Lisa
Marie, la única hija del cantante, asegura que encontró fotos
inapropiadas de menores en el ordenador del padre de las niñas, de quién
se encuentra en proceso de divorcio.
La familia Presley vive momentos difíciles. Las nietas gemelas del legendario Elvis Presley
están bajo la custodia del departamento de servicios familiares del
Estados de California (EE UU) tras una denuncia realizada por la madre
de las pequeñas, Lisa Marie. La única hija que tuvo el fallecido rey del
rock asegura que encontró en el ordenador del padre de las menores, de
quien está en proceso de divorcio, una serie de fotos y vídeos de niños
con contenido inapropiado. Así lo afirma el Daily Mail.
Las niñas de 8 años, Finley y Harper Lockwood,
tendrán que esperar hasta marzo para conocer cuál será su futuro,
cuando el juzgado termine de evaluar todas las pruebas y llegue a una
conclusión. Presley, de 49 años, aseguró a la Corte que “quedó en shock y aterrorizada, incluso enferma del estómago” tras ver las imágenes en el ordenador de su cuarto esposo, Michael Lockwood.
La única hija del rey del rock and roll asegura en
la demanda que la policía de Beverly Hills encontró 80 dispositivos con
material inapropiado y añadió que el departamento policial se quedó con
la evidencia. “Hasta donde sé, las fotos y vídeos descubiertos son parte
de la investigación que realiza la policía”. “No tengo ni idea de qué
otras cosas podrán encontrar allí. Tengo miedo de que haya imágenes
peores de las que yo vi”, dice en los papeles presentados a la Corte.
Presley y el músico Lockwood, de 55 años, se casaron en Japón en 2006 y se separaron en junio del año pasado.
En la demanda de divorcio la hija de Elvis asegura que gran parte de su
fortuna, valorada en uno 300 millones de dólares, se ha acabado y alega
que ha tenido que pagar por dos niñeras para que acompañen a las
pequeñas cuando su expareja las visita. Según el Daily Mail, ambos firmaron un acuerdo
postnupcial en 2007, en el que acordaron que ninguna de las partes
podría reclamar sobre los activos del otro en el caso de ruptura del
matrimonio. Sin embargo, Lockwood le reclama ahora unos 40.000 dólares
mensuales en concepto de manutención y otros 100.000 por gastos legales. Y asegura que firmó el acuerdo postnupcial porque se vio coaccionado
por su ex. Por su parte, Presley —que en el pasado estuvo casada con Michael Jackson
y Nicolas Cage— especifica que recibe al mes 100.000 dólares de la
herencia que le dejó su padre y que tras pagar las deudas y gastos fijos
se queda con “prácticamente nada”. Incluso asegura que apenas tiene
dinero para pagarle a su abogado, Mark Goss. “Espero poder seguir
pagándole al señor Gross los 5.000 dólares mensuales para que me siga
representando”, afirmó. Además, cuenta que se ha tenido que mudar con su
hija mayor Riley Keough y ha recurrido a amigos para que le ayuden a
saldar sus deudas.
Los anillos de compromiso, un negocio y, a veces, una venganza.
En EE UU, país con 321,4 millones de habitantes, en 2015 se
casaron 2,2 millones de personas y se divorciaron o anularon sus
matrimonios 800.000, según datos oficiales. Lo que no hay son
estadísticas sobre cuántas pedidas de mano hubo o cuántos anillos de
compromiso se regalaron sin que llegara a celebrarse la boda.
Britney Spears, Esther Cañadas, Lady Gaga o Mariah Carey
pertenecen a este último grupo y, como es bien sabido, esta última no
quiere devolver el anillo de compromiso valorado en 10 millones a su
exprometido, el magnate australiano James Packer. Esta situación revela
dos cuestiones: la primera, la fortuna que se gastan muchos en la
sortija y, la segunda, el limbo legal en el que queda dicha joya cuando
los planes de dar el “sí quiero” se cancelan.
En EE UU, país con 321,4 millones de habitantes, en 2015 se
casaron 2,2 millones de personas y se divorciaron o anularon sus
matrimonios 800.000, según datos oficiales. Lo que no hay son
estadísticas sobre cuántas pedidas de mano hubo o cuántos anillos de
compromiso se regalaron sin que llegara a celebrarse la boda. Sobre el precio de la sortija, el despliegue de Packer no es
representativo, pero durante años rigió en EE UU la ley de que un
anillo de compromiso tiene que costar tres veces el sueldo del que hinca
rodilla. Sin embargo, parece que los millennials están
empezando a cambiar eso. En cualquier caso, los precios siguen siendo lo
suficientemente altos para que, de romperse la pareja, parezca lógico
que quien compró el anillo quiera recuperar su fallida inversión. Pero
la legislación es ambigua al respecto, como bien descubrió el
exprometido de Esther Cañadas, el empresario de origen etíope Vikram
Chatwal, cuando quiso que le devolviera el anillo de compromiso
frustrado que le costó 313.000 euros. Y se han dado casos, como el del
jugador de fútbol estadounidense Mario Williams, que al final tuvo que
buscar un acuerdo extrajudicial con su expareja, a la que regaló un
anillo de 785.000 euros. Así, cuando Mariah Carey se autoatribuye el derecho a quedarse con el pedrusco porque aseguran fue él quien decidió la ruptura no le falta razón. Como queda patente en la orden que redactaron en Connecticut en 2007
los jueces Thomas Thorndike y Christina Demirs, “la mayoría de las
jurisdicciones que han considerado la propiedad de un anillo de
compromiso después de que este fuera roto han adoptado una perspectiva
basada en la culpa, según la cual el que lo regaló tendría derecho a que
le fuera devuelto solo si el compromiso se ha roto por muto acuerdo o
de manera injustificada por parte del receptor de este”. Según esto, en
noviembre de 2016, un joven de Manhattan reclamó por la vía judicial a
su exprometida que le devolviera el anillo de 125.000 euros que le había
regalado. Pero la estrella de la canción, en ese sentido, está en lo
cierto al afirmar que en California si la culpa es de quien lo ha
regalado, la joya puede quedarse en el dedo en el que fue colocada. Eso
sí, demostrar eso puede llevar varias vistas judiciales y requerir
muchas pruebas.
Thorndike y Demirs también apuntaban la tendencia creciente
de “una minoría de jurisdicciones que han adoptado una perspectiva sin
culpa” que considera que “el propósito principal del periodo de
compromiso es permitir a la pareja probar la durabilidad de los
sentimientos hacia el otro y, con ese propósito en mente, sería
irracional penalizar al regalador por tomar la decisión de prevenir un
matrimonio infeliz”. El anillo es, entonces, un regalo condicionado, que
pierde su condición en el momento en el que esa condición (la boda)
desaparece de la ecuación. Así lo entendió Britney Spears cuando le
devolvió a Jason Trawick su sortija, valorada en 90.000 euros . O Lady
Gaga, que según informaban medios estadounidenses esta semana ha hecho
lo propio cuando ha encontrado un sustituto en su corazón del actor Taylor Kinney. En cualquier caso, los abogados recomiendan hacer una pedida de mano
protocolaria y explícita desde que Debbie López, en 2014, consiguiera
que su exprometido y padre de su hijo perdiera el caso por no pronunciar
la famosa frase: “¿Quieres casarte conmigo?”. “Me dijo que era un
regalo por ser una gran mujer, por ser una buena madre para su hijo”,
argumentó López en declaraciones recogidas por el New York Post. Y se acabó quedando con la sortija de 10.000 euros por considerarse un
regalo sin condiciones. Por eso, no es aconsejable regalar el anillo de
compromiso el día del cumpleaños o el día de San Valentín. ¿Qué hacer
con un anillo una vez anulada la boda? Josh Opperman tuvo olfato
empresarial y cuando su compromiso se fue a pique creó una web de compraventa de anillos de segunda mano, I Do Now I Don’t. Le llegó a generar beneficios anuales de cuatro millones de dólares.
Por esa falta de experiencia washingtoniana, Trump está en esa etapa en la que a uno todo le sale regular.
Miami es una ciudad desparramada. Necesitas transporte para
todo. Algo que ha favorecido la existencia de compañías como Uber y
Lyft, que abastecen de conductores y automóviles que te llevan por la
mitad de lo que cobraría un taxi normal. Esta semana los precios de
ambos servicios se han disparado y sus propios conductores no saben
explicárselo a los usuarios. “Échele la culpa a Donald Trump”, dijo en español, porque era latino, el último conductor al que pagué. Pertenezco
al grupo de observadores que insistimos en esperar hasta el día 100 del
Gobierno del presidente de EE UU para dar una opinión. Pero los
acontecimientos se aceleran y acumulan. Trump se llevó al primer
ministro japonés a su residencia de invierno, Mar-a-Lago, la antigua
propiedad de la familia Merriweather Post, que él regenta como un
privilegiado club de golf desde 1995. Allí ofreció una cena de Estado con más platos que controles de seguridad. El régimen de Corea del Norte decidió poner a prueba un misil en el mar de Japón
justamente a la hora de la cena en Mar-a-Lago. Ganas de fastidiar. Y,
entonces, empezó el vodevil: Trump y sus asesores tuvieron que ponerse a
leer documentos confidenciales en plena cena, ayudándose con las
linternas de sus móviles mientras un miembro del club de golf
aprovechaba para tomarse fotos con el agente que lleva y trae el maletín
con el botón nuclear que debe estar siempre cerca del presidente . Gracias a Twitter, pudimos ver la cara de ese hombre que va con el
petate de la ceca a la meca. Resultó ser un afroamericano de menos de 30
años, de nombre Rick, uniformado y sonriente, feliz de hacer feliz con
un selfie a un votante y socio de Trump. Rápidamente han
pixelado el rostro del militar, pero un amigo mío, que le gustan mucho
los uniformes, hizo una foto y me confiesa que no sabe qué le atrae más,
si el caballero, el patriota sonriente o el hecho de que tengan entre
ellos dos el aparato con el cual Trump podría acabar con el mundo. Quieran o no, este tipo de cosas le están dando tono a la
era Trump. Sus votantes estaban hartos de los políticos, querían poner
en el puesto más político del mundo a alguien que no lo fuera. Y
pusieron a un millonario. Por esa falta de experiencia washingtoniana,
Trump está en esa etapa en la que a uno todo le sale regular. Para sus
votantes, eso lo hace más humano. A más de uno le encantaría hacer ese
tipo de cosas: sentar a su hija en el escritorio del Despacho Oval. Que su secretaria de Educación invite a los telespectadores a comprar ropa de la marca de Ivanka Trump. O tener un asesor de seguridad nacional con una relación oculta con el embajador ruso. Y ahora el selfie con el maletín nuclear. “Se viene el impeachment”, me dijo el cubano de Uber. Hombre, ya se sabe que los isleños exageran muchísimo. La histeria también es mucha. Los fans de Beyoncé creen que le arrebataron los Grammys
que se merecía y se los dieron a Adele porque es blanca y, además,
escocesa con un acento de aquí te espero. Seguí los Grammy en casa de un
celebrado ganador de esos premios y aún no salgo de mi asombro cuando
él subió el volumen mientras Adele cantaba el homenaje al fallecido
George Michael y dijo: “Está desafinada”. Segundos después, la cantante paró la actuación,
dijo una grosería y pidió volver a empezar y, lógicamente, se ganó allí
mismo el primero de sus Grammys. A mí me recordó ese momento que
cuentan en los libros sobre María Callas cuando falló un agudo en la
ópera de Chicago, detuvo la orquesta y lo repitió perfectamente,
ganándose una ovación y el principio de su leyenda.
La actriz Emma Ozores está concursando en Gran Hermano VIP, la edición para famosos del conocido concurso de convivencia de Telecinco, y puede que sus horas en el programa presentado por Jordi González estén contadas. La actriz de Aquí no hay quien viva o Farmacia de Guardia
ha confesado a Irma Soriano que ha estado usando el ordenador que hay
dentro de la casa —y con el que los concursantes escriben un blog— con
la intención de obtener información de lo que estaba ocurriendo en el
exterior. Una de las normas fundamentales de este longevo
concurso es que los participantes tienen totalmente prohibido recibir
información de lo que ocurre fuera de la casa en la que permanecen
recluidos, por lo que si se demuestra que Emma Ozores estaba usando
internet —como muchos aseguran— podría ser expulsada. La cuenta oficial de Gran Hermano todavía no se ha pronunciado al respecto. Sin embargo, otros seguidores del formato aseguran que Emma Ozores
simplemente habría leído los blogs de otros compañeros y no estaba
recibiendo información del exterior.