El ostentoso estilo que algunos famosos exhiben en las redes les convierten en objetivos de robos, como el sufrido por la estrella televisiva.
La madrugada del lunes, cinco hombres armados tardaron seis minutos en entrar en el apartamento de Kim Kardashian
en París, atarla, encerrarla en el baño, robar sus joyas por un valor
estimado de unos 16 millones de dólares (algo más de 14 millones de
euros) y salir de allí ¿Cómo ocurrió? ¿Por qué Kim Kardashian, una de
las estrellas del momento, estaba sola esa noche? ¿Dónde estaba su
guardaespaldas Pascal Duvier? ¿Cómo sabían que había viajado a París con
joyas de tanto valor?
Todas esas preguntas se lanzaron enseguida.
Hasta sus amigos se las formularon. “No entiendo por qué estaba en un hotel sin seguridad”, dijo Karl Lagerfeld, el primero que habló claramente de la sucesión de errores de aquella noche.
“Si eres tan famoso y pones todas esas joyas en la Red, vas a hoteles en los que nadie puede acercarse a ti.
No puedes enseñar tu riqueza y sorprenderte de que alguna gente quiera compartirla contigo”, espetó el diseñador.
La sobreexposición en redes sociales con la que juega Kim Kardashian y todo el clan familiar por un lado les genera más y más seguidores, atraídos por ese estilo de vida y cuantos más seguidores más dinero ganan por publicación.
Pero, por otro, les expone a peligros que quizá hasta ahora no veían. “Un caso como el de Kardashian tiene doble riesgo: a ella le encanta enseñar todo lo que tiene y, además, está siempre rodeada de mucha gente que puede decir dónde lo tiene y cuándo puede hacerse el robo, estilista, maquilladora…”, explica Carlos Martínez, dueño de Master Security, la empresa que trabaja en España en la protección de vips internacionales privados o públicos, como Kardashian, y actores de Hollywood que vienen a premieres o al Festival de San Sebastián.
Las consecuencias de la sobreexposición de las famosas la sufrió Paris Hilton hace unos años.
Cuando su ostentoso estilo de vida aparecía constantemente en los medios, unos adolescentes no tuvieron más que encontrar su casa por Google Maps, coger la llave de debajo del felpudo y entrar a divertirse con sus joyas y vestidos mientras ella estaba de fiesta.
Y sabían que estaba de fiesta gracias a la necesidad de la socialité de compartir con el mundo dónde estaba en cada momento.
Sofia Coppola lo contó en su película The Bling Ring, pero muchos no parecen haber aprendido la lección más básica de seguridad personal.
Las Kardashian, en concreto, han hecho de compartir su vida un negocio lucrativo.
El reality show familiar, en el que muestran sus casas, es el primer escaparate.
Y el pasado jueves la cadena E! anunció que por el momento se ha parado la grabación de la temporada número 13. Después están las redes sociales en las que comparten cada lugar al que van.
Solo Kim tiene más de 150 millones de seguidores entre todas sus redes, que siguen atentos sus pasos y sus últimas compras.
Unos días antes del robo, la mujer de Kanye West publicó en Instagram uno de sus famosos selfies
con un gran diamante y otras joyas.
Los ladrones ya tenían la primera pista. Según Carlos Martínez, “es normal que viajen con tantas joyas o cosas de valor”.
Aunque está cada vez más extendido el préstamo de joyas en el lugar de destino, de forma que el escolta se encarga no solo de proteger a la famosa en cuestión, sino también lo que lleva puesto contratado por la marca.
Como Lagerfeld, Carlos Martínez, primer escolta a menudo de estos clientes vips, se pregunta por qué Kardashian estaba sola en un edificio que, además, no tiene seguridad.
“Si lleva cosas de tanto valor encima, lo normal habría sido poner en el hotel una persona armada las 24 horas”, explica.
Y así lo hacen cuando vienen actores o grandes fortunas internacionales a España.
La explicación fue que ella se sentía segura en el interior de la que es su segunda (o tercera) residencia y Pascal Duvier, su conocido guardaespaldas, al que solo unos días antes había alabado públicamente por salvarla del ataque del bromista Vitalii Sediuk, se había ido a proteger a sus hermanas, Kendall y Kourtney, en una discoteca.
“Ese es un primer error”, dice Martínez, “un escolta es un escolta y solo puede proteger a una persona”.
Quizá por eso todas las miradas se hayan girado ahora hacia Duvier, el jefe de seguridad contratado por Kanye West,
cuyo trabajo está ahora en duda.
Especialmente desde que se ha descubierto que se declaró en bancarrota hace un mes; y las sospechas de que el robo fuera un trabajo desde dentro, crecen.
La primera regla de los profesionales de la protección personal es “no dejar nada al azar” y en este caso todo se dejó al azar.
Ahora, Kim y Kanye llevan días sin pronunciarse en las redes, encerrados en casa con sus dos hijos.
Según la prensa americana, están reexaminando el tipo de seguridad que necesitan, quizá incluso gente armada y escoltas encubiertos, a lo que la estrella de la televisión y empresaria se negaba hasta ahora.
Y, probablemente, estén reevaluando su presencia en Internet. O eso da a entender el silencio en las redes de la mujer capaz de hacerse 6.000 selfies al día y publicar un libro con ellos.
Hasta sus amigos se las formularon. “No entiendo por qué estaba en un hotel sin seguridad”, dijo Karl Lagerfeld, el primero que habló claramente de la sucesión de errores de aquella noche.
“Si eres tan famoso y pones todas esas joyas en la Red, vas a hoteles en los que nadie puede acercarse a ti.
No puedes enseñar tu riqueza y sorprenderte de que alguna gente quiera compartirla contigo”, espetó el diseñador.
La sobreexposición en redes sociales con la que juega Kim Kardashian y todo el clan familiar por un lado les genera más y más seguidores, atraídos por ese estilo de vida y cuantos más seguidores más dinero ganan por publicación.
Pero, por otro, les expone a peligros que quizá hasta ahora no veían. “Un caso como el de Kardashian tiene doble riesgo: a ella le encanta enseñar todo lo que tiene y, además, está siempre rodeada de mucha gente que puede decir dónde lo tiene y cuándo puede hacerse el robo, estilista, maquilladora…”, explica Carlos Martínez, dueño de Master Security, la empresa que trabaja en España en la protección de vips internacionales privados o públicos, como Kardashian, y actores de Hollywood que vienen a premieres o al Festival de San Sebastián.
Las consecuencias de la sobreexposición de las famosas la sufrió Paris Hilton hace unos años.
Cuando su ostentoso estilo de vida aparecía constantemente en los medios, unos adolescentes no tuvieron más que encontrar su casa por Google Maps, coger la llave de debajo del felpudo y entrar a divertirse con sus joyas y vestidos mientras ella estaba de fiesta.
Y sabían que estaba de fiesta gracias a la necesidad de la socialité de compartir con el mundo dónde estaba en cada momento.
Sofia Coppola lo contó en su película The Bling Ring, pero muchos no parecen haber aprendido la lección más básica de seguridad personal.
Las Kardashian, en concreto, han hecho de compartir su vida un negocio lucrativo.
El reality show familiar, en el que muestran sus casas, es el primer escaparate.
Y el pasado jueves la cadena E! anunció que por el momento se ha parado la grabación de la temporada número 13. Después están las redes sociales en las que comparten cada lugar al que van.
Solo Kim tiene más de 150 millones de seguidores entre todas sus redes, que siguen atentos sus pasos y sus últimas compras.
Los ladrones ya tenían la primera pista. Según Carlos Martínez, “es normal que viajen con tantas joyas o cosas de valor”.
Aunque está cada vez más extendido el préstamo de joyas en el lugar de destino, de forma que el escolta se encarga no solo de proteger a la famosa en cuestión, sino también lo que lleva puesto contratado por la marca.
Como Lagerfeld, Carlos Martínez, primer escolta a menudo de estos clientes vips, se pregunta por qué Kardashian estaba sola en un edificio que, además, no tiene seguridad.
“Si lleva cosas de tanto valor encima, lo normal habría sido poner en el hotel una persona armada las 24 horas”, explica.
Y así lo hacen cuando vienen actores o grandes fortunas internacionales a España.
La explicación fue que ella se sentía segura en el interior de la que es su segunda (o tercera) residencia y Pascal Duvier, su conocido guardaespaldas, al que solo unos días antes había alabado públicamente por salvarla del ataque del bromista Vitalii Sediuk, se había ido a proteger a sus hermanas, Kendall y Kourtney, en una discoteca.
“Ese es un primer error”, dice Martínez, “un escolta es un escolta y solo puede proteger a una persona”.
Especialmente desde que se ha descubierto que se declaró en bancarrota hace un mes; y las sospechas de que el robo fuera un trabajo desde dentro, crecen.
La primera regla de los profesionales de la protección personal es “no dejar nada al azar” y en este caso todo se dejó al azar.
Ahora, Kim y Kanye llevan días sin pronunciarse en las redes, encerrados en casa con sus dos hijos.
Según la prensa americana, están reexaminando el tipo de seguridad que necesitan, quizá incluso gente armada y escoltas encubiertos, a lo que la estrella de la televisión y empresaria se negaba hasta ahora.
Y, probablemente, estén reevaluando su presencia en Internet. O eso da a entender el silencio en las redes de la mujer capaz de hacerse 6.000 selfies al día y publicar un libro con ellos.