Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

10 oct 2016

'Un monstruo viene a verme', mejor estreno español del año

La película de Juan Antonio Bayona recauda 3,6 millones de euros en su primer fin de semana en taquilla.

Fotograma de 'Un monstruo viene a verme'. VÍDEO: TRÁILER
Un monstruo viene a verme, la tercera película de Juan Antonio Bayona, se ha alzado al número 1 de la taquilla del fin de semana con una recaudación de 3,6 millones de euros, lo que la convierte en el mejor estreno español de 2016, según datos de la consultora Comscore Movies Spain.

La película protagonizada por Lewis McDougall, Felicity Jones y Sigourney Weaver ha doblado los 1,56 millones que logró Cien años de perdón, de Daniel Calparsoro, hasta ahora el mejor estreno español del año. 
En el ránking general de estrenos ocupa el tercer lugar, después de Mascotas y El libro de la selva.
 Mientras que en el top mundial de las películas más vistas se situa en el puesto 20.

Sin embargo, las cifras están lejos de las alcanzadas por el propio Bayona con sus anteriores filmes.
 El orfanato (2007) amasó casi seis millones de euros en los tres primeros días, y Lo Imposible (2012), más de 8,9 millones de euros. Ambas figuran además se encuentran entre las diez películas españolas más taquilleras de la historia.
 Lo imposible recaudó en total 42,4 millones de euros y El orfanato, 25 millones.
Un monstruo viene a verme está basada en la novela de Patrick Ness y con ella el director español completa su trilogía cinematográfica sobre las complejas y emotivas relaciones entre madre e hijo.
La segunda película más vista del fin de semana ha sido la cinta de animación Cigüeñas, con un millón de euros de recaudación; seguida por El Hogar de Miss Peregrine para Niños Peculiares, la nueva cinta de Tim Burton (0,9 millones de euros); La fiesta de las salchichas (0,9 millones) y Mechanic: Resurrection, secuela de The Mechanic (0,5 millones).

 

París, qué arte.............................................................. Ana García-Siñeriz

Surrealismo del bueno en museos de la capital francesa, pero ahí fuera, de 'sureality show'.

 
Naty Abascal. Getty Images

Anna Malagrida en el Pompidou. París era una fiesta. 

Y mientras Los Panteras rosas —son los posibles ladrones, aún sin confirmar— desplumaban a Kim Kardashian y se llevaban más de 14 milloncetes de euros en joyones, la vida seguía.

 Esa misma vida que ha retratado la artista barcelonesa Anna Malagrida, laureada con el premio Carte Blanche PMU y que expone —solo quedan 10 días para verla— en el Centro Pompidou de la ville lumière.

 Con fotografías, vídeos, textos y otras piezas reconstruye el corazón de la metrópolis, compuesto de millones de pequeños seres insignificantes como nosotros. Ella nos convierte en arte.

Sureality shows. París está de lo más latino. Y surrealista. A dos pasos de Anna Malagrida también expone una argentina, Alejandra Riera.
 Y a otros dos pasos, René Magritte. Surrealismo del bueno en el museo, pero ahí fuera, de sureality show
 Lo de Kardashian, digo. Hay muchos que esperamos, cual fans quinceañeras, película de las de robo con mítica frase: “Sincronicemos los relojes”. Pink Panthers: The Movie, o algo así. De la Semana de la Moda de la capital francesa ni hablamos.
 Hoy, la aristocracia del reality made in USA sería protagonista de una versión millennial de la película Prêt-à-Porter.

París era un fiestón. Naty Abascal también estaba en París. Y en una fiesta: la suya, homenajeada por Aquazzura, la firma de zapatos en la que se inspira Ivanka Trump.
 Se inspira tanto, tanto, que tiene una bonita demanda por plagio. Por favor, busquen la foto en Internet, comparen y, si encuentran alguna diferencia entre los zapatos de Ivanka y los originales de Edgardo Osorio, manifiéstense.
 Ya lo hará el juez. Naty se llevó con ella la fiesta a París, y allí aparecieron con lunares y peinetas Nieves Álvarez, Ariadne Artiles y Bibiana Fernández. ¡Olé!
Naty es nuestra Diana Vreeland de Sevilla.
 Que nadie se eche las manos a la cabeza, que el lectorado anda sensible y el de la moda, más.
 ¿Quién más puede presumir aquí de salir en una película de Woody Allen, aparte de ella y Penélope Cruz?

 

Llevar a Jesús del Pozo a los altares............................................... María R. López

Exposición sobre la obra de Jesús del Pozo en la sala Canal de Isabel II (Madrid). 
 
Volumen, materia y colores son los tres pilares del homenaje a Jesús del Pozo (1946-2011) que se celebra estos días en la sala de exposiciones Canal de Isabel II.
 La muestra, organizada por la Comunidad de Madrid, recoge el espíritu que el diseñador español quiso transmitir durante toda su carrera: "Quitarse. Menos es más. Quedarse con la esencia", en palabras de la comisaria de la exhibición, Esperanza García Claver, quien fue la directora de comunicación de la firma durante cinco años. 
La exposición es una parte muy pequeña de la obra del diseñador español; 50 piezas, repartidas en cuatro plantas y prestadas por la Fundación Jesús del Pozo y por clientes privados, como la cantante Ana Belén, que ha facilitado su vestido Flor de terciopelo granate, utilizado para la gira Rosa de amor y fuego (1989), y el Verdugado, un dos piezas de seda gris que lució en el programa de TVE A los hombres que amé (2011).
 Con un carácter muy escénico, la muestra pretende "llevar a Jesús del Pozo a los altares", asegura la comisaria, historiadora del arte especializada en cultura de moda.  
Concisión, humildad y abstracción son tres de las características que mejor definían a Del Pozo.
 Con ellas impregnó su arte, pero también su forma de trabajar.
 Alguien como García Claver, que convivió tan de cerca con el modisto, las conoce bien.
 Y por eso su trabajo en la exhibición se ha centrado en plasmar sus 35 años de carrera, eligiendo sus piezas favoritas, las más representativas de su carácter. "Existe una intención en cada arruga, en cada textura, en la manipulación del tejido para potenciar y enriquecer el mismo", afirma la experta.
 Así, en la sala Canal Isabel II el público se encuentra con abrigos de un material tan noble como la rafia, sus vestidos Vaso -de tul termofijado, imitando a los vasos de camping que se pliegan-, las prendas más escénicas que recuerdan a la moda del Siglo de Oro español o la parte más contemporánea de Del Pozo: el vestido Movida Madrileña (1980-1981), con un cuerpo de aplicaciones de cristal y metal —que encontró en una ferretería— y una falda de organza. 
 Para García Claver, no se trata de una retrospectiva al uso: "No quería enseñar cómo evolucionaron los cuellos o las mangas de Jesús.
 Sino mostrar piezas que recorren todos sus años, desde finales de los setenta [su primer desfile coincidió con la muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975, y tuvo que posponerlo hasta enero del siguiente año] hasta su fallecimiento, en 2011.
 Incluso hay dos prendas de un desfile póstumo precioso que hizo su equipo", reconoce. 
Se refiere al chal y chaleco de punto Oriente, pintado a mano, y a una chaqueta de punto, de oro y lana. La firma Delpozo trata de mantener vivo el espíritu de su creador pensando en aquellas cosas que más le gustaban, como los viajes exóticos a Oriente, los colores azul pato, azul tinta y ocres. 
 
Hasta el próximo 23 de octubre se podrá disfrutar en Madrid de la obra de uno de los diseñadores españoles más importantes en la historia de la moda. 
El mismo que estableció su base de operaciones y su trinchera en la madrileña calle de Almirante, donde se encontraba el negocio de cestería que regentó su familia. Como reconoció Del Pozo en un reportaje que emitió TVE tras su muerte, “es una zona donde realmente me siento muy bien. 
Es como un laboratorio, aquí salen los colores, los conceptos. 
Antes podía trabajar en otros sitios, pero ahora me he dado cuenta que necesito estar aquí”. 

La verdad sobre la Resistencia francesa: ni tan masiva ni tan francesa.................................... Guillermo Altares

El historiador británico Robert Gildea desmonta la versión oficial de lo ocurrido en Francia durante la ocupación nazi.


La resistente Simone Ségouin combate en París en 1944. VÍDEO: REUTERS-QUALITY
El discurso nacional que Francia construyó después de la II Guerra Mundial es que el país fue liberado por la Resistencia, con cierta ayuda de los aliados, y que "salvo un puñado de miserables", en palabras del general Charles de Gaulle, el resto de los ciudadanos se comportaron como auténticos patriotas. 
 Nada más lejos de la realidad. 
El profesor británico Robert Gildea desmonta esta imagen nacional, que se encontraba ya bastante resquebrajada, en su nuevo libro, Combatientes en la sombra, que traza un minucioso retrato de la ocupación en el que más que de Resistencia francesa prefiere hablar de "resistencia en Francia" por la enorme cantidad de extranjeros que se sumaron a la lucha contra el nazismo, entre ellos miles de republicanos españoles.
"Francia fue derrotada y ocupada por Alemania .
 Cuando fue liberada y unificada de nuevo, se crea una historia única que mantiene que todo el país alcanzó la libertad unido bajo el liderazgo de De Gaulle y ese relato fue propagado a través de medallas, ceremonias, títulos", explica Robert Gildea, profesor de Historia Moderna del Worcester College de la Universidad de Oxford, cuyo libro será publicado esta semana en España por Taurus en traducción de Federico Corriente.
 Los olvidados en ese relato no fueron sólo aquellos españoles que huyeron del franquismo, sino también judíos de Polonia o Rumanía, los comunistas, así como las mujeres, cuya labor como resistentes también ha sido infravalorada.

 El libro todavía no ha sido publicado en Francia —está previsto para la primavera de 2017—, pero recibió excelentes críticas el año pasado en el mundo anglosajón en medios como The Economist o The New York Review of Books, cuya reseña firmada por el gran historiador de Vichy Robert O. Paxton se titulaba "la verdad sobre la Resistencia". 

Gildea, que ha publicado otros ensayos sobre la historia de Francia en los que estudia el mismo periodo, reconoce que la imagen ideal de la sociedad francesa había sido ya puesta en duda en películas como el documental La pena y la piedad o el filme de Louis Malle Lacombe Lucien, que tuvo como guionista al premio Nobel Patrick Modiano.

 Sin embargo, su estudio de 650 páginas, en el que maneja tanto fuentes documentales como entrevistas, es el más completo que se ha escrito hasta ahora desde un punto de vista crítico sobre la Resistencia durante la ocupación, entre 1940 y 1944.

 El enorme éxito alcanzado en Francia por las seis temporadas de la serie Un pueblo francés demuestra hasta qué punto sigue siendo un tema delicado y siempre actual.

"Tenemos que estudiar lo que ocurrió en Francia en el contexto de la lucha en Europa contra el nazismo, pero también del Holocausto y de la Guerra Fría.
 Mucha gente de la Resistencia combatió en las Brigadas Internacionales, son lo que Arthur Koestler, que compartió cautiverio con ellos, llamó La escoria de la tierra en un libro, gente que no tenía ningún sitio al que ir.
 Muchos republicanos se quedaron atrapados en Francia.
 Su objetivo era acabar primero con los nazis y luego con Franco, de hecho protagonizaron un intento fallido de invadir España en 1944. 
El relato simplista de la liberación nacional francesa sólo proporciona una parte de la historia, no toda", prosigue Gildea en conversación telefónica.
"El papel de los comunistas fue también muy importante, especialmente durante la liberación de París.
 Durante muchos años se produjo un enfrentamiento entre las dos versiones, la gaullista y la comunista.
 En 1944 los nazis capturaron a un grupo de resistencia que estaba formado por comunistas y judíos de Europa del este y lo utilizaron como propaganda diciendo que eran 'criminales extranjeros', pero había algo de verdad ello", afirma.
Combatientes en la sombra no sólo estudia los grandes movimientos históricos, sino que está lleno de personajes como Jean-Pierre Vernant, uno de los grandes helenistas franceses, que fue un personaje muy importante en la Resistencia, pero que nunca quiso alardear de ello.
 Cuando acabó la guerra, durante la que se jugó muchas veces la vida, volvió a sus libros y a sus clásicos.
 También está Lew Goldenberg, hijo de revolucionarios rusos de origen judío cercanos a Rosa Luxemburgo, que se negó a aceptar el armisticio o León Landini, un joven toscano que participó en el descarrilamiento de un tren alemán en octubre de 1942 cuando tenía 16 años.
Y, naturalmente, están los republicanos españoles, no sólo los miembros de La Nueve, la mítica brigada que fue la primera en entrar en París en agosto de 1944 y cuyo papel fue silenciado durante años —ha sido necesario esperar hasta 2008 para que se inaugurasen placas que mostraban su recorrido—. 
En el libro aparecen combatientes como Vicente López Tóvar, nacido en Madrid en 1909, que pasó su juventud en Buenos Aires, luchó en la Defensa de Madrid y en la Batalla del Ebro y, tras escapar a Francia, participó en la organización del Maquis.
 "La Guerra Civil nos había endurecido mucho", relató el propio López Tóvar a Gildea.
"Después del desembarco de Normandía, en junio de 1944, se produjo una guerra civil dentro de la II Guerra Mundial, no sólo entre los resistentes y los nazis, sino también con la milicia, la fuerza paramilitar de Vichy", señala el profesor de Oxford.
 En cuanto a la ocultación del papel que tuvieron las mujeres, Gildea explica que sólo fueron galardonados con medallas aquellos que participaron en acciones bélicas, mientras que muchas mujeres trabajaron en la organización de la resistencia, un papel tan peligroso como el combate, pero nunca totalmente reconocido. Todo esto no quiere decir que los franceses no tuvieron ningún papel, pero no fueron los únicos héroes de aquella guerra.