Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

6 oct 2016

'Gran Hermano', cuesta abajo y sin frenos


Audiencias: 'Gran Hermano', cuesta abajo y sin frenos
Mediaset España
 A pesar de todo su contenido y un casting de lo más agitado, Gran Hermano continúa cayendo en picado
. El programa, ahora presentado por Jorge Javier Vázquez, anotó este jueves un 18,6% de cuota de pantalla y 2.038.000 espectadores en Telecinco.
 Los datos siguen siendo notables para la cuota total de consumo, aunque no son suficientes para respaldar el estatus del espacio producido por Zeppelin TV.

La decadencia de 'Gran Hermano'

 

Pol, concursante de 'Gran Hermano 17'
Pol, concursante de 'Gran Hermano 17' / Mediaset España

Ser el reality estrella de la televisión es una etiqueta que te da prestigio y notoriedad, pero también te coloca en una peligrosa posición frente a la opinión pública. 
No cabe duda de que Gran Hermano es el programa de telerrealidad más exitoso de la historia de España. 16 ediciones y un sinfín de galas avalan una trayectoria victoriosa que garantiza la marca, propiedad de Mediaset España.
 Pero como en todo imperio, tras el auge llega la decadencia.
Gran Hermano ha sufrido en su historia muchas idas y venidas, resurgiendo de las cenizas en más de una ocasión. 
No obstante, Zeppelin TV, productora del espacio, y Telecinco, han sabido siempre conjugar muy bien los factores para fortalecer el formato y cambiar las reglas como una estrategia clara de reinventar el programa.
 Ahora bien, ¿qué está pasando con la edición número 17? 

Jorge Javier Vázquez no es Mercedes Milá

Toda superpotencia se sustenta en varios pilares, pilares fundamentales para sostener una base ya consagrada.
 Con la salida de Mercedes Milá, una leyenda viva del formato, Gran Hermano ha perdido uno de sus apoyos fundamentales. Como relevo llega Jorge Javier Vázquez que, a pesar de su habilidad como presentador, se mantiene estático ante un panorama frenético, una realidad muy viva.
 Gran Hermano no es Supervivientes, a pesar de compartir el ADN de reality.
Y es que el que fuera presentador titular de Sálvame no se empapa del espíritu GH
 Tampoco se maneja bien en terrenos más libres como la espontaneidad y la naturalidad.
 Si a eso le añadimos la saturación a la que nos han sometido desde Mediaset, llegamos a una posición peligrosa que no deja en muy buen lugar al formato.
 Jorge Javier Vázquez no es Mercedes Milá, pero eso ya lo sabíamos. 

El casting

Pero la labor del presentador no es lo que ha hecho que en una semana, Gran Hermano haya perdido el favor de su fiel audiencia. Desde Zeppeling sabían el ‘marrón’ que se les venía encima con la edición más diferente hasta la fecha.
 Por ello optaron por un casting joven con las hormonas revolucionadas.
 17 concursantes muy resabiados con un afán de protagonismo desorbitado.
Solo ha pasado una semana desde que arrancara la décimo séptima edición del concurso y el pescado ya está más que vendido.
 Los protagonistas han querido dar tanto juego en tan poco tiempo que el incondicional público del programa no puede llegar a identificarse con ninguno de ellos, ni siquiera acercar posturas.
Peleas, amores, desamores, celos, complejos, rivalidades… todo lo que debería ir cogiendo forma poco a poco se nos ha dado en un primer plato demasiado copioso, empachándonos de un casting poco resolutivo.

GH no puede irse por la puerta de atrás

Y todo lo dicho se traduce en unas audiencias que, a pesar de estar por encima de la media de la cadena, no hacen justicia a las cuotas registradas en ediciones anteriores.
 Concretamente, la primera gala de GH 17 llegó a la parrilla de Telecinco con un 23,9% y 2.557.000, perdiendo por el camino un millón de espectadores respecto al arranque de la edición anterior.
Una semana después, GH ha vuelto a ceder, registrando un 19,7% de cuota de pantalla y 2.110.000 espectadores en su segunda gala. La "celebración" de este jueves fue superada incluso por el regreso de Águila Roja (2.580.000 y 16,6%), la serie de TVE que ha renacido (sorprendentemente) de sus cenizas.
Gran Hermano continúa haciendo datos muy significativos para las reglas que rigen las audiencias actuales.
 No obstante, las cifras no están a la altura de un formato que lleva 16 años dando el callo.

Jacques Cavallier, femenino floral

Hacía 70 años que Louis Vuitton no lanzaba un perfume.
 La firma francesa ha confiado este encargo al prestigioso Jacques Cavallier. Viajamos a París para conocer los secretos de sus siete nuevas creaciones.
LA ÚLTIMA vez que ocurrió algo así se inauguraba el Festival de Cine de Cannes.
 Las Naciones Unidas iniciaban su andadura y Albert Camus terminaba de redactar La peste.
  Era 1946, el mismo año en que Frank Capra estrenaba el clásico del cine ¡Qué bello es vivir!
En aquella fecha, la firma Louis Vuitton lanzó la que sería su última fragancia.
La última hasta ahora.

Setenta años después, la casa francesa, fundada en 1854, regresa al mercado de los aromas.
 Lo hace sin reparar en gastos, con una propuesta por cada década de vacío: siete perfumes ideados por una de las más destacadas narices del momento, ­Jacques Cavallier.


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En la primera imagen, un antiguo baúl de Louis Vuitton, concebido a modo de neceser. En la segunda, infusión de cuero. 
 
Extremadamente pulcro, con un acento inglés contagiado de su francés materno; de pelo cano y voluminoso, las formas redondas encajadas al milímetro en su traje a medida
. El creador de más de 120 fragancias de lujo a lo largo de una extensa carrera recibe en la terraza de la sede de la marca en el Pont Neuf.
 La panorámica marea: sobre el horizonte gris pizarra de los tejados de París despuntan Notre Dame, la Torre Eiffel, el Sacre Coeur. “Please, come here”, dice.
 Y las vistas desaparecen. 
Todos los ojos se posan en la caja que abre para revelar el secreto que ha venido guardando durante un largo tiempo: un alumbramiento múltiple con los nombres de Rose des Vents; Turbulences; Dans la Peau; Apogée; Contre Moi; Matière Noire y Mille Feux. 
“La filosofía de todos ellos está relacionada con las flores y dedicada a la femineidad”, se arranca Cavallier, que ha pasado los últimos cuatro años imbuido en este proyecto, para el que ha creado “entre 85 y 90 perfumes”. “Aunque reduje esa cantidad fácilmente hasta la actual”, se consuela. Cada uno con acordes y notas completamente diferentes, todos comparten una misma “ambición”:
 “Sorprender sin resultar extravagantes”.
 El perfumista ha recorrido el planeta, de Francia a China o Latinoamérica, en busca de las más excelentes materias primas.
 En las límpidas botellas que contienen sus creaciones, obra del diseñador Marc Newson, residen destilaciones, extracciones o absolutos (un proceso realizado con CO2) de flores como el lirio de Florencia, del que se necesitan más de seis toneladas de sus raíces para producir un kilo de material, o de productos en apariencia insólitos como el cuero, presentado en infusión, 
 “como se hacía hace dos siglos en Grasse”. 
 
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Las siete nuevas fragancias de la marca, cuyas botellas son obra de Marc Newson. 
En aquella ciudad del sureste de Francia, núcleo histórico de la creación de fragancias, se encuentra el taller desde donde Cavallier ha dirigido sus operaciones.
 LVMH, el multimillonario conglomerado al que pertenece Louis Vuitton, compró para la ocasión el caserón Les Fontaines Parfumées, llamado así en recuerdo de la primera fuente de la localidad, donde se lavaba el cuero en un agua con mirto y lentisco que después se transportaba en canales, exhalando su olor por las calles. 
El enclave no podría haber sido más propicio para activar la memoria olfativa de Cavallier, quien, descendiente de una familia dedicada a la profesión, nació a 200 metros de aquel lugar en 1962.
 “De niño recuerdo ver este portón de hierro, tan ­misterioso”, cuenta. “A principios de los setenta, un día que iba en coche con mi padre, él me explicó que se trataba de una perfumería que había cerrado tiempo atrás.
 Hace cinco años, cuando me reuní con el entonces presidente de Louis ­Vuitton, Yves Carcelle, para convertirme en la nariz de la firma, me habló de esta casona que habían adquirido en el centro de Grasse.
 Lo miré en un mapa, pero no sabía de qué edificio me estaba hablando.
 Hasta que de repente me acordé, y supe que esto no podía ser mera coincidencia”. 
 

¿Por qué el príncipe Jorge siempre lleva pantalones cortos?

Existe una tradición entre las clases altas y la aristocracia de vestir a los niños con 'shorts'.

El príncipe Jorge con su mascota, el pasado julio en Norfolk (Reino Unido).

Hay un elemento que se repite siempre en las fotografías del príncipe Jorge y son los pantalones cortos.

 El joven príncipe, de 3 años, usa esta prenda en todas y cada una de las ocasiones en las que hace una aparición pública. Aunque sea invierno.

 Pero tiene una explicación: los shorts son una tradición entre los infantes de clase alta y la aristocracia británica. 

 

"Es algo muy inglés vestir a los niños con pantalones cortos", explica William Hanson, un experto en protocolo, a la edición británica de Harpers Bazaar.
 "Los largos son para los chicos mayores y los hombres, mientras que los cortos son uno de esos silenciosos marcadores de clase social que tenemos en Inglaterra. 
A pesar de que los tiempos están cambiando, los pantalones largos siguen considerándose de clase media bastante suburbana.
 Y nadie quiere que se le considere suburbano. 
La duquesa de Cambridge tampoco", continúa el experto. 
Guillermo de Inglaterra, el padre de Jorge, y su tío, Enrique, también han sido víctimas de esta tradición durante su más tierna infancia.
 Hasta que los consideraron suficientemente mayores como para poder ponerse ya pantalones largos.
 "La edad normal para el cambio de pantalón es a los 8 años", dice Hanson. 
 
El príncipe Jorge despidiéndose de Canadá el pasado 2 de octubre.
Según el experto en protocolo, la tradición se remonta al siglo XVI cuando a los niños recién nacidos se les vestía con un vestido —como que se utiliza ahora para bautizar a los bebés— durante su primer y segundo año, y después se le ponía un pantalón bombacho, parecido a los cortos. 
 En el caso del príncipe Jorge, parece que el uso de la prenda responde más a la tradición que a una cuestión de clases. 
"La costumbre moderna de las familias que eligen pantalones cortos para vestir a sus hijos se remonta a una época pasada. 
La aristocracia británica siempre está dispuesta a adoptar cualquier tradición, y esta también marca la diferencia con el resto de clases", señala el experto. 

Lady Diana junto a sus hijos, Enrique y Guillermo, en 1987.

¿Nos está avisando del ‘Big one’ la falla de San Andrés?....................................... Pablo Ximénez de Sandoval

Una zona sensible de California sufre 200 terremotos en una semana y dispara la alarma ante un posible seísmo devastador.

Los terremotos en el sur de California no deberían ser noticia.
 Esta zona del mundo registra alrededor de 10.000 temblores al año, la mayoría imperceptibles.
 Pero si se producen todos en una semana y en el mismo sitio, los expertos se ponen alerta.
 Eso sucedió la semana pasada cuando se registraron más de 200 sismos en el Salton Sea, un lago en el extremo sur de California, en el valle de Coachella, cerca de la frontera con México
. Se trata de la mayor actividad registrada en el lugar desde que hay sensores y ha provocado una alerta inquietante que ha durado una semana.

La zona del Salton Sea está justo al final de la falla de San Andrés. Los movimientos en esa zona hacen cosquillas a la gran falla, por así decirlo
. Entre los temblores que comenzaron el lunes pasado hubo tres que superaron el grado 4 en la escala Richter.
El pasado día 27, la oficina de Emergencias del gobernador emitía un comunicado pidiendo a todas las instituciones y californianos que estuvieran alerta ante la posibilidad de un gran terremoto, algo que no ha pasado en esa zona de la falla en 300 años. 
El Ayuntamiento de San Bernardino, por ejemplo, decidió cerrar sus instalaciones. 
Con el paso de las horas y los días, han ido decreciendo las posibilidades de que esa actividad provoque un movimiento en la falla que desate un gran terremoto en Los Ángeles. 
La alerta fue levantada este martes por la mañana.
 Pero los datos han puesto una vez más de relieve la fragilidad de la zona y, sobre todo, la evidencia de que ese gran terremoto tiene que pasar en algún momento.
Una de las primeras cosas que se aprenden al mudarse al sur de California es que, según la sabiduría popular, Los Ángeles sufre un gran terremoto con víctimas cada 20 años.
 Y el último fue hace 22. La posibilidad de un gran terremoto, el llamado ‘Big one’, con origen en la falla de San Andrés y consecuencias devastadoras para los valles que forman Los Ángeles, es una constante en la vida de los angelinos y una estupenda fuente de entretenimiento para Hollywood. 
Tener un equipo de supervivencia y un plan para terremotos (por ejemplo, tener ya hablado con tu familia dónde te vas a encontrar) es habitual en casas y en colegios.
“No es una cuestión de si pasará, sino de cuándo pasará”.
 Esta frase la dice hasta el alcalde de la ciudad. 
No hay nada que se pueda hacer.
 Cada uno de esos pequeños sismos tiene un impacto en la falla de San Andrés, hasta que un día se mueva.
 El año pasado, el Ayuntamiento publicó un informe aterrador sobre las consecuencias que el terremoto tendría para la ciudad y urgió a los ciudadanos a revisar las casas más antiguas e invertir en arreglos para hacerlas más resistentes.
El inicio de esta campaña municipal de concienciación coincidía con el 20 aniversario del terremoto de Northridge, en enero de 1994
 Murieron alrededor de 60 personas en el Valle de San Fernando al caerse estructuras débiles de edificios de apartamentos.
 Dos de las autopistas que cruzan la ciudad fueron cerradas por daños y Los Ángeles vivió días de caos. 
La experta sismóloga Lucy Jones, que lideró el equipo que redactó el informe, advertía en conferencias por toda la ciudad de que aquello fue en una época sin móviles y sin Internet.
 No sabemos las consecuencias de un terremoto como aquel para una economía dependiente de las telecomunicaciones.
 No ha pasado aún.
 El terremoto de Northridge fue de 6,7 y duró 10 segundos. El ‘Big one’ más plausible podría ser de 7,8 y durar alrededor de un minuto.

La falla de San Andrés no es una línea continua, sino un sistema de fallas que se extiende a lo largo de 1.200 kilómetros.
 Empieza en el Salton Sea, en la frontera con México, donde han sido los sismos de esta semana. 
Después abraza Los Ángeles por el este y el norte de la ciudad y continúa paralelo a la costa.
 Atraviesa la bahía de San Francisco y llega hasta Eureka, en el norte del California.
 Todo el Estado está en riesgo si se activa la falla.
Justo la semana pasada, el gobernador de California, Jerry Brown, aprobó una ley que establece la estructura administrativa para que haya un sistema de alertas de terremotos en el Estado.
 El sistema lo formarán unos sensores que detectarán las primeras ondas de un terremoto y lo enviarán a un centro de emergencias que a su vez enviará una alerta a móviles.
 El terremoto llega de todas maneras.
 Pero, por ejemplo, si el terremoto empieza en la frontera con México, los habitantes de Los Ángeles tendrían unos pocos segundos de aviso antes de que llegara, que son determinantes para salvar vidas.