Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

23 oct 2016

El sexo a los sesenta........................................................................Rosa Montero.

Conozco muchos hombres y mujeres en torno a esa edad que siguen ligando, desesperando, quemándose en las ascuas de la pasión carnal.

COLUMNISTAS-REDONDOS_ROSAMONTERO
TODA PROMOCIÓN de un libro es una experiencia trituradora, y muy agradecida por ello, dicho sea de paso, porque si no lo fuera (es decir, si nadie quisiera entrevistarte, si nadie se interesara por ti), uno se sentiría infinitamente peor.
 O sea que gracias de todo corazón.
 Pero el caso es que ahora estoy metida de cabeza en la promoción de mi última novela, y me está sucediendo algo profundamente desazonador que en realidad no tiene que ver con mi texto, aunque esté desencadenado por él. 
Veréis, la protagonista de la novela, Soledad, una comisaria de exposiciones de 60 años, comienza el libro rompiendo con un amante y contratando a un gigoló de 32 para dar celos a su ex.
 Como suele suceder, la cosa se complica y Soledad y el gigoló acaban enredándose. 
Perdonadme que hable tanto del libro, pero es necesario para poder entender lo que viene después.
Y lo que viene después es que un buen puñado de los periodistas que me han entrevistado, casi todos hombres, pero también alguna mujer, han hecho hincapié en lo raro que resulta que se hable “del sexo en una mujer de 60 años”.
 Como si las mujeres sesentonas hubiéramos sobrepasado una barrera invisible de autodestrucción erótica, como si a una cierta e indefinida edad (me pregunto cuál sería: ¿a los 53, a los 55, a los 57?) el cuerpo de la mujer hiciera ¡puffff!, una implosión controlada. 
 Se acabó, abajo periscopios, inmersión, ya no existe el sexo para ellas.
Debo decir que a mí todo esto me pilló en la inopia.
 O sea, algunos periodistas me dijeron en tono laudatorio: “Una cosa muy interesante de tu libro es que te hayas atrevido a tocar el tabú del sexo de las mujeres de 60”, y a mí se me abrieron los ojos como platos.
 Me quedé patidifusa, porque ni en lo más remoto de mi conciencia se me había pasado la idea de estar rompiendo ningún tabú. 
Yo tan sólo me había propuesto hablar de la pasión y del deseo, punto. Que mi protagonista haya cumplido los 60 años tiene que ver con su miedo creciente a no llegar a conocer jamás el amor en su vida, porque cada día le queda menos tiempo por delante.
 Pero no altera de forma sustancial su relación con el sexo.
Se diría que nuestra sexualidad, es decir, nuestra vida íntima y nuestro deseo, han sido especialmente ignorados y ocultados
 Y, sin embargo, ahí estaban todas esas personas indicándome con sus preguntas que mi personaje era una ­anomalía social y sexual, y que, por consiguiente, yo también lo era, puesto que no me había dado cuenta de su rareza. 
Pero, claro, es que en mi mundo (que es el mundo real) eso es lo habitual.
 Conozco muchos hombres y mujeres en torno a esa edad, algunos más jóvenes, algunos más viejos, que siguen haciendo el amor todo lo que pueden, que siguen ligando, conquistando, añorando, desesperando, quemándose en las ascuas de la pasión carnal.
 La verdadera vida es así. Y, si nos paramos a pensarlo un poco, advertimos que se trata de un prejuicio sexista.Por ejemplo, a nadie le extraña que Richard Gere se enamore y lleve una vida sexual muy activa (creo recordar que tiene una novia jovencita) y el hombre ya ha cumplido los 67 años. 
Pues a las mujeres, ya ven, nos sucede lo mismo.
El machismo hizo que la mujer fuera invisible: no contábamos en la historia, en las artes, en la ciencia, en el gobierno, y todavía hoy nuestro acceso a primera fila no es igualitario.
 Pero se diría que nuestra sexualidad, es decir, nuestra vida íntima y nuestro deseo, han sido especialmente ignorados y ocultados. Desde siempre los tópicos populares han mantenido una imagen casi asexuada de la mujer, como si fuéramos medio frígidas.
 Ya saben, son esas señoras a las que supuestamente el sexo gusta poco y que alegan dolores de cabeza para no “cumplir” con sus maridos.
 Los estudios científicos, empezando por el clásico Masters and Johnson, han derrumbado muchos tópicos.
 Por ejemplo, hay casi tantas mujeres infieles como hombres. 
Como también hay un buen número de mujeres mayores que mantienen en algún momento de sus vidas una relación sexual con hombres más jóvenes (y las ha habido siempre, aunque clandestinas: incluso la puritana reina Victoria de Inglaterra tuvo un amante menor que ella, Mr. Brown).
 Total, que ya va siendo hora de que nos hagamos cargo abiertamente de nuestros cuerpos.


Metáforas que huelen........................................................Juan José Millás

COLUMNISTAS-REDONDOS_JUANJOSEMILLAS
ESTA FOTO se obtuvo 48 horas antes de la dimisión (para algunos, asesinato) de Pedro Sánchez. A lo mejor aquí ya era un difunto y solo él lo ignoraba. De hecho, si pensamos en la transformación de su rostro durante la semana que desembocó en el día de autos, no hay duda de que las facciones se le fueron afilando, como en el ataúd a los papas extintos.
Digo los papas porque son los que más tiempo permanecen corpore insepulto, al alcance de las cámaras, lo que le permite a uno comparar el rostro de ayer con el de hoy y ponerse macabro.
 ¿Qué quieren?, no siempre nos levantamos del mismo humor, incluso hay días en los que ni nos levantamos, y este es uno de ellos.
 Escribo entre las sábanas.
Se aprecia, en efecto, en el rostro del fotografiado la rigidez facial característica de los cambios químicos productores del rigor mortis.
 Viene a ser como cuando se queda uno de piedra por un susto o por un ataque proveniente de sus propias células.
 Pero si insistimos en la cuestión espectral es porque al observar la imagen con detenimiento hemos descubierto, en el segundo plano, colgadas de sendas perchas, una camisa blanca y una chaqueta oscura, conjunto un poco funeral, como si fueran para amortajar a alguien.
 ¿A quién? Quizá al propio Sánchez. Una premonición, dirán algunos; una casualidad, dirán otros.
 No tenemos ni idea, pero ahí están las dos prendas, un poco tétricas para nuestro gusto, esperando ser recibidas por un cuerpo.
Toda esta especulación es de carácter metafórico, pues Sánchez sigue vivo y coleando.
 Pero es que hay metáforas que huelen a muerto.
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Pedro Sanchez a la salida de la sede del PSOE. Uly Martín

La capital maldita................................................................................Javier Marías

Una sucesión de alcaldes y alcaldesas se han empeñado en destrozar Madrid y sumirla en el esperpento. Manuela Carmena se incorpora a la lista. 

COLUMNISTAREDONDA_JAVIERMARIAS
QUIENES LEAN ESTA página con asiduidad sabrán que llevaba más de veinte años esperando que el Ayuntamiento de Madrid 

lo gobernara un partido distinto del PP.

 Con éste, y por imposible que pareciera, todo fue siempre a peor. Era inimaginable alguien más nocivo para la ciudad que Álvarez del Manzano, hasta que vino Gallardón.
 Lo mismo, hasta que vino Botella. 
Entonces asomó en lontananza la figura de Aguirre, que podría arrasar con facilidad lo poco que sus correligionarios habían dejado sin destruir.
 Fue muy votada pero no lo bastante, así que por fin se hizo con las riendas (es un decir) Manuela Carmena, de otra formación. 
He sido prudente, he dejado pasar año y medio sin apenas opinar, confiando en ver mejoras.
 Al cabo de ese tiempo, no cabe sino concluir que la capital está maldita, con alcaldes y alcaldesas empeñados en destrozarla y sumirla en el esperpento, procedan de donde procedan.
Seguir los avatares municipales es siempre deprimente, cutre y sórdido.
 Pero, sin seguirlos muy de cerca, la impresión que la mayoría de los madrileños tenemos es que Carmena está ida con excesiva frecuencia; cuando no, le sale algún resabio autoritario de su época de juez halagada por sus camarillas; y, cuando no, mete la pata hasta el fondo con declaraciones demagógicas o estupefacientes.
 La versión benévola que corre es la siguiente: ella no sabe ni se ocupa mucho; ni siquiera conocía a los concejales que nombró (si es que los nombró ella y no se los impusieron desde Podemos, Ganemos, Ahora Madrid o como se llame la agrupación que manda); no se entera de casi nada y la manipulan sus ediles, levemente famosos por sus ideas de bombero, sus tuits desagradables o sus juicios pendientes de cuando eran meros “civiles”. 
 Un informe interno de IU ha revelado que hay profundas divisiones en su Gobierno. 
Hemos sabido de algunas iniciativas demenciales, como la de crear “gestores de barrio” y “jurados vecinales”, que por suerte no salió adelante (¿se imaginan a sus vecinos dirimiendo altercados y hurtos, sin idea de la justicia y de sus garantías? Da pavor).
 A la Policía Municipal, que está a su servicio, la enfadó y humilló al prohibir a sus miembros celebrar en el Retiro el homenaje anual a su patrón, porque al parecer “desfilaban” y eso contravenía su carácter “no-militar”.
 Casi ningún madrileño estaba al tanto de esta ceremonia en un parque, luego poco podía molestar a nadie. 

Carmena organizó una votación popular para decidir qué hacer con la Plaza de España (a la que se podría dejar en paz), en la que participaron menos de 27.000 personas, el 1% de la población. 

Aun así, el Ayuntamiento dio por validada su opción, terrorífica como de Botella o Gallardón.

Seguir los avatares municipales es siempre deprimente, cutre y sórdido.
 Pero, sin seguirlos muy de cerca, la impresión que la mayoría de los madrileños tenemos es que Carmena está ida con excesiva frecuencia
La sensación es de absoluto caos, de descabezamiento, y, por supuesto, de majaderías continuas.
 Si ya había una tendencia municipal a ellas en todas partes, desde que gobiernan Carmena y su equipo locoide éstas se han multiplicado.
 Ya no hay sábado ni domingo del año en que la ciudad no sea intransitable y sus principales arterias no estén cortadas durante diez o doce horas, las centrales del día.
 Jornadas “peatonales”, infinitas maratones y carreras por esto o lo otro, concursos de monopatines, permanente adulación de los ciclistas fanáticos.
 En la última jornada reservada a las bicis, 70.000 individuos salieron a pedalear por todo el centro (siempre todo en el centro, puro exhibicionismo y ganas de fastidiar).
 Por muchos ciclistas que sean, no dejan de ser una minoría en una ciudad de casi tres millones, igual que los de las carreras y otras abusivas zarandajas. 
Es decir, se complace a las minorías más gritonas y exigentes, siempre en detrimento de la mayoría
Muchos de esa mayoría han de llegar al aeropuerto o a la estación en domingo o sábado, o ir a almorzar, y el reiterativo capricho de unos pocos les impide llevar su vida seminormal. Eso tiene el nombre de discriminación.
La suciedad es igual o peor que con el PP, sobre todo en el centro. Papeleras y contenedores a rebosar, churretones de orina y olor a orina por doquier, suelos porquerosos, favelas cada vez más esparcidas por la Plaza Mayor y las zonas turísticas, atronadores músicos callejeros que impiden trabajar y descansar.
 Botella y Carmena, en este capítulo, son idénticas, como en el de los árboles que se caen y matan. 
En cuanto a las declaraciones, difícil elegir entre la famosa “cup of café con leche” o las recientes de la actual alcaldesa (cito de memoria): “Interiormente aplaudía a los subsaharianos que lograban saltar la verja de Melilla, y les decía: ‘Os queremos, sois los mejores”. 
Al hacer público su sentimiento, ya no era “interiormente”.
 La civil Carmena es muy dueña de tener las simpatías que quiera, y quizá coincidan con las de usted y mías.
 Pero lo cierto es que ahora es la regidora de una capital europea, y que estaba animando a algo ilegal, alentando a quienes saltan la verja por las bravas a continuar y venir. Si se compromete a albergar en su casa particular a cuantos lo consigan, bien está.
 Si no, la ex-juez ha perdido el juicio, ahora que ya no juzga, sino que ejerce un cargo público de gran responsabilidad.
 Madrid, capital maldita.

22 oct 2016

La respuesta está en el viento......................................................................... Boris Izaguirre

Las revoluciones terminan haciéndose mayores, premiadas, incluso académicas.

Marlene Dietrich durante una actuación en Las Vegas en 1954. Getty Images

 

Todo el bululú por el Nobel de Dylan me hace pensar en que la Academia Sueca sabe mucho más de publicidad de lo que creíamos.
 Y que Dylan sabe mucho de suspense.
 Igual que Donald Trump nos ha dejado en ascuas por si reconocerá o no el resultado de las próximas elecciones.
 El Nobel de Literatura y el candidato republicano son casi de la misma edad.
 Y es que premiar a un símbolo de la revolución cultural de los años sesenta tiene mucho que ver con que tanto Dylan como los miembros de la academia también disfrutan de la misma edad y se celebran sus batallas de juventud. 
Las revoluciones terminan haciéndose mayores, premiadas, incluso académicas.
Estos días he recordado a Marlene Dietrich interpretando La respuesta está en el viento, el éxito de Bob Dylan, con arreglos de Burt Bacharach.
 Mi versión favorita.
 Una mezcla perfecta de revolución cultural, glamur hollywoodense con un poco de compromiso político. 
Marlene supo ver que antisistema y sistema podían ser unidos por la rara gloria del glamur.
Pertenezco a una tribu dispersa que cree mucho en el estilo. Siempre encontré mucho de ese estilo en las entrevistas que hacía Elena Santonja, en su programa de cocina, Con las manos en la masa, emitido en TVE.
 Revisándolas, se percibe un ingrediente común: casi todos los entrevistados han crecido en un terreno difícil y se han convertido en estrellas que arrastran consigo los alimentos y la forma de cocinarlos de sus padres. 
Almodóvar, por ejemplo, llama a su madre en La Mancha para preguntarle si los ajos se agregan antes de dorar el cordero o después.
 Lucía Bosé explica cómo puedes decorar algo tan soso como un ñoqui pasándolo por el revés de un tenedor y demostrar que la belleza puede estar en todas partes.
 Sara Montiel cocina orgullosa unas gachas, un plato asociado a la posguerra, mostrando una sortija de esmeraldas del tamaño de un pimiento verde.
 Observando esas imágenes en estos días de confesiones de señores pillados con las manos en la masa, como Francisco Correa, piensas que antes de la fantasía de sentirnos ricos durante la burbuja inmobiliaria hubo una España más interesada en guisar para celebrar lo conseguido que para enriquecerse con ansiedad antes del postre.
La vida está repleta de premios, triunfos y también materia exótica, cuyo estudio ha sido premiado con el Nobel de Física este año. 
 Se trata de saber qué pasa con las cosas cuando se someten a condiciones extremas, temperaturas muy altas o muy bajas, o a una situación de superaplanamiento.
 Quizás algo de esto hubo en el reencuentro de los integrantes de Operación Triunfo.  
Bisbal estuvo friísimo con Chenoa y ella aplanadísima. 
Otro suspense, calientan a la audiencia para darlo todo cuando los dos interpreten Escondidos, el día de Halloween.
 Y es que hay mucha más materia exótica en el ambiente de lo que podamos ver a simple vista.
 Algo así sucedió con el último debate entre Hillary y Donald. Igual que Chenoa y David, los candidatos, con ganas o sin ellas, tienen que reencontrarse. 
Hillary se vistió de blanco, que según Carolina Herrera es el color para ganarte un Oscar.
Los reencuentros a veces pueden darte una respuesta que necesitas. Después de presentar los premios ICON, un detalle que no recogió la crónica sobre el evento, y que me sorprendió en el vuelo a Nueva York para asistir al festival organizado por la revista People en español. 
Allí coincidí con Kate del Castillo, la célebre actriz mexicana protagonista de La reina del sur que este año sacudió los medios por haber entrevistado en su escondite a El Chapo Guzmán, el rey del narcotráfico.
 Kate es una mujer fuerte, intensa pero con mucho humor.
 “De todas las cosas por las que he pasado, matrimonios y divorcios, el tequila es lo único que ha estado siempre allí”, me dijo mientras admirábamos la luna llena entre los rascacielos. Aproveché para preguntarle si la persecución mediática que sobrevivió no era una cortina de humo para desviar la atención sobre la situación de la justicia en México. 
“Sé lo que hice y lo volvería a hacer. Todo, la entrevista, el viaje, no decirlo a nadie porque era un proyecto cinematográfico. 
Ha sido horrible, pero me tranquiliza saber que todo lo que me pasó sirve para preguntar públicamente si en mi país la justicia puede actuar contra el crimen”.
 Amiga, la respuesta está en el viento.