El actor,
que el próximo 9 de diciembre cumple un siglo, tuvo que luchar mucho
para llegar a destacar en el cine.
Con solo un Oscar honorífico a su
trayectoria, pese a tres nominaciones por grandes interpretaciones, te
mostramos una selección de imágenes de sus grandes películas.
Issur Danielovitch Demsky nació Kirk Douglas,
el 9 de diciembre de 1916 en Nueva York . El gran actor, que debutó en
1941, protagonizó en 1960 una de sus películas memorables, 'Espartaco',
de Stanley Kubrick.
A pesar de su enorme filmografía, Douglas solo
tiene un Oscar, honorífico, a toda su trayectoria, concedido en 1996. En
la imagen, junto a Deborah Kerr (izquierda) en la película 'El
compromiso', dirigida por Elia Kazan en 1969.
Combatiente en la Segunda Guerra Mundial,
Douglas recibió la Concha de Plata en el festival de Cine de San
Sebastián en 1958 por su papel en la película 'Vikingos'
. En la imagen,
acompañado por el actor Tony Curtis en el filme.
En un clásico del cine, 'Senderos de gloria', alegato antibelicista, dirigido por Stanley Kubrick, en 1957.
'Los valientes andan solos', dirigida por David
Miller en 1962, protagonizada junto a Gena Rowlands. El actor
estadounidense ha participado en numerosos 'westerns' en su carrera .
Douglas ha tenido cuatro hijos, el mayor de ellos, Michael, también
actor.
Intérprete de un duro policía en 'Brigada 21',
de William Wyler (1951). Douglas tiene un origen humilde, sus padres
eran campesinos judíos procedentes de un pueblo al sur de Moscú.
Douglas recibió el Globo de Oro al Mejor Actor
en 1957 por dar vida al pintor Vincent van Gogh en 'El loco del pelo
rojo', uno de sus papeles más recordados. Su primer contacto con el
mundo artístico fue en el instituto, cuando ganó un premio por recitar
un poema.
Una inhabitual imagen de Kirk Douglas, la familiar, junto a sus dos hijos mayores Michael y Joel, en su casa, en 1954.Rue des ArchivesRue des Archives / Cordon Press
En 'El gran carnaval', escrita, producida y
dirigida por Billy Wilder, una incisiva crítica al periodismo amarillo. La cinta fue galardonada con el premio Internacional del Festival de
Venecia en 1951 . Entre las muchas historias de su vida, destaca que
estudió en la St. Lawrence University de Nueva York gracias a un acuerdo
con el decano: trabajar en el centro como jardinero y, luego, de bedel.
Tres herederas ', comedia protagonizada en 1963. Con un físico poderoso, destacó en varios deportes, como la lucha libre.
Fotograma de 'Senderos de gloria', de Kubrick. Como puede apreciarse en esta imagen, Douglas ha desprendido un enorme
magnetismo en la pantalla, acentuado por rasgos como sus ojos o el
hoyuelo en la barbilla.
Con Lauren Bacall, en la presentación de
'Diamonds', de John Asher, en el Festival de Venecia, en 1999 . En lo
personal, ha destacado por su temperamento y sus ideas de izquierdas, un
hombre con gran vigor y entusiasmo en todo lo que realizaba.
El actor con el Oso de Oro del Festival de
Berlín, en reconocimiento a su carrera artística, otorgado en 2001. Douglas ha sido un galán que ha tenido romances con Marlene Dietrich,
Rita Hayworth, Joan Crawford, Mia Farrow y Faye Dunaway, entre otras
mujeres.
Kirk Douglas junto a su hijo Michael
protagonizaron el documental 'Los Douglas, una dinastía en Hollywood',
en 2005. La lista de grandes directores con las que ha trabajado está
ligada a la época dorada de Hollywood. Están los mejores, excepto John
Ford.
La estrategia de venta de las gafas de Snapchat enloquece a los usuarios, dentro y fuera de Internet.
A primera vista parecen las clásicas gafas de sol
que Jack Nicholson ha usado toda la vida, las mismas con las que anima a
los Lakers en primera fila del Staples Center.
Solo los remates de las
esquinas superiores llaman la atención. Una esquinita bordeada de
puntitos amarillos alrededor de una cámara, que apenas se percibe.
Las gafas, inicialmente pensadas solo para usarse con Snapchat, la
empresa que las ha creado, que permiten compartir vídeos de solo 10
segundos dentro de la red social más efímera.
Dos semanas después de su estreno se han convertido en el objeto más
deseado.
Las gafas cuestan 129 dólares, un precio más que aceptable para
un gadget.
Sin embargo, la estrategia de venta las ha convertido en algo inalcanzable y deseado con una expectación pocas veces vista.
La clave está en su estrategia en una generación
artificial de escasez.
Ofrecen un número limitado de unidades al día. No
dicen cuántas sale a la venta, aunque los cálculos a pie de fila
apuntan a 300 por jornada.
Tampoco se sabe dónde las van a vender hasta
unas horas antes en su cuenta de Twitter, donde se da una pista pocas
horas antes de plantar su especial robot dispensador.
El Snapbot se
mueve en una furgoneta pick up con matrícula de Los Ángeles, donde tiene
la sede principal la empresa fundada por Evan Spiegel.
Snapchat juega con un público ávido de novedades.
Cuando se daba por hecho que solo iban a llevar su robot por la Costa
Oeste, sorprendieron en plena semana de Acción de Gracias con un local
físico de aire improvisado en Nueva York.
Hasta el momento es su única
tienda física, aunque tiene un limitado horario.
A primera vista parecen las clásicas gafas de sol
que Jack Nicholson ha usado toda la vida, las mismas con las que anima a
los Lakers en primera fila del Staples Center. Solo los remates de las
esquinas superiores llaman la atención. Una esquinita bordeada de
puntitos amarillos alrededor de una cámara, que apenas se percibe. Las Spectacles son el objeto más deseado en Estados Unidos.
Las gafas, inicialmente pensadas solo para usarse con Snapchat, la
empresa que las ha creado, que permiten compartir vídeos de solo 10
segundos dentro de la red social más efímera.
Dos
semanas después de su estreno se han convertido en el objeto más
deseado. Las gafas cuestan 129 dólares, un precio más que aceptable para
un gadget. Sin embargo, la estrategia de venta las ha convertido en algo inalcanzable y deseado con una expectación pocas veces vista.
La clave está en su estrategia en una generación
artificial de escasez. Ofrecen un número limitado de unidades al día. No
dicen cuántas sale a la venta, aunque los cálculos a pie de fila
apuntan a 300 por jornada. Tampoco se sabe dónde las van a vender hasta
unas horas antes en su cuenta de Twitter, donde se da una pista pocas
horas antes de plantar su especial robot dispensador. El Snapbot se
mueve en una furgoneta pick up con matrícula de Los Ángeles, donde tiene
la sede principal la empresa fundada por Evan Spiegel.
Snapchat juega con un público ávido de novedades.
Cuando se daba por hecho que solo iban a llevar su robot por la Costa
Oeste, sorprendieron en plena semana de Acción de Gracias con un local
físico de aire improvisado en Nueva York. Hasta el momento es su única
tienda física, aunque tiene un limitado horario.
Unen el mundo online con el offline con una
inusitada maestría. Juegan con ser o no parte de la comunidad.
El pasado
19 de Noviembre dieron una muestra más de su desmesurado tirón.
Se
plantaron en las inmediaciones del partido de fútbol universitario más
esperado en el sur de California.
En los aledaños del Rose Bowl, el
estadio de fútbol de Pasadena, las aficiones compartían cerveza y
barbacoa en la parte trasera del coche en una sana competencia.
Solo el
robot dispensador de gafas rompía el medido jolgorio.
Una fila de más de
500 personas junto al canal del Arroyo Seco esperaban pacientes su
turno.
Dos horas después de dejar la máquina expendedora llegó la mala
noticia.
Más de la mitad de los fanáticos de Snapchat no tendrían sus
esperadas gafas. No hubo disgusto.
Como si fuese parte de un juego comenzaron a mirar Twitter con intención
de descubrir la localización del siguiente día.
La mente malévola
detrás de esta caja amarilla no tuvo piedad.
El domingo 20 se plantaron
en una de las zonas más profundas del Cañón del Colorado.
Una hora
después todas las empresas que ofrecen vuelos en helicóptero de Las
Vegas reconocían haber agotado los billetes para esa tarde.
Un viaje de
ida y vuelta desde la ciudad del pecado al Cañón tiene un precio cuatro
veces superior que el importe de las gafas.
El domingo siguiente, 27,
dejaron un paquete revestido como regalo de Navidad en el parking de The
Grove, uno de los centros comerciales de Los Ángeles.
Ya era de noche
.
En cuanto se supo que dentro estaba el almacén itinerante comenzó la
fiebre.
De nuevo, más de la mitad de los fanáticos de Snapchat se
quedaba sin su unidad.
El primer domingo de diciembre, optaron por una
localización de película, el observatorio Griffith, a la caída de
Hollywood, con Los Ángeles a sus pies, junto a la estatua que recuerda
al James Dean de Rebelde sin causa.
Una hilera de angelinos y turistas
quiso hacerse con sus gafas, pero se repitió la situación.
En eBay o
Craiglist se pueden encontrar por precios que superan los 800 dólares,
más de cuatro veces su valor nominal.
En su opinión la generación de escasez es una
clave del éxito.
“En lugar de sentirte decepcionado porque cuando te
toca el turno se han vendido, o pensar que Snapchat no sabe gestiona la
demanda, se consideran afortunados por formar parte de la multitud, por
ver el bot, y hablar con los que sí lo consiguieron”, explica.
Snapchat ha ido todavía más allá.
Ha llegado a
contratar publicidad.
Las bandejas para meter objetos en el arco de
seguridad del aeropuerto de Los Ángeles muestran a modelos de ambos
sexos posando con las gafas.
Solo pone ‘Spectacles’ y el ojo de robot
cíclope que les dispensa en el mundo real.
En SOMA, el barrio de las
startups de San Francisco, varios muros, están decorados con ese signo,
un ojo icónico sobre fondo amarillo. No pone nada maś.
Ni dirección web,
ni tiendas del aeropuerto, ni una sola referencia adicional.
Se
anuncian en un lugar solo con la intención de reforzar marca y deseo, de
despertar curiosidad en el que no sabe de qué se trata.
Antonio Jiménez Chacón, inversor de capital riesgo en Richmond Partners,
una firma de Silicon Valley, lo ve como una forma para fortalecer el
vínculo personal que ya de por sí genera la aplicación con sus usuarios,
aunque añade un matiz más técnico, con la mirada puesta en el futuro:
“Es una puerta a la realidad aumentada, que sin duda les va a permitir
validar este modelo, cuyo uso sociales tienen posibilidades infinitas”.
Rojas advierte de que estirar demasiado esta
estrategia puede volverse en contra:
“Es lo que llamo el efecto Pokémon
Go, al principio todos estábamos ahí, pero si siempre tienes el mismo
resultado o te resulta imposible alcanzar el objetivo, te aburres y
abandonas”. Jiménez Chacón tiene la visión opuesta:
“Si se respeta ese
espíritu de comunidad no se volverá en contra. En Snapchat se enfocan en
el entretenimiento con vídeos de tu barbacoa con efecto o tu sesión de
surf.
Es un extra, pero no es necesario para usar Snapchat”.
Snapchat ha dado los primeros pasos para cotizar
en Wall Street.
Su valoración inicial ronda los 30.000 millones de
dólares.
Rojas cree que la puesta escena sirve para realzar su valor:
“Este tipo de acciones diferentes hacer que se ponga atención y se vea
como una empresa con creatividad y capacidad para atraer un público
joven que pasa del móvil al mundo real”.
Chacón vislumbra un segundo paso en esta mágica
estrategia, la interacción entre los que ya tienen las Spectacles:
“Se
generaría un nuevo lenguaje más visual, con la opción de comunicarse
entre sí”.
Desde la sede de Snapchat en Los Ángeles no se da
una sola información sobre su posible venta fuera de Estados Unidos, a
través de Internet o en tiendas físicas de manera más formal. Tampoco
ofrecen unidades de prueba y se toman como un halago el interés
despertado.
Chacón, estratega social, solo tiene palabras de
elogio para Snapchat, de los que espera más sorpresas:
“Han entendido el
valor de las redes y lo han impulsado con nuevas interacciones.
De Ernestito al Che, hay un trecho muy,
muy largo.
Un camino que mental y emocionalmente ha sido interminable
para Celia, Roberto, Ana María y Juan Martín Guevara, sus hermanos.
No
digamos para sus padres, mudos después de conocer su muerte en Bolivia
hace ahora 49 años.
Ninguno de ellos quiso hablar de quien poco después
de caer en la guerrilla marcó el futuro de la izquierda a nivel global,
hasta el punto de acabar canonizado por sus seguidores como un mito y
denostado al tiempo como un demonio contagioso.
Ahora, el más joven de
todos rompe su silencio con Mi hermano, el Che (Alianza), escrito junto a la periodista francesa Armelle Vincent.
Los recuerdos de Ernesto Che Guevara
son aún cristalinos para su hermano pequeño, que hoy ha cumplido ya 72
años.
Juan Martín Guevara ha tardado 47 en asomarse a la Quebrada del
Yuro (Bolivia), donde fue abatido el Che un 9 de octubre de 1967. Pero
finalmente venció a los fantasmas y se acercó, quizás para empezar a
rendir cuentas.
Se desplazó en coche desde Buenos Aires: 2.600
kilómetros.
Una vez allí, se calzó unas deportivas nuevas y se adentró
en la profunda garganta que cae a plomo tras el municipio de La Higuera.
Durante medio siglo, Juan Martín Guevara
había ido conservando muy dentro a Ernestito, su hermano 15 años mayor.
Pero ese recuerdo se fue fundiendo con la naciente leyenda del Che.
También, con su mala digestión, que le hacía soportar con arcadas ese
póster de santón con el que tantos han mercadeado sin remilgos.
“Se han
dado muchas razones para abandonar lo que yo he llamado perfil
subterráneo.
Mientras Ernesto Guevara fue solo Ernestito; era uno de mis
hermanos mayores.
Cuando se convirtió en el Che, yo, automáticamente,
pase a ser el hermano del Che.
Y cuanto más creció la figura, más se
acentuó mi posición”, afirma Juan.
“Nos educamos dentro de una familia con
gran tendencia a leer, pensar, opinar y obrar en libertad.
En mi caso,
agregué la influencia lógica de los colegios y fundamentalmente de la
calle”, prosigue.
Eso le hizo militar pronto en movimientos
estudiantiles antes del triunfo de la revolución cubana.
“Por tanto, mi hermano, en vida, fue considerado por mí como un compañero de lucha y un referente”.
Incluso, al seguir viviendo en Argentina, donde su figura no ha sido reivindicada con el entusiasmo de otros —Gardel, Evita,Maradona…—
como mito local.
“La santificación en unos casos es indignante, en
otros se comprende”, asegura Juan Martín Guevara.
Pero esa deuda con su
país de origen le duele: “En cada época o periodo político de los
gobiernos de Argentina tuvieron características, en general poco
amigables con el pensamiento revolucionario del Che.
Baste contarle que
en nuestra casa familiar pusieron bombas, ametrallaron, tirotearon.
Yo
estuve ocho años preso durante la dictadura y, anteriormente, tres meses
en la época del gobierno de Perón”.
Salió libre en 1983, pero fue a partir de
2001 y la gran crisis política, social y económica de una Argentina
ahogada en brazos de Carlos Menem, cuando la juventud comenzó a retomar el interés por la política activa.
“Fue algo que se acentuó con el Gobierno de Néstor Kirchner. Entonces comencé a actuar públicamente
. Entre otras razones, he escrito este libro para reivindicar su argentinidad”.
También por mantener vivos ideales
necesarios encarnados por Ernesto como un tronco insobornable en su
acción y pensamiento: “Las dos imágenes más conocidas en el mundo son
las de Cristo y la del Che.
Ambas son manipulables y manipuladas.
La del
Che, por ser contemporáneo y porque en sus obsesiones persistía la
lucha frente a la injusticia, la desigualdad o la rapiña de los centros
de poder.
Estos continúan vigentes en el contexto actual y, por tanto,
su filosofía es mucho más peligrosa.
Por eso, la manipulación y la
frivolización de su pensamiento resulta más notoria.
Creo que tratan de
lograr el mismo objetivo: sacralizarlo y, al tiempo, desvalorizarlo”.
Más allá de todas esas reivindicaciones,
el libro es una obra testimonial muy íntima.
En sus páginas se abren las
puertas de la casa familiar: la influencia de su madre, el disparate
efervescente de su padre, que nada más triunfar la revolución en Cuba,
se presentó allí, para sonrojo de su hijo, que lo frenó, pretendiendo
hacer negocios en la isla.
“Se trataba de contar también cómo era la
familia, desvelar en qué contexto creció Ernesto y que este no salió de
una galera de mago. He tratado de ser lo más estricto con la verdad.
Por
lo menos con lo que uno entiende como verdad y aclarar algo, que creo
importante.
Los conflictos entre mi viejo y Ernesto, existieron”.
En torno a su madre, solo pervive la luz,
por contra.
“Hay algunas referencias a la importancia de la vieja en la
formación de Ernesto y, en general, de la nuestra.
Creo que del que
nunca se habla es de mi padre y su influencia positiva o negativa.
Yo he
tratado de poner en la balanza ambas cosas.
Por ejemplo la ruptura con
las convenciones venía de ambos.
Mi padre, con objetivos que se
convertían en irrealizables y casi en sueños nada más emprenderlos…”.
De la madre queda un legado de
persistencia notable.
Eso marcó a todos sus hijos. “La conjunción de los
sueños de mi padre y la constancia de mi madre, creo que se unieron en
Ernesto de la mejor manera.
Los dos nos empujaron a ser dueños de
nuestro pensamiento y decisiones propias desde muy chicos.
Creo que en
el libro esto queda bastante claro”.
Ella impulsaba al estudio, a
formarse. Él a relacionarse, a poder ser, con élites y por conveniencia,
cuenta Juan.