'Tarde para la ira', la ópera prima de Raúl Arévalo, aúna atmósfera, violencia y personajes creíbles-
La atmósfera, la luz que se ensucia, la violencia que late en cada
ambiente de barrio, la que llevan en la cara personajes inquietantes y
bien interpretados. Creíbles. La ópera prima con que debuta Raúl Arévalo
en la dirección está resuelta con sabiduría, lo que convierte a Tarde para la ira en la gran favorita. Ya triunfó en los premios Forqué y en los Feroz. La película cuenta la historia de Curro, que acaba de salir de prisión
tras una condena de ocho años por haber cometido un atraco. Cuando solo
piensa en una nueva vida con su familia, un desconocido, José,
interpretado por Antonio de la Torre, le obliga a emprender un viaje por
los fantasmas de su pasado. Tarde para la ira acumula, en total, 11 nominaciones:
mejor película, mejor dirección novel, guion original, actor
protagonista (dos, la de Luis Callejo y la de Antonio de la Torre),
mejor actor de reparto y revelación (Manuel Solo y Raúl Jiménez), actriz
revelación (Ruth Díaz), dirección de fotografía (Arnau Valls Colomer),
montaje (Ángel Hernández Zoido) y mejor vestuario. El resto de los filmes candidatos al premio Goya son:
En el campo de Podemos juega de interior este joven revolucionario
Su bautismo fue la manifestación contra la OTAN a la que le llevaron sus padres.
Íñigo Errejón
nació en Madrid, el 14 de diciembre 1983, en la colmena de la plaza de
los Cubos, el bosque animado de la movida, en cuyos sótanos las
discotecas iniciáticas expandían latidos del infierno; cerca de los
vagabundos dormidos bajo cartones de embalaje saltaba el ganado de
punkis, que se lo montaban de tétricos; en la puerta del VIP pedía
limosna para un bocata con voz gangosa aquella joven princesa de Sabina
hecha ahora una pálida ruina. Y en el cine Alphaville ponían la película
Entre tinieblas, de Almodóvar, donde aparecían las monjas
drogotas, sor Estiércol, sor Perdida, sor Víbora y sor Rata de Callejón. En un apartamento de esa colmena la madre de Íñigo acunaba a su bebé
cantándole Grândola, Vila Morena,aquella canción de la Revolución de los Claveles, como una nana para que se durmiera. Puede que Íñigo Errejón
no haya podido zafarse de este caldo de cultivo. Su padre, funcionario
de carrera y alto cargo en la Administración, había sido verde y
maoísta; la madre era bióloga y militante feminista, de las de tijera. Por supuesto no se habían casado y llegado el momento también cumplieron
el rito de separarse como es debido. Lógicamente Errejón no fue
bautizado ni tomó la primera comunión, pero esto no significa que el
niño no recibiera estos mismos sacramentos bajo otro sello más
indeleble. Su bautismo fue la manifestación contra la OTAN a la que lo
llevaron sus padres en cochecito, con gorro de lana y bufanda tejida por
la abuela. Era entonces un niño rollizo y nada presagiaba el espárrago
fibroso en que se convertiría de mayor, aunque los gritos de protesta de
la multitud tal vez se le quedaron grabados en alguna mucosa para
siempre. Después, con cinco años, el 14 de diciembre de 1988,
aniversario de su nacimiento, recibió la primera comunión bajo la hostia
consagrada de la huelga general de la UGT y de CC OO
contra el gobierno socialista de Felipe González a cuya manifestación
también lo acarreó su padre, esta vez encaramado en los hombros.
La camiseta de Buyo
Muy pronto la familia abandonó el ruido y la furia de la
plaza de los Cubos y se fue a vivir a una urbanización de clase
ejecutiva, con jaula de tenis y piscina nefrítica, de Pozuelo de Alarcón
en cuyo instituto Errejón alternó sobresalientes y una primera novia
con pompa de chicle en la boca, el movimiento libertario estudiantil y
la camiseta del portero Buyo del Real Madrid a medias con el pañuelo de boy scout. Sus padres pensaron que el escultismo era ideológicamente blando, pero
mejor que al chaval le diera el aire de la sierra a que pasara las
tardes de domingo con las manos en los bolsillos dando patadas a un bote
en la calle y que un camello le regalara la primera papelina. El sacramento de la confirmación marca la entrada del héroe
en la edad núbil y te permite cambiar de nombre. A Íñigo comenzaron a
llamarle Eneko, solo porque sonaba a vasco y era entonces lo último que
se llevaba. El héroe creció flaco y nervioso como un Tintín
revolucionario y fue midiendo sus armas sucesivamente con elPrestige, en la huelga general contra la LOU, en elNo a la Guerra,
contra las vallas acorazadas de las cumbres del G-8 en Escocia, en
Barcelona y Sevilla. El estallido de escaparates, los contenedores
ardiendo y la luz cobalto de los furgones de policía iluminaron sus
libros de texto de la facultad de Políticas de la Complutense, su
Erasmus en Holanda, su estancia con su novia Eli en Girona, su tesis
doctoral sobre la construcción de la hegemonía en Bolivia, su vida en
Los Ángeles en 2008 y los viajes en compañía de su novia catalana a
Tijuana donde vivió la experiencia de las novelas negras de frontera
entre chacales, burros pintados de cebra y cabarets de carne barata que
no tenían puertas. Mientras tanto en Madrid se iba incubando la ira popular hasta que se produjo la espiral del 15 de mayo de 2011 en la Puerta del Sol. Ese día Íñigo Errejón regresaba de Quito y recién aterrizado con jet lag
recibió una llamada de su nueva pareja, Rita Maestre. No era como otras
veces, le dijo. Era la explosión que se produjo, sin saber por qué, al
entrar en contacto 12 tribus urbanas igual de cabreadas. Ya se sabe qué ha pasado. Como portavoz de Podemos, Íñigo
Errejón aparece ahora en el Congreso de los Diputados sentado en medio
de la pareja sentimental que forman Pablo Iglesias e Irene Montero, amigos y adversarios declarados,
ya a cara de perro, imagen excitante donde las haya. Parece evidente
que este político por un lado se niega a convertirse en un funcionario
como su padre y por otro se resiste a ser un profeta como el líder del
partido. Entre exigir en política el Todo que conduce a la Nada y contar
votos como si fueran lentejas en la cocina sobre el mantel de hule, hay
un espacio pragmático en que la izquierda, radical o moderada, sin el
pesado fardo del comunismo, tiene que seducir a la clase media para
llegar al gobierno y conquistar cotas concretas de poder, de otra forma
inalcanzables. En el campo embarrado de Podemos juega de interior este
joven revolucionario.
La Policía Nacional investiga las circunstancias de la caída de la menor.
Una niña de 6 años ha fallecido este lunes tras precipitarse
desde una vivienda situada en un cuarto piso en la calle de Arapiles, en Zamora. Por el momento, se desconocen las circunstancias de la caída de la menor. La
Policía Municipal ha cortado al tráfico la calle en la que ha ocurrido
el suceso. La vivienda se encuentra en las inmediaciones de la comisaría
de la Policía Nacional, que también ha acudido al lugar y se ha hecho
cargo de la investigación del suceso, junto al juzgado de guardia en la
localidad.