El centro de exterminio ha superado los dos millones de turistas, récord histórico.
Quién haya visitado alguna vez un Campo de exterminio o de Trabajo, no lo podrá olvidar nunca. Siempre se recordará el "Silencio" se notará frio con esos pijamas de rayas y las fotos de como llegaron y como se van conviertiendo en cadáveres....y uno piensa....¿Por qué ese Dios permitió tanto horror?
El campo de concentración Auschwitz-Birkenau, encarnación de los valores nazis
y memoria viva de uno de los mayores horrores de la historia, recibió
en 2016 más de dos millones de visitantes, medio millón más que en 2015 y
uno más que dos años atrás. Es una cifra algo inferior al número de
entradas que vende el Museo del Prado. En aquel campo fueron
exterminados en el Tercer Reich entre 1,1 y 1,4 millones de personas:
judíos, gitanos, homosexuales, presos soviéticos y polacos. Por nacionalidades, los polacos siguen siendo los más numerosos
(424.000), seguidos de británicos (271.000), estadounidenses (215.000),
italianos (146.000) y españoles (115.000), de acuerdo con el informe de
la dirección. El antiguo centro de exterminio, que celebró hace
dos años el 70º aniversario de su liberación, se abrió como museo en
1947 y es Patrimonio de la Humanidad desde 1974. Sin embargo, ha estado al borde de la desaparición debido a las estrecheces económicas
para conservar sus 155 edificios, 300 ruinas (entre las que se incluyen
los dos hornos y cámaras de gas, volados por los nazis) y miles de objetos personales
que en sí mismos condensan el espanto: minúsculos zapatos infantiles,
prótesis de mutilados, montañas de gafas redondas, toneladas de cabello,
la maleta de Klara Golosein, la de Georg Weiss, la de Else Meier, cartas de víctimas, apuntes de verdugos
“En el mundo de hoy, desgarrado por los conflictos, la
sensación de inseguridad y el auge de los populismos, es más necesario
que nunca recordar los capítulos más oscuros del pasado y las
advertencias que contienen, como Auschwitz”, declaró ayer su director,
Piotr Cywinski.
Guarda la calma, ponte zapatos cómodos y medita todo bien antes de pasar la Visa.
La ayatolá de las rebajas,
la gurú de los chollos. Estos son algunos de los motes que me han
puesto mis compañeros de trabajo y mi círculo de amistades. Y es que si
tengo un principio, ese es el de no pagar más por algo que puedes
encontrar por menos, si sabes cómo. Solo se necesita tiempo y paciencia,
y algunos consejos. Las rebajas de invierno
están a punto de comenzar —el 7 de enero en la mayoría de comunidades— y
este año vamos a hacerlo bien. Hay ciertos trucos, adquiridos a lo
largo de temporada tras temporada y después de sufrir algunas
desilusiones, que ayudan a hacer de este período de descuentos una
experiencia satisfactoria. Antes de entrar en harina y desvelar mis mejores secretos, quiero
hacer un llamamiento a todos los consumidores: apostad por las compras
responsables. No, no es necesario llenar por llenar el armario de
prendas. En esa camisa que cuesta tres euros se te va a quedar un cerco
amarillo de desodorante imposible de borrar. Ese pantalón vaquero de 15
euros no te valdrá el segundo día que lo uses porque es 70% algodón, 30%
poliéster, y dan de sí. Y unos jeans de verdad, de los que te duran 10 años (si no cambias de peso), están compuestos al 100% de algodón, tela conocida como denim. ¿Y esos botines de 5 euros? Son plástico, te va a sudar el pie, palabrita de fashion victim. Por eso, las rebajas son buen momento para comprar dos tipos de prendas:
las que forman el llamado fondo de armario y esos caprichos* que no has
podido permitirte antes. Casi todos los expertos en moda coinciden: el
fondo de armario está compuesto por prendas atemporales, básicas y de
buena calidad. Por ejemplo, un little black dress
—ese vestido negro que te sirve para cualquier ocasión menos para hacer
deporte e ir a la playa—, un abrigo largo color camel, una camisa
blanca clásica, unos botines de piel, un bolso shopper o una chaqueta de punto. El fondo de armario no se puede crear de una vez, a no ser que estés
dispuesto a gastarte una buena cantidad de dinero. Por eso, yo lo
comparo con la afición de coleccionar monedas o sellos. Lo vas haciendo
poco a poco. Piensa en qué te hace más falta ahora, en qué vas a
utilizar más.
La semana antes
Uno de mis mejores trucos es pasarme por las tiendas una semana
antes, probarme las prendas y apuntarme la talla y la referencia. A las
23.59 horas del día 6 de enero estoy conectada a la web de la tienda que
me interese y, una vez se cumplan las 00.00 horas, añado todo a la
cesta de compra y pago rápido. Me ha sucedido en un par de ocasiones
que, mientras hacía la compra, algunas de las prendas que había
seleccionado se agotaron y me quedé sin ellas, por eso está muy bien
guardar previamente las pestañas que nos interesen en favoritos. Si lo de Internet no es lo tuyo —yo te animo a que empiece a ser lo
tuyo, cómodo, sin chocarte con la gente, sin colas, te lo traen limpito y
bien envuelto a casa—, la mayoría de tiendas abren a las 10 de la
mañana. Vete a primera hora con las ideas claras y aléjate de las
tiendas del centro. Eso es un horror de prendas tiradas en el suelo,
montañas de nadie-se-atreve-a-meter-la-mano-por-si-acaso y pisotones.
El mejor momento
Los mejores días para comprar son los primeros y los últimos. Las
segundas rebajas no son más que un eufemismo de "te saco todo lo que
tengo en el almacén desde antes de que Britney Spears se rapara el pelo
(y eso fue en 2007)". Sin embargo, los días finales sucede aquello de
entre col y col, lechuga. Hay cosas escondidas de gente que ha hecho
devoluciones y que pueden ser una buena inversión de futuro. Además de
prendas de otras estaciones, como sandalias o vestidos. Hay que esperar
para estrenarlo, pero el tiempo vuela. Este año, el mejor momento puede ser ya mismo. Tiendas como Adolfo
Domínguez, Mango, Bimba y Lola, H&M, & Other Stories y Cortefiel
ya han empezado con sus rebajas. Y las hay muy buenas. Como dicen mis compañeras de SModa, estos días puedes comprar tus Reyes con descuento.
Estaba allí el rumor de la madre, la evocación de la hija,
la flor del invierno, aquella luminosa habitación abierta al cielo en la
que pintaba flores y dibujaba rostros viejos o escuchaba música para
escribir adrede, la historia de esos rostros, su soledad, su ruido, su
rabia. Costaba
trabajo, en ese momento, imaginarlo sin moto, con la que había
recorrido pueblos, desiertos y otros territorios que se parecían a los
de sus novelas. En aquel momento, hace dos meses, acababa de publicarse
de nuevo G., uno de sus grandes libros, y Alfaguara lo había
reeditado casi todo. Y nosotros se los llevamos a su casa cerca de
París, donde vivía lejos de aquellas montañas en las que fue vaquero
acompañado o solitario, triste al fin, despegado de aquel suelo francés,
y también de su suelo inglés, y de todos los suelos, pues ya vivía en
el recodo de un sueño. Tocaba los libros como si fueran esculturas, máscaras de un
tiempo que se relacionaba con él por el sonido del pasado, esas palabras
que construyó como quien esculpe; en las paredes blancas, el dibujo del
rostro de su padre, por ejemplo, y en la conversación, arrancada a la
inteligencia del silencio, aparecían su hija, su nieta y su madre,
siempre presente, explicándole por qué no leía sus libros. No te leo
para creer que eres el mejor de todos. Ja, ja, ja.
Le costaba reír a John,
aquel vitalista que comía tortillas suaves en Betanzos, que acariciaba
el vino peleón en las tabernas de Madrid, que pelaba con los dedos las
gambas de Barcelona, que cuidaba del embutido como de los adjetivos de
la vida, y que escribía con esa paciencia que tienen los pintores, los
escultores o los grabadores, y que él tenía por todo eso y por su larga
experiencia de agricultor en silencio sobre motos que se pierden en los
susurros de los países. En aquel momento, echado en su chaise longue,
horriblemente dolorido, cargaba minutos sin tiempo hasta contestar las
preguntas; siempre fue así, parecía que esas palabras luchaban contra un
agente extranjero, como si un muro se hubiera levantado entre él y lo
que salía por su boca. Uno piensa que las personas, sea el tiempo que
pase, siguen siendo las que conocimos un día partiendo queso o bebiendo
vino malo en las tabernas en las que su voz cantaba, como aquellos ojos
azules. Y ya tampoco eran esos ojos azules. En el calor doméstico de su invierno esos ojos se habían
agrandado, como si se hubieran dibujado para persistir en su belleza,
inundados sin embargo del susto y del abismo. Al final de la tarde, y
aunque ya la frontera entre su cansancio y la vida no impedía su abrazo (abrrazzo,
decía John, era su palabra española), parecía que él mismo iba a salir a
la calle, a buscar su moto, a echarse otra vez al ruido del mundo. Pero ya su vida estaba entre esos silencios de los que se
levantaba como si describiera con su voz el dolor que sufría; era,
también en ese momento, el dolor del mundo, ese miedo que sus ojos
guardaban para que nosotros no supiéramos cuánto quedaba para que la
tristeza fuera la última noticia de su invierno. Y ahora lo es, como una
campana rota tañendo desde lo alto de un árbol que se llama Berger.
La actriz
ha pasado la Navidad en Colorado en una casa que ha alquilado por cuatro
millones. Brad Pitt ha confesado que han sido los peores días de su
vida.
Cuatro meses después de anunciar su separación, Angelina Jolie y Brad Pitt
atraviesan momentos vitales muy diferentes. La actriz tras pasar algún
tiempo recluida en una de sus lujosas residencias con sus seis hijos ha
reaparecido en público con tres de ellos. Ha sido en Colorado donde la
familia ha pasado las vacaciones de Navidad y se ha dejado ver por
primera vez paseando por la calle. Jolie, acompañada
de Shiloh, de diez años, y los gemelos Knox y Vivienne, de ocho, se ha
mostrado muy sonriente aunque, eso sí, algo más delgada de lo habitual
en ella que siempre se ha caracterizado por su frágil físico. La prensa de EE UU asegura que la actriz alquiló una mansión por cuatro
millones de euros para que sus hijos pasaran una Navidad en la nieve y
lejos de la vida que llevaron en el pasado junto a Brad Pitt. La mansión
cuenta con seis dormitorios y una pista privada que permite esquiar
directamente sin tener que salir del recinto.
El actor, mientras tanto, no se ha dejado ver tras concluir la promoción de su última película, Aliados,
protagonizada con Marion Cotillard. Algunos medios internacionales
haciéndose eco de amigos de Pitt aseguran que este ha pasado la Navidad
en alguna playa con sus padres y algún íntimo y han añadido que para él
han sido "las peores" vacaciones de su vida. Eso sí antes de viajar pudo
ver un rato a sus niños y darles sus regalos de Navidad pero siempre
bajo la supervisión de un terapeuta. "La angustia de Brad es evidente en este momento. Ha echado
mucho de menos estar con sus hijos en Navidad y Año Nuevo", explica una
fuente próxima al actor a medios de EE UU quien añade: "Estas visitas
supervisadas son un verdadero infierno para él. Rompe a llorar tantas veces... ya no tiene vergüenza de llorar".
La guerra entre quienes durante años fueron la pareja adorada de Hollywood continúa. El pasado día 23 de diciembre Brad Pitt acusó a Angelina Jolie, de revelar detalles sensibles sobre su acuerdo de divorcio. Según la revista People, el actor asegura que su expareja ha facilitado varios documentos legales a los medios de comunicación. El equipo legal del protagonista de El club de la lucha,
de 53 años, ha presentado un memorando jurídico esta semana en la Corte
Superior de California aportando razones específicas para justificar
que todo el procedimiento sobre la custodia de sus seis hijos debe permanecer bajo secreto. En los documentos, a los que han tenido acceso varios medios estadounidenses como Page Six o People,
el intérprete acusa a Jolie de exponer a sus hijos "haciendo públicos
los nombres de sus terapeutas y de otros profesionales de salud mental" y
añade que ella "no tiene un mecanismo de autocontrol para evitar que la
información sensible salga a la luz". "Jolie parece que está decidida a ignorar incluso los
mínimos acordados para proteger a sus hijos", dicen los documentos,
donde se pide al juez del caso, Richard J. Burdge Jr., que conceda una
moción para sellar el caso. La audiencia se celebrará el próximo 17 de
enero.