Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

4 nov 2016

La patria de los más ricos es de Hillary Clinton..................................Marc Bassets

Las zonas urbanas más ricas de Estados Unidos son impermeables a la retórica apocalíptica de Trump.

En la patria de los más ricos, el desempleo y el cierre de las fábricas preocupan a pocos.

 La inmigración se ve más como una ayuda que una amenaza. Los discursos tenebrosos sobre Estados Unidos como un país con la economía en caída libre y con masas de desesperados a punto de levantarse contra las élites opresoras suenan a película de ciencia ficción. 


La candidata demócrata Hillary Clinton en Carolina del Norte. AFP
En el condado de Loudoun, a unos 65 kilómetros de Washington, lo que quita el sueño son otras cosas más cotidianas.
 El tráfico, que obliga a consumir horas en las carreteras y autopistas que llevan al trabajo.
 O los impuestos.
Loudoun es el territorio del 1%: los más ricos, los que sobrevivieron a la última crisis con apenas unos rasguños. 
Y es territorio demócrata, territorio Hillary Clinton.
 La candidata demócrata a las elecciones presidenciales del martes tiene en lugares como este a uno de los grupos que podría darle la victoria ante el republicano Donald Trump:
 los blancos con título universitario e ingresos altos.
Aquí la Main Street, o calle mayor, de los pueblos no ofrece un paisaje de escaparates ruinosos y edificios abandonados, como en tantas zonas rurales. 
En estas main streets hay anticuarios, restaurantes gourmet y agencias inmobiliarias que ofrecen mansiones por tres millones de dólares.
“Las autoridades dicen que un hombre actuó en defensa propia en Sterling al disparar a un perro”. “Finalmente el día de las elecciones ha llegado: el martes se espera una participación récord”. “Nuevas normas para los alquileres”. 
Los titulares de tres periódicos distintos de uno de los condados más ricos de Estados Unidos son el termómetro de una vida cotidiana sin grandes sobresaltos.
 Ni rastro de noticias de sobredosis de heroína o de nuevas deslocalizaciones industriales, como en la prensa local de los pueblos del Medio Oeste o los Apalaches, donde gana Trump. 

En Loudoun la frustración que ha impulsado al magnate neoyorquino es un exotismo. 
El condado forma parte del anillo de ciudades y barrios residenciales próximos a Washington que se desarrollaron a partir de mediados de siglo, al abrigo del complejo militar-industrial. Se encuentran en el norte de Virginia, sede del Pentágono y de la CIA. Forman una megápolis sin nombre.
 El historiador Andrew Friedman la llamó La capital encubierta y tituló así su libro sobre la retaguardia de la Guerra Fría
. Es el paisaje anónimo en el que habitan los espías de series como Homeland.
 Y es el mundo del establishment de la seguridad y la defensa, que recela de la llegada de Trump a la Casa Blanca.
 Las empresas tecnológicas y los contratistas de defensa —en los últimos años, en el sector de la ciberseguridad— han contribuido a una prosperidad a prueba de recesiones.
Cuando a principios de agosto Trump visitó el condado, retomó su discurso catastrofista y dijo a una audiencia de fieles: “Os va muy mal aquí, por cierto. Lamento decíroslo”.
 Nadie aplaudió, porque aquí casi nadie piensa que las cosas vayan muy mal.
 No todos son ricos en Loudoun County, ni todos se sienten ricos, pero el país de Trump queda lejos.
Tampoco recogería aplausos en el almuerzo de ocho mujeres que la candidata a la Cámara de Representantes, LuAnn Bennett, ha organizado en el restaurante Tuscarora Mill de Leesburg, la capital de Loudoun.
 Las ocho ostentan cargos electos, se presentan a las elecciones del martes, o trabajan para las campañas.
 Las ocho son demócratas, como la mayoría aquí: partidarias de políticas sociales más igualitarias y redistributivas, y de la protección de los derechos civiles de las minorías. 
Y cuando ven a un extranjero, lo primero que hacen es preguntarle cómo se ve esta campaña desde fuera.
 Y cuando el extranjero les dice una obviedad —que es consciente de que no todo EE UU es como Donald Trump—, Phyllis Randall, que es la presidenta del condado, precisa: “Parte de América es Donald Trump”. 

La comida llega y se cruzan las anécdotas sobre episodios de discriminación y la desigualdad salarial, o reflexiones sobre la lucha de las mujeres en las últimas décadas.
 Randall, la única afroamericana en la mesa, explica que, cuando leyó su discurso anual como jefa del condado, seis hombres blancos le preguntaron: “¿Quién te lo escribió?”.
 Aparentemente no creían que una mujer negra pudiese escribirlo sola.
“Dios mío”, exclaman las demás. Karen Jimmerson, vicealcaldesa de Purcellville, otro pueblo del condado, cuenta que, cuando entró en política hace dos años y medio, un hombre progresista le dijo a su marido: 
“Quiero agradecerte que permitas a tu mujer que se presente a las elecciones”.
Aunque la política local es el tema del almuerzo, la conversación deriva hacia Trump.
 Inevitablemente se menciona la grabación de hace 11 años en la que este alardeaba de poder abusar sexualmente de mujeres gracias a su fama.
 Trump estaba con varios hombres cuando dijo aquello. “Ninguna de las personas tuvo cojones”, dice Jimmerson utilizando la palabra española, “para decirle: ‘Esto no está bien”.

No solo de señoras vive Loewe: así se ha metido a los ‘millenials’ en el bolsillo...................... Clara Ferrero

No hay mujer influyente en la industria de la moda que no tenga uno de sus bolsos. J.W. Anderson, responsable del éxito, cuenta con cuatro nominaciones en los British Fashion Awards.

bolsos loewe
El Puzzle es actualmente el modelo más vendido de la marca.
Foto: Imaxtree

¿Es este el bolso más fotogénico de la historia?, se preguntaba el portal especializado en moda Who What Wear después de analizar la descomunal cantidad de ‘Puzzles’ avistados en las fotografías de street style.

 “La última cosecha de imágenes de estilo de la calle tiene una cosa en común: un bolso.

 El Puzzle de Loewe para ser exactos. 

A pesar de que ya habíamos anunciado que este complemento se convertiría en the next big thing nunca imaginamos que su presencia llegaría a estos niveles”, reflexionaban en el artículo. Y no les falta razón.

 Las últimas semanas de la moda dan buena cuenta de la fiebre que editoras de moda, influencers y blogueras sienten por el primer bolso ideado por J.W. Anderson desde que asumiera la dirección creativa de la firma en 2013. París, Milán, Londres, Nueva York o Copenhague han caído rendidas ante la silueta arquitectónica de este ‘rompecabezas’ convertido en icono en tiempo récord. 

Quedó en segundo puesto en el ranking ‘It Bag 2015’ realizado por la edición estadounidense de Vogue y, aunque por política interna el grupo LVMH no facilita datos de facturación ni ventas, el Puzzle ya ostenta el título de “más vendido de la firma”, según confirman desde Loewe a S Moda.

“Este modelo añade un carácter original a la gama de accesorios icónicos de Loewe, emparejando la funcionalidad estética del momento con la ingeniosa construcción y una suavidad increíble”, destaca de él The Business of Fashion.

  Más que un bolso se ha convertido en una especie de objeto de arte contemporáneo que puedes llevar encima. 

 Compuesto por 40 piezas perfectamente ensambladas, el Puzzle puede plegarse totalmente (ventaja para llevarlo en la maleta) y recupera su forma poliédrica nada más desplegarlo. La consultora Ada Kokosar es fan de la versión ‘mini’.

 La editora de moda de Instyle Alemania, Jan Quammine, no se separa de una edición de colores.

 La estilista danesa Pernille Teisbaek parece que los colecciona y podríamos dedicar otras tantas líneas a nombrar las decenas de adeptas que tiene el modelo.

Loewe
Todos los grandes nombres del ‘street style’ tienen su bolso Puzzle de Loewe.
Foto: Imaxtree
Pero no solo de ‘puzzles’ vive Loewe.
 Las nuevas reediciones del famoso Amazona o el Flamenco bajo la batuta de Anderson forman parte de la lista de bolsos más codiciados del mundo.
 Creaciones como la bandolera Barcelona, el divertido Elefante o el Joyce (ese que tiene una placa dorada en la que puede leerse ‘Loewe’) también han conquistado a las más ávidas consumidoras de tendencias. 
Todo ello le ha valido al director creativo cuatro nominaciones –recién anunciadas– a los British Fashion Awards.
 El irlandés compite en la categoría de ‘mejor diseñador internacional de accesorios’ y ‘mejor diseñador internacional de ready-to-wear’ por su trabajo para Loewe y también en las de ‘mejor diseñador británico de ropa masculina’ y ‘mejor diseñador británico de ropa femenina’ por sus colecciones para su marca homónima. 
Después de vencer en 2015 en estas dos últimas, no sería de extrañar que se hiciese en esta ocasión con el reconocimiento a su trabajo como creador de bolsos best seller para la firma española. Él ha conseguido reubicarla en el mapa de la moda y, teniendo en cuenta que entre ambas marcas diseña 10 colecciones al año, el mérito es aún mayor.
Bajo su dirección creativa, la enseña que cumple 170 años de historia –se fundó en 1846– dio comienzo a un nuevo capítulo. Anderson rediseñó el logo y la hizo más dinámica e internacional que nunca. 
Y también más joven, objetivo que llevaban tiempo persiguiendo y por el que ficharon a Stuart Vevers –procedente de Mulberry– allá por 2008.
 Pero ha sido J.W. Anderson, niño mimado de la moda británica, quien ha demostrado que para rejuvenecer la marca no era necesario que un grupo de jóvenes ‘superguays’ se pusieran bolsos chillones en la cabeza.
 “Loewe se estaba convirtiendo en Loewe buscando ser Loewe tratando de ser Loewe.
 Nuestro producto es clásico con una vuelta de tuerca. Quizá sea un poco más joven, pero los bolsos encajan en cualquier segmento demográfico.
 El cliente tradicional ya tiene el Amazona. Pero ¿qué hay después?, ¿cuál es el siguiente bolso que puede desear? Debemos ser innovadores y no quedarnos quietos”, explicó el propio Anderson en una entrevista con El País Semanal.
Loewe
El Barcelona es otro de los más codiciados de Loewe.
Foto: Imaxtree
Con esa premisa, el joven creador que apenas tenía experiencia en el diseño de accesorios antes de fichar por Loewe (solo había creado unos pocos para su firma) se ha convertido en experto en cumplir las demandas de los millenials sin olvidar a las señoras de la alta sociedad que llevan toda la vida siendo fieles a la marca. “Hemos descubierto que un nuevo tipo de cliente, más joven, ha empezado a entrar a las tiendas porque puede permitirse los productos de la casa.
 Uno de mis objetivos es que nuestros bolsos tengan un precio honesto en el mercado […] Porque sí, quiero vender a los turistas, quiero vender en otros países, pero, fundamentalmente, quiero caminar por Madrid y ver a la gente llevando Loewe. 
 Y para hacer eso necesito una colección con un amplio rango de precios”, declaró el diseñador.
 A pesar de que el coste de los bolsos obedece al de un producto de lujo, piezas como el T-Pouch o el T-Mini Bag pueden adquirirse por sumas más asequibles.
 El primero, un clutch de mano de líneas simples es otro de los que no faltan en el armario de las fashionistas de pro.
Loewe 
El T-Pouch, uno de los más económicos de Loewe, disponible en varios colores.
Foto: Imaxtree
Aunque resulta muy fácil toparse con toda clase de rostros conocidos llevando sus diseños –también las prendas de prêt-à-porter gozan cada vez de más predicamento y su visión unisex del armario llega en el momento idóneo–, Loewe no se casa con nadie. Sus campañas, lejos de fichar a celebrities mundialmente conocidas, apuestan por mostrar los productos en todo su esplendor. “Mi política es simple: si una famosa quiere llevar uno de nuestros bolsos, que lo compre. 
 Lo que realmente me gustaría es ver a más gente con ellos por la calle, porque entonces estaríamos hablando de algo real. 
No quiero que Loewe sea un éxito fugaz basado en un solo bolso, no puede ser así nunca más”, ha confesado Anderson. 
Puede que los looks de street style no sean representativos de los que llevan las mujeres de a pie, pero parece que el joven va logrando calar en los roperos de aquellas que antes hubiesen elegido Chanel, Louis Vuitton o Gucci antes que Loewe.
Loewe
Candela Novembre (entre otras) han paseado el Joyce por las últimas semanas de la moda.
Foto: Imaxtree
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J. W. Anderson (director creativo de Loewe) arrasa también con el ‘Pierce Bag’, ideado para su propia firma.
Foto: Imaxtree

En los últimos meses se ha especulado con que Anderson podría abandonar la dirección creativa de Loewe para irse a Louis Vuitton.
 No sería de extrañar que, demostrado su poder para crear accesorios icónicos, la casa francesa quisiera ficharlo.
 De momento, los rumores fueron negados por Vuitton (Ghesquière, actual director, tiene contrato con ellos hasta 2018) y Anderson sigue teniendo la responsabilidad de continuar la revitalización de la casa española. 
En esta misión, Pascale Lepoivre, nueva CEO de Loewe, también tiene un papel reseñable. 
Lisa Montague, su predecesora, fue comprometida con la sostenibilidad, se esforzó para aumentar las ventas, duplicó el espacio en la fábrica de Getafe (Madrid) y su papel en el desarrollo del mercado masculino fue decisivo para el reposicionamiento de la marca.
 Actualmente, Loewe exporta más del 75% de su mercancía, da empleo a más de 1.200 personas en todo el mundo a través de sus tiendas y franquicias y gestiona más de 150 puntos de venta en 32 países, según datos publicados por Modaes.es. 
 No hay duda de que Loewe experimenta una de las mejores etapas de su historia ni de que su presencia cada vez es más fuerte en el mercado de lujo internacional.
 Las piezas del puzzle encajan mejor que nunca.
Loewe
Las más atrevidas adoran el ‘Elefante’, uno de los bolsos más divertidos de la casa española.
Foto: Imaxtree

 

Clint Eastwood: “Leo una historia y veo la película que haré. Eso es todo”................................. Rocío Ayuso

El cineasta estrena a sus 86 años 'Sully', sobre el piloto que hizo amerizar de emergencia un avión con 156 pasajeros en el río Hudson.

El director y actor Clint Eastwood, durante la presentación de 'Scully' en Los Ángeles, en septiembre. VIDEO: Trailer de la película "Sully". Reuters

Clint Eastwood es hombre de pocas palabras y muchas historias. En concreto 35 películas como director, una carrera cada vez más rápida a medida que se va acercando a los 90. 
Y eso sin contar su larga filmografía como actor.
 Quizá por ello, a sus 86 años, el intérprete, realizador, productor y compositor no quiere gastar tiempo en hablar de lo que hace. 
Prefiere contarlo con la cámara. “No es cuestión de estilo. Yo leo una historia y veo la película que quiero hacer. Eso es todo.
 Luego, a medida que la voy haciendo, voy pensando que puedo poner un poco más de esto o de lo otro. No hay más secreto. En resumen, como Sully, cuando ruedo hago lo que tengo que hacer”, admite el realizador durante la presentación en Los Ángeles de Sully.
En este caso, lo único que le faltaba a Eastwood era interés por una historia.
 A priori, no existía drama alguno.
 Para alguien como él, ávido lector de la prensa y piloto de helicópteros desde hace 40 años, la historia del capitán de la aviación comercial Chesley Sully Sullenberger carecía de dramatismo.
 Daba igual que en 2009 hiciera un amerizaje de emergencia en las heladas aguas del río Hudson, en Nueva York, salvando la vida de todo su pasaje y de la tripulación tras perder los dos motores en el despegue desde el aeropuerto de LaGuardia. 
Sin quitarle heroísmo a su hazaña, a Eastwood le faltaba un nudo dramático en esta historia que había pasado de mano en mano y que le recomendaban tanto Steven Spielberg como su propia secretaria. “El guion estuvo una semana en mi mesa. Con el resto.
 Y todos los días mi asistente me decía que me lo leyera. Y todos los días yo cogía otro”; reconoce.
 Hasta que leyó el manuscrito de Todd Komarnicki, algo que a juzgar por el gruñido que profiere recordando el momento (un sonido cercano a los de su personaje en Gran Torino) hizo más por quitárselo de encima que por interés.
 “Fue entonces cuando me pregunté porqué no me había leído ese libreto en lugar de los otros truños”.
Como en gran parte de su filmografía como director, Eastwood encontró el dramatismo de esta historia en los pequeños detalles. En las dudas que surgieron durante la investigación oficial y que hicieron que el piloto se cuestionara si había hecho lo correcto. 
“La película demuestra que fue la decisión adecuada”, resume sucinto.
 La crítica le da la razón a Sully y al director.
 Eastwood es parco en palabras pero a la prensa estadounidense no le han faltado halagos a la hora de recibir un filme que consideran un claro contendiente a los Oscar, estatuilla que ha conseguido en cuatro ocasiones como productor y director de Sin Perdón (1992) y Million Dollar Baby (2004), además del premio Irvin Thalberg a toda una carrera.
 Con titulares como “Sully vuela alto” o "el filme se eleva en la temporada de premios” el nuevo trabajo de Eastwood es recordado como “un ejemplo sólido de realización de la forma más directa y honesta” separando así su figura como autor y leyenda viva de Hollywood de su imagen más polémica, la vinculada en la política al candidato republicano a la presidencia estadounidense, Donald Trump.
 Las proyecciones entre la prensa estadounidense estuvieron seguidas de aplausos, su estreno en Estados Unidos llegó durante el 15º aniversario del 11-S con una acertada campaña promocional y entre sus actores todo son halagos: “Antes de conocerle es alguien cuyo nombre te mete el miedo en el cuerpo”, reconoce Tom Hanks, alter ego en pantalla de Sully.
 El realizador nunca pensó en otro actor para el papel de Sully. “Fue mi única elección”.

Con un presupuesto de unos 54 millones de euros, el filme lleva ya superados los 163 millones de euros en la taquilla internacional, convirtiéndose en un nuevo éxito de público para un actor que parece haberse alejado del lado de la cámara en el que comenzó su carrera. 

“Ya no me interesan tanto los proyectos que requieren mi presencia”, admite, ocultando sus problemas auditivos. “Prefiero ver el trabajo de los demás. Seguir aprendiendo. Quitarme de encima las preocupaciones como actor y concentrarme en lo que hacen los demás”. 

El héroe amigo de Harrison Ford

Cuando Tom Hanks conoció al capitán Sully por primera vez vio a “una mezcla entre John Wayne y Elvis Presley”.
 El encuentro ocurrió durante una entrega de los Oscar y Hanks todavía no sabía que acabaría interpretando a este héroe cotidiano. La idea se le quedó en la cabeza y cuando se volvieron a ver seis años más tarde, ahora en casa del piloto en California, Hanks volvió a comparar su historia con una película del oeste.
 “No hacía más que citar a los grandes clásicos de vaqueros, especialmente Solo ante el peligro.
 Un filme en el que se siente el peligro en las caras aunque no se vea la amenaza”, recuerda el verdadero protagonista.
 Su casa se convirtió en el centro de preproducción de la película, un lugar familiar tanto para Eastwood como para Hanks, vecinos de barrio que se acostumbraron a conversar con Sully en su ambiente natural, intercambiando clases de cine por otras de aviación. 
“Tenía todo el guion lleno de anotaciones, subrayado, con millones de clips y tachones con lo que estaba mal.
 Y por lo general, tenía razón”, se ríe el actor.
 Sully recuerda lo mismo pero desde su punto de vista: “Me asombró la atención al detalle que hubo durante el rodaje. 
Me pasé días contestando preguntas como si me quitaba la chaqueta para pilotar o si llevaba un bolígrafo en el bolsillo hasta cómo sonó el momento en el que la bandada de pájaros chocó contra los motores.
 Fue una de las sorpresas más agradables que me llevé de este filme”, desgrana Sullenberger.
“En aviación necesitas a alguien que sea preciso, alguien que presta atención al detalle y que conoce las reglas. 
Y Sully es ese tipo de persona”, le describe Eastwood. La fama que le pueda traer el filme no le preocupa.
 Sullenberger supo desde el minuto que amerizó en las aguas del Hudson que su vida había cambiado y no había vuelta atrás a sus años de piloto anónimo, cuando voló en numerosas ocasiones a la base de Torrejón de Ardoz, el lugar que más recuerda de España. Tampoco piensa más en el accidente.
 Las pesadillas han pasado.
 Más le intriga cómo habría sido la película si Harrison Ford hubiera estado a los mandos.
 De todas las estrellas que lleva conocidas en Hollywood es a la única a la que llama amigo. “En buena parte fue el responsable de que mi historia se adaptara a la pantalla”, recuerda en referencia a su relato autobiográfico, Highest Duty, en el que se basa el filme. Amantes de la aviación, Ford y Sullenberger coincidieron en numerosas demostraciones aéreas y fue el actor quien le dio el libro a su amigo y productor Frank Marshall. 
“Alguna vez salió el nombre de Ford para el papel pero fue muy al principio.
 Nosotros nunca hablamos de eso cuando estamos juntos. Nos limitamos a charlar de la familia y de aviones”, recuerda el piloto, que atesora las palabras de su amigo cuando le dijo que con Sully “le estaba haciendo al público un gran regalo”.

La última crónica de Yolanda Pascual...................................................... Luz Sánchez-Mellado

Nos hacemos cruces porque las víctimas no denuncian. Creemos saberlo todo. No tenemos ni idea.

 
Concentración contra la violencia machista delante del periódico donde trabajaba Pascual. EFE
Estoy segura de que Yolanda Pascual conocía de primera mano el infierno de la violencia de género.
 De que podría recitar uno por uno todos los recursos al alcance de las víctimas.
 De que se sabía de memoria el teléfono gratuito de asistencia, la lista de centros de acogida de su provincia, las consecuencias para la mujer y el hombre de una denuncia, la posibilidad de pedir una orden de alejamiento, la legislación íntegra al respecto.
 Estoy segura de que una mujer periodista de 50 años habría indagado, reflexionado e informado sobre la vida, la agonía diaria y la muerte de alguna congénere a manos de su pareja o expareja en alguno o en varios momentos de sus décadas de carrera.
 Todas lo hemos hecho. Todas sabemos de qué va esto. O creemos saberlo. 
Hasta que nos toca.

Ahora es fácil no dar crédito, flipar, hacerse cruces porque una veterana periodista curtida en mil trifulcas propias y ajenas haya acabado su vida como tantas otras mujeres presuntamente menos informadas antes que ella.
 Asesinada sin denuncia previa por su expareja en el garaje de su casa, de noche, sola, cansada, deseando tirar el bolso y quitarse los zapatos después del trabajo.
 Todos vemos sin verlo ese cuerpo desangrándose sobre el cemento, ese bolso tirado, esos papeles desparramados, esos tacones truncados para siempre
. He aquí una muerte vulgar, otro número más para la estadística, una tragedia como otra cualquiera.
 No conozco las circunstancias personales de Yolanda, ni encuentro oportuno exponerlas ahora, pero apuesto a que su historia se parece demasiado a la de otras.
Yolanda no denunció.
 Tendría sus motivos. Motivos que los demás no entendemos y para ella serían un muro infranqueable.
 Quizá pensaba que él no sería capaz de pasar a las manos, ni mucho menos al cuchillo.
 Que ladraba y no mordía. Que en cuanto se le pasaba el pronto no era nadie.
 Que luego pedía perdón. Que, en el fondo, no era mala persona. Yolanda Pascual, periodista de El Mundo en Burgos ha escrito sin saberlo su última crónica con su propia sangre.
 La del infierno que sufren a diario miles de mujeres en España y del que demasiadas no salen vivas.
 Van 37 este año. La próxima está al caer.
 Será periodista, ama de casa, jurista, maestra de escuela, astrofísica.
 Puede que haya denunciado a su asesino.
 O que no haya tenido cuerpo. Y todos volveremos a hacernos cruces.