Elvira Navarro presenta su novela en Barcelona tras las acusaciones de Víctor Erice-
“Adelaida García Morales
es el motivo, pero no es la protagonista de mi libro, que son dos cosas
distintas. Ella pone en marcha el conflicto de las protagonistas y solo
la utilizo como paradigma para reflexionar sobre la precariedad y la
construcción de identidad”, explicó ayer Elvira Navarro (Huelva, 1978), autora de Los últimos días de Adelaida García Morales (Random House) durante la presentación del libro en Barcelona. Desde que la novela se publicó el 22 de septiembre, el acto estaba
previsto que se realizaría en la librería Nollegiu del Poblenou, pero
nadie esperaba que coincidiera con el artículo que el cineasta Víctor Erice publicó ayer en Babelia—suplemento cultural de EL PAÍS—
en el que acusaba a Navarro de “apoderarse del nombre y apellidos de la
escritora”, de utilizar “de forma descarnada las vidas ajenas”, de
“banalizar su memoria como escritora y su identidad como ser humano”,
dando una imagen “esperpéntica y estrafalaria que nada tiene que ver con
el carácter, el aliento y el humor” de la escritora fallecida hace
justo dos años, además de advertirle de las “consecuencias morales que
su proceder pudiera causar en terceras personas”, entre otras
afirmaciones que escribe el que fue marido de Adelaida García Morales. “Sabía que me estaba metiendo en un terreno pantanoso. Podía haber hecho
una biografía pero no soy una estudiosa y como creadora no me
interesaba”, prosiguió Navarro; que insistió en que su libro es una
ficción. “Entiendo el enfado pero no la reacción airada de Erice, porque
en el libro explico por todas partes que es una ficción. Otra cosa
sería que no lo hubiera advertido, pero lo pone en la cubierta y en dos
ocasiones más de forma explícita, no podía ponerlo en cada una de las
páginas”, explicó Navarro, nerviosa tras el revuelo que ha levantado su
último libro. “Yo pensaba que no le interesaría a nadie y que pasaría
sin pena ni gloria, pero no”. La novela de Navarro arranca con un hecho real, la petición de
Adelaida García Morales, dos meses antes de fallecer en una oficina de
la localidad sevillana de Dos Hermanas, de 50 euros para poder visitar a
su hijo en Madrid, un dinero que se le negó. Esta anécdota que le
contaron a Navarro sirve para “inventar” la historia de dos mujeres, una
realizadora de un documental y una concejala de cultura, obsesionadas
con la escritora y saberlo todo de ella.
Un pretendido homenaje
“Todo lo que utilizo en mi novela aparece en Internet, yo no desvelo
nada. No entiendo lo que ha pasado, porque pensaba que estaba claro lo
que era verdad y lo que era ficción, algo que he hecho para que no
hubiera confusión, pero creo que ha habido cierto amarillismo en el
tratamiento de mi libro en la prensa desde que se dijo que se
publicaría”, explicó la autora. “Yo quería hacerle un homenaje a Adelaida García Morales ya que no se
hablaba de ella en absoluto. No tenía sentido que yo hubiera puesto otro
nombre como Paquita Martínez [nombre que menciona Erice en su
artículo]. Sabía que me arriesgaba al hacer una ficción sobre un
personaje real, pero quería homenajearla”, volvió a repetir la autora
del libro que ella describe como “nada emocional y que roza el ensayo”
porque, asegura, hay una relectura de la película El Sur, de Víctor Erice
y la novela homónima que escribió García Morales. “Volvería a
escribirla igual. Asumo que lo que ha pasado podía pasar, pero lo
volvería a hacer”, remachó Navarro.
Pocos directores viven por y para el cine como Juan Antonio García Bayona (Barcelona, 1975), para el gran público Juan Antonio Bayona
y para sus amigos, sencillamente Jota. Esa pasión de 24 horas al día
siete días a la semana le ha llevado a tomarse muy en serio cualquier
cambio legislativo para la industria, a defender el talento de los
técnicos españoles con los que habitualmente trabaja y a soltar discursos como el que realizó ante el entonces ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, al recoger el Premio Nacional de Cinematografía en 2013. En aquel momento Bayona ya estaba tramando Un monstruo viene a verme,
que se estrena en España el próximo viernes. “La película reflexiona
sobre el arte como algo sanador, y eso, en un filme de gran presupuesto
[esta ha costado 30 millones de euros] hoy en día es inaudito. Defiendo
que el arte puede curar. Y en eso pensaba justo cuando recogí el premio.
Está todo conectado. Porque Un monstruo viene a verme es mi
trabajo más personal”. Pero la situación política y educativa que atacó
con aquel discurso no ha cambiado. "Cierto, pero ellos se irán, ya se
están yendo, y nosotros continuaremos aquí contando historias". Curiosamente, la génesis y la plasmación de esta historia ha dado innumerables y, algunas, trágicas vueltas. Un monstruo viene a verme
fue concebida por la escritora inglesa Siobhán Dowd. Tenía claros los
personajes, la premisa y el arranque, pero un cáncer de mama acabó con
su vida en agosto de 2007. Ante la rapidez del avance de su enfermedad y
la imposibilidad de redactarla, se la contó a su editor, y este se la
pasó, fallecida la autora, a otro escritor, Patrick Ness. El resultado
es una maravillosa y desoladora novela, con ilustraciones de Jim Kay,
publicada en mayo de 2011. Es decir, ha mutado de mano en mano hasta que
cayó en las de Bayona, que se enganchó a la historia de Conor, un niño
inglés que sufre acoso escolar, su madre se está muriendo de cáncer, su
padre ha formado una nueva familia en Estados Unidos y solo le quedan
cercanos una estricta abuela y un tejo de 11 metros que algunas noches
se acerca a contarle historias tan siniestras como moralizantes. “En el
fondo la película habla también de esa transmisión de información, de
contar la verdad y a la vez de romper en añicos las cosas para dejar
huella. Patrick ha escrito el guion y yo he reelaborado algunas cosas.
Cada uno ha hecho su propia narración. El arte hace que venzamos
simbólicamente a la muerte, y, como ejemplo, hoy estamos hablando de
Siobhán”. En esa apropiación, el cineasta confiesa entre risas que
muchas de las frases de la madre, encarnada por Felicity Jones, proceden
en realidad de su propio padre. “Cuando vio la película me dijo: ‘Anda
que no he dicho yo veces eso de... y lo de...”. Bayona roza, como es habitual en él, la caída en el abismo
del sentimentalismo en la pantalla. Como siempre, sale bien parado:
“Utilizo el cine para expresar lo que no digo en la vida cotidiana”.
Pues no para de enviarle mensajes a su madre, figura fundamental en su
cine. “Bueno, le hago películas. Me funcionan como catarsis. Hay cierto
prejuicio en convocar con el drama emociones en el espectador que no
ocurre en otros géneros. Por ejemplo, en el terror. Nadie se queja de
que un filme dé mucho miedo. Solo me preocupa el respeto a los temas que toco, que en esta ocasión son delicados. Y por eso en Un monstruo viene a verme los momentos cumbre no tienen música”. En Colossal, de Nacho Vigalondo, en Mi amigo el gigante, de Steven Spielberg, y en Un monstruo viene a verme se repite el mismo plano: una mano gigantesca atrapa al protagonista. ¿Casualidad? “Todas vienen del mismo sitio: el King Kong de 1933. De hecho nosotros lo mentamos en nuestro filme. Son imágenes icónicas que se quedan en tu inconsciente. Pero
cuando usas como referencia ese plano lo importante no es la influencia
sino para qué la usas. De verdad, lo fundamental es el discurso, lo que
subyace. Al final, me interesa lo que queda con el tiempo, no el ahora”.
Como el debate entre la emoción y la razón, que en pantalla se plasma
en un reloj de pared. “Agradezco que las películas tengan capas y me
hagan reflexionar”. Esas capas le proporcionaron críticas muy favorables
en el festival de Toronto, plataforma de lanzamiento de su estreno
estadounidense el 23 de diciembre. “Lo imposible no se estrenó en las mejores condiciones en EE UU. Hemos aprendido”.Fue una película angustiosa como lo fue el Orfanato. Siempre esa angustia ante situaciones que no sabemos resolver. Ayer volvi a ver las dos y reconozco que pasé miedo y angustia en el Orfanato, más que la 1º vez.
A pesar de esos 30 millones de euros de presupuesto, de contar con Felicity Jones, Sigourney Weaver o Liam Neeson
en el reparto, y de su factura de superproducción, Bayona defiende la
supremacía del arte sobre la industria en el cine: “Todo lo que toca el
dinero pierde su sustancia. La verdad debe movernos a la hora de hacer
cine. Claro que ruedo en inglés para poder levantar económicamente
historias así. Y claro que me fijo en la taquilla, aunque en España la
gente ya no va al cine. Pero el dinero nunca puede ser la razón de ser
de un filme. Cuando acabe Jurassic World 2 [a estrenar en junio
de 2018] haré un filme español. Luego, ya veremos. Como dice Guillermo
del Toro: ‘Hay películas que haces por tu necesidad y otras te necesitan
a ti”.
La cantante presenta su segunda colección de Fenty x Puma en la pasarela en París.
Rihanna eligió París
para presentar el miércoles por la noche su segunda colección en
pasarela de Fenty x Puma con el argumento de que el diseño encajaba
mejor en la ciudad de las luces que en Nueva York.
Tras revelar sus
propuestas como directora creativa de la firma deportiva, no es de
extrañar su elección: si María Antonieta viviera, quizá vestiría las
prendas de la cantante.
Apostando por looks de un solo color
entre los que destacaron el rosa pastel, el color piel, el verde caqui y
algunos toques de lila, la de barbados pareció hacer alta costura con
ropa deportiva.
Rihanna eligió París
para presentar el miércoles por la noche su segunda colección en
pasarela de Fenty x Puma con el argumento de que el diseño encajaba
mejor en la ciudad de las luces que en Nueva York. Tras revelar sus
propuestas como directora creativa de la firma deportiva, no es de
extrañar su elección: si María Antonieta viviera, quizá vestiría las
prendas de la cantante. Apostando por looks de un solo color
entre los que destacaron el rosa pastel, el color piel, el verde caqui y
algunos toques de lila, la de barbados pareció hacer alta costura con
ropa deportiva.
Un sinfín de superposiciones en las que todo vale: capuchas y gorras,
sudaderas y vestidos, impermeables que se convierten en vestido y
anoraks hasta el suelo en tejidos quizás poco aptos para el deporte,
como el satén, combinados con ajustados corsés. Sí, con corsés. Que no
engañe el nombre de Puma: no se trata de ropa concebida para hacer
deporte sino para formar parte de las creaciones de esta cantante que
parece que todo lo que toca convierte en oro.
Rihanna ha sido una bendición para la tradicional firma de ropa deportiva, que desde que la nombrara directora creativa en 2014 no ha dejado de crecer gracias en gran medida al impulso mediático de la intérprete de Diamonds. Celebrado en los lujosos salones del parisino palacete Salomon de
Rotschild y al ritmo de una combinación de violín y música electrónica,
las modelos -en su mayoría mujeres aunque también se presentaron un par
de diseños masculinos- desfilaron abanico en mano con un peculiar diseño
de inspiración japonés que incluía el logo de la firma deportiva.
Como señal de ese éxito empresarial que casi parece pertenecer a una
generación de cantantes estadounidenses de un estilo similar, los
seguidores de Rihanna,o los de Puma, pudieron seguir el desfile en directo a través de la plataforma Tidal, propiedad del cantante Jay-Z, el esposo de Beyoncé.
Para Rihanna, que no es ninguna novata en la moda -también ha colaborado con Manolo Blahnik y Dior, entre otros- la experiencia ha sido hasta ahora un éxito, como demostró su primer desfile para Puma
en febrero, en Nueva York, que fue tremendamente alabado por el público
y por los entendidos de la costura. Antes, en septiembre de 2014,
presentó su primera colección deportiva directamente en las tiendas y el
resultado fue espectacular: en tan solo tres horas todo estaba agotado. Ahora, la prestigiosa Semana de la Moda de París, probablemente la más
influyente del circuito, le abre un hueco fuera de su calendario oficial
para consagrarla como diseñadora de referencia entre los más jóvenes.