Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

24 mar 2017

La última propuesta de Gucci: calcetines y medias de látex

La casa italiana lanza al mercado sus clásicas sandalias acompañadas del complemento de caucho por 980 y 1.150 euros.

Sandalias con calcetines en rojo y beige, y medias en rojo, de Gucci.

 

La firma de moda Gucci ha querido reinventar sus clásicas sandalias de tiras dándoles un toque de novedad, y para ello han decidido añadir un complemento: unos calcetines y unas medias de látex.
 En azul, negro y rojo, las sandalias van acompañadas de estos accesorios de caucho en rojo y beige. 

Hace unos días, la cuenta de Twitter de la cadena de tiendas estadounidenses de lujo Nordstrom tuiteó las sandalias —que se venden por 980 euros las que tienen calcetín y por 1.150 las de las medias—, objeto que, más que de deseo, ha sido recibido con críticas en la red social. 
"¿Qué es esto? ¿Esto es serio?", tuiteó la usuaria @ElleTrain934 el pasado jueves. 
"Algo horriblemente feo e incorrecto, ¡y ridículamente caro!", escribió @Ballpit_Gangsta. 
 
Esta propuesta pertenece a la colección primavera-verano de la casa italiana y ya se presentó en la Semana de la Moda de Milán, celebrada en septiembre de 2016.
 Al menos, aunque el conjunto no guste a los clientes, podrán dar uso a las sandalias. 
La temporada pasada la industria de la moda hizo un intento por que los calcetines se pusieran en boga junto a las sandalias o zapatos bajos, pero no cuajó
. Sin embargo, lo de las medias de látex es toda una novedad.
 Sí existen, sin embargo, los botines y las botas de plástico, como las que diseñó Kanye West bajo su marca de moda Yeezy, conocidas como Clear Boots.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce o no es todo como lo enseña Kylie Jenner en su Instagram.
 A la pequeña del clan Kardashian las botas de plástico le quedaban estupendas, pero la bloguera neoyorquina Kelsey Stiegman destapó la realidad del asunto: el pie suda y el plástico se empaña.
 Y hay fotos para demostrarlo.
 Puede que este tipo de calzado quede bien a la vista —depende del gusto de cada uno—, pero no es cómodo ni saludable.  

 

You trollin?

Esta es la razón por la que las chicas más influyentes de Instagram visten de Mango



La estrategia de la firma catalana pasa por fichar a rostros tan conocidos como Gilda Tordini, Patricia Manfield o Pernille Teisbaek.

 Ellas lucen sus prendas en redes sociales y sus seguidores las desean al instante. 

 

Mango
Gilda Tordini, cofundadora de la exitosa firma Attico, con chaqueta y camisa de la firma española.
Foto: Cortesía de Mango
Si tienes Instagram y sigues a prescriptoras tan famosas como Yasmin Sewell, Patricia Manfield, Gilda Tordini o Pernille Teisbaek te habrás dado cuenta: todas visten de Mango. 
 La firma española ha logrado infiltrarse en los armarios más codiciados de Instagram y ha encontrado su lugar entre las prendas y complementos de las grandes firmas que sus dueñas acostumbran a lucir.
 No es casual. Todo forma parte de la revolución estratégica de Mango, que hace unos meses decidió olvidarse de los desfiles, los catálogos y los dos encuentros anuales con la prensa para adaptarse a los nuevos tiempos. 
Y cualquier firma que quiera acabar con todo vestigio tradicional sabe que Internet y las redes sociales han de ser sus grandes aliados.
 
Mango
Las españolas Nuria Val (frecklesnur) y Blanca Miró también son #MangoGirls.
Foto: Cortesía de Mango / Instagram @blancamiro
Las colaboraciones con blogueras, instagramers y compañía son el pan de cada día para un creciente número de marcas.
 Pero a Mango no le vale una cantidad decente de seguidores y cierta intuición para crear looks efectistas.
 Lo sorprendente de su estrategia es que ha conseguido adherir a las #MangoGirls (hashtag que aglutina las publicaciones de todos los estilismos con prendas de la firma) a los rostros más perseguidos por los fotógrafos de street style. 
Ya en 2012 fue de las primeras empresas españolas en apostar por Chiara Ferragni y ahora multiplica los nombres internacionales con prestigio e influencia en la industria de la moda más allá de sus seguidores.
  Por poner algunos ejemplos: Yasmin Sewell es directora de moda de Style.com y cofundadora de la firma Être Cecile, Gilda Tordini es dueña y diseñadora de la exitosa Attico y Pernille Teisbaek es estilista y cofundadora de Zocial Zoo.
 En el panorama nacional ha elegido cuidadosamente a Blanca Miró o Nuria Val (más conocida como @frecklesnur) y entre sus fichajes no hay ni rastro de perfiles que no jueguen en primera división. 
“Hay muchas chicas influyentes en Instagram y algunas de ellas con millones de seguidores.
 Para nosotros no es tan importante la cantidad de followers sino que podamos contar con mujeres que representan el espíritu de la firma: femeninas, actuales, con actitud positiva y personalidad”, confiesan desde Mango a S Moda.
Mango
Patricia Manfield y Pandora Sykes, dos de los rostros más buscados en Instagram, luciendo prendas de Mango.
Foto: Instagram @patriciamanfield / @pandorasykes
Pero, ¿cómo funcionan estas uniones? “Se trata de un tipo de colaboración muy orgánica. 
El secreto está en que ellas se sientan a gusto con la marca y por ello solemos extender las colaboraciones en el tiempo, más allá de limitarlas a temporadas concretas. 
 El mensaje perdería consistencia si cambiáramos muy a menudo de rostros”, explican desde la firma catalana.
 Por eso las mismas chicas que popularizaron las prendas de Mango la temporada pasada repiten con la llegada de las últimas novedades.
 Ellas mismas eligen sus piezas favoritas de cada colección y las integran en sus looks diarios mezclándolas con otras de su armario. 
 “La elección es 100% suya y esa es la clave para que todo funcione.
 Seleccionan lo que quieren ponerse porque les gusta y porque representa su estilo personal”, insisten desde Mango.
 Entonces, ¿la marca les regala su selección?, ¿les paga por darles visibilidad en redes? “No hay un modelo de colaboración único. Depende de cada caso”, responden.
 Normalmente Pernille Teisbaek indica en las fotos en las que posa con prendas de la firma que se trata de contenido patrocinado utilizando el hashtag #sponsored
Yasmin Sewell lo indica a golpe de #partner. 
 Otras no especifican que se trata de una colaboración pero nunca olvidan etiquetar a la firma ni añadir el indispensable #MangoGirls.
Las afiliadas a este club son fuente de inspiración para los fanáticos de las tendencias que se cuelan a diario en sus vidas (digitales) para inspirarse en sus looks.
 Se han convertido en referentes e iconos de estilo para un público muy concreto que quizá no pueda permitirse los mismos bolsazos pero sí acaben picando con un abrigo de precio asumible. 
 Justo lo que ocurrió hace unos meses cuando un chaquetón de cuadros de la firma acabó viralizándose en las cuentas de Pernille Teisbaek, Lucy Williams, Joanna Halpin y Patricia Manfield o cuando unos zapatos de tacón cuadrado se convirtieron en omnipresentes en las semanas de la moda.
 La compañía catalana se ha marcado como objetivo duplicar su negocio online hasta 2020 (del 11% actual hasta el 20% en cuatro años) y parece que confía en la viralidad para lograrlo.
Mango
La polifacética danesa Pernille Teisbaek colabora habitualmente con Mango.
Foto: Instagram @pernilleteisbaek / Mango



Desmontando la utopía escandinava: no todo es tan ‘cool’ como parece


El periodista británico Michael Booth publica un libro titulado Gente casi perfecta, que pretende desarmar el mito de la utopía nórdica.

Desmontando la utopía escandinava: no todo es tan ‘cool’ como parece
La ubicua bloguera Pernille Teisbaek, que publicó recientemente 'Dress Scandinavian', para imitar el estilo de las escandinavas.
Por el mismo motivo que subir a un avión de Norwegian Airlines da más confianza que hacerlo en otras compañías low cost, añadir el adjetivo “nórdico” a cualquier cosa hace que parezca, y se venda, mejor: estilo nórdico, diseño nórdico, tipo nórdico.
 El periodista británico Michael Booth, como cualquier otro occidental, era consciente de esa buena reputación casi universal de todo lo escandinavo pero tenía más conocimiento de causa que la media.
 Casado con una danesa, ha vivido durante casi dos décadas en el país de su familia política, con el que tiene una relación de amor-odio. 
En la que el odio pesa un poquito más que el amor.
 Ese fue su punto de partida para escribir Gente casi perfecta, un ensayo muy premiado y polémico que ahora edita Capitán Swing en España y con el que se propuso destruir con hachazos vikingos “el mito de la utopía escandinava”.

El periodista británico Michael Booth publica un libro titulado Gente casi perfecta, que pretende desarmar el mito de la utopía nórdica.


Durante unos años, Booth convenció a su mujer y a sus dos hijos para vivir en Reino Unido, pero volvieron a Dinamarca hará cosa de cuatro años, cuando la fiebre nórdica había alcanzado su pico. 
El éxito de Stieg Larsson y Henning Mankell había abierto las puertas del mercado editorial a cualquier autor de novela negra con domicilio fiscal al norte de Alemania. The Killing, El puente y Borgen triunfaban en televisión. 
Lars von Trier y Thomas Vinterberg encontraban relevo en Susanne Bier y Nicolas Winding Refn en los festivales de cine.
 Arquitectos daneses como Bjarke Ingels se llevaban grandes encargos internacionales, Olafur Eliasson iluminaba la Turbine Hall de la Tate Modern, Rene Redzepi del restaurante Noma de Copenhague se coronaba como mejor chef del mundo desde la portada de Time, se consolidaban Skype y Spotify y por supuesto IKEA y H&M uniformaban nuestras vidas. 
Al fin y al cabo, si uno quiere distinguirse un poco, siempre tiene COS, &Other Stories o Ganni.
 Esta misma web nos ha advertido varias veces de que unas de las mujeres más estilosas del mundo son las escandinavas.
Una ídilica imagen de Copenhague, la ciudad más feliz del mundo (según las listas).
Foto: Instagram/ @myscandinavianhome

Para eso hizo un amplio trabajo de campo. 
Viajó por Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia e Islandia, se entrevistó con antropólogos, filósofos, periodistas y pescadores, se achicharró los genitales en una sauna finlandesa, se apuntó a un campamento para adultos de canto coral –a los daneses les pirra cantar en coro– y bebió muchas latas de cerveza demasiado gaseosa.
Meik Wiking, nada menos que el director del Instituto de la Felicidad de Copenhague firma Hygge. La felicidad en las pequeñas cosas (Cúpula).
En el tiempo transcurrido, la fiebre nórdica no ha disminuido lo más mínimo. 
Todos, absolutamente, todos los hits del pop estadounidense siguen fabricándose en estudios de Suecia, a manos de los superproductores como Max Martin.
 Este invierno, además, se han puesto de moda los libros sobre el hygge, el concepto danés del bienestar a base de juntarse con los seres queridos y aplicar pequeños gestos domésticos.
 La editorial Zenith publicó Hygge. El secreto de los daneses, de Louisa Thomsen Brits y Meik Wiking, nada menos que el director del Instituto de la Felicidad de Copenhague firma Hygge. La felicidad en las pequeñas cosas (Cúpula). 
El famoso hygge es uno de los caballos de batalla de Booth en Gente casi perfecta, donde va retratándose con humor como un inglés cínico que no acaba de entender la ingenuidad nórdica. Según Booth, la glorificación de los placeres sencillos conduce a “la satisfacción autocomplaciente, cómoda y pequeñoburguesa” y ejerce de mordaza social.
 Además, tanta insistencia en el recogimiento en comunidad tiene un punto xenófobo.
 El antropólogo Jeppe Trolle Linnet abunda que “el hygge actúa como vehículo para el control social y establece su propia jerarquía de actitudes e implica una estereotipificación negativa de los grupos sociales que se perciben como incapaces de crear hygge”. Booth lo traduce así: 
“La inferencia consiste en que como solo los daneses conocen realmente la manera de pasar un rato hyggelig, sienten lástima de los pobres extranjeros con sus pretenciosos cócteles, con sus cenas donde se llega a discutir con vehemencia y con sus fiestas y planes sofisticados”. 
Él ha aprendido a base de quedar mal en decenas de reuniones sociales (su explicación del complicado calendario festivo danés también tiene miga) que la zona de confort de los nórdicos en una fiesta pasa el consenso:
 “Prefieren ceñirse en gran medida a hablar sobre la vida y milagros de donde se compró cierta botella de vino, lo poco que costó y si la que están bebiendo ahora es mejor que la anterior”.

En realidad, hay un motivo por el que los países del Norte –Booth admite que usa “nórdicos” y “escandinavos” como sinónimos aunque no lo son: técnicamente ni los finlandeses ni los islandeses son scandi– suelen encabezar los ránkings de países más felices del mundo.

  Y no tiene tanto que ver con las velas aromáticas y los bollos de azafrán horneados en casa sino con la democracia y el sistema impositivo que produjo el milagro nórdico en los sesenta.

 Ahí, el autor saca a relucir sus tendencias neoliberales (admite que crecer en la Inglaterra de Thatcher puede haberle estropeado para siempre), cuando apunta a que, a su entender, ensanchar tanto la base de la clase media, sumado a la tendencia cultural a “no destacar” ha desactivado la excelencia y generado trabajadores poco productivos. 

No, no todo el mundo puede permitirse presumir de ‘hygge’ en su hogar.
Foto: Instagram/ @marzena.marideko
El país de su familia política, añade, tiene un secreto más oscuro que “lo que hizo el tío abuelo Olof en la guerra”: su deuda privada. “Los daneses deben, de media, el 310% de sus ingresos anuales, más del doble de lo que deben los portugueses o los españoles, y el cuádruple que los italianos”, apunta el autor de Gente casi perfecta. 
 Vaya con los industriosos vikingos.
En sus viajes, Booth se dedica a mirar bajo las alfombras y señalar el aislacionismo noruego que raya, según él, en el ultranacionalismo, el sisu finlandés (el espíritu de resistencia y virilidad, que en realidad él traduce en machismo puro y duro) y el lagom sueco, la obsesión por ser moderado, razonable y modesto hasta el punto que la mediocridad es lo único aceptable, así como el racismo y el alcoholismo en distintos puntos de la región.
 Por supuesto, se cruza con gente estupenda que le invita a arenques y cangrejos y se detiene en reconocer los pequeños milagros de la vida nórdica, como el hecho de que (no es un mito) te persigan para darte la cartera si se te cae o que se aparque a los bebés en las terrazas de las cafeterías sin miedo alguno a que les ocurra algo malo. 
 Gente casi perfecta no impedirá que los medios del resto de Europa sigan emitiendo con periodicidad también nórdica reportajes sobre el modelo educativo finlandés o publicando artículos sobre los envidiables permisos de paternidad suecos.
 Ante todo, lo importante es no reaccionar a esos documentos, ni al propio libro de Booth, a lo Ana Rosa Quintana, que tras la emisión del Salvados en Helsinki, tuiteó:
“Estupenda la educación en Finlandia, pero ¿y el frío y los suicidios y no poder sentarte a tomar unas tapas y unas cañas?”.

Una revista desvela que Melania se niega a compartir cama con Trump: "No oculta lo miserable que se siente"

'Us Weekly' asegura que "tienen habitaciones separadas" y que "nunca pasan la noche juntos".

REUTERS
El pasado 17 de marzo, la primera dama Melania Trump caminó a través del césped de la Casa Blanca con su esposo, Donald. 
Con los fotógrafos como testigos, la modelo eslovena —de 46 años— sonrió cuando el multimillonario, de 70, agarró torpemente su mano y las puntas de los dedos.

Una vez terminado el protocolo obligatorio de la foto, ella, Donald y su hijo de 11 años, Barron, se subieron al Marine One, el helicóptero de POTUS, que los llevó a su propiedad de Palm Beach (Florida) Mar-a-Lago.

A bordo del helicóptero —y lejos del ojo público— Melania dejó caer el acto. 
Y el gesto de Donald con su mano.
 Según una fuente de la familia —mencionada por la revista Us Weekly, "Melania no oculta a su entorno lo miserable que se siente".
 Eso, por supuesto, incluye al propio presidente.
Múltiples fuentes afirman que la modelo —que actualmente vive lejos de Washington, DC, en la Torre Trump de Nueva York mientras Barron termina el año escolar—, "se niega a compartir cama con Donald" e, incluso, "raramente duermen en la misma ciudad".

"Tienen habitaciones separadas", dice otro miembro del entorno de Melania. "Nunca pasan la noche juntos", asegura.
Una tercera fuente dice, incluso, que la pareja duerme en la misma habitación pero tiene camas separadas: "Melania quiere estar con Donald lo menos posible", explica una fuente familiar, citada por Us Weekly.
 "Ella pasa de Donald, de la presidencia o de cualquier cosa que le obligue a involucrarse".