SI LA VISTA no nos engaña, la mesa sobre la que escribe
Hemingway obstruye la puerta de un armario, quizá para que los fantasmas
salgan de su cabeza y no del ropero En realidad, los fantasmas salen de todas partes, pero conviene que
circulen en orden. Hay novelistas que no pueden trabajar en espacios
demasiado angostos, o demasiado amplios, o con una puerta a sus
espaldas. La calidad de un cuento de terror, según Stephen King, depende
de cómo manejes la apertura de la puerta (siempre hay una). Ignoramos
qué rayos escribe Hemingway, pero lo que nos llama la atención de la
foto no es su imagen, ni la de la máquina de escribir, ni la de las
cuartillas que se amontonan a la derecha . Lo que nos preocupa es lo que
hay dentro del armario. También lo que no hay, pues podría estar
desocupado. “Triste estoy como un cajón vacío”, decía Carlos Edmundo de
Ory. Si me preguntaran qué hay o quién se encuentra dentro de esa oquedad,
diría que el propio escritor. Eso es lo que sugiere al menos la imagen
del espejo. Al otro lado de Hemingway está Hemingway, mordiéndose la uña
del pulgar de la mano derecha que en el reflejo resulta ser la
izquierda. En el lado de acá escribe una novela del derecho, y en el de
allá, la misma novela, pero del revés. Si tuviera que salvar una de las
dos de un incendio, ¿cuál elegiría? Es más, si tuviera que salvarse a sí
mismo de un incendio, ¿escogería al Hemingway del interior del armario o
al de afuera? ¿Al claro o al oscuro? ¿Al de la cara o la cruz? He ahí
una decisión que cada autor toma línea a línea y de la que esta imagen
es una buena metáfora.
Llevamos un año de victorias de la irracionalidad. Más que los votantes,
me parecen culpables los políticos que se han olvidado de servir a la
sociedad.
ESCRIBO estas líneas en el calentón del triunfo de Trump, y para cuando aparezcan (la impresión de El País Semanal se toma 15 días) quizá otros comentaristas hayan dicho lo mismo. Ojalá, porque eso indicaría que empezamos a tomarnos en serio este
problema. En el primer artículo que publicó tras las elecciones, mi
admirado John Carlin decía: “Los analfabetos políticos que votaron a
Trump han caído en lo que la historia juzgará como un acto de criminal
irresponsabilidad hacia su propio país”. Muy cierto. Esos votantes son
unos incultos y también los culpables directos del desastre. Han ganado
los supremacistas blancos, los partidarios del rifle, los sexistas
irredentos. Que nadie se llame a engaño: el machismo, ese prejuicio tan
soterrado y poderoso, ha sido una de las causas por las que Clinton
perdió.
son ignorantes y se equivocan, de la misma manera que se equivocó trágicamente el pueblo alemán en 1932 cuando votó a Hitler
Pero, además de esto, yo creo que hay gente con una responsabilidad
aún mayor por lo que está sucediendo en el mundo. Llevamos un año de
victorias de la irracionalidad, del retrogradismo, de la demagogia. Y
los analistas políticos, ante cada derrota del sentido común, llámese Brexit o trumpismo, se limitan a decir: son unos ignorantes y se han equivocado.
Pues sí, son ignorantes y se equivocan, de la misma manera que se
equivocó trágicamente el pueblo alemán en 1932 cuando votó a Hitler. Pero ¿por qué está sucediendo de repente todo esto? ¿Qué es lo que saben
esos ignorantes para portarse así? Pues saben, o sienten, que no pintan
nada . Que esta democracia supuestamente representativa no les
representa en absoluto. Que hay una distancia sideral entre sus
problemas y la clase política. Que la mayoría de los políticos no
trabajan para el bien común, sino para su propio provecho. Y que el
sistema es una maquinaria férrea, inmutable y ajena que les aplasta una y
otra vez: la crisis mundial la están pagando los ciudadanos más
desfavorecidos. Los profesores Vitali, Glattfelder y Battiston estudiaron en 2011
más de 43.000 empresas multinacionales y descubrieron que el 80% de
ellas estaba controlado por tan sólo 737 personas. Hay un millar de
individuos que poseen el mundo, y los políticos deberían estar de
nuestra parte, de parte de todos los demás ciudadanos, para intentar
controlar a los potentados. Pero ¿acaso alguien siente que están de
nuestro lado? Yo, desde luego, no. La democracia, que tiene a su favor
la transparencia, nos muestra una y otra vez todos los fallos del
sistema, su corrupción, su hipocresía. . Y la gente ignorante, harta de no sentirse ni siquiera escuchada,
se vuelve hacia los profetas antisistema, hacia los neonazis, los
neoestalinistas o los tiranos teocráticos como el ISIS, creyéndolos
puros y distintos. Un trágico error que vamos a pagar todos con sangre,
porque fuera del sistema democrático sólo está el infierno. Pero, claro,
para que la democracia siga funcionando hace falta devolverle la
legitimidad y la credibilidad que ahora parece haber perdido.
LA DEMOCRACIA, QUE TIENE A SU FAVOR LA TRANSPARENCIA, NOS MUESTRA UNA Y OTRA VEZ TODOS LOS FALLOS DEL SISTEMA
De modo que sí, querido Carlin, esos analfabetos que votaron a Trump
han cometido un acto de criminal irresponsabilidad, pero a mí aún me
parecen más culpables los políticos que se han olvidado de su condición
de servidores de la sociedad y que se diría que sólo viven para sus
propios intereses. Creo que muchos de los votantes de EE UU no se
sienten representados ni por los demócratas ni por los republicanos y,
por otra parte, ¿qué ejemplo de veracidad dan todos esos sectarios como
Susan Sarandon que prefieren seguir empecinados en las luchas
partidistas en vez de pensar en los ciudadanos, en el bien común? El
mismo ejemplo que dio la izquierda aquí tras las primeras elecciones,
cuando, en vez de pactar, como les ordenaban las urnas, prefirieron
convocar nuevos comicios porque creyeron que sacarían más tajada, más
poder personal, sillones, cargos.
Cuando, días antes de las elecciones, Trump rompió con los republicanos,
ya sospeché que ganaría. Porque eso le daba aún más credibilidad al
energúmeno: “Ha roto con los políticos corruptos, él sí que va a ser
capaz de hablar por nosotros”, me imagino que pensaron los analfabetos
de Carlin. Equivocadamente, desde luego. Y, aun así, algo saben. Algo
fundamental que deberíamos ser capaces de escuchar.
Un libro, ‘El saco de Tesalónica’, sirve para encontrar paralelismos
entre la angustia y el destino de sus habitantes con los de sitiados y
huidos actuales.
ME LLEGA un librito meritorio. Interesará a tan poca gente –pese a su interés– que vale la pena dar noticia de él. Se trata de El saco de Tesalónica, del clérigo bizantino (“cubuclisio”) Juan Cameniata o Kaminiates, quien vivió el ataque
sufrido por su próspera ciudad a manos de los agarenos o sarracenos en
el año 904, recién iniciado el siglo X. No es una obra única en ningún
aspecto, ni siquiera en lo referente al lugar devastado, más conocido
hoy como Salónica: hay relatos de su toma por parte de los normandos en
1185 y de la invasión de los otomanos en 1430, a las órdenes del sultán
Murad II. Las ciudades sitiadas, su conquista, su quema y las matanzas
habidas en ellas, son una constante de nuestra historia, y sin duda uno
de los puntos fuertes de series ficticias, vagamente medievales, como Juego de tronos. Y es sabido que Tolkien se inspiró en la caída de Constantinopla de
1453, que tan maravillosamente narró Sir Steven Runciman, para las más
emotivas batallas de El Señor de los Anillos. Los asedios siempre funcionan narrativamente, y siempre producen la fascinación del espanto. La breve obra de Cameniata (Alianza, cuidada edición de Juan Merino
Castrillo) tampoco resiste la comparación estilística con textos muy
posteriores como La caída del Imperio Bizantino del
extraordinario cronista Jorge Frantzés o Sfrantzes (lean, lean a
Frantzés los que puedan; ay, no en español si no me equivoco, pero sí en
otras lenguas a las que se lo ha traducido). Pero, como señalan los
editores, no deja de causar perplejidad pensar que lo contado en ella
sigue ocurriendo en torno al Egeo y el Mediterráneo, casi igual que hace
mil cien años, con las capturas y carnicerías del Daesh o de Boko Haram
más al sur, con la esclavitud reinstaurada (si es que alguna vez se
fue), con las masas de refugiados a la deriva, manipulados y engañados
por mafias. Cameniata, todavía cautivo en Tarso de Cilicia (hoy
Turquía), relata los hechos en forma de misiva, confiado en que ésta
ayude a un intercambio de prisioneros o a un rescate. Como clérigo, no
puede evitar ser pelmazo al principio, achacando la desgracia que
aguardaba a los tesalonicenses a la “vida disipada” y a los numerosos
pecados en que habían incurrido. Lo que sí se ve pronto es que la ciudad
ufana estaba mal preparada para el combate, y que además, como sucede a
menudo en estos casos, la inferioridad bélica se conjugó con la mala
suerte, casi de forma cómica.
El principal encargado de la defensa, el estratego o “protospatario”
León Quitzilaces, “estando a lomos de su caballo, se encontró a Nicetas …
cuando decidió darle un abrazo … y descuidó las riendas. Se asustaron
los caballos y más aquel que montaba el estratego, afectado por un
entusiasmo natural, e irguiendo la cerviz y con las crines encrespadas,
se encabritó y lo tiró de la silla. Éste cayó de cabeza … y, arrojado al
suelo, se rompió el fémur derecho y el hueso del cotilo. Daba lástima y
renunciaba a vivir”.
Cameniata, su familia y bastantes más lograron salvar la vida prometiendo la entrega de riquezas escondida
Poco después los sarracenos, al mando de otro León –León de Trípoli–,
renegado cristiano y sanguinario, vencieron las murallas desde sus
barcos e iniciaron la terrible matanza. Es curiosa la cantidad de veces
en que Cameniata señala la estupefacción y la parálisis de los
tesalonicenses, con el enemigo ya encima, como causa o agravante de su
absoluta derrota. “No sabían de qué manera ponerse a salvo … Toda la
gente completamente agitada y confusa, desconcertada sin saber qué hacer
ni cuándo y poniendo en peligro su vida. Ninguno se preocupaba de cómo
repeler el destino inminente, sino que daba vueltas en su mente a cómo o
con cuánto dolor encontraría la muerte”. O bien: “Podía verse a los
hombres como naves a la deriva arrastradas de aquí para allá, … hombres,
mujeres y niños precipitándose y amontonándose unos sobre otros,
dándose el abrazo más lamentable, el postrero” Cameniata, su familia y bastantes más lograron salvar la vida
prometiendo la entrega de riquezas escondidas. Fueron embarcados tras
diez días de saqueo. Hacinados para la larga travesía, Cameniata no
ahorra detalles infrecuentes en las narraciones: “Lo peor de todo eran
las necesidades de vientre, a las que no había forma de dar salida según
apremiaba la necesidad física de evacuar. Muchos, dando prioridad al
pudor del asunto, constantemente corrían peligro de morir al no poder
aguantar el apremio”. O bien: “Aquella agua, siendo un flujo de las
letrinas de la ciudad, era capaz de matar sin necesidad de ningún otro
medio a los que la bebían. Pero como poción pura y placentera de nieve
recientemente derretida, así llevaba cada uno a su boca aquella
podredumbre y aceptaba en su imaginación que el fétido cáliz estaba
lleno de miel”.
El ansiado intercambio de prisioneros se inició catorce meses después
del saco de Tesalónica, pero se interrumpió a los tres días. No se sabe
por qué, ni cuál fue el destino de Cameniata, si se contó entre los
afortunados o si ya fue esclavo hasta el final de su vida. Cuánta gente
no habrá hoy en Irak, en Siria, en Nigeria, preguntándose lo mismo, cada
amanecer, con desaliento
El fallecimiento del fundador de la Revolución cubana cierra un capítulo de la historia de América Latina.
Solo las personas que llegaron a saber lo que fue la Revolución Cubana y los que vimos su desarrollo, saben que ahora no es momento de críticas, ya hubo tiempo para saber en lo que fue la Revolución Cubana y en lo que se transformo. Escribo desde la Nostalgia de un tiempo perdido que no es el de Proust aunque igual podría serlo, y los cubanos si pasaron calamidades con el bloqueo de EE.UU no lo olviden nunca. Pasada la Guerra Fria y sin la ayuda de la URSS, hoy Rusia, se quedó sola y Fidel se convirtió en un peligro del que no se podian librar.
Vi el Documental de Oliver Stone, y realmente como personaje si lo analizamos era muy interesante. EE.UU prohibió ese documental que se convirtió casi en clandestino, como cuando con el Franquismo ibamos a ver en silencio el Acorazado Potemkin, claro que la social no lo sabia ni sabia nada de historia pero todos erámos espiados y posible carne del comunismo. Erámos niños en busca de un cambio, ¿Por qué los que no hicieron nada de nada, solo estudiar en tiempos revueltos ahora están en Partidos se supone que democráticos, están la mayoria en puestos de Gobierno y no digamos los nacionalistas que ni saben como fue la Lucha en Canarias pero reivindican el gofio, las papas con mojo, las isas y folias y no se preocupan nada más que de consignas que ahora ya no son democráticas pero muchos creíamos que si. Lucha y Libertad. Es facil agitar ahora la bandera, da igual la que sea, nacionalista mejor, cuando aquí mismo hubo un tiempo que te hacian un Consejo de Guerra por escribir en un periódico un Poema de Pedro Lezcano. Un Poema con libro permitido, pero lo leían pocos, un periódico era un arma cargada de futuro como la Poesía, un puñado de letras era peligroso.
Y Recordar desde la Nostalgia que pensamos que con Fidel podríamos abrir una puerta a la esperanza resulta que analizar La Cuba de Fidel donde muchos españoles, canarios y no canarios tuvieron que huir de la Guerra Civil española.
Y muchos fueron asesinados y no sabemos donde están sus cuerpos, mi abuelo fue fusilado, se creyó eso de los que no tenían las manos manchadas de sangre y su delito era ser republicano, y lo mataron y no se sabe dónde está. Fue en Valencia.
Y que tenga que leer manchagadas de leche y queso , vinos, pan y gofio en el potaje, eso para algunos es muy revolucionario, el PSOE nos vendió al PP, lo demás ya forma parte de la Historia de nuestras vidas.