Los anillos de compromiso, un negocio y, a veces, una venganza.
En EE UU, país con 321,4 millones de habitantes, en 2015 se casaron 2,2 millones de personas y se divorciaron o anularon sus matrimonios 800.000, según datos oficiales.
Lo que no hay son estadísticas sobre cuántas pedidas de mano hubo o cuántos anillos de compromiso se regalaron sin que llegara a celebrarse la boda.
En EE UU, país con 321,4 millones de habitantes, en 2015 se
casaron 2,2 millones de personas y se divorciaron o anularon sus
matrimonios 800.000, según datos oficiales.
Lo que no hay son estadísticas sobre cuántas pedidas de mano hubo o cuántos anillos de compromiso se regalaron sin que llegara a celebrarse la boda.
Sobre el precio de la sortija, el despliegue de Packer no es
representativo, pero durante años rigió en EE UU la ley de que un
anillo de compromiso tiene que costar tres veces el sueldo del que hinca
rodilla.
Sin embargo, parece que los millennials están empezando a cambiar eso.
En cualquier caso, los precios siguen siendo lo suficientemente altos para que, de romperse la pareja, parezca lógico que quien compró el anillo quiera recuperar su fallida inversión.
Pero la legislación es ambigua al respecto, como bien descubrió el exprometido de Esther Cañadas, el empresario de origen etíope Vikram Chatwal, cuando quiso que le devolviera el anillo de compromiso frustrado que le costó 313.000 euros.
Y se han dado casos, como el del jugador de fútbol estadounidense Mario Williams, que al final tuvo que buscar un acuerdo extrajudicial con su expareja, a la que regaló un anillo de 785.000 euros.
Así, cuando Mariah Carey se autoatribuye el derecho a quedarse con el pedrusco porque aseguran fue él quien decidió la ruptura no le falta razón.
Como queda patente en la orden que redactaron en Connecticut en 2007 los jueces Thomas Thorndike y Christina Demirs, “la mayoría de las jurisdicciones que han considerado la propiedad de un anillo de compromiso después de que este fuera roto han adoptado una perspectiva basada en la culpa, según la cual el que lo regaló tendría derecho a que le fuera devuelto solo si el compromiso se ha roto por muto acuerdo o de manera injustificada por parte del receptor de este”.
Según esto, en noviembre de 2016, un joven de Manhattan reclamó por la vía judicial a su exprometida que le devolviera el anillo de 125.000 euros que le había regalado.
Pero la estrella de la canción, en ese sentido, está en lo cierto al afirmar que en California si la culpa es de quien lo ha regalado, la joya puede quedarse en el dedo en el que fue colocada.
Eso sí, demostrar eso puede llevar varias vistas judiciales y requerir muchas pruebas.
Thorndike y Demirs también apuntaban la tendencia creciente
de “una minoría de jurisdicciones que han adoptado una perspectiva sin
culpa” que considera que “el propósito principal del periodo de
compromiso es permitir a la pareja probar la durabilidad de los
sentimientos hacia el otro y, con ese propósito en mente, sería
irracional penalizar al regalador por tomar la decisión de prevenir un
matrimonio infeliz”.
El anillo es, entonces, un regalo condicionado, que pierde su condición en el momento en el que esa condición (la boda) desaparece de la ecuación.
Así lo entendió Britney Spears cuando le devolvió a Jason Trawick su sortija, valorada en 90.000 euros
. O Lady Gaga, que según informaban medios estadounidenses esta semana ha hecho lo propio cuando ha encontrado un sustituto en su corazón del actor Taylor Kinney.
En cualquier caso, los abogados recomiendan hacer una pedida de mano protocolaria y explícita desde que Debbie López, en 2014, consiguiera que su exprometido y padre de su hijo perdiera el caso por no pronunciar la famosa frase: “¿Quieres casarte conmigo?”. “Me dijo que era un regalo por ser una gran mujer, por ser una buena madre para su hijo”, argumentó López en declaraciones recogidas por el New York Post.
Y se acabó quedando con la sortija de 10.000 euros por considerarse un regalo sin condiciones.
Por eso, no es aconsejable regalar el anillo de compromiso el día del cumpleaños o el día de San Valentín.
¿Qué hacer con un anillo una vez anulada la boda? Josh Opperman tuvo olfato empresarial y cuando su compromiso se fue a pique creó una web de compraventa de anillos de segunda mano, I Do Now I Don’t.
Le llegó a generar beneficios anuales de cuatro millones de dólares.
Lo que no hay son estadísticas sobre cuántas pedidas de mano hubo o cuántos anillos de compromiso se regalaron sin que llegara a celebrarse la boda.
Sin embargo, parece que los millennials están empezando a cambiar eso.
En cualquier caso, los precios siguen siendo lo suficientemente altos para que, de romperse la pareja, parezca lógico que quien compró el anillo quiera recuperar su fallida inversión.
Pero la legislación es ambigua al respecto, como bien descubrió el exprometido de Esther Cañadas, el empresario de origen etíope Vikram Chatwal, cuando quiso que le devolviera el anillo de compromiso frustrado que le costó 313.000 euros.
Y se han dado casos, como el del jugador de fútbol estadounidense Mario Williams, que al final tuvo que buscar un acuerdo extrajudicial con su expareja, a la que regaló un anillo de 785.000 euros.
Así, cuando Mariah Carey se autoatribuye el derecho a quedarse con el pedrusco porque aseguran fue él quien decidió la ruptura no le falta razón.
Como queda patente en la orden que redactaron en Connecticut en 2007 los jueces Thomas Thorndike y Christina Demirs, “la mayoría de las jurisdicciones que han considerado la propiedad de un anillo de compromiso después de que este fuera roto han adoptado una perspectiva basada en la culpa, según la cual el que lo regaló tendría derecho a que le fuera devuelto solo si el compromiso se ha roto por muto acuerdo o de manera injustificada por parte del receptor de este”.
Según esto, en noviembre de 2016, un joven de Manhattan reclamó por la vía judicial a su exprometida que le devolviera el anillo de 125.000 euros que le había regalado.
Pero la estrella de la canción, en ese sentido, está en lo cierto al afirmar que en California si la culpa es de quien lo ha regalado, la joya puede quedarse en el dedo en el que fue colocada.
Eso sí, demostrar eso puede llevar varias vistas judiciales y requerir muchas pruebas.
El anillo es, entonces, un regalo condicionado, que pierde su condición en el momento en el que esa condición (la boda) desaparece de la ecuación.
Así lo entendió Britney Spears cuando le devolvió a Jason Trawick su sortija, valorada en 90.000 euros
. O Lady Gaga, que según informaban medios estadounidenses esta semana ha hecho lo propio cuando ha encontrado un sustituto en su corazón del actor Taylor Kinney.
En cualquier caso, los abogados recomiendan hacer una pedida de mano protocolaria y explícita desde que Debbie López, en 2014, consiguiera que su exprometido y padre de su hijo perdiera el caso por no pronunciar la famosa frase: “¿Quieres casarte conmigo?”. “Me dijo que era un regalo por ser una gran mujer, por ser una buena madre para su hijo”, argumentó López en declaraciones recogidas por el New York Post.
Y se acabó quedando con la sortija de 10.000 euros por considerarse un regalo sin condiciones.
Por eso, no es aconsejable regalar el anillo de compromiso el día del cumpleaños o el día de San Valentín.
¿Qué hacer con un anillo una vez anulada la boda? Josh Opperman tuvo olfato empresarial y cuando su compromiso se fue a pique creó una web de compraventa de anillos de segunda mano, I Do Now I Don’t.
Le llegó a generar beneficios anuales de cuatro millones de dólares.
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