Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

4 abr 2017

Vendido por 71,2 millones de dólares un diamante rosa de 59,6 kilates

Una cadena de joyería china adquiere la piedra preciosa, conocida como Pink Star.

Una modela posa con el Pink Star durante la subasta de Sotheby's.
Una modela posa con el Pink Star durante la subasta de Sotheby's. AFP

El diamante rosa Pink Star ha batido el récord mundial de venta en una subasta para una piedra preciosa al llegar este martes a los 71,2 millones de dólares (66,85 millones de euros) en Hong Kong. 
Con sus 59,60 quilates es la gema más grande de su categoría, según el Instituto Gemológico de Estados Unidos (GIA), y ha sido vendida a la cadena de joyería china Chow Tai Fook,
"Sotheby's Hong Kong está muy orgullosa de haber batido este récord", ha declarado la presidenta para Asia de la casa de subastas, Patti Wong, subrayando que se trata de un nuevo récord mundial para este tipo de joya.
 David Bennet, presidente mundial del sector de joyería internacional de Sotheby's, quien dirigió la subasta, ha hablado de una "venta histórica".
El precio de subasta partió de 56 millones de dólares. La venta duró solo cinco minutos hasta que un comprador planteó la oferta ganadora por teléfono, provocando aplausos.
 La cadena de joyería compradora está presidida por Henry Cheng, cuya familia ocupa el tercer lugar de la lista de la revista Forbes de los más ricos en Hong Kong, con una fortuna 17.900 millones de dólares.
 El grupo tiene una amplia red de tiendas en China, así como en Hong Kong, Macao, Malasia, Singapur y Taiwán, aunque es relativamente poco conocido en Occidente.
El anillo con el diamante Pink Star subastado. 
El anillo con el diamante Pink Star subastado. Getty Images
El Pink Star es un óvalo resplandeciente extraído de un diamante en bruto de 132,5 quilates descubierto por el grupo especializado De Beers en África en 1999. Mide 2,69 x 2,06 cm y pesa 11,92 gramos. 
Según Sotheby's, fue "tallado con el mayor cuidado: se necesitaron casi dos años para revelar este magnífico diamante".
La gema ya había sido adjudicada en una subasta de Sotheby's en 2013 en Ginebra por 83 millones de dólares, pero el comprador, el diamantista neoyorkino Isaac Wolf, no saldó la transacción.
 Esta vez, "desde luego, el comprador tiene definitivamente la capacidad financiera" para pagar, ha dicho Wong a la prensa.

 

En los últimos años los compradores asiáticos han superado los listones más altos en cuanto a la adquisición de diamantes de todas las categorías.
 En 2015, un multimillonario hongkonés pagó 48,46 millones de dólares para poder regalar a su hija el Blue Moon, un diamante azul de 12,03 quilates, subastado por Sotheby's en Ginebra.
 Un día antes, la misma persona remató en 28,5 millones de dólares otro diamante, en este caso uno de color rosa muy intenso.
El anterior récord por una piedra preciosa vendida en subasta lo batió el Oppenheimer Blue, un diamante azul de 14,62 quilates engarzado en un anillo, adjudicado en Ginebra por la casa Christie's por 57,5 millones de dólares.


El anillo con el diamante Pink Star subastado. 
El anillo con el diamante Pink Star subastado. Getty Images
Primer plano del diamante Pink Star.
Primer plano del diamante Pink Star. Getty Images

Melanie Griffith: “Me sentí atrapada en mi matrimonio con Antonio Banderas”

La actriz habla de los motivos por los que acabó su relación con Banderas y asegura que en dos años no ha salido con nadie.

Melanie Griffith, en Los Ángeles.
Melanie Griffith, en Los Ángeles. GTRES

 

Melanie Griffith ha hablado de su relación con los que han sido los hombres de su vida y ha contado que se sentía "atascada" en su matrimonio con Antonio Banderas. 
 La actriz, que antes estuvo casada con Don Johnson y Steven Bauer, se separó de Banderas en 2014.
 Griffith ha desvelado que sus fracasos matrimoniales la han dejado muy reticente con los hombres.

La actriz, de 59 años, contó a la revista PORTER los motivos de la ruptura con Banderas:
 "Parte de la razón por la que mi matrimonio terminó es porque personalmente me quedé atrapada. 
No dejaré que eso vuelva a suceder, quiero disfrutar de la vida, quiero poder hacer lo que quiera"
Griffith en su nueva soltería lleva una vida en solitario.
 "Soy tímida con los hombres ahora, muy reticente.
 No he conocido a nadie en los casi dos años que llevamos divorciados. Sin embargo, eso no ha impedido que su mejor amiga, Kris Jenner, trate de presentarle gente en vano.

Antonio Banderas y Melanie Griffith mantienen una relación cordial tras su separación.
 Una muestra de ello fue que cuando su hija Stella del Carmen, de 19 años, abrió una cuenta de Instagram compartió una imagen en la que se podía ver juntos a sus padres. También se han lanzado mutuamente palabras de elogio. 
Banderas ha señalado hace solo unos días que mantiene una excelente relación con su exmujer y con los hijos de esta y que todos ellos forman una gran familia que la separación no ha roto.
 La actriz también habló sobre sus operaciones de cirugía plástica, revelando que ha pasado de nuevo por el quirófano para mejorar el aspecto de su rostro. 
Griffith  asegura que odia el proceso de envejecimiento.
 Antes, recurrió a inyecciones de bótox durante siete años. "¡Espero que me vean mejor!", ha dicho.
 De su brazo derecho también ha desaparecido el tatuaje con el nombre de Antonio, que fue una prueba de amor a Banderas.

Movida madrileña: poco heroísmo y mucho hedonismo................ Diego A. Manrique

Frente al estigma conservador y la nueva saña de los fiscales de la cultura de la Transición, se publica el libro 'La mala fama'.

 

Desde hace unos años, la llamada Movida ha vuelto a ser campo de batalla.
 Ya lo fue cuando el PP conquistó el poder y aplicó su lanzallamas; inolvidable aquel dictamen de Álvarez del Manzano: “nada, de la movida no ha quedado nada”. 
Ahora el tiroteo viene del otro extremo: los fiscales de la CT (Cultura de la Transición) se aplican al vituperio con idéntica saña.
En ambos casos, el nivel argumental es bajo.
 El entonces alcalde de Madrid aseguraba no recordar “un solo libro, un solo cuadro, un solo disco” (al menos, no presumía de haber pisado el Rock-Ola).
 Hoy, todo vale: recuerdos nebulosos, leyendas urbanas, incluso los pudores.
 En un libro reciente, supuestamente de crítica musical, las objeciones eran morales: resulta que aquellos movidos se dedicaban al sexo y a las drogas.

¡Caramba! Pues va a ser verdad. 
Sale ahora La mala fama (Editorial Berenice), donde Germán Pose reconstruye los asombrosos monólogos de 16 protagonistas de los ochenta.
 Una memoria oral que ratifica que se fornicaba mucho y se tomaba de todo.
Se trata de una formidable panorámica generacional.
 Pose ha evitado a esas primeras figuras de cuyas andanzas tenemos cumplida noticia.
 Su selección está escorada hacía el clan del cuero negro; en general, son peatones de la movida que comparten antipatía por los ganadores (abundantes recriminaciones a Almodóvar) y suspiran por los caídos (Antonio Vega, Antonio Flores).
Algunos, es cierto, estuvieron en el machito.
 Tesa Arranz conoció brevemente el estrellato, como animadora de los Zombies.
 Fernando Estrella, del grupo Peor Impossible, reinó en las barras de locales de moda y cuidó de famosos en pisos francos de camellos.
 May Paredes fue cortejada por un rock star estadounidense que consiguió que abrieran el Museo del Louvre para una visita privada; no se sintió impresionada y, muy madrileña, se quejó de que allí no se permitiera fumar.

Los personajes que desfilan por este libro han vivido.
 Han vivido mucho, han vivido duro.
 Son gladiadores, gente brava que no esperó a que los padres de la patria detallaran las libertades: se las tomaron, sin pedir permiso. Irrumpieron cuando el país estaba noqueado por amenazas de golpe de estado y cotidianos actos de terror; aprovecharon el desconcierto social y la dedicación de la Policía a otros menesteres.
Si algo tienen en común es la habilidad para seguir una vocación, para establecer un modus vivendi, para dejarse arrastrar por el frenesí del momento: cuenta Manolo UVI que iba para futbolista cuando escuchó a los Sex Pistols por la radio. 
Las únicas referencias políticas vienen de Carlos García-Alix, activista que conoció la cárcel.
Aparte del testimonio del cura Enrique de Castro, en La mala fama hay poco heroísmo y sí mucho hedonismo. 
Abundan las cabras locas, una descripción que se repite en más de un soliloquio. 
A la larga, demostraron extraordinaria capacidad de adaptación: uno de los entrevistados, pinchadiscos, termina ingresando –esto va a encantar a los inquisidores de la CT- en la Guardia Civil. Lo avisaron los veteranos: “en peores garitas haremos guardia”.

El ojo de la moda viaja en Instagram.......................... Estel Vilaseca

Las fotos de los ‘influencers’ en las redes sociales ganan terreno a los tradicionales editoriales de las revistas.

 

La actriz Úrsula Corberó, en una foto publicada en su Instagram para promocionar una marca de ropa.
Son tiempos convulsos para la producción editorial de moda.
 Mientras los grandes grupos se adaptan a la cultura digital, las redacciones tal y como eran hasta la fecha podrían estar en peligro.
 Esas fotografías estilizadas agrupadas en forma de pequeñas historias compiten hoy con las imágenes que personajes influyentes de todo el mundo lanzan desde sus redes sociales
. Los presupuestos para este tipo de contenidos tradicionales han ido reduciéndose al mínimo: la relación esfuerzo-impacto es baja.
 Lejos queda esa época en la que Diana Vreeland, la famosa editora de moda de Harper’s Bazaar, envió durante cinco semanas a Japón al fotógrafo Richard Avedon, a la estilista Polly Mellen y a la modelo Verushka con 15 maletas repletas de prendas para que dispararan una historia de 26 páginas para la revista. Titulada The Great Fur Caravan, es una buena representación de esa fotografía de moda aspiracional en peligro de extinción que hace uso de la fantasía y la creatividad para vender lujo. “¡El ojo tiene que viajar!”, decía Vreeland.
Hoy el ojo viaja, sobre todo, a través de Instagram y muchas marcas han empezado a poner todos sus esfuerzos para que sus productos se cuelen en estos nuevos relatos digitales. “Como influencer aprendes a formar parte de una estrategia online, a vender el producto.
 Eres una pieza fundamental”, explica Mila Plaza de Style in Lima, una veterana bloguera de Barcelona que ahora ha montado su propia agencia de comunicación. 
Y si para estas nuevas editoras las marcas parecen ponerlo muy fácil, las estilistas que trabajan con medios tradicionales sienten que cada vez les es más complicado hacer su trabajo.
 “Me piden un montón de información: dónde se va a publicar, quién me representa, el moodboard… 
Siempre intento ser lo más educada posible pero en muchas ocasiones ni me respondan los mails”, explica la estilista Rebeca Sueiro.
 Ella señala como lo peor la saturación: “La cola para las prendas es cada vez más larga.
 Que grandes marcas tengan un solo muestrario es inexplicable”. 

Impacto más inmediato

Un bolso en un selfie se suele traducir en un impacto mucho más inmediato.  
Maria Ke Fisherman se define como “una marca digital”. La proliferación de sus prendas en la Red ha ayudado a dar visibilidad a esta firma madrileña que exporta la mayor parte de su producción.
 “A mí una foto editorial bonita me parece que me sube el producto mucho más.
 Pero, al final, el típico selfie del baño muestra una forma más normal de llevar la ropa y en ventas eso te ayuda”, explica María Lemus, su diseñadora.
 Como consecuencia, el valor de estas imágenes cotiza al alza
 Mientras que las imágenes editoriales para revistas con un valor de producción más costoso no suelen implicar una transacción económica de la marca, un influencer puede pedir para hacerse una foto con un producto de 200 hasta 3.000 y 5.000 euros cuando se trata de personajes con muchos seguidores y una reputación alta.
 No todas las marcas pagan, ni todos los influencers cobran: todo depende de los intereses de unos y de otros.
 Los dos formatos podrían convivir, pero la pregunta se torna inevitable:
 ¿Hoy tiene más valor un selfie o una foto editorial? Sergi Pedrero es probablemente una de las personas que mejor conoce los mecanismos de deseo que activan las imágenes digitales. 
Formado en una agencia tradicional, se independizó para representar a Dulceida, una bloguera transformada en youtuber que sigue rompiendo récords (1,6 millones de seguidores en Instagram y subiendo). 
Centrado ahora en su propio proyecto personal, The Tripletz, reflexiona: 
“La calidad no depende del formato, la calidad está en la idea, en los medios, en cómo representas esta imagen en la que aparece la prenda”.
 Para Pedrero puede haber imágenes de Instagram que “son auténticas obras de arte y fotos editoriales que son muy malas”.
Pero ser responsable de imágenes editoriales maravillosas no es ahora tampoco garantía de nada.
 Ana Murillas, estilista de algunas de las imágenes más bellas del panorama editorial patrio, es muy crítica.
 “Da igual la calidad, solo quieren visitas y cada vez hay que hacer más fotos en menos tiempo: para Instagram, para la web… 
Y, al final, tienes 50.000 fotos que son una mierda en lugar de tener 4 que sean impresionantes.
 Es el fast food de la moda.
 Es horrible el poco valor que se le da a cualquier cosa artística, a algo bien hecho”, sentencia.