Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

14 oct 2016

Bob Dylan, un creador por encima de la prosa........................................................ Fernando Navarro

El músico publicó 'Tarántula', un libro fallido, pero 'Crónicas' es un fabuloso mapa de recuerdos.

Bob Dylan, en un concierto en Los Angeles en 2004. REUTERS
No se puede valorar a Bob Dylan por su obra en prosa.
 El autor de Like a Rolling Stone es creador de centenares de canciones, muchas de ellas magistrales, pero solo tiene dos libros, propiamente dichos a su nombre: Tarántula y Crónicas.
El primero es un disparatado y fallido experimento de literatura beat
. En sus palabras, una divagación personal de prosa épica, que vino influida por su pasión con la poesía surrealista francesa, que fue acentuada por su amigo Allen Ginsberg, gran voz de la generación beat.
 Después de que Dylan quedase prendido de Una temporada en el infierno de Arthur Rimbaud, Ginsberg le recomendó Los cantos de Maldoror de Comte de Lautreamont y se sumergió aún más en el decadentismo artístico.
 No funcionó. A medio camino entre la improvisación y la pretensión literaria, Tarántula, escrito entre 1965 y 1966, naufragó. El libro no se publicó hasta 1971 y fue vapuleado por la crítica, haciendo incluso que el propio Dylan, siempre tan seguro de sí mismo, renegase de él.
No se puede decir lo mismo de Crónicas (2004), el primer volumen de unas memorias que, tal y como se pactó en su día con una cifra millonaria con la editorial Simon & Shuster, deberían tener otros dos tomos. 
Según su agente literario Andrew Wylie, el segundo volumen, en el que se especula que detallaría entre otras cosas la configuración de Blood on the Tracks, está en camino.
 Pero en el universo de Dylan, que también lo prometió en una entrevista en 2010 en Rolling Stone, eso puede no significar nada. El nuevo premio Nobel de Literatura siempre ha sido ingobernable y, por ahora, parece más preocupado en sacar discos.
Crónicas es un fabuloso mapa desordenado de sus recuerdos, desde su llegada a Nueva York a principios de los sesenta hasta saltar sin ton ni son a las sesiones de grabación del disco Oh Mercy! en los ochenta.
  Son impresiones personales de su tiempo y sus ídolos –Woody Guthrie, Roy Orbison, Elvis Presley…-, que desbordan una gran fuerza narrativa.
 En ese libro, Dylan acerca al lector a un mundo que parece extinguirse, el suyo, el de la memoria americana del siglo XX, con evocaciones literarias propias de un notable escritor.
 Es el mismo mundo al que, entre 2006 y 2009, el veterano músico invitaba a adentrarse a través de sus fascinantes programas de radio elaborados por él mismo.
 Cada programa de Theme Time Radio Hour era un viaje en el tiempo con blues, soul, country, folk y rock’n’roll, aderezados de sus irónicos y, en ocasiones –cierto-, pasionales comentarios.
No se puede medir la talla del monumental Bob Dylan por sus libros en prosa.
 Son un añadido, como un adorno, a lo verdaderamente esencial, trascendental: sus canciones.
 En ese terreno ha sido imbatible y, por eso, es el primer músico en tener un Nobel de Literatura
Por eso, ha vuelto a hacer historia.


 

Poeta torrencial, maestro del caos.................................................................... Joaquin Sabina

Me atrevería a decir que el galardón llega tarde.

 

En vídeo, los asistentes al primer concierto de Bob Dylan como Nobel de Literatura celebran la concesión del premio al músico. REUTERS-QUALITY

El premio Nobel a Bob Dylan es una noticia feliz. 
Primero, porque le da a uno la razón: llevo diciendo por lo menos 20 años que Dylan es el mejor poeta de América y de la lengua inglesa actual y también el que más ha influido en varias generaciones. 
Así que en cierto modo me atrevería a decir que el galardón llega tarde.
 La dicha es, por suerte, buena: el gesto de la Academia Sueca hace que todos los que nos dedicamos a dignificar las palabras en el pop nos sintamos premiados con él.
En segundo lugar, porque creo que manda un mensaje evidente a aquellos que se han dedicado a reducir durante décadas el oficio de la canción popular a las cosas tontas de ‘chico conoce a chica’ o las historias banales del sábado noche.
 Desde ayer, nuestro mundo ha quedado elevado a la categoría de alta cultura, y eso está bien.
Y por último, porque cierra en cierto modo un círculo íntimo para mí.
 La primera vez que escuché a Dylan fue a los 18 años, cuando una novia inglesa me lo puso en mi casa de Granada.
 No entendí una palabra de lo que decía, pero tuve claro que me estaba hablando a mí.
 Su manera personal de jugar con la fonética, de escupir las palabras, de frasearlas, consiguió que aquel poeta que yo entonces quería ser decidiese convertirse en músico.
 Sobra decir que Dylan me cambió la vida.
Después llegó el estudio de su música.
 He leído sus letras a conciencia (aunque no diría que me han influido en la escritura; él es un poeta torrencial, un maestro del caos, yo soy más académico) y debo de tener unos 100 libros sobre él.
 Escucho todos sus discos, incluso los que no me gustan.
 También le he visto muchas veces en directo desde aquel lejano concierto en el campo del Rayo Vallecano con Santana.
 Ha habido veladas maravillosas y otras en las que me ha irritado.
Y si me preguntan si un músico en español podría ganar el Cervantes, la respuesta es: sí. 
Y tengo un candidato: Joan Manuel Serrat, que es el maestro de todos nosotros.
 
Joaquín Sabina es cantante

El sospechoso parecido del traje de Felipe Varela para la reina Letizia................................... Estel Vilaseca

El modelo que lució la esposa del Felipe VI el día de la Fiesta Nacional se asemeja mucho a un diseño de Óscar de la Renta de 2011.

Doña Letiza, con el vestido de Felipe Varela el pasado 12 de octubre. A la derecha, el diseño de la colección verano 2011 de Óscar de la Renta.

 

De nuevo los elogios han sido empañados por las acusaciones de plagio.
 El vestido que la reina Letizia lució el pasado 12 de octubre durante la celebración de  la Fiesta Nacional gustó. 
Pero los minutos de gloria se desvanecieron cuando desde Twitter, Miquel M.Albero, rescataba un diseño de la colección primavera-verano 2011 de Óscar de la Renta con un parecido más que razonable. 
Si bien el color y la silueta difieren, el delicado bordado a mano de flores en cristal y georgette negro es prácticamente idéntico.
No es la primera vez que se buscan y encuentran similitudes entre las propuestas de Varela y las de reputados diseñadores internacionales. 
En los Premios de Asturias de 2015, algunos medios señalaban que la idea de la original falda degradada que lució la Reina se había tomado prestada de una creación de la colección primavera-verano 2012 de Alta Costura de Christian Dior. 
En esos mismos premios, dos años antes, en octubre de 2013, las redes sociales no dudaron en comparar el vestido verde de pedrería que vistió Letizia con algunas de las ideas que desgranó sobre la pasarela Elie Saab en su colección Alta Costura de otoño invierno 2013.
   
La reina Letizia vestida de Felipe Varela y, a la derecha, una modelo con el diseño de Oscar de la Renta.

13 oct 2016

Bob Dylan, dejando huella en la alfombra roja de la historia............................................... Quique González

Es una victoria histórica del 'rock’n’roll' y un reconocimiento al tipo que prácticamente se inventó este oficio.

Bob Dylan cuando recibió la Medalla de la Libertad en la Casa Blanca en 2012. EFE
Hace cinco minutos Santiago Alcanda anunciaba en su programa que al viejo Bob le han otorgado el Premio Nobel. Se me ha puesto la carne de gallina.

Le escucho nervioso cambiar sobre la marcha el programa que tenía preparado. 
Voy a abrir una cerveza y a poner Workingman blues #2, mi canción favorita.
 Nos cambió la vida a algunos cuando escuchamos. Like a Rolling Stone por primera vez.
 Ya sabes, no entendíamos lo que decía, pero sabíamos que tenía que ver con nosotros. 
Nadie ha contado los grandes cambios del siglo XX a través de las canciones como Dylan. Sigue haciéndolo en el siglo XXI. No me refiero al mundo del espectáculo.
Me emociono al escuchar la noticia en la radio.
 No fue divertido verle tocar delante del Papa, pero me gustaría verle recibir el Nobel con esa cara de no saber dónde ha dormido anoche mientras los escritores exquisitos levantan las cejas en las fotos de las contraportadas de sus libros. 
Muchos de mis amigos poetas estarán celebrándolo también. Alguno de ellos mataría por ser una estrella de rock, pero Dylan nunca se mató a escribir para que le consideraran un poeta.
 Sigue jugándose la vida en la carretera en una gira eterna y sacando discos fantásticos metiendo la uña en el cancionero tradicional de la música norteamericana o colocándose el frac de Frank Sinatra.
 Sigue dejando huella en la alfombra roja de la historia.
Esta tarde llamaré a todos mis amigos dylanitas —tengo bastantes— porque sé que estarán igual de emocionados o más que yo. Es una victoria histórica del rock’n’roll y es también un reconocimiento glorioso a un oficio y al tipo que prácticamente se inventó este oficio. Nos cambió la vida a algunos cuando escuchamos. Like a Rolling Stone por primera vez. Ya sabes, no entendíamos lo que decía, pero sabíamos que tenía que ver con nosotros