Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

4 nov 2016

No solo de señoras vive Loewe: así se ha metido a los ‘millenials’ en el bolsillo...................... Clara Ferrero

No hay mujer influyente en la industria de la moda que no tenga uno de sus bolsos. J.W. Anderson, responsable del éxito, cuenta con cuatro nominaciones en los British Fashion Awards.

bolsos loewe
El Puzzle es actualmente el modelo más vendido de la marca.
Foto: Imaxtree

¿Es este el bolso más fotogénico de la historia?, se preguntaba el portal especializado en moda Who What Wear después de analizar la descomunal cantidad de ‘Puzzles’ avistados en las fotografías de street style.

 “La última cosecha de imágenes de estilo de la calle tiene una cosa en común: un bolso.

 El Puzzle de Loewe para ser exactos. 

A pesar de que ya habíamos anunciado que este complemento se convertiría en the next big thing nunca imaginamos que su presencia llegaría a estos niveles”, reflexionaban en el artículo. Y no les falta razón.

 Las últimas semanas de la moda dan buena cuenta de la fiebre que editoras de moda, influencers y blogueras sienten por el primer bolso ideado por J.W. Anderson desde que asumiera la dirección creativa de la firma en 2013. París, Milán, Londres, Nueva York o Copenhague han caído rendidas ante la silueta arquitectónica de este ‘rompecabezas’ convertido en icono en tiempo récord. 

Quedó en segundo puesto en el ranking ‘It Bag 2015’ realizado por la edición estadounidense de Vogue y, aunque por política interna el grupo LVMH no facilita datos de facturación ni ventas, el Puzzle ya ostenta el título de “más vendido de la firma”, según confirman desde Loewe a S Moda.

“Este modelo añade un carácter original a la gama de accesorios icónicos de Loewe, emparejando la funcionalidad estética del momento con la ingeniosa construcción y una suavidad increíble”, destaca de él The Business of Fashion.

  Más que un bolso se ha convertido en una especie de objeto de arte contemporáneo que puedes llevar encima. 

 Compuesto por 40 piezas perfectamente ensambladas, el Puzzle puede plegarse totalmente (ventaja para llevarlo en la maleta) y recupera su forma poliédrica nada más desplegarlo. La consultora Ada Kokosar es fan de la versión ‘mini’.

 La editora de moda de Instyle Alemania, Jan Quammine, no se separa de una edición de colores.

 La estilista danesa Pernille Teisbaek parece que los colecciona y podríamos dedicar otras tantas líneas a nombrar las decenas de adeptas que tiene el modelo.

Loewe
Todos los grandes nombres del ‘street style’ tienen su bolso Puzzle de Loewe.
Foto: Imaxtree
Pero no solo de ‘puzzles’ vive Loewe.
 Las nuevas reediciones del famoso Amazona o el Flamenco bajo la batuta de Anderson forman parte de la lista de bolsos más codiciados del mundo.
 Creaciones como la bandolera Barcelona, el divertido Elefante o el Joyce (ese que tiene una placa dorada en la que puede leerse ‘Loewe’) también han conquistado a las más ávidas consumidoras de tendencias. 
Todo ello le ha valido al director creativo cuatro nominaciones –recién anunciadas– a los British Fashion Awards.
 El irlandés compite en la categoría de ‘mejor diseñador internacional de accesorios’ y ‘mejor diseñador internacional de ready-to-wear’ por su trabajo para Loewe y también en las de ‘mejor diseñador británico de ropa masculina’ y ‘mejor diseñador británico de ropa femenina’ por sus colecciones para su marca homónima. 
Después de vencer en 2015 en estas dos últimas, no sería de extrañar que se hiciese en esta ocasión con el reconocimiento a su trabajo como creador de bolsos best seller para la firma española. Él ha conseguido reubicarla en el mapa de la moda y, teniendo en cuenta que entre ambas marcas diseña 10 colecciones al año, el mérito es aún mayor.
Bajo su dirección creativa, la enseña que cumple 170 años de historia –se fundó en 1846– dio comienzo a un nuevo capítulo. Anderson rediseñó el logo y la hizo más dinámica e internacional que nunca. 
Y también más joven, objetivo que llevaban tiempo persiguiendo y por el que ficharon a Stuart Vevers –procedente de Mulberry– allá por 2008.
 Pero ha sido J.W. Anderson, niño mimado de la moda británica, quien ha demostrado que para rejuvenecer la marca no era necesario que un grupo de jóvenes ‘superguays’ se pusieran bolsos chillones en la cabeza.
 “Loewe se estaba convirtiendo en Loewe buscando ser Loewe tratando de ser Loewe.
 Nuestro producto es clásico con una vuelta de tuerca. Quizá sea un poco más joven, pero los bolsos encajan en cualquier segmento demográfico.
 El cliente tradicional ya tiene el Amazona. Pero ¿qué hay después?, ¿cuál es el siguiente bolso que puede desear? Debemos ser innovadores y no quedarnos quietos”, explicó el propio Anderson en una entrevista con El País Semanal.
Loewe
El Barcelona es otro de los más codiciados de Loewe.
Foto: Imaxtree
Con esa premisa, el joven creador que apenas tenía experiencia en el diseño de accesorios antes de fichar por Loewe (solo había creado unos pocos para su firma) se ha convertido en experto en cumplir las demandas de los millenials sin olvidar a las señoras de la alta sociedad que llevan toda la vida siendo fieles a la marca. “Hemos descubierto que un nuevo tipo de cliente, más joven, ha empezado a entrar a las tiendas porque puede permitirse los productos de la casa.
 Uno de mis objetivos es que nuestros bolsos tengan un precio honesto en el mercado […] Porque sí, quiero vender a los turistas, quiero vender en otros países, pero, fundamentalmente, quiero caminar por Madrid y ver a la gente llevando Loewe. 
 Y para hacer eso necesito una colección con un amplio rango de precios”, declaró el diseñador.
 A pesar de que el coste de los bolsos obedece al de un producto de lujo, piezas como el T-Pouch o el T-Mini Bag pueden adquirirse por sumas más asequibles.
 El primero, un clutch de mano de líneas simples es otro de los que no faltan en el armario de las fashionistas de pro.
Loewe 
El T-Pouch, uno de los más económicos de Loewe, disponible en varios colores.
Foto: Imaxtree
Aunque resulta muy fácil toparse con toda clase de rostros conocidos llevando sus diseños –también las prendas de prêt-à-porter gozan cada vez de más predicamento y su visión unisex del armario llega en el momento idóneo–, Loewe no se casa con nadie. Sus campañas, lejos de fichar a celebrities mundialmente conocidas, apuestan por mostrar los productos en todo su esplendor. “Mi política es simple: si una famosa quiere llevar uno de nuestros bolsos, que lo compre. 
 Lo que realmente me gustaría es ver a más gente con ellos por la calle, porque entonces estaríamos hablando de algo real. 
No quiero que Loewe sea un éxito fugaz basado en un solo bolso, no puede ser así nunca más”, ha confesado Anderson. 
Puede que los looks de street style no sean representativos de los que llevan las mujeres de a pie, pero parece que el joven va logrando calar en los roperos de aquellas que antes hubiesen elegido Chanel, Louis Vuitton o Gucci antes que Loewe.
Loewe
Candela Novembre (entre otras) han paseado el Joyce por las últimas semanas de la moda.
Foto: Imaxtree
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J. W. Anderson (director creativo de Loewe) arrasa también con el ‘Pierce Bag’, ideado para su propia firma.
Foto: Imaxtree

En los últimos meses se ha especulado con que Anderson podría abandonar la dirección creativa de Loewe para irse a Louis Vuitton.
 No sería de extrañar que, demostrado su poder para crear accesorios icónicos, la casa francesa quisiera ficharlo.
 De momento, los rumores fueron negados por Vuitton (Ghesquière, actual director, tiene contrato con ellos hasta 2018) y Anderson sigue teniendo la responsabilidad de continuar la revitalización de la casa española. 
En esta misión, Pascale Lepoivre, nueva CEO de Loewe, también tiene un papel reseñable. 
Lisa Montague, su predecesora, fue comprometida con la sostenibilidad, se esforzó para aumentar las ventas, duplicó el espacio en la fábrica de Getafe (Madrid) y su papel en el desarrollo del mercado masculino fue decisivo para el reposicionamiento de la marca.
 Actualmente, Loewe exporta más del 75% de su mercancía, da empleo a más de 1.200 personas en todo el mundo a través de sus tiendas y franquicias y gestiona más de 150 puntos de venta en 32 países, según datos publicados por Modaes.es. 
 No hay duda de que Loewe experimenta una de las mejores etapas de su historia ni de que su presencia cada vez es más fuerte en el mercado de lujo internacional.
 Las piezas del puzzle encajan mejor que nunca.
Loewe
Las más atrevidas adoran el ‘Elefante’, uno de los bolsos más divertidos de la casa española.
Foto: Imaxtree

 

Clint Eastwood: “Leo una historia y veo la película que haré. Eso es todo”................................. Rocío Ayuso

El cineasta estrena a sus 86 años 'Sully', sobre el piloto que hizo amerizar de emergencia un avión con 156 pasajeros en el río Hudson.

El director y actor Clint Eastwood, durante la presentación de 'Scully' en Los Ángeles, en septiembre. VIDEO: Trailer de la película "Sully". Reuters

Clint Eastwood es hombre de pocas palabras y muchas historias. En concreto 35 películas como director, una carrera cada vez más rápida a medida que se va acercando a los 90. 
Y eso sin contar su larga filmografía como actor.
 Quizá por ello, a sus 86 años, el intérprete, realizador, productor y compositor no quiere gastar tiempo en hablar de lo que hace. 
Prefiere contarlo con la cámara. “No es cuestión de estilo. Yo leo una historia y veo la película que quiero hacer. Eso es todo.
 Luego, a medida que la voy haciendo, voy pensando que puedo poner un poco más de esto o de lo otro. No hay más secreto. En resumen, como Sully, cuando ruedo hago lo que tengo que hacer”, admite el realizador durante la presentación en Los Ángeles de Sully.
En este caso, lo único que le faltaba a Eastwood era interés por una historia.
 A priori, no existía drama alguno.
 Para alguien como él, ávido lector de la prensa y piloto de helicópteros desde hace 40 años, la historia del capitán de la aviación comercial Chesley Sully Sullenberger carecía de dramatismo.
 Daba igual que en 2009 hiciera un amerizaje de emergencia en las heladas aguas del río Hudson, en Nueva York, salvando la vida de todo su pasaje y de la tripulación tras perder los dos motores en el despegue desde el aeropuerto de LaGuardia. 
Sin quitarle heroísmo a su hazaña, a Eastwood le faltaba un nudo dramático en esta historia que había pasado de mano en mano y que le recomendaban tanto Steven Spielberg como su propia secretaria. “El guion estuvo una semana en mi mesa. Con el resto.
 Y todos los días mi asistente me decía que me lo leyera. Y todos los días yo cogía otro”; reconoce.
 Hasta que leyó el manuscrito de Todd Komarnicki, algo que a juzgar por el gruñido que profiere recordando el momento (un sonido cercano a los de su personaje en Gran Torino) hizo más por quitárselo de encima que por interés.
 “Fue entonces cuando me pregunté porqué no me había leído ese libreto en lugar de los otros truños”.
Como en gran parte de su filmografía como director, Eastwood encontró el dramatismo de esta historia en los pequeños detalles. En las dudas que surgieron durante la investigación oficial y que hicieron que el piloto se cuestionara si había hecho lo correcto. 
“La película demuestra que fue la decisión adecuada”, resume sucinto.
 La crítica le da la razón a Sully y al director.
 Eastwood es parco en palabras pero a la prensa estadounidense no le han faltado halagos a la hora de recibir un filme que consideran un claro contendiente a los Oscar, estatuilla que ha conseguido en cuatro ocasiones como productor y director de Sin Perdón (1992) y Million Dollar Baby (2004), además del premio Irvin Thalberg a toda una carrera.
 Con titulares como “Sully vuela alto” o "el filme se eleva en la temporada de premios” el nuevo trabajo de Eastwood es recordado como “un ejemplo sólido de realización de la forma más directa y honesta” separando así su figura como autor y leyenda viva de Hollywood de su imagen más polémica, la vinculada en la política al candidato republicano a la presidencia estadounidense, Donald Trump.
 Las proyecciones entre la prensa estadounidense estuvieron seguidas de aplausos, su estreno en Estados Unidos llegó durante el 15º aniversario del 11-S con una acertada campaña promocional y entre sus actores todo son halagos: “Antes de conocerle es alguien cuyo nombre te mete el miedo en el cuerpo”, reconoce Tom Hanks, alter ego en pantalla de Sully.
 El realizador nunca pensó en otro actor para el papel de Sully. “Fue mi única elección”.

Con un presupuesto de unos 54 millones de euros, el filme lleva ya superados los 163 millones de euros en la taquilla internacional, convirtiéndose en un nuevo éxito de público para un actor que parece haberse alejado del lado de la cámara en el que comenzó su carrera. 

“Ya no me interesan tanto los proyectos que requieren mi presencia”, admite, ocultando sus problemas auditivos. “Prefiero ver el trabajo de los demás. Seguir aprendiendo. Quitarme de encima las preocupaciones como actor y concentrarme en lo que hacen los demás”. 

El héroe amigo de Harrison Ford

Cuando Tom Hanks conoció al capitán Sully por primera vez vio a “una mezcla entre John Wayne y Elvis Presley”.
 El encuentro ocurrió durante una entrega de los Oscar y Hanks todavía no sabía que acabaría interpretando a este héroe cotidiano. La idea se le quedó en la cabeza y cuando se volvieron a ver seis años más tarde, ahora en casa del piloto en California, Hanks volvió a comparar su historia con una película del oeste.
 “No hacía más que citar a los grandes clásicos de vaqueros, especialmente Solo ante el peligro.
 Un filme en el que se siente el peligro en las caras aunque no se vea la amenaza”, recuerda el verdadero protagonista.
 Su casa se convirtió en el centro de preproducción de la película, un lugar familiar tanto para Eastwood como para Hanks, vecinos de barrio que se acostumbraron a conversar con Sully en su ambiente natural, intercambiando clases de cine por otras de aviación. 
“Tenía todo el guion lleno de anotaciones, subrayado, con millones de clips y tachones con lo que estaba mal.
 Y por lo general, tenía razón”, se ríe el actor.
 Sully recuerda lo mismo pero desde su punto de vista: “Me asombró la atención al detalle que hubo durante el rodaje. 
Me pasé días contestando preguntas como si me quitaba la chaqueta para pilotar o si llevaba un bolígrafo en el bolsillo hasta cómo sonó el momento en el que la bandada de pájaros chocó contra los motores.
 Fue una de las sorpresas más agradables que me llevé de este filme”, desgrana Sullenberger.
“En aviación necesitas a alguien que sea preciso, alguien que presta atención al detalle y que conoce las reglas. 
Y Sully es ese tipo de persona”, le describe Eastwood. La fama que le pueda traer el filme no le preocupa.
 Sullenberger supo desde el minuto que amerizó en las aguas del Hudson que su vida había cambiado y no había vuelta atrás a sus años de piloto anónimo, cuando voló en numerosas ocasiones a la base de Torrejón de Ardoz, el lugar que más recuerda de España. Tampoco piensa más en el accidente.
 Las pesadillas han pasado.
 Más le intriga cómo habría sido la película si Harrison Ford hubiera estado a los mandos.
 De todas las estrellas que lleva conocidas en Hollywood es a la única a la que llama amigo. “En buena parte fue el responsable de que mi historia se adaptara a la pantalla”, recuerda en referencia a su relato autobiográfico, Highest Duty, en el que se basa el filme. Amantes de la aviación, Ford y Sullenberger coincidieron en numerosas demostraciones aéreas y fue el actor quien le dio el libro a su amigo y productor Frank Marshall. 
“Alguna vez salió el nombre de Ford para el papel pero fue muy al principio.
 Nosotros nunca hablamos de eso cuando estamos juntos. Nos limitamos a charlar de la familia y de aviones”, recuerda el piloto, que atesora las palabras de su amigo cuando le dijo que con Sully “le estaba haciendo al público un gran regalo”.

La última crónica de Yolanda Pascual...................................................... Luz Sánchez-Mellado

Nos hacemos cruces porque las víctimas no denuncian. Creemos saberlo todo. No tenemos ni idea.

 
Concentración contra la violencia machista delante del periódico donde trabajaba Pascual. EFE
Estoy segura de que Yolanda Pascual conocía de primera mano el infierno de la violencia de género.
 De que podría recitar uno por uno todos los recursos al alcance de las víctimas.
 De que se sabía de memoria el teléfono gratuito de asistencia, la lista de centros de acogida de su provincia, las consecuencias para la mujer y el hombre de una denuncia, la posibilidad de pedir una orden de alejamiento, la legislación íntegra al respecto.
 Estoy segura de que una mujer periodista de 50 años habría indagado, reflexionado e informado sobre la vida, la agonía diaria y la muerte de alguna congénere a manos de su pareja o expareja en alguno o en varios momentos de sus décadas de carrera.
 Todas lo hemos hecho. Todas sabemos de qué va esto. O creemos saberlo. 
Hasta que nos toca.

Ahora es fácil no dar crédito, flipar, hacerse cruces porque una veterana periodista curtida en mil trifulcas propias y ajenas haya acabado su vida como tantas otras mujeres presuntamente menos informadas antes que ella.
 Asesinada sin denuncia previa por su expareja en el garaje de su casa, de noche, sola, cansada, deseando tirar el bolso y quitarse los zapatos después del trabajo.
 Todos vemos sin verlo ese cuerpo desangrándose sobre el cemento, ese bolso tirado, esos papeles desparramados, esos tacones truncados para siempre
. He aquí una muerte vulgar, otro número más para la estadística, una tragedia como otra cualquiera.
 No conozco las circunstancias personales de Yolanda, ni encuentro oportuno exponerlas ahora, pero apuesto a que su historia se parece demasiado a la de otras.
Yolanda no denunció.
 Tendría sus motivos. Motivos que los demás no entendemos y para ella serían un muro infranqueable.
 Quizá pensaba que él no sería capaz de pasar a las manos, ni mucho menos al cuchillo.
 Que ladraba y no mordía. Que en cuanto se le pasaba el pronto no era nadie.
 Que luego pedía perdón. Que, en el fondo, no era mala persona. Yolanda Pascual, periodista de El Mundo en Burgos ha escrito sin saberlo su última crónica con su propia sangre.
 La del infierno que sufren a diario miles de mujeres en España y del que demasiadas no salen vivas.
 Van 37 este año. La próxima está al caer.
 Será periodista, ama de casa, jurista, maestra de escuela, astrofísica.
 Puede que haya denunciado a su asesino.
 O que no haya tenido cuerpo. Y todos volveremos a hacernos cruces.

 

El Acuerdo de París contra el cambio climático entra en vigor en un tiempo récord.......................Manuel Planelles

La ONU recuerda que los esfuerzos de los países firmantes del pacto no son suficientes para evitar las catástrofes causadas por el calentamiento global.

El Acuerdo de París contra el cambio climático está en vigor desde este 4 de noviembre.

 Lo hace gracias a la ratificación de cerca de un centenar de los 195 países que en diciembre de 2015 cerraron este pacto mundial.

 Tras esta rápida entrada en vigor tendrán que desarrollarse los reglamentos, que marcarán el éxito o el fracaso del pacto. 

El acuerdo se activa con la certeza de que los recortes de emisiones de gases de efecto invernadero que se empezarán a aplicar a partir de 2020 no son suficientes para mantener el calentamiento global dentro de unos límites manejables, como ha recordado este jueves la ONU.

 Haría falta aumentar esos recortes en un 25%. 

El Acuerdo de París contra el cambio climático está en vigor desde este 4 de noviembre. Lo hace gracias a la ratificación de cerca de un centenar de los 195 países que en diciembre de 2015 cerraron este pacto mundial. Tras esta rápida entrada en vigor tendrán que desarrollarse los reglamentos, que marcarán el éxito o el fracaso del pacto. El acuerdo se activa con la certeza de que los recortes de emisiones de gases de efecto invernadero que se empezarán a aplicar a partir de 2020 no son suficientes para mantener el calentamiento global dentro de unos límites manejables, como ha recordado este jueves la ONU. Haría falta aumentar esos recortes en un 25%.
 
Efectos del deshielo en la Antártida.
La rapidez de la entrada en vigor del acuerdo ha sorprendido a muchos de los expertos que estuvieron dos décadas intentando cerrar un pacto global contra el cambio climático como el que finalmente se adoptó en París a finales de 2015.
 El anterior Protocolo de Kioto -que solo exigía reducciones de sus emisiones a algunos países desarrollados- tardó siete años y 10 meses en entrar en vigor.
 El Acuerdo de París -que implica a todos los firmantes en la reducción de emisiones- ha entrado en vigor en menos de 11 meses. 
 "La ciencia ha sabido transmitir la urgencia de actuar frente a la tendencia del calentamiento", opina Manuel Pulgar-Vidal, exministro de Medio Ambiente de Perú y ahora responsable de cambio climático en la organización no gubernamental WWF.
 Mes a mes, los organismos internacionales alertan del aumento de las temperaturas mundiales y del incremento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, principalmente de CO2.
Uno de los pasos decisivos para que el acuerdo haya entrado en vigor tan rápido ha sido el impulso dado por EE UU, que decidió ratificar -junto a China- el acuerdo en septiembre de este año.
 Estos dos países, los dos principales emisores del mundo, se habían quedado fuera del Protocolo de Kioto.
 Estados Unidos porque, finalmente, decidió no adherirse.
 China porque no estaba incluida en el listado de países obligados a recortar sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Barack Obama ha querido dejar la Casa Blanca con el Acuerdo de París ratificado y en vigor.
 Pero el mundo contiene el aliento ante la posibilidad de que Donald Trump, el candidato republicano que se ha mostrado escéptico ante el cambio climático, gane las elecciones presidenciales de la próxima semana. 
"Si gana Hillary Clinton se puede ser optimista", apunta Teresa Ribera, directora del instituto francés para el Desarrollo Sostenible y las Relaciones Internacionales. "Será una consolidación del legado de Obama", añade. ¿Y si gana Trump? "Sea quien sea el ganador, EE UU no se puede bajar de este avión en vuelo", afirma Pulgar-Vidal, que en 2014 presidió la cumbre del clima de Lima.

Reglamentos

Al margen de estas incertidumbres políticas en EE UU, el pacto de París está aún por desarrollarse. 
"El acuerdo solo establece los parámetros generales", explica Giannina Santiago, asesora del Grupo de Trabajo Especial sobre el Acuerdo de París de la ONU. "El acuerdo es una ley general y ahora falta el reglamento que la desarrolle", añade.
Y el desarrollo de ese reglamento marcará si finalmente el acuerdo es un éxito o un fracaso.
 "Ahora falta determinar cómo se presenta la información sobre los recortes de emisiones, las características, el año que se toma como base, los sectores que se incluyen.
 Eso está todavía en discusión y son unas 30 tareas pendientes", subraya Santiago. 
En la cumbre del clima que el próximo lunes se abre en Marrakech se empezará a abordar este asunto, que se espera que pueda estar cerrado en un plazo de dos años.

Esfuerzos insuficientes

El Acuerdo de París se fija como meta que, en 2100, el aumento medio de la temperatura del planeta se quede por muy por debajo de los dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales (siglo XIX).
 Para ello, se apuesta por los recortes de las emisiones de gases de efecto invernadero de todos los firmantes del pacto, que empezarán a aplicarse a partir de 2020.
 Pero es cada país el que voluntariamente se pone su meta de reducción. No hay sanciones en caso de incumplimiento.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha recordado este jueves que los esfuerzos que los Estados han puesto sobre la mesa en sus contribuciones nacionales no son suficientes. 
Para 2030, si se quiere cumplir con la meta de los dos grados, sería necesario que las emisiones mundiales de estos gases fueran de unas 42 gigatoneladas anuales. 
Sin embargo, con la aplicación de los planes nacionales presentados hasta ahora en 2030 el mundo emitiría entre 54 y 56 gigatoneladas. Por eso el PNUMA señala que "hace falta recortar un 25% adicional". 
Si no, el aumento de la temperatura a final de siglo estará entre los 2,9 y los 3,4 grados, lejos de la meta fijada en el Acuerdo de París.
Los países firmantes del pacto son conscientes de esta brecha. 
En el acuerdo se reconoce que en 2030 se emitirán 15 gigatoneladas de más (una gigatonelada equivale a las emisiones de todo el transporte de la Unión Europea, incluido el sector aéreo, durante un año).
 Por eso, el pacto fija revisiones periódicas de los compromisos nacionales hasta alcanzar la reducción necesaria.
 Si se consigue limitar el incremento de la temperatura por debajo de los dos grados "se reducirá la probabilidad de que se registren tormentas más intensas, sequías más prolongadas, el aumento del nivel del mar y otros efectos climáticos", recuerda el PNUMA.