El cineasta estrena a sus 86 años 'Sully', sobre el piloto que hizo amerizar de emergencia un avión con 156 pasajeros en el río Hudson.
Y eso sin contar su larga filmografía como actor.
Quizá por ello, a sus 86 años, el intérprete, realizador, productor y compositor no quiere gastar tiempo en hablar de lo que hace.
Prefiere contarlo con la cámara. “No es cuestión de estilo. Yo leo una historia y veo la película que quiero hacer. Eso es todo.
Luego, a medida que la voy haciendo, voy pensando que puedo poner un poco más de esto o de lo otro. No hay más secreto. En resumen, como Sully, cuando ruedo hago lo que tengo que hacer”, admite el realizador durante la presentación en Los Ángeles de Sully.
En este caso, lo único que le faltaba a Eastwood era interés por una historia.
A priori, no existía drama alguno.
Para alguien como él, ávido lector de la prensa y piloto de helicópteros desde hace 40 años, la historia del capitán de la aviación comercial Chesley Sully Sullenberger carecía de dramatismo.
Daba igual que en 2009 hiciera un amerizaje de emergencia en las heladas aguas del río Hudson, en Nueva York, salvando la vida de todo su pasaje y de la tripulación tras perder los dos motores en el despegue desde el aeropuerto de LaGuardia.
Sin quitarle heroísmo a su hazaña, a Eastwood le faltaba un nudo dramático en esta historia que había pasado de mano en mano y que le recomendaban tanto Steven Spielberg como su propia secretaria. “El guion estuvo una semana en mi mesa. Con el resto.
Y todos los días mi asistente me decía que me lo leyera. Y todos los días yo cogía otro”; reconoce.
Hasta que leyó el manuscrito de Todd Komarnicki, algo que a juzgar por el gruñido que profiere recordando el momento (un sonido cercano a los de su personaje en Gran Torino) hizo más por quitárselo de encima que por interés.
“Fue entonces cuando me pregunté porqué no me había leído ese libreto en lugar de los otros truños”.
Como en gran parte de su filmografía como director, Eastwood encontró el dramatismo de esta historia en los pequeños detalles. En las dudas que surgieron durante la investigación oficial y que hicieron que el piloto se cuestionara si había hecho lo correcto.
“La película demuestra que fue la decisión adecuada”, resume sucinto.
La crítica le da la razón a Sully y al director.
Eastwood es parco en palabras pero a la prensa estadounidense no le han faltado halagos a la hora de recibir un filme que consideran un claro contendiente a los Oscar, estatuilla que ha conseguido en cuatro ocasiones como productor y director de Sin Perdón (1992) y Million Dollar Baby (2004), además del premio Irvin Thalberg a toda una carrera.
Con titulares como “Sully vuela alto” o "el filme se eleva en la temporada de premios” el nuevo trabajo de Eastwood es recordado como “un ejemplo sólido de realización de la forma más directa y honesta” separando así su figura como autor y leyenda viva de Hollywood de su imagen más polémica, la vinculada en la política al candidato republicano a la presidencia estadounidense, Donald Trump.
Las proyecciones entre la prensa estadounidense estuvieron seguidas de aplausos, su estreno en Estados Unidos llegó durante el 15º aniversario del 11-S con una acertada campaña promocional y entre sus actores todo son halagos: “Antes de conocerle es alguien cuyo nombre te mete el miedo en el cuerpo”, reconoce Tom Hanks, alter ego en pantalla de Sully.
El realizador nunca pensó en otro actor para el papel de Sully. “Fue mi única elección”.
Con un presupuesto de unos 54 millones de euros, el filme lleva ya superados los 163 millones de euros en la taquilla internacional, convirtiéndose en un nuevo éxito de público para un actor que parece haberse alejado del lado de la cámara en el que comenzó su carrera.
“Ya no me interesan tanto los proyectos que requieren mi presencia”, admite, ocultando sus problemas auditivos. “Prefiero ver el trabajo de los demás. Seguir aprendiendo. Quitarme de encima las preocupaciones como actor y concentrarme en lo que hacen los demás”.
El héroe amigo de Harrison Ford
El encuentro ocurrió durante una entrega de los Oscar y Hanks todavía no sabía que acabaría interpretando a este héroe cotidiano. La idea se le quedó en la cabeza y cuando se volvieron a ver seis años más tarde, ahora en casa del piloto en California, Hanks volvió a comparar su historia con una película del oeste.
“No hacía más que citar a los grandes clásicos de vaqueros, especialmente Solo ante el peligro.
Un filme en el que se siente el peligro en las caras aunque no se vea la amenaza”, recuerda el verdadero protagonista.
Su casa se convirtió en el centro de preproducción de la película, un lugar familiar tanto para Eastwood como para Hanks, vecinos de barrio que se acostumbraron a conversar con Sully en su ambiente natural, intercambiando clases de cine por otras de aviación.
“Tenía todo el guion lleno de anotaciones, subrayado, con millones de clips y tachones con lo que estaba mal.
Y por lo general, tenía razón”, se ríe el actor.
Sully recuerda lo mismo pero desde su punto de vista: “Me asombró la atención al detalle que hubo durante el rodaje.
Me pasé días contestando preguntas como si me quitaba la chaqueta para pilotar o si llevaba un bolígrafo en el bolsillo hasta cómo sonó el momento en el que la bandada de pájaros chocó contra los motores.
Fue una de las sorpresas más agradables que me llevé de este filme”, desgrana Sullenberger.
“En aviación necesitas a alguien que sea preciso, alguien que presta atención al detalle y que conoce las reglas.
Y Sully es ese tipo de persona”, le describe Eastwood. La fama que le pueda traer el filme no le preocupa.
Sullenberger supo desde el minuto que amerizó en las aguas del Hudson que su vida había cambiado y no había vuelta atrás a sus años de piloto anónimo, cuando voló en numerosas ocasiones a la base de Torrejón de Ardoz, el lugar que más recuerda de España. Tampoco piensa más en el accidente.
Las pesadillas han pasado.
Más le intriga cómo habría sido la película si Harrison Ford hubiera estado a los mandos.
De todas las estrellas que lleva conocidas en Hollywood es a la única a la que llama amigo. “En buena parte fue el responsable de que mi historia se adaptara a la pantalla”, recuerda en referencia a su relato autobiográfico, Highest Duty, en el que se basa el filme. Amantes de la aviación, Ford y Sullenberger coincidieron en numerosas demostraciones aéreas y fue el actor quien le dio el libro a su amigo y productor Frank Marshall.
“Alguna vez salió el nombre de Ford para el papel pero fue muy al principio.
Nosotros nunca hablamos de eso cuando estamos juntos. Nos limitamos a charlar de la familia y de aviones”, recuerda el piloto, que atesora las palabras de su amigo cuando le dijo que con Sully “le estaba haciendo al público un gran regalo”.
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