ESTA FOTO se obtuvo 48 horas antes de la dimisión (para
algunos, asesinato) de Pedro Sánchez. A lo mejor aquí ya era un difunto y
solo él lo ignoraba. De hecho, si pensamos en la transformación de su
rostro durante la semana que desembocó en el día de autos, no hay duda
de que las facciones se le fueron afilando, como en el ataúd a los papas
extintos. Digo los papas porque son los que más tiempo permanecen corpore insepulto,
al alcance de las cámaras, lo que le permite a uno comparar el rostro
de ayer con el de hoy y ponerse macabro. ¿Qué quieren?, no siempre nos
levantamos del mismo humor, incluso hay días en los que ni nos
levantamos, y este es uno de ellos. Escribo entre las sábanas.
Se aprecia, en efecto, en el rostro del fotografiado la rigidez facial característica de los cambios químicos productores del rigor mortis. Viene a ser como cuando se queda uno de piedra por un susto o por un
ataque proveniente de sus propias células. Pero si insistimos en la
cuestión espectral es porque al observar la imagen con detenimiento
hemos descubierto, en el segundo plano, colgadas de sendas perchas, una
camisa blanca y una chaqueta oscura, conjunto un poco funeral, como si
fueran para amortajar a alguien. ¿A quién? Quizá al propio Sánchez. Una
premonición, dirán algunos; una casualidad, dirán otros. No tenemos ni
idea, pero ahí están las dos prendas, un poco tétricas para nuestro
gusto, esperando ser recibidas por un cuerpo. Toda esta especulación es de carácter metafórico, pues Sánchez sigue
vivo y coleando. Pero es que hay metáforas que huelen a muerto.
Una sucesión de alcaldes y alcaldesas se han empeñado en destrozar
Madrid y sumirla en el esperpento. Manuela Carmena se incorpora a la
lista.
QUIENES LEAN ESTA página con asiduidad sabrán que llevaba más de veinte años esperando que el Ayuntamiento de Madrid lo gobernara un partido distinto del PP. Con éste, y por imposible que
pareciera, todo fue siempre a peor. Era inimaginable alguien más nocivo
para la ciudad que Álvarez del Manzano, hasta que vino Gallardón. Lo
mismo, hasta que vino Botella. Entonces asomó en lontananza la figura de
Aguirre, que podría arrasar con facilidad lo poco que sus
correligionarios habían dejado sin destruir. Fue muy votada pero no lo
bastante, así que por fin se hizo con las riendas (es un decir) Manuela
Carmena, de otra formación. He sido prudente, he dejado pasar año y
medio sin apenas opinar, confiando en ver mejoras. Al cabo de ese
tiempo, no cabe sino concluir que la capital está maldita, con alcaldes y
alcaldesas empeñados en destrozarla y sumirla en el esperpento,
procedan de donde procedan. Seguir los avatares municipales es siempre deprimente, cutre y sórdido. Pero, sin seguirlos muy de cerca, la impresión que la mayoría de los
madrileños tenemos es que Carmena está ida con excesiva frecuencia;
cuando no, le sale algún resabio autoritario de su época de juez
halagada por sus camarillas; y, cuando no, mete la pata hasta el fondo
con declaraciones demagógicas o estupefacientes. La versión benévola que
corre es la siguiente: ella no sabe ni se ocupa mucho; ni siquiera
conocía a los concejales que nombró (si es que los nombró ella y no se
los impusieron desde Podemos, Ganemos, Ahora Madrid o como se llame la
agrupación que manda); no se entera de casi nada y la manipulan sus
ediles, levemente famosos por sus ideas de bombero, sus tuits
desagradables o sus juicios pendientes de cuando eran meros “civiles”. Un informe interno de IU ha revelado que hay profundas divisiones en su
Gobierno. Hemos sabido de algunas iniciativas demenciales, como la de
crear “gestores de barrio” y “jurados vecinales”, que por suerte no
salió adelante (¿se imaginan a sus vecinos dirimiendo altercados y
hurtos, sin idea de la justicia y de sus garantías? Da pavor). A la
Policía Municipal, que está a su servicio, la enfadó y humilló al
prohibir a sus miembros celebrar en el Retiro el homenaje anual a su
patrón, porque al parecer “desfilaban” y eso contravenía su carácter
“no-militar”. Casi ningún madrileño estaba al tanto de esta ceremonia en
un parque, luego poco podía molestar a nadie. Carmena organizó una votación popular para decidir
qué hacer con la Plaza de España (a la que se podría dejar en paz), en
la que participaron menos de 27.000 personas, el 1% de la población. Aun
así, el Ayuntamiento dio por validada su opción, terrorífica como de
Botella o Gallardón.
Seguir los avatares municipales es siempre deprimente, cutre y
sórdido. Pero, sin seguirlos muy de cerca, la impresión que la mayoría
de los madrileños tenemos es que Carmena está ida con excesiva
frecuencia
La sensación es de absoluto caos, de
descabezamiento, y, por supuesto, de majaderías continuas. Si ya había
una tendencia municipal a ellas en todas partes, desde que gobiernan
Carmena y su equipo locoide éstas se han multiplicado. Ya no hay sábado
ni domingo del año en que la ciudad no sea intransitable y sus
principales arterias no estén cortadas durante diez o doce horas, las
centrales del día. Jornadas “peatonales”, infinitas maratones y carreras
por esto o lo otro, concursos de monopatines, permanente adulación de
los ciclistas fanáticos. En la última jornada reservada a las bicis,
70.000 individuos salieron a pedalear por todo el centro (siempre todo
en el centro, puro exhibicionismo y ganas de fastidiar). Por muchos
ciclistas que sean, no dejan de ser una minoría en una ciudad
de casi tres millones, igual que los de las carreras y otras abusivas
zarandajas. Es decir, se complace a las minorías más gritonas y
exigentes, siempre en detrimento de la mayoría. Muchos de esa mayoría han de llegar al aeropuerto o
a la estación en domingo o sábado, o ir a almorzar, y el reiterativo
capricho de unos pocos les impide llevar su vida seminormal. Eso tiene
el nombre de discriminación.
La suciedad es igual o peor que con el PP, sobre
todo en el centro. Papeleras y contenedores a rebosar, churretones de
orina y olor a orina por doquier, suelos porquerosos, favelas
cada vez más esparcidas por la Plaza Mayor y las zonas turísticas,
atronadores músicos callejeros que impiden trabajar y descansar.
Botella
y Carmena, en este capítulo, son idénticas, como en el de los árboles
que se caen y matan.
En cuanto a las declaraciones, difícil elegir entre
la famosa “cup of café con leche” o las recientes de la actual
alcaldesa (cito de memoria): “Interiormente aplaudía a los
subsaharianos que lograban saltar la verja de Melilla, y les decía: ‘Os
queremos, sois los mejores”.
Al hacer público su sentimiento, ya no era
“interiormente”.
La civil Carmena es muy dueña de tener las simpatías
que quiera, y quizá coincidan con las de usted y mías.
Pero lo cierto es
que ahora es la regidora de una capital europea, y que estaba animando a
algo ilegal, alentando a quienes saltan la verja por las bravas a
continuar y venir. Si se compromete a albergar en su casa particular a
cuantos lo consigan, bien está.
Si no, la ex-juez ha perdido el juicio,
ahora que ya no juzga, sino que ejerce un cargo público de gran
responsabilidad.
Las revoluciones terminan haciéndose mayores, premiadas, incluso académicas.
Todo el bululú por el Nobel de Dylan
me hace pensar en que la Academia Sueca sabe mucho más de publicidad de
lo que creíamos. Y que Dylan sabe mucho de suspense. Igual que Donald Trump
nos ha dejado en ascuas por si reconocerá o no el resultado de las
próximas elecciones. El Nobel de Literatura y el candidato republicano
son casi de la misma edad. Y es que premiar a un símbolo de la
revolución cultural de los años sesenta tiene mucho que ver con que
tanto Dylan como los miembros de la academia también disfrutan de la
misma edad y se celebran sus batallas de juventud. Las revoluciones
terminan haciéndose mayores, premiadas, incluso académicas. Estos días he recordado a Marlene Dietrich interpretando La respuesta está en el viento,
el éxito de Bob Dylan, con arreglos de Burt Bacharach. Mi versión
favorita. Una mezcla perfecta de revolución cultural, glamur hollywoodense con un poco de compromiso político. Marlene supo ver que antisistema y sistema podían ser unidos por la rara gloria del glamur. Pertenezco a una tribu dispersa que cree mucho en el estilo. Siempre encontré mucho de ese estilo en las entrevistas que hacía Elena Santonja, en su programa de cocina, Con las manos en la masa,
emitido en TVE. Revisándolas, se percibe un ingrediente común: casi
todos los entrevistados han crecido en un terreno difícil y se han
convertido en estrellas que arrastran consigo los alimentos y la forma
de cocinarlos de sus padres. Almodóvar,
por ejemplo, llama a su madre en La Mancha para preguntarle si los ajos
se agregan antes de dorar el cordero o después. Lucía Bosé explica cómo
puedes decorar algo tan soso como un ñoqui pasándolo por el revés de un
tenedor y demostrar que la belleza puede estar en todas partes. Sara Montiel
cocina orgullosa unas gachas, un plato asociado a la posguerra,
mostrando una sortija de esmeraldas del tamaño de un pimiento verde. Observando esas imágenes en estos días de confesiones de señores
pillados con las manos en la masa, como Francisco Correa,
piensas que antes de la fantasía de sentirnos ricos durante la burbuja
inmobiliaria hubo una España más interesada en guisar para celebrar lo
conseguido que para enriquecerse con ansiedad antes del postre. La vida está repleta de premios, triunfos y también materia
exótica, cuyo estudio ha sido premiado con el Nobel de Física este año. Se trata de saber qué pasa con las cosas cuando se someten a condiciones
extremas, temperaturas muy altas o muy bajas, o a una situación de
superaplanamiento. Quizás algo de esto hubo en el reencuentro de los
integrantes de Operación Triunfo. Bisbal estuvo friísimo con Chenoa y ella aplanadísima. Otro suspense, calientan a la audiencia para darlo todo cuando los dos interpreten Escondidos,
el día de Halloween. Y es que hay mucha más materia exótica en el
ambiente de lo que podamos ver a simple vista. Algo así sucedió con el
último debate entre Hillary y Donald. Igual que Chenoa y David, los
candidatos, con ganas o sin ellas, tienen que reencontrarse. Hillary se
vistió de blanco, que según Carolina Herrera es el color para ganarte un
Oscar. Los reencuentros a veces pueden darte una respuesta que
necesitas. Después de presentar los premios ICON, un detalle que no
recogió la crónica sobre el evento, y que me sorprendió en el vuelo a
Nueva York para asistir al festival organizado por la revista People en español. Allí coincidí con Kate del Castillo, la célebre actriz mexicana protagonista de La reina del sur que este año sacudió los medios por haber entrevistado en su escondite a El Chapo Guzmán,
el rey del narcotráfico. Kate es una mujer fuerte, intensa pero con
mucho humor. “De todas las cosas por las que he pasado, matrimonios y
divorcios, el tequila es lo único que ha estado siempre allí”, me dijo
mientras admirábamos la luna llena entre los rascacielos. Aproveché para
preguntarle si la persecución mediática que sobrevivió no era una
cortina de humo para desviar la atención sobre la situación de la
justicia en México. “Sé lo que hice y lo volvería a hacer. Todo, la
entrevista, el viaje, no decirlo a nadie porque era un proyecto
cinematográfico. Ha sido horrible, pero me tranquiliza saber que todo lo
que me pasó sirve para preguntar públicamente si en mi país la justicia
puede actuar contra el crimen”. Amiga, la respuesta está en el viento.
La reina
de los 'reality shows' lleva alejada de la vida pública desde que el
pasado 2 octubre sufriera un robo en su habitación de un hotel de París.
Kim Kardashian nació el 21 de octubre de 1980
en Los Ángeles (Estados Unidos). Su padre, Robert Kardashian
(1944-2003), fue un famoso abogado estadounidense de ascendencia
armenia, quien se divorció en 1990 de Kris Jenner, la madre de sus hijos
—Kim, Kourtney, Khloé y Rob—. En la imagen, Kim Kardashian, a la
izquierda, aparece junto a su hermana Kourtney en 1985.
La joven de la foto es Kim Kardashian en 1994,
cuando tenía 14 años. Junto al resto de su familia disfrutó de unas
vacaciones de Semana Santa en Cabo San Lucas (México).
En 2006, Kim Kardashian todavía era una
desconocida joven de 26 años que comenzaba a aparecer en algunas
presentaciones y eventos. Asistió a Marymount High School con sus tres
hermanas.
Y durante el instituto, Kardashian trabajó en la firma de
música de su padre, Movie Tunes.
En octubre de 2007 comenzó el programa de
telerrealidad que le ha dado la fama a la familia Kardashian-Jenner,
'Keeping Up With The Kardashians'. Hasta la fecha, la serie tiene 12
temporadas y cuatro 'spin-off'. Ese mismo año protagonizó un vídeo
pornográfico casero con su entonces pareja, Ray J, que fue difundido sin
su permiso por Vivid Entertainment Group. Kardashian demandó a los
productores y alcanzó un acuerdo con ellos por 5 millones de dólares.
Con la fama y el paso del tiempo, la imagen de
Kim Kardashian comenzó a refinarse. No solo por el maquillaje o el
peinado, sino también con la ayuda de la cirugía estética. La celebridad
se introdujo en el mundo de la moda, siendo imagen de firmas como Bongo
Jeans, Travis Barker o Quick Trim. En la imagen, Kim Kardashian en 2008
en una fiesta de la revista 'GQ'.
La imagen, de 2009, muestra un cambio
importante en el estilo de Kardashian: rubia, con el pelo más largo y
posando muy segura de sí misma y, sobre todo, sabiendo cómo hacerlo. Ese
año lanzó una serie de ejercicios en DVD, 'Fit In Your Jeans By
Friday'. Fundó ShoeDazzle, creó una colección de joyas junto a sus
hermanas Khloé y Kourtney y hasta una panadería de Los Ángeles le dedicó
una magdalena exclusiva para ella, llamada Va-Va-Va-Nilla.
Su presencia en las alfombras rojas comenzó a
hacerse continua a partir de 2010, el mismo año que consiguió su figura
de cera en la sucursal neoyorquina del museo Madame Tussauds.
Kim Kardashian se casó en 2011 con el jugador
de la NBA, Kris Humphries, después de 10 meses de noviazgo. 72 días
después, el 31 de octubre de 2011, ella solicitó el divorcio alegando
diferencias irreconciliables.
La boda fue todo un espectáculo difundido
en su 'reality', donde se pudo ver cómo elegían la tarta, el vestido o
la lista de regalos.
Kim Kardashian y Kanye West confirmaron su
relación en junio de 2012, aunque su amistad venía de tiempo atrás. El
30 de diciembre de ese mismo año el rapero reveló que estaban esperando
su primer hijo. En aquel momento, Kardashian estaba embarazada de 12
semanas.
Foto 10 de 17
Kim Kardashian y Kanye West se casaron en
Florencia el 24 de mayo de 2014. Siete meses antes, el rapero le había
pedido matrimonio, coincidiendo con el 33 cumpleaños de la celebridad,
en el estadio AT&T Park, en San Francisco. Eso sí, cuando estaba
vacío. Una banda de música y varios familiares fueron los testigos de la
entrega del anillo con un diamante de 15 quilates diseñado por Lorraine
Schwartz.
Gran parte del mundo de la moda se llevó las
manos a la cabeza cuando Kim Kardashian y Kanye West aparecieron en la
portada de la edición estadounidense de 'Vogue'. La que es considerada
la biblia de la moda se rindió a la popularidad de la pareja. El mismo
impacto debió causar ver a la estrella de la televisión en la portada de
la revista 'Forbes', que valoraba su faceta de empresaria después de
haber ganado más de 40 millones de euros con el videojuego sobre su vida
que lanzó en 2014.
North West apunta maneras desde pequeña y
aparece vestida como su madre en muchas de las ocasiones que salen
juntas. En la imagen, Kardashian y West marchándose de un concierto de
Kanye West en Nueva York el pasado 5 de septiembre vestidas de
Vetements.
Esta imagen pertenece a la última serie de
fotografías en las que aparece Kim Kardashian este año, justo antes del
robo que sufrió en París a comienzos de octubre. Un incidente que no
solo la ha obligado a replantearse la seguridad que la acompaña, sino
también la exposición de su vida y los lujos en sus redes sociales.