La película de Juan Antonio Bayona recauda 3,6 millones de euros en su primer fin de semana en taquilla.
Fotograma de 'Un monstruo viene a verme'.VÍDEO: TRÁILER
Un monstruo viene a verme, la tercera película de Juan Antonio Bayona,
se ha alzado al número 1 de la taquilla del fin de semana con una
recaudación de 3,6 millones de euros, lo que la convierte en el mejor
estreno español de 2016, según datos de la consultora Comscore Movies
Spain.
La película protagonizada por Lewis McDougall, Felicity Jones y Sigourney Weaver ha doblado los 1,56 millones que logró Cien años de perdón,
de Daniel Calparsoro, hasta ahora el mejor estreno español del año. En
el ránking general de estrenos ocupa el tercer lugar, después de Mascotas y El libro de la selva. Mientras que en el top mundial de las películas más vistas se situa en el puesto 20.
Sin embargo, las cifras están lejos de las alcanzadas por el propio Bayona con sus anteriores filmes. El orfanato (2007) amasó casi seis millones de euros en los tres primeros días, y Lo Imposible
(2012), más de 8,9 millones de euros. Ambas figuran además se
encuentran entre las diez películas españolas más taquilleras de la
historia. Lo imposible recaudó en total 42,4 millones de euros y El orfanato, 25 millones. Un monstruo viene a verme
está basada en la novela de Patrick Ness y con ella el director español
completa su trilogía cinematográfica sobre las complejas y emotivas
relaciones entre madre e hijo. La segunda película más vista del fin de semana ha sido la cinta de animación Cigüeñas, con un millón de euros de recaudación; seguida por El Hogar de Miss Peregrine para Niños Peculiares, la nueva cinta de Tim Burton (0,9 millones de euros); La fiesta de las salchichas (0,9 millones) y Mechanic: Resurrection, secuela de The Mechanic (0,5 millones).
Surrealismo del bueno en museos de la capital francesa, pero ahí fuera, de 'sureality show'.
Naty Abascal. Carlos ÁlvarezGetty Images
Anna Malagrida en el Pompidou. París era una fiesta.
Y mientras Los Panteras rosas —son los posibles ladrones, aún sin confirmar— desplumaban a Kim Kardashian
y se llevaban más de 14 milloncetes de euros en joyones, la vida
seguía.
Esa misma vida que ha retratado la artista barcelonesa Anna Malagrida, laureada con el premio Carte Blanche PMU y que expone —solo quedan 10 días para verla— en el Centro Pompidou de la ville lumière.
Con
fotografías, vídeos, textos y otras piezas reconstruye el corazón de la
metrópolis, compuesto de millones de pequeños seres insignificantes
como nosotros. Ella nos convierte en arte.
Sureality shows. París está de lo más
latino. Y surrealista. A dos pasos de Anna Malagrida también expone una
argentina, Alejandra Riera. Y a otros dos pasos, René Magritte.
Surrealismo del bueno en el museo, pero ahí fuera, de surealityshow. Lo de Kardashian, digo. Hay muchos que esperamos, cual fans
quinceañeras, película de las de robo con mítica frase: “Sincronicemos
los relojes”. Pink Panthers: The Movie, o algo así. De la Semana de la Moda de la capital francesa ni hablamos. Hoy, la aristocracia del reality made in USA sería protagonista de una versión millennial de la película Prêt-à-Porter.
París era un fiestón.Naty Abascal también estaba en París. Y en una fiesta: la suya, homenajeada por Aquazzura, la firma de zapatos en la que se inspira Ivanka Trump. Se inspira tanto, tanto, que tiene una bonita demanda por plagio. Por
favor, busquen la foto en Internet, comparen y, si encuentran alguna
diferencia entre los zapatos de Ivanka y los originales de Edgardo
Osorio, manifiéstense. Ya lo hará el juez. Naty se llevó con ella la
fiesta a París, y allí aparecieron con lunares y peinetas Nieves
Álvarez, Ariadne Artiles y Bibiana Fernández. ¡Olé! Naty es nuestra Diana Vreeland de Sevilla. Que nadie se eche las
manos a la cabeza, que el lectorado anda sensible y el de la moda, más. ¿Quién más puede presumir aquí de salir en una película de Woody Allen,
aparte de ella y Penélope Cruz?
Exposición sobre la obra de Jesús del Pozo en la sala Canal de Isabel II (Madrid).
Volumen, materia y colores son los tres pilares del homenaje a Jesús del Pozo
(1946-2011) que se celebra estos días en la sala de exposiciones Canal
de Isabel II. La muestra, organizada por la Comunidad de Madrid, recoge
el espíritu que el diseñador español quiso transmitir durante toda su
carrera: "Quitarse. Menos es más. Quedarse con la esencia", en palabras
de la comisaria de la exhibición, Esperanza García Claver, quien fue la
directora de comunicación de la firma durante cinco años. La exposición es una parte muy pequeña de la obra del diseñador
español; 50 piezas, repartidas en cuatro plantas y prestadas por la Fundación Jesús del Pozo
y por clientes privados, como la cantante Ana Belén, que ha facilitado
su vestido Flor de terciopelo granate, utilizado para la gira Rosa de amor y fuego (1989), y el Verdugado, un dos piezas de seda gris que lució en el programa de TVE A los hombres que amé
(2011). Con un carácter muy escénico, la muestra pretende "llevar a
Jesús del Pozo a los altares", asegura la comisaria, historiadora del
arte especializada en cultura de moda. Concisión, humildad y abstracción son tres de las características que
mejor definían a Del Pozo. Con ellas impregnó su arte, pero también su
forma de trabajar. Alguien como García Claver, que convivió tan de cerca
con el modisto, las conoce bien. Y por eso su trabajo en la exhibición
se ha centrado en plasmar sus 35 años de carrera, eligiendo sus piezas
favoritas, las más representativas de su carácter. "Existe una intención
en cada arruga, en cada textura, en la manipulación del tejido para
potenciar y enriquecer el mismo", afirma la experta. Así, en la sala
Canal Isabel II el público se encuentra con abrigos de un material tan
noble como la rafia, sus vestidos Vaso -de tul termofijado, imitando a
los vasos de camping que se pliegan-, las prendas más escénicas
que recuerdan a la moda del Siglo de Oro español o la parte más
contemporánea de Del Pozo: el vestido Movida Madrileña (1980-1981), con
un cuerpo de aplicaciones de cristal y metal —que encontró en una
ferretería— y una falda de organza. Para García Claver, no se trata de una retrospectiva al uso: "No quería
enseñar cómo evolucionaron los cuellos o las mangas de Jesús. Sino
mostrar piezas que recorren todos sus años, desde finales de los setenta
[su primer desfile coincidió con la muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975, y tuvo que posponerlo hasta enero del siguiente año]
hasta su fallecimiento, en 2011. Incluso hay dos prendas de un desfile
póstumo precioso que hizo su equipo", reconoce. Se refiere al chal y
chaleco de punto Oriente, pintado a mano, y a una chaqueta de punto, de oro y lana. La firma Delpozo trata de mantener vivo el espíritu de su creador pensando en aquellas cosas que más le gustaban, como los viajes exóticos a Oriente, los colores azul pato, azul tinta y ocres.
Hasta el próximo 23 de octubre se podrá disfrutar en Madrid de la obra
de uno de los diseñadores españoles más importantes en la historia de la
moda. El mismo que estableció su base de operaciones y su trinchera en
la madrileña calle de Almirante, donde se encontraba el negocio de
cestería que regentó su familia. Como reconoció Del Pozo en un reportaje que emitió TVE tras su muerte,
“es una zona donde realmente me siento muy bien. Es como un
laboratorio, aquí salen los colores, los conceptos. Antes podía trabajar
en otros sitios, pero ahora me he dado cuenta que necesito estar aquí”.
El historiador británico Robert Gildea desmonta la versión oficial de lo ocurrido en Francia durante la ocupación nazi.
La resistente Simone Ségouin combate en París en 1944.VÍDEO: REUTERS-QUALITY
El discurso nacional que Francia construyó después de la II Guerra Mundial es que el país fue liberado por la Resistencia, con cierta ayuda de los aliados, y que "salvo un puñado de miserables", en palabras del general Charles de Gaulle,
el resto de los ciudadanos se comportaron como auténticos patriotas. Nada más lejos de la realidad. El profesor británico Robert Gildea
desmonta esta imagen nacional, que se encontraba ya bastante
resquebrajada, en su nuevo libro, Combatientes en la sombra,
que traza un minucioso retrato de la ocupación en el que más que de
Resistencia francesa prefiere hablar de "resistencia en Francia" por la
enorme cantidad de extranjeros que se sumaron a la lucha contra el
nazismo, entre ellos miles de republicanos españoles. "Francia fue derrotada y ocupada por Alemania . Cuando fue liberada y
unificada de nuevo, se crea una historia única que mantiene que todo el
país alcanzó la libertad unido bajo el liderazgo de De Gaulle y ese
relato fue propagado a través de medallas, ceremonias, títulos", explica
Robert Gildea,
profesor de Historia Moderna del Worcester College de la Universidad de
Oxford, cuyo libro será publicado esta semana en España por Taurus
en traducción de Federico Corriente. Los olvidados en ese relato no
fueron sólo aquellos españoles que huyeron del franquismo, sino también
judíos de Polonia o Rumanía, los comunistas, así como las mujeres, cuya
labor como resistentes también ha sido infravalorada.
El libro todavía no ha sido publicado en Francia —está previsto para la
primavera de 2017—, pero recibió excelentes críticas el año pasado en el
mundo anglosajón en medios como The Economist o The New York Review of Books, cuya reseña firmada por el gran historiador de Vichy Robert O. Paxton se
titulaba "la verdad sobre la Resistencia".
Gildea, que ha publicado
otros ensayos sobre la historia de Francia en los que estudia el mismo
periodo, reconoce que la imagen ideal de la sociedad francesa había sido
ya puesta en duda en películas como el documental La pena y la piedad o el filme de Louis Malle Lacombe Lucien,
que tuvo como guionista al premio Nobel Patrick Modiano.
Sin embargo,
su estudio de 650 páginas, en el que maneja tanto fuentes documentales
como entrevistas, es el más completo que se ha escrito hasta ahora desde
un punto de vista crítico sobre la Resistencia durante la ocupación,
entre 1940 y 1944.
El enorme éxito alcanzado en Francia por las seis
temporadas de la serie Un pueblo francés demuestra hasta qué punto sigue siendo un tema delicado y siempre actual.
"Tenemos que estudiar lo que ocurrió en Francia en el contexto de la
lucha en Europa contra el nazismo, pero también del Holocausto y de la
Guerra Fría. Mucha gente de la Resistencia combatió en las Brigadas
Internacionales, son lo que Arthur Koestler, que compartió cautiverio
con ellos, llamó La escoria de la tierra en un libro, gente que
no tenía ningún sitio al que ir. Muchos republicanos se quedaron
atrapados en Francia. Su objetivo era acabar primero con los nazis y
luego con Franco, de hecho protagonizaron un intento fallido de invadir
España en 1944. El relato simplista de la liberación nacional francesa
sólo proporciona una parte de la historia, no toda", prosigue Gildea en
conversación telefónica. "El papel de los comunistas fue también muy importante, especialmente
durante la liberación de París. Durante muchos años se produjo un
enfrentamiento entre las dos versiones, la gaullista y la comunista. En
1944 los nazis capturaron a un grupo de resistencia que estaba formado
por comunistas y judíos de Europa del este y lo utilizaron como
propaganda diciendo que eran 'criminales extranjeros', pero había algo
de verdad ello", afirma. Combatientes en la sombra no sólo estudia los grandes
movimientos históricos, sino que está lleno de personajes como
Jean-Pierre Vernant, uno de los grandes helenistas franceses, que fue un
personaje muy importante en la Resistencia, pero que nunca quiso
alardear de ello. Cuando acabó la guerra, durante la que se jugó muchas
veces la vida, volvió a sus libros y a sus clásicos. También está Lew
Goldenberg, hijo de revolucionarios rusos de origen judío cercanos a
Rosa Luxemburgo, que se negó a aceptar el armisticio o León Landini, un
joven toscano que participó en el descarrilamiento de un tren alemán en
octubre de 1942 cuando tenía 16 años. Y, naturalmente, están los republicanos españoles, no sólo los miembros de La Nueve,
la mítica brigada que fue la primera en entrar en París en agosto de
1944 y cuyo papel fue silenciado durante años —ha sido necesario esperar
hasta 2008 para que se inaugurasen placas que mostraban su recorrido—. En el libro aparecen combatientes como Vicente López Tóvar, nacido en
Madrid en 1909, que pasó su juventud en Buenos Aires, luchó en la
Defensa de Madrid y en la Batalla del Ebro y, tras escapar a Francia,
participó en la organización del Maquis. "La Guerra Civil nos había
endurecido mucho", relató el propio López Tóvar a Gildea. "Después del desembarco de Normandía, en junio de 1944, se produjo una
guerra civil dentro de la II Guerra Mundial, no sólo entre los
resistentes y los nazis, sino también con la milicia, la fuerza
paramilitar de Vichy", señala el profesor de Oxford. En cuanto a la
ocultación del papel que tuvieron las mujeres, Gildea explica que sólo
fueron galardonados con medallas aquellos que participaron en acciones
bélicas, mientras que muchas mujeres trabajaron en la organización de la
resistencia, un papel tan peligroso como el combate, pero nunca
totalmente reconocido. Todo esto no quiere decir que los franceses no
tuvieron ningún papel, pero no fueron los únicos héroes de aquella
guerra.