Fotografía: Lupe de la Vallina
Oona Chaplin
[Madrid, 1986] busca incesantemente cambiar de opinión.
Contradecirse.
Tiene una energía incontrolada, una conversación vertiginosa en la que
conscientemente defiende una cosa y la contraria.
Cada vez que lo hace
ríe con más estruendo.
Es actriz, pero se siente una extraña entre
actores; está más cómoda en ese papel de enfant terrible que vuelve
locos a sus representantes trastocándoles los planes.
No se lee los
contratos, rechaza papeles por pálpitos y se aburre en las entregas de
premios.
Los impulsos son su droga dura. Nunca conoció a Charles Chaplin,
el abuelo que le dio la fama y el apellido, pero aminora y dulcifica la
voz al mencionarle, con la delicadeza con la que se abraza a un
recuerdo.
Desde que saltó a la fama con su papel de Talisa Stark en Juego de Tronos,
su carrera avanza entre Hollywood, Reino Unido y España, donde no
consigue que nadie pronuncie bien su nombre, aunque todos sepan lo que
ocurrió en la Boda Roja.
Se confiesa pija y privilegiada, pero ya ha
dejado de sentirse culpable por ello.
Tampoco se preocupa cuando la
rechazan. Si lo de actuar no funciona, buscará otra cosa.
Con la película Proyecto Lázaro vuelves a la ciencia ficción y al cine distópico. ¿Quedan ganas de más después de rodar Black Mirror?
[Risas] Sí, claro que sí.
Todo surgió porque Mateo Gil
se puso en contacto con mi repre, diciendo que quería tomar un café
conmigo.
En ese momento se me congeló el tiempo, es una de las personas a
las que más admiro en el cine español.
Es responsable de los mejores
guiones que ha producido este país. Nos conocimos y la conversación fue
increíble, el guion trata sobre cosas que me emocionan muchísimo.
Me
obsesiona la muerte, y ese es un tema bastante central en la historia.
Y
él lo trata de una manera que me cuadra. El personaje principal, que en
mi humilde opinión es un gilipollas, me encanta, porque te mete en la
cabeza de otra persona.
No es un tipo cualquiera, es especial, muy raro.
Te da la vuelta por dentro, y parece que estás viviendo sus decisiones.
Dialogar sobre la muerte en ciencia ficción es el sueño de cualquier
persona a la que le mole la ciencia ficción.
Eres muy fan de Star Wars y de otros clásicos del género. ¿Están los títulos que se están haciendo ahora a la altura?
Diría
que sí, sin duda.
Además de los clásicos, soy muy fan de esta ciencia
ficción; creo que es el mejor tipo, la que usa la distancia para hacer
un comentario sobre el ahora.
Todo eso es la temática de la película: el
futuro, el pasado, el presente. ¿Quién quiere vivir en el presente?
Muy
poca gente. Si somos honestos, vivimos en el futuro, o en el pasado; es
el gran error del ser humano.
Es de lo que tratan muchas de las
espiritualidades de todo Oriente, que son las que más me fascinan.
Las
que hablan de cómo reducir el futuro y el pasado para que tu nivel de
atención esté en la eternidad de cada momento, en el infinito de cada
momento.
Eso se trata en la película, lo que pasa es que yo me enrollo,
él lo trata de una manera mucho más sencilla [risas].
Luego lo
que me moló del personaje fue el tratar de construir una relación a base
de momentos, momentos que están todos escritos en el guion.
Que alguien
pueda imaginarse tantos momentos fugaces dice mucho de la sensibilidad
de Mateo.
Son instantes que parecen intrascendentes, como lavarte los
dientes o buscarte las canas en el espejo con alguien; si pudiéramos
verlos tiempo después nos daríamos cuenta de que son realmente lo que da
forma a la relación.
¿Cómo
volver a apreciar esos momentos?
Esto me ayudó mucho, me ayudó a vivir
mejor. Ese tratamiento de la temática.
Si me muero, algunos de los
momentos del montaje de mi película, de mi vida, serían esos.
Momentos
cotidianos a los que no das valor. Como las peleas, que hay que apreciar
cuando una pareja lo hace, cómo fluye la energía…
Las relaciones son
superinteresantes, pero son mucho más enriquecedoras todas estas
pequeñas cosas.
En El viaje más largo,
la película que adaptaba la novela de Nicholas Sparks, cuentan que no
te cortaste a la hora de añadirle más líneas a tu guion, modificarlo.
¿Es algo que haces habitualmente?
A
veces sí.
Con Mateo tenía muy decidido que era yo el personaje, eso
influyó mucho, y cuajamos.
Y además no había mucho guion, era mucho
mayor la improvisación.
Yo soy más «chica montaje» [risas]. Mis dos especialidades en el mundo del cine son enfermera y novia del pasado. Son cosas que hago mejor que nada en el mundo.
Y sufridora por amor.
También. Y no puedo tener hijos y siempre muero.
Vas por el camino de Sean Bean.
Exacto.
Y perfecto, ¿eh? Aunque lo que más me frustra es la falta de
imaginación y de interés que existe en los papeles femeninos.
A la gente
no le interesa quiénes somos las mujeres, le damos absolutamente igual.
¿Y sabes lo peor de eso? Que los que lo sufren más son ellos; los
hombres, a la hora de enfrentarse a una mujer de verdad, no se les pone
dura.
No saben por dónde empezar y sufren. Mucho.
Ese modelo reducido de
mujer que se fomenta, reducido a lo más banal y lo más básico, les hace
mucho daño a ellos.
Porque no somos nada básicas. Somos muy complejas,
muy ricas, muy sabrosas, superpoderosas.
Cuando hay un guion como El viaje más largo,
que está escrito por un hombre, basado en una novela de un hombre, en
la que todo son hombres en el mundo de producción… me gusta entrar en la
lucha, aportar algo que haga a los personajes femeninos más
interesantes, más reales.
Por eso hice lo de cambiar partes del guion.
Me gusta hacerlo siempre, pero en esa película en concreto lo hice
muchísimo, luché a muerte por esos cambios.
Y todos los hombres allí
estaban super a favor de que lo hiciera, lo que pasa es que les costó
entender porque son hombres blancos. Menos George [Tillman] que es negro, y es otro chip.
Te significas mucho como feminista, pero la etiqueta no te convence del todo.
El
término «feminismo» me parece una reducción a lo más básico, no tiene
nada que ver con un -ismo, que son movimientos que cuando llegan al
poder, fallan.
Todos. Y por eso defiendo una manera de honrar lo que
existe ya, no un movimiento.
Es un trabajo que tienen que hacer muchas
feministas también, y todo ser humano: estar a gusto con la verdad que
te incorpora. Así de sencillo… y complicado [risas].
Es un
postulado muy simple, y luego llegamos nosotros y lo complicamos, lo
jodemos todo.
Por eso el -ismo del feminismo me genera rechazo, pero
claro, si me preguntas si soy o no feminista, lo soy. Absolutamente.
El
lenguaje me gusta mucho, hablo muchos idiomas, y el origen de las cosas
me interesa, por eso asocio el -ismo a cosas que fallan: el comunismo,
el capitalismo, el socialismo, el consumismo….
Todos han fallado.
¿Por
qué alguien feminista opta por protagonizar una película basada en un
libro de Nicholas Sparks, con un concepto del amor tan trágico en el que
la mujer siempre hace la mayor parte de los sacrificios?
Aunque no te guste el término, durante tu carrera has protagonizado bastantes reivindicaciones feministas. Cuando llegaste a Juego de Tronos te quejaste de que el papel de mujer estaba circunscrito a ser «o puta o virgen», aunque ahora no sea exactamente así.
Así fue.
Porque además en Juego de Tronos
ellos no tratan de idealizar nada, están enfrentándose a una situación.
¿Y qué es lo que les pasa a las mujeres? Las violan, las cosifican, las
usan para sus ganancias de poder y son objetos de los hombres para su
recreación.
Y eso es lo que estaban representando.
Al margen del hecho de que es el reflejo de una sociedad medievalista, aunque fantástica.
Vale,
pero no es muy diferente de lo que está pasando ahora.
La serie les ha
dado mucho más poder y todo el mundo está supersorprendido, pero eso era
así.
¿Por
qué alguien feminista opta por protagonizar una película basada en un
libro de Nicholas Sparks, con un concepto del amor tan trágico en el que
la mujer siempre hace la mayor parte de los sacrificios?
Sí, es absolutamente así, pero en realidad la película es un homenaje a todas las mujeres que han hecho eso en su vida.
¿No es una defensa?
A
ver, yo creo que ser capaz de renunciar a todo por amor es de las cosas
más grandes que puedes hacer en tu vida.
Seas mujer, hombre, niño o
viejo.
Si lo das todo por amor es que amas de verdad.
Si no estás
dispuesto a darlo todo eres un puto cobarde, no estás siendo de verdad.
Nicholas Sparks viene de un mundo, y lo que me gustó fue poder entrar en
él; tan diferente, tan profundamente diferente a mí.
Tiene una
perspectiva distinta, y cuando nos sentamos a hablar, aprendí un montón
de ese tío.
¿Tenías prejuicios sobre él? Basándote en su literatura.
Sí, porque The Notebook (El diario de Noah)
la he visto cincuenta mil veces y creo que idealiza tanto al hombre
como a la mujer. Idealiza el amor.
Es un cuento de hadas, no intenta
cambiar la sociedad ni comentarla.
Él existe en el romanticismo, es un
pozo sin fondo de historias de romance entre un hombre y una mujer que
se aman profundamente y que van a acabar juntos y muriendo. Porque
siempre es así.
Pero dentro de esa tragedia está el amor.
Eso es lo que
habita él, todo el rato. Respira romanticismo.
Qué rosa, ¿no?
Muchísimo. Pero no rosa para él. Al conocerlo se volvió no-rosa también para mí.
Siempre,
salvo cuando trabajaste con Claudia Llosa, has estado a las órdenes de
directores varones. ¿Hay alguna diferencia, de sensibilidad distinta,
una sintonía diferente cuando trabajas con una mujer?
Hombre, es que además Claudia es una crack, una monstrua.
Con ella rodé la escena de amor más increíble de mi carrera.
Y no solo porque fuera con Cillian Murphy, que es un actorazo y está muy bueno…[Risas]
No sé cómo habrá quedado, no la he visto todavía, pero la intención es
que fuera una escena continua, que no se cortara, plasmando todo lo que
se puede exprimir de una relación que no funciona pero que quiere
funcionar.
Me
pareció como… ¡Hostia! ¡Qué poderoso!
Y ella sí que le da una
complejidad femenina especial, un sabor diferente.
Aunque lo estoy
diciendo mucho y quizá me arrepienta, creo que el gran problema es que
los hombres eyaculan.
Hay un gran problema a nivel mundial porque los
hombres eyaculan. Es una falta de respeto al sexo el hecho de eyacular.
Aunque a veces no.
Aunque estudiaste en la Escuela Real de Arte Dramático de Londres (RADA), dices que tu gran sueño habría sido ser periodista.
Sí,
y no tengo muy claro por qué.
Creo que porque me permitía viajar,
entrar en zonas de conflicto, que me fascina, e intentar aprender del
hombre basándome en por lo que lucha.
Algo que ahora me parece una
gilipollez, ridículo; luchamos por tanto que no merece la pena… Pero
intentar entender eso durante un tiempo fue fascinante.
Ahora me gusta
más intentar aprender sobre lo que vivimos, por lo que sentimos alegría.
Te
has involucrado en causas humanitarias. Has visitado el campamento de
refugiados de Calais, que acaban de cerrar. Impulsaste una petición para
que el Gobierno británico los acogiera.
Sí,
luché mucho para que se acogiera sobre todo a los menores no
acompañados.
Hay mil doscientos, solo doscientos han llegado a Gran
Bretaña y la mayor parte de los casos tienen posibilidad potencial de
tener un asilo legal.
Tienen derecho, en realidad, por leyes
internacionales. Pero por vaguería, asquerosidad y repugnancia del
Gobierno conservador británico no se ha hecho absolutamente nada. Y hay
niños que tienen ocho años y están allí, solos.
Han viajado por once
países solos, y están en riesgo de sucumbir a todo el trauma que eso
supone.
¿Qué futuro hay para esas criaturas? No se trata de que sean tus
niños, son el futuro los niños.
Y en este momento estamos siendo muy
injustos con nuestro futuro; si hay que verlo de manera egoísta, así se
pintará. Parece la única manera de que la gente pueda reaccionar.
Lo
que está ocurriendo es una tragedia a nivel humano, y es la mejor
oportunidad que nos ha dado la historia para que la democracia brille
con una luz tremenda, todo lo que significan los valores sobre los
cuales se supone que se ha construido esta sociedad.
Estamos luchando y
derrumbando Gobiernos, y asesinando gente en los países de donde vienen.
Estamos luchando por estos valores de la democracia, de la libertad,
del consumismo… Pues no.
No se puede luchar sin ser consecuente en tus
fronteras con la gente que lo necesita de verdad.
El hombre blanco tiene
mucho que perder en esta apuesta. El hombre blanco se la está jugando, y
creo que va a caer.
Él ha sido el gran responsable de los conflictos a
nivel mundial que estamos viendo hoy.
El hombre blanco, fíjate, los más
privilegiados en este mundo nuestro.
Dices que eres «la persona más privilegiada que has conocido jamás».
Sin
ser hombre blanco, siendo mujer latina, soy la persona que más suerte
ha tenido de todas las que conozco.
He sido muy afortunada: mis padres
se quieren, me quieren, quieren a mis hermanos, tengo gente alrededor
que tiene una imaginación y una creatividad insólitas.
Nunca me ha
faltado de nada, he viajado donde he querido, he tenido todos los lujos y
privilegios que se le pueden dar a una persona…
Y no solo eso. He
disfrutado el sabor de poder ver otros mundos, de viajar de Cuba, a
Suiza, a Sri Lanka; te da unos referentes que molan mucho.
Te hace
sufrir mucho también, pero porque no lo he sabido asimilar hasta hace
muy poco.
El paso de la culpabilidad al agradecimiento es algo muy
grande.
Creciste
en un ambiente rodeada de creatividad; una madre actriz, un padre
músico y director de fotografía, pero ninguno de los dos ha sido nunca
una socialite.
Dices que agradeces no haber estado nunca en ese ambiente de fiestas que…
No, no he vivido eso. Mi familia es de «artistas», no stars, ni celebrities.
Y mi madre se deja el pellejo, se lo trabaja todo un montón. Los
festivales son agotadores porque lo da todo.
La ves, y la luz y la
sabiduría que tiene y que transmite es un acto de generosidad increíble.
Es un trabajo muy profundo, muy serio, para ella.
A
tu madre, Geraldine Chaplin, ¿no le ha afectado lo que denuncian las
actrices más veteranas de que a partir de cierta edad el trabajo se
esfuma?
Eso
es cierto, pero también que ella respeta y ama trabajar.
No tiene
ningún complejo. Gran parte de la actitud de querer estar mona a toda
costa tiene algo de querer luchar contra la vejez.
Esa una estupidez, y a
la vez muy humano y muy natural.
Mi madre funciona al revés: siempre
dice que en el momento que deje de trabajar se va a poner muy mona, muy
estirada.
Yo no la creo. Pero bueno, esta lucha de ser lo menos natural y
lo menos real y humano posible es absurda, al menos para mí.
Lo que me mola de la gente es la reacción cuando se tira un pedo. ¿Cómo te enfrentas a lo más rico y sabroso [risas]…?
El error es el ridículo.
Lo peor que te puede pasar en la vida es vivir
una mentira, ponerte una máscara y que alguien se enamore de eso, de
algo irreal.
De lo que tú no eres.
Si voy por la vida supertranquila
porque pienso que va a causar una buena impresión, porque es más astuto,
a alguien le va a encantar esa tranquilidad y se va a enamorar.