La Policía Nacional investiga las circunstancias de la caída de la menor.
Una niña de 6 años ha fallecido este lunes tras precipitarse
desde una vivienda situada en un cuarto piso en la calle de Arapiles, en Zamora. Por el momento, se desconocen las circunstancias de la caída de la menor. La
Policía Municipal ha cortado al tráfico la calle en la que ha ocurrido
el suceso. La vivienda se encuentra en las inmediaciones de la comisaría
de la Policía Nacional, que también ha acudido al lugar y se ha hecho
cargo de la investigación del suceso, junto al juzgado de guardia en la
localidad.
Referente
de Melania Trump en la investidura de su esposo como presidente de EE
UU, la ex primera dama cautiva también en el cine.
Jackie Kennedy, en la investidura de JFK en 1961. A la derecha, Melania Trump el 20 de enero. GETTY / REUTERS
El atuendo elegido por Melania Trump
el día de la investidura de su marido como presidente de Estados Unidos
no dejó lugar a dudas sobre qué icono de estilo había protagonizado el moodboard de su equipo de imagen. Su vestido azul empolvado de cachemir, con bolero cruzado y guantes a juego, gritaba Jackie Kennedy.
Al instante, las redes se
llenaron de comparaciones entre el look de Melania y el que eligió la también primera dama para la investidura de su marido en 1961.
Cuando en
2008 Carla Bruni realizó su primera visita de Estado como madame Sarkozy a Reino Unido, sus guiños a Jackie, sombrero pillbox incluido, dejaron muy claro en qué espejo se estaba mirando.
Esta nueva revisión del legado de Jackie coincide con el estreno de una
esperada película centrada en su figura, que llegará a los cines
españoles el 17 de febrero.
Jackie, dirigida por el cineasta
chileno Pablo Larraín y protagonizada por Natalie Portman, que opta al
Oscar, se centra en los días inmediatamente posteriores al asesinato de
Kennedy.
Carla Bruni y Nicolas Sarkozy, a su llegada a Londres en agosto de 2008. cordon press
La diseñadora de vestuario Madeline Fontaine, también
nominada al Oscar por su trabajo en el filme, tuvo que revisitar
estilismos tan icónicos como el traje rosa de Chanel que quedó asociado
para siempre en la memoria colectiva con el magnicidio de Dallas.
“Madeline hizo un trabajo increíble recreando el vestuario con el que
todos hemos visto a Jackie”, afirma la actriz en las notas de producción
del largometraje. “Jackie apreciaba mucho la belleza. Comencé a ver su
armario como parte de la fachada de la que se rodeaba. Era una parte de
cómo quería ser vista, pero ella era mucho más que su ropa”. Melania Trump, que no oculta su admiración por Jackie,
también parece querer seguir su ejemplo a la hora de elegir un
diseñador de cabecera que, además, la asesore en cuestiones de
estilismo. Durante su paso por la Casa Blanca, el de Jackie fue Oleg
Cassini y todo apunta a que la nueva primera dama estadounidense ha
encontrado el suyo en Hervé Pierre, que, al igual que Cassini, es
franco-estadounidense.
El primer diseño
La actriz Natalie Portman, caracterizada como Jackie Kennedy para su última película. cordon press
Pierre diseñó junto a la exmodelo el vestido largo de crepé de seda con escote off the shoulders
con el que Melania deslumbró en el baile inaugural. El modisto fue
director creativo de Carolina Herrera durante 14 años (abandonó la firma
el pasado febrero), y previamente pasó por firmas como Balmain, Bill
Blass, Vera Wang y Oscar de la Renta. Según ha revelado a The New York Times,
su relación con la primera dama, a quien hasta ese momento no conocía
personalmente, comenzó el 3 de enero con un mensaje de texto en el que
ella le pedía “un favor”: que diseñara su vestido en tiempo récord. Acostumbrado a trabajar en la sombra, desde el pasado día 20 su teléfono
no para de sonar. Chanel, Givenchy, Dior... Jackie Kennedy tuvo acceso a todos los grandes
nombres de la alta costura, y la firma Gucci incluso rebautizó un bolso
en su honor. Pero por ahora no parece que la historia vaya a repetirse
con Melania, dado
el gran número de diseñadores —entre ellos, Tom Ford o Marc Jacobs— que
han declarado no estar dispuestos a colaborar con ella.
El poder de comunicación de la moda
El diseñador Hervé Pierre, que en el pasado ha vestido a varias
primeras damas como Laura Bush, Hillary Clinton o Michelle Obama, ha
defendido en una entrevista concedida al diario The New York Times que
él hace “vestidos, no política”. Pero como Jackie Kennedy fue la
primera en comprender, la moda también es un poderoso vehículo de
comunicación. Parece que también lo sabe Melania Trump.
Donald J. Trump y Melania Trump, en el baile tras la toma de posesión. KEVIN DIETSCH / POOLEFE
Es un arquitecto nómada. Un español que ha trabajado en 35 países y a
sus 77 años continúa en activo desde Rusia hasta China. Hijo de un
burgués nacionalista catalán y una judía veneciana, huyó del franquismo
para poder respirar. Ha pisado los salones de la ‘gauche divine’ y
saltado de la mesa de los presidentes a las viviendas sociales. Sigue
yendo por libre. FUE EL PRIMER español que construyó un rascacielos en Estados Unidos –el
77 West Wacker Drive, en Chicago–, al que siguieron otros en Beirut,
Tokio o Barcelona. Con un pasado en el que se codeó con primeros
ministros franceses, poetas de la gauche divine –que
compartieron su primer estudio– y con Julio Iglesias, del que fue
consuegro, Ricardo Bofill (Barcelona, 1939) fue, hasta que apareció
Calatrava, el proyectista español más internacional. Sigue en activo.
Ahora construye sobre todo en Rusia y en China.
“Me fui en cuanto pude”, cuenta en sus memorias. ¿Qué buscaba?
Tras la guerra, Barcelona era fea, sucia y pequeña. Y yo,
antifranquista. Me expulsaron de la universidad y del país. Eso me llevó
a ser otro tipo de arquitecto. He vivido como un nómada, dando vueltas
para conseguir hacer arquitectura. Construir en 40 países te multiplica
los puntos de vista. Viajar obliga a distinguir entre lo que piensas o
esperas y la realidad. Te acerca a quien vive a escala planetaria, como
un cantante, pero te aleja de la gente con una cultura más local.
Ricardo Bofill, retratado en su estudio vivienda en Sant Just Desvern, junto a su mítico edificio Walden 7, de 1970. Vanessa Montero ¿Qué se mantiene al moverse tanto? Tu ADN: de quién
eres hijo y cómo eres . Me he llegado a conocer bien y soy autocrítico. He sido hiperactivo, un niño prodigio, entre comillas, empujado por una
madre judía italiana que me educó fomentando mis capacidades.
Mantengo
mis primeras convicciones: la defensa de las libertades individuales. Todas las que se reivindican ahora, incluida la eutanasia, las defiendo
desde que tenía 15 años. No 16, 15. Una visión macro. He necesitado entender las razones
reales que hay detrás de una guerra, no solo detrás de la forma de una
ciudad. Lo que se explica desde la prensa o los libros de historia rara
vez es lo real. La óptica occidental es parcial. ¿Solo la occidental? Aquí habla mal de China gente
que ni ha estado allí. Y allí te das cuenta de que es un país donde se
ha dado el cambio más rápido de la historia de la humanidad. No defiendo
su sistema político, pero es absurdo no tratar de entender qué ha
pasado: China es como Europa en el siglo XX, ha logrado transformarse. No socialmente… Pasar de un estado que aquí llamamos feudal a industrializarse es comparable a Francia tras la revolución. En Francia defendían la igualdad. Tendrán los
problemas del desarrollo. A lo mejor hay que asumirlos en esta primera
fase. Es básico tratar de entender. No puedes repetir lo que has oído. Hoy se reivindican proyectos como su Muralla Roja, en Calpe.
Y todavía me llaman de Francia para hacer vivienda. Pero mi obra no
tiene la trayectoria académica de los Pritzker. Me interesan otras
cuestiones. El museo o la obra aislada no. Construyó edificios aislados: el Teatro Nacional de Cataluña…
Pero he trabajado más los problemas comunes. Museos o edificios de los
que interesan a la mayoría de arquitectos hay un 1%. El resto del mundo
es ciudad y vivienda.
El conjunto arquitectónico y urbanístico de Abraxas, en
la localidad francesa de Noisy-le-Grand, compuesto por 600 viviendas
entre el Teatro, el Arco y el Palacio.
Con el mítico edificio Walden, en Barcelona, quiso “introducir el templo en la vivienda social”. Aunque es la célula de la arquitectura, la élite arquitectónica no se
interesa por la vivienda ni por la ciudad. La primera es lo básico, pero
lo más difícil. La segunda es a la vez lugar de cambio social y espacio
de corrupción y especulación donde están todos los males.
Cuando se tuvo que ir de España, ¿su familia lo apoyó? Mi familia es que
era así. Mi padre, arquitecto y constructor, era de Esquerra
Republicana, de familia de médicos que habían trabajado con Ramón y
Cajal, un burgués catalán más bien catalanista. Mi madre era judía
veneciana, hija de anticuario. Vengo de una familia ilustrada. Me
apoyaron. ¿La religión ha tenido alguna importancia en su vida? Cero. He sido siempre ateo. Las religiones me interesan para entender lo que ocurre.
“mi obra no tiene la trayectoria académica de los premios
pritzker. me interesan otras cuestiones. el museo o la obra aislada no
me interesa”
¿La literatura le ha servido para proyectar? No. La
arquitectura me ha servido como lectura del mundo. Cuando voy a Chicago y
veo los rascacielos, lo primero que pregunto es cuánto vale uno. Es el
dato fundamental. Un edificio que cuesta 200 millones de dólares cuesta
lo mismo que la deuda que tiene Burkina Faso. La arquitectura que me
gusta es la pobre o la extremadamente culta del Renacimiento. Cuando no
es de primer nivel, la pobre ofrece mejores lecciones porque su estética
no está basada en la riqueza. No parece haber trasladado esa predilección por lo sencillo a sus proyectos. La arquitectura del Walden es ambiciosa pero sencilla. Yo vivo y trabajo en una fábrica…
Monumental. Sí, por la escala. Comenzó haciendo proyectos utópicos. La arquitectura
sola no tiene sentido. Los sociólogos, poetas y arquitectos del primer
Taller decidimos relacionarla con otras disciplinas. Analizábamos los
tipos de familia en lugar de asumir la familia burguesa como modelo. Entonces hablar de homosexualidad era impensable. Luego la vida me ha
enseñado que la familia burguesa es un modelo económico que funciona
cuando hay crisis. Equivale a protección. Siempre hay resistencia al
cambio, pero estábamos convencidos de que se podía cambiar la manera de
vivir, estas cosas que siguen pensando los jóvenes. Para existir, la
utopía se tiene que transformar en realidad, y ese paso le hace perder
ambición. Es necesaria para cambiar, pero construirla es peligroso. Algunas han degenerado en lo contrario de lo que defendían. ¿Sus utopías fracasadas le han hecho menos osado?
Argelia fue un intento de hacer vivienda de otro modo. Trabajábamos con
el Gobierno hasta que, en lugar de adaptar la tradición, se pusieron a
comprar prefabricados a Polonia que les compraban a los rusos que a su
vez les compraban a los inventores franceses. La necesidad de vivienda
es un gran negocio. Siempre ha sido consciente de la relación entre arquitectura y negocio. Lo aprendí en Nueva York. Lo primero que preguntaban los promotores era
¿cuánto cuestas?, ¿qué garantías das?
¿Qué garantías daba? En los contratos preguntaban: si
te mueres, ¿qué ocurre? Eso te descoloca una vez. Luego lo tienes
pensado. Cuando tienes responsabilidades fuertes y conoces el parámetro
dinero, puedes hacer dos cosas: jugártelo para hacer arquitectura social
o hacer los productos más caros del mercado. Y yo he hecho las dos
cosas. Las viviendas de Argel y el edificio más caro de Japón –la sede
de Shiseido en Ginza–. La vivienda social es el tema más difícil. Concentra todas las contradicciones y perversiones. He seguido haciendo proyectos para Rusia, China y ahora India. La arquitectura potente en los países occidentales se ha terminado.
¿Por qué le interesa la escala gigante? Aeropuertos,
rascacielos, barrios… Mi padre era un buen arquitecto, pero un
constructor artesano. Trabajé con él. Hice la casa de mi tía en Ibiza
con 19 años. Luego quise pasar de la artesanía a la industria. ¿No terminó de estudiar? Terminé en Ginebra. Defiende la ciudad mediterránea. ¿Cabemos todos? Sí:
plazas, escala humana, continuidad y mezcla. Está en crisis porque es
cara, pero la gente del suburbio solo quiere quedarse allí cuando se
parece al centro. Durante siglos las ciudades han crecido a capas. ¿Cómo hacerlo hoy?
Hoy no hay un modelo urbano porque no hay modelo social. No hay utopía
política, o la que hay tiene capacidad crítica, pero no capacidad de
propuesta. Constatar las limitaciones de la democracia no es fácil. Sobre todo cuando no hay alternativas. ¿No las hay? Políticamente los modelos que proponen
son del pasado, no sirven para el presente. La parte crítica actual es
bastante buena, folclórica a veces y un poco vulgar, pero interesante. En cambio, la parte propositiva es baja. ¿Usted qué propone? Vivimos una incertidumbre
generalizada y la arquitectura no puede darle la espalda. Dicho esto, a
mí lo que me emociona de la arquitectura es el espacio, no la voluntad
de solucionar la vida de la gente. ¿Las ideas que lo llevaron a oponerse a Franco no conducen a un tipo de arquitectura? Sí. No participo en concursos para edificios aislados. Fue contestatario contra Franco, pero no lo ha sido en China,
donde ha construido, o en Rusia, donde no se sabe qué tipo de régimen
gobierna. Yo sí lo sé. Sé muy bien cómo funciona Rusia…
El hotel W Barcelona, conocido como hotel Vela, de 99 metros de altura, inaugurado en 2009.
¿Cómo? Stefan Zweig escribió Viaje a Rusia,
que todavía define al país: tres veces Norteamérica y mucho más vacío. Impera la meritocracia, pero es piramidal y autocrático. Allí los
profesionales liberales ven la democracia como algo de tercer nivel. Lo
importante es tener trabajo y mantener el orgullo ruso de ser una
primera potencia mundial. Las libertades llegan después de todo eso; por
eso, cuando construyo allí, lo único que puedo hacer es mi edificio lo
mejor posible. Que la arquitectura no puede salvar al mundo lo supe con
35 años. La reparación arquitectónica que defiende, ¿no debería conducir a la autocrítica?
Todas las profesiones que avanzan reparan. Para curar una cosa es
necesario arriesgar otra. A mí me estimula la invención. Son las
diferencias lo que salva. Toda Europa como Alemania sería una
aberración. Lo mismo en arquitectura. No todo lo que se haga desde un
despacho tecnológico de Londres tiene que valer para todos los lugares
del mundo. Imponer un estilo a otras culturas es una locura. Usted ha sido parte del star system. Pero de otra manera. Yo fui el principio del star system [risas].
“LE CORBUSIER NO ME GUSTA. SU TEORÍA URBANÍSTICA ES DE MALA PERSONA. EN FRANCIA SOY UN CRÍTICO RECONOCIDO DE SU OBRA”
Luego Calatrava le robó el puesto. Es un tipo que
vale. Tendrá defectos, pero tiene gran capacidad y talento. Yo he
querido revisar la arquitectura de los lugares, la de la historia y a mí
mismo. Ponerme en crisis me da energía. ¿Qué proyecta ahora? Los últimos años de mi vida. Me toca aceptar que la muerte está cercana. Saber disfrutarlo es duro, pero apasionante. ¿Se aprende a envejecer? Hay culturas que lo
enseñan, pero uno aprende conociéndose a sí mismo. Cada vez me conozco
más. Sé lo que sé hacer y lo que no, pero sé tener opinión. Y puedo ver a
los demás sin apasionamiento. Incluso a los arquitectos. ¿Qué quiere decir? De los arquitectos buenos sé cómo
es cada uno, qué vale, qué sabe y dónde se equivoca. Me interesan los
que tienen talento para crear espacios nuevos. Por ejemplo, Kazuyo
Sejima. Es generoso que reconozca a una competidora. A los
arquitectos no les gusta hablar de colegas vivos. Incluso cuando hablan
de los muertos, hablan de muertos poco conocidos. Moneo no habla de
Miguel Ángel, habla de Villanueva, que está bien, pero no deja de ser un
arquitecto de tercera… No sé, si te pones a leer en serio, también
leerás a Cervantes o a Shakespeare, ¿no?
¿Un arquitecto solo puede ser grande si es capaz de reinventar el espacio?
No . Foster lo que crea es tecnología. Y también es grande. Es un
superdiseñador, pero delante de la plaza de Bernini no te sabe decir las
proporciones que hay. Hay muchas maneras de ser arquitecto. A mí me
gustan los creadores de época. ¿Quiénes son hoy? Muchos. A Richard Meier lo llamo
el Miró de la arquitectura porque siempre hace lo mismo pero muy bien. Y
eso que es discípulo de Le Corbusier, que no me gusta. Criticar a Le Corbusier en su disciplina es negar la mayor. En Francia soy un crítico reconocido. Su teoría urbanística es de mala persona. ¿Usted es buena persona? No, no lo sé. Pero él era
malo. No le gustaba la ciudad, por eso la dividía: una máquina para
vivir, otra para trabajar. Era un gran creativo con una ideología
nefasta. Admiro el talento de Frank Gehry. Le sale tarde, primero se
tiene que aclarar personalmente yendo al psicólogo, pero tiene un
talento impresionante para crear. ¿Usted ha necesitado un psicólogo? No. Hago autoanálisis constantemente. ¿Ese replanteamiento lo ha aplicado a su vida familiar o ahí ha sido conservador?
Al principio creía que tenía que estar solo, asociaba familia a
inmovilidad. He tenido una vida muy de los setenta, de los que estábamos
en el lado del cambio en las relaciones familiares. Por tanto, he
tenido muchas relaciones. ¿Cómo se educa a un hijo cuando uno ha escrito “tomaba
sustancias alucinógenas a altas horas de la noche tratando de hacer la
revolución”? Siempre te equivocas con la educación de los
hijos. La permisividad completa crea problemas, y el sistema ordenado
francés, también. Las mejores formaciones despiertan las capacidades de
cada uno. La educación judía consolida la personalidad. No busca formar,
busca potenciar. La de su madre. ¿Cómo supo ver sus cualidades? Esto no se debería contar, pero ya de pequeño me decía que era una persona especial.
Universidad Politécnica Mohamed VI, en Ben Guerir, en la zona central de Marruecos.
Lo decimos todas, ¿no? Pues al final fue verdad porque comencé a construir y conseguí muchos premios. A su hermana, también arquitecta, ¿se lo decía? Menos. ¿Tenías que ser chico para ser especial? Es posible. Usted tiene dos hijos de dos parejas distintas. El primero es arquitecto, y el segundo, economista.
Al primero lo conoce media España desde que se casó con la hija de Julio Iglesias. ¿Se sintió cómodo en el papel cuché? Bueno…, para mí lo de aquí es algo local. Durante una época participé de la vida social francesa al nivel más alto. ¿Disfrutó? No me gusta. Cuando estaba con Mitterrand
era el invitado 39 en sus recepciones y lo dejé porque era aburrido. Cada país tiene sus reglas de juego. Si te interesa o el poder te da
algo…, pero yo he estado siempre al margen del… ¿Del? Del poder.
“a los arquitectos no les gusta hablar de colegas vivos. incluso
cuando hablan de los muertos, hablan de los muertos poco conocidos”
Se obsesionó con hacer un rascacielos. Sí. Hoy tengo varios…, debe ser el complejo de un tío que ha nacido en un lugar limítrofe, periférico, como Barcelona.
¿Cómo ve hoy su ciudad? Es una ciudad sin Estado. Un país con dos grandes ciudades es una rareza, piense en París o en Londres. Piense en Roma y Milán. Italia es un país de
ciudades. Allí cada urbe funciona por su propia dinámica. Barcelona ha
vivido al margen del poder. Ha sido una ciudad de libertades y mezcla. Todavía hoy el catalanismo y la gente que llega de fuera siguen siendo
dos mitades con sendos riesgos de endogamia. ¿Cree que está creciendo bien? Ya no crece, cambió con los juegos olímpicos. Su hotel Vela redibujó la fachada marítima. Lo han vendido a los cataríes por el doble de lo que costó. ¿Su vida planetaria le convierte en un gran arquitecto o en un gran personaje?
Me es muy difícil pensarme de otra manera. ¿Cómo sería si no me hubiera
ido por el mundo? Posiblemente triste, porque soy muy poco botiguer
[comerciante]. Para no serlo, montó uno de los estudios más potentes del mundo. ¿No ha tenido problemas económicos?
No. He conseguido el dinero necesario para tener las menos
preocupaciones posibles. Para ser libre has de tener suficiente dinero y
nula preocupación por el estatus social. ¿Cómo recuerda la casa en la que creció? Una casa
del grupo R, en un pasaje por encima de la Diagonal. A mi padre le
gustaba vivir en los pasajes porque no había ruido. Era burguesa y
moderna.
Lo que ha sido usted. ¿Ah, sí? [risas].
¿Cómo se ve? Inquieto. He llegado a la conclusión de que o haces funcionar la cabeza, o te mueres . O tienes curiosidad, o esto se acaba.