cariño que se me trata, pero es que no voy a pronunciarme". Y aunque aceptó que hay un distanciamiento entre ella y David Bustamante prefirió no utilizar las palabras divorcio o separación.

Sobre hace cuanto comenzó la crisis y sobre si, como se ha dicho, se inició en verano o el porqué de la poca frecuencia con la que ahora comparten fotos en las redes sociales dijo: "En redes sociales mi vida ha seguido siendo la misma de siempre.
 En enero subimos una fotografía y no lo hacíamos desde el verano”. Ante la insistencia de los medios allí presentes la actriz abandonó la presentación entre lágrimas.
Los rumores acerca de su separación tras 10 años juntos, que han sido confirmada por amigos cercanos de la que fuera una de las parejas idílicas, saltaron el lunes pasado.
 Ni Echevarría ni Bustamante han querido entrar en detalles. El cantante tras unos días en San Vicente de la Barquera volvió el pasado martes a Madrid y se le pudo ver en un coche todoterreno entrando a la vivienda que compartió con la actriz tras recoger a su hija del colegio.

El cantante cántabro y la actriz asturiana contrajeron matrimonio en julio de 2006 en la basílica de Covadonga.
 Paula Echevarría y David Bustamante se conocieron en Lanzarote y mantuvieron un noviazgo de nueve meses antes de dar el sí quiero. 
La pareja estaba considerada una de las más estables en el mundo de los famosos españoles ya que siempre se mostraban felices y enamorados.
 Y cuando los rumores acerca de una posible separación acechaban, los dos salían en defensa de su matrimonio.

 

Sobrevalorar a los niños les convierte en narcisistas................ Carolina García

Hacer valoraciones infladas de nuestros hijos les genera una autoestima frágil y dependiente.

Un niño se repeina frente al espejo.
Un niño se repeina frente al espejo.
“Eres el niño más inteligente”, “el entrenador debería sacarte siempre porque eres el mejor”, “eres la princesa más preciosa”... En un momento en el que los expertos nos recomiendan resaltar lo bueno que hacen nuestros hijos, evitando posibles problemas de autoestima, 
¿nos estamos pasando con los elogios?
 Un reciente estudio advierte de los riesgos de sobrevalorar a los niños, ya que se relaciona con el narcisismo, un comportamiento cada vez más común en el mundo occidental que puede conducir a la violencia y a la agresión.
 Esta conducta, que no ha sido muy estudiada, puede tener efectos negativos no solo hacia los demás, sino también con uno mismo.
 Dice la mitología que cuando Narciso se negó a aceptar el amor de una ninfa y esta se escondió en una cueva donde se consumió hasta que solo quedó su voz, para castigarlo por su rechazo, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente.
 En una contemplación absorta, incapaz de apartarse, acabó arrojándose a las aguas, un desenlace que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso.
 El narcisismo, término que tiene su origen en esta leyenda, es la admiración excesiva y exagerada que siente una persona por sí misma, por su aspecto físico o por sus dotes o cualidades.
 ¿Cuándo aparece el narcisismo? ¿Cómo aprendemos esta conducta? Estas son las preguntas que se hicieron expertos en Estados Unidos.
 Un reciente estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, se ha convertido en el primero que se hace con evidencia longitudinal -en el tiempo- sobre los orígenes de esta conducta. 
Los investigadores aseguran que “el inicio del narcisismo es social y que se debe, sobre todo, a la sobrevaloración paterna y no a la falta de cariño". 
"Y podemos ir más allá, parece ser más frecuente en los pequeños que interiorizan la valoración inflada sobre ellos que tienen o hacen sus progenitores”, explican los autores. 
Mientras que la autoestima, “según las mismas conclusiones, está definida por el cariño y no por la sobrevaloración”, apuntan.
¿Cuándo aparece el narcisismo? ¿Cómo aprendemos esta conducta? Estas son las preguntas que se hicieron expertos en Estados Unidos. Un reciente estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, se ha convertido en el primero que se hace con evidencia longitudinal -en el tiempo- sobre los orígenes de esta conducta.
 Los investigadores aseguran que “el inicio del narcisismo es social y que se debe, sobre todo, a la sobrevaloración paterna y no a la falta de cariño".
 "Y podemos ir más allá, parece ser más frecuente en los pequeños que interiorizan la valoración inflada sobre ellos que tienen o hacen sus progenitores”, explican los autores. 
Mientras que la autoestima, “según las mismas conclusiones, está definida por el cariño y no por la sobrevaloración”, apuntan. 

El estudio comenzó en la década de los noventa del siglo XX, y consistió en comparar la visión social frente a la psicoanalítica del concepto y origen del narcisismo en niños de entre siete y 12 años, “que es cuando aparecen las primeras trazas de este comportamiento”, puntualizan los expertos.
 La muestra, procedente de Holanda, fue de 565 menores que junto a sus familias fueron evaluados sobre distintos comportamientos como el narcisismo, la alta autoestima, la sobrevaloración de los padres y el cariño paternal.
“Se recomienda hacer intervenciones a este respecto con los padres con el fin de enseñarles cómo expresar afecto y aprecio hacia sus hijos sin la necesidad de decirles que son superiores a otros o que tienen derecho a ciertos privilegios”, prosiguen los autores. “Nuestras conclusiones también revelan que existen experiencias tempranas de socialización que cultivan el narcisismo y pueden ser útiles como información en tratamientos dirigidos a reducir el desarrollo narcisista en edades tempranas”.

El peligro de sobrevalorar a nuestros hijos

"Todos los padres creemos que, de alguna manera, nuestros hijos son especiales y lo son, para nosotros así es.
 Sin embargo, saber y sentir eso no es lo mismo que comunicarles de forma poco realista lo superiores que nos parecen que son", explica Olga Carmona, experta en Psicoterapia Breve y en Psicopatología de la Infancia y la Adolescencia, por correo electrónico.
Según la psicóloga, cuando sobrevaloramos a nuestros hijos, estamos haciéndoles un muy flaco favor. 
"Por un lado estamos generando una falsa autoestima, dependiente en extremo del reconocimiento externo, y, por otro lado, les estamos transmitiendo, con la mejor de las intenciones, que encajen en una determinada imagen, la que han interiorizado que tenemos de ellos.
 Si mi padre y mi madre me celebran constantemente lo inteligente que soy, lo que el niño interioriza es que para mis figuras de apego y referencia, la inteligencia es un gran valor y que su cariño hacia mí dependerá de que yo sea eso que para ellos es tan importante. Este sería el efecto secundario, un servilismo inconsciente hacia una determinada imagen".
Además, o sobre todo, lo que provoca la sobrevaloración es la construcción de una frágil autoestima que no se basa en la verdadera capacidad, sino en lo que los demás opinan sobre ella. "Esto es garantía de dependencia a un reconocimiento externo probablemente de por vida", añade Carmona.
"Al final, alguien narcisista es sobre todo alguien profundamente inseguro que ha hecho, del presunto amor a sí mismo, una bandera que mostrar a los demás, ya que en su interior todo eso se tambalea. Lo que es sólido por sí mismo no necesita refuerzos externos ni hacer apología de su fortaleza", termina la experta.

Puntos claves para no convertir a tu hijo en un narcisista

Según los autores del estudio de Colorado, los padres deben tener claro los siguientes puntos:
  • Los hijos siempre creen lo que sus padres les dicen como, por ejemplo, cuando les comunican que son más especiales que otros niños.
  • Es importante expresar cariño a tus hijos todo lo que puedas, "esto mejorará su autoestima, pero sin pasarse".
  • La sobrevaloración va muchas veces dirigida a fomentar y valorar el conocimiento de los hijos en muchos temas, incluso en aquellos que desconocen.
  • La sobrevaloración de los niños no es la única causa del narcisismo, también hay factores genéticos y otros factores ambientales.
  • Algunos niños pueden ser más propensos que otros a ser narcisistas cuando sus padres los sobrevaloran.