La cantante presenta su segunda colección de Fenty x Puma en la pasarela en París.
Rihanna, en el desfile de su segunda colección para Puma. Jacopo RauleGetty Images
Rihanna eligió París
para presentar el miércoles por la noche su segunda colección en
pasarela de Fenty x Puma con el argumento de que el diseño encajaba
mejor en la ciudad de las luces que en Nueva York.
Tras revelar sus
propuestas como directora creativa de la firma deportiva, no es de
extrañar su elección: si María Antonieta viviera, quizá vestiría las
prendas de la cantante.
Apostando por looks de un solo color
entre los que destacaron el rosa pastel, el color piel, el verde caqui y
algunos toques de lila, la de barbados pareció hacer alta costura con
ropa deportiva.
Rihanna eligió París
para presentar el miércoles por la noche su segunda colección en
pasarela de Fenty x Puma con el argumento de que el diseño encajaba
mejor en la ciudad de las luces que en Nueva York. Tras revelar sus
propuestas como directora creativa de la firma deportiva, no es de
extrañar su elección: si María Antonieta viviera, quizá vestiría las
prendas de la cantante. Apostando por looks de un solo color
entre los que destacaron el rosa pastel, el color piel, el verde caqui y
algunos toques de lila, la de barbados pareció hacer alta costura con
ropa deportiva.
Un sinfín de superposiciones en las que todo vale: capuchas y gorras,
sudaderas y vestidos, impermeables que se convierten en vestido y
anoraks hasta el suelo en tejidos quizás poco aptos para el deporte,
como el satén, combinados con ajustados corsés. Sí, con corsés. Que no
engañe el nombre de Puma: no se trata de ropa concebida para hacer
deporte sino para formar parte de las creaciones de esta cantante que
parece que todo lo que toca convierte en oro.
Una modelo durante el desfile de Rihanna en París. Jacopo RauleGetty Images
Rihanna ha sido una bendición para la tradicional firma de ropa deportiva, que desde que la nombrara directora creativa en 2014 no ha dejado de crecer gracias en gran medida al impulso mediático de la intérprete de Diamonds. Celebrado en los lujosos salones del parisino palacete Salomon de
Rotschild y al ritmo de una combinación de violín y música electrónica,
las modelos -en su mayoría mujeres aunque también se presentaron un par
de diseños masculinos- desfilaron abanico en mano con un peculiar diseño
de inspiración japonés que incluía el logo de la firma deportiva.
Como señal de ese éxito empresarial que casi parece pertenecer a una
generación de cantantes estadounidenses de un estilo similar, los
seguidores de Rihanna,o los de Puma, pudieron seguir el desfile en directo a través de la plataforma Tidal, propiedad del cantante Jay-Z, el esposo de Beyoncé. Desfile de Rihanna en París. Jacopo RauleGetty Images
Rihanna con algunas de sus modelos en el camerino. Victor BoykoGetty Images for Fenty x Puma
Para Rihanna, que no es ninguna novata en la moda -también ha colaborado con Manolo Blahnik y Dior, entre otros- la experiencia ha sido hasta ahora un éxito, como demostró su primer desfile para Puma
en febrero, en Nueva York, que fue tremendamente alabado por el público
y por los entendidos de la costura. Antes, en septiembre de 2014,
presentó su primera colección deportiva directamente en las tiendas y el
resultado fue espectacular: en tan solo tres horas todo estaba agotado. Ahora, la prestigiosa Semana de la Moda de París, probablemente la más
influyente del circuito, le abre un hueco fuera de su calendario oficial
para consagrarla como diseñadora de referencia entre los más jóvenes.
La menor apareció a última hora de la noche tras tres días desaparecida, según la policía de Tres Cantos.
La policía de Tres Cantos, una ciudad a 22 kilómetros al norte de
Madrid, ha localizado a la niña de 13 años en Madrid que estaba
desaparecida desde hace tres días. Se trata de Rocío, a la que apodan
Rorry, a la que se le perdió el rastro el jueves al mediodía, tras salir
del colegio concertado Las Mercedarias de la localidad. La menor, de 1,70 metros de estatura, 60 kilos de peso, pelo largo y
negro, ojos marrones, vestía en el momento de su desaparición unas
zapatillas de color blanco, leggins negros y una mochila de color
naranja con detalles azules "muy llamativa" y se encuentra en buen
estado, según la policía de la localidad madrileña. Varios
políticos, entre ellos la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina
Cifuentes, se habían sumado a la campaña para localizar a la menor.
ESTE SEÑOR delgado, que sonríe a la cámara como un crío tras una
fechoría, escribe libros. Novelas, biografías, tratados de gramática.
Trabaja en las fronteras del idioma español, siempre al borde de la
norma, que a veces traspasa para contar lo que hay al otro lado. Al otro
lado del sentido. Se llama Fernando Vallejo y nació en el Medellín de
allá, pero vive en México. Odia a los poetas que riman en asonante, odia
a los físicos, odia al Papa, y odia también el psicoanálisis y la
psiquiatría. Odia a Darwin y a Einstein. Y a Freud, claro. Odia a santo
Tomás de Aquino. Del Homo sapiens dice que es una fábrica de
mierda; del cristianismo, que es una empresa criminal; de Colombia, que
es una mala patria; de Bergoglio, que es un farsante y un corrupto; de
la física subatómica, que es una mariguanada. De Cervantes, en cambio,
afirma con delicadeza que fue un ser bondadoso a quien la lengua dictó El Quijote. Aquí aparece fotografiado con Brusca, su perra, que, pese a las
apariencias, no pertenece al cuadro. Duerme abrazado a ella porque la
ama con una intensidad desoladora (no se muere por no dejarla huérfana). Cuando uno llama a su puerta, convencido de formar parte de cualquiera
de los grupos a los que odia, le recibe el ser más gentil del mundo,
quizá también el más vulnerable. Cómo concilia su capacidad verbal para
el odio con su disposición existencial para la amistad es un misterio
con el que uno regresa al hotel para abrir por cualquier página
cualquiera de sus libros. Un solo párrafo de su prosa odiadora coloca
más que un neuroléptico. Léanlo si se atreven.
El ser humano es un extraño animal con arrebatos de autofagia. Hábitos
que se pueden convertir en graves e inhabilitantes enfermedades.
HACE OCHO AÑOS publiqué un artículo titulado Comerse a uno mismo
que hablaba de la tricotilomanía, una enfermedad de cuya existencia me
acababa de enterar. Bajo ese nombre rimbombante se esconde un trastorno
de conducta que puede ir de lo leve a lo inhabilitante y que consiste en
arrancarse los pelos. Una de cada cinco personas aquejadas de
trico también se come los cabellos; eso se llama tricofagia y es un
hábito peligroso, porque el pelo forma bolas en el estómago y a veces
hay que recurrir a la cirugía para librarse de ellas. La manía comienza en la niñez; yo recuerdo haber visto en la infancia
a niñas chupando con fruición un mechón de pelo o enredando sus
cabellos en un dedo y dando tironcitos, cosa que incluso me parecía
elegante y que por fortuna no imité, porque ahora sé que puede
convertirse en una pesadilla. Cuando la trico es grave, quienes la
padecen se infligen terribles destrozos; se arrancan las pestañas, se
hacen heridas en la cabeza, grandes calvas. Su aspecto puede llegar a
ser tan calamitoso que se encierran en casa para no ser vistos, porque
suelen ser víctimas de las burlas y la incomprensión del entorno, lo
cual constituye el mayor tormento. El ser humano es un extraño animal que sufre arrebatos de
autofagia: nos mordisqueamos las mucosas del interior de las mejillas,
nos comemos las uñas, los mocos, las costras, las pielecillas resecas de
los labios. Yo misma me muerdo y arranco los pellejos de los dedos, y
en épocas de especial estrés lo hago tan concienzudamente que luzco
algún desgarro. Cómo es posible extraer placer de arrancarte la piel es
algo que no entiendo, pero sin duda se extrae. La trico es una manía absurda semejante, con el agravante de que en ocasiones llega mucho más lejos . Un tercio de los tricos tienen
depresión, lo que no es de extrañar dado el grado de deterioro físico
que pueden alcanzar y la culpabilidad y falta de confianza en ellos
mismos que conlleva. Beatriz Moreno Amador era una adolescente así de herida cuando saqué
aquel artículo. Lo leyó, y por eso ahora, tantos años después, se ha
puesto en contacto conmigo. “Vivir con trico es como vivir
encarcelada en tu propio cuerpo, siendo tú carcelera y prisionera al
mismo tiempo. Te dicen: deja de hacerlo, sálvate… Y no puedes, te ves a
ti misma cavar tu propia tumba”. Beatriz me ha escrito una larga y
magnífica carta sobre esta enigmática enfermedad, tan humana en su
incongruencia. Por fortuna ella ha aprendido a convivir con la trico,
que ahora solo experimenta en bajo grado; ha terminado la carrera de
Psicología, se siente fuerte y segura y quiere centrar su trabajo en
esta dolencia: “Cada vez veo más necesaria la ayuda social y
profesional, que se investigue, que se trabaje para su prevención y se
evite su desarrollo insidioso, sobre todo en la niñez”.
Porque en España hay miles de afectados por esta destructiva manía, pero
nadie habla de ella. “En castellano no existen investigaciones sobre la
trico, los cuestionarios para este trastorno no están
traducidos ni validados en nuestro idioma, y no hay profesionales
especializados”. Beatriz salió con esfuerzo de su infierno gracias a la
ayuda de otros afectados y a la aceptación de su trastorno como algo
“normal”, esto es, como una de las múltiples “anormalidades” que forman
parte de la vida humana, siempre tan incompleta y tan fallida. Por otra
parte, de la trico se sabe muy poco. Incluso se especula con la
posibilidad de que detrás del trastorno esté una bacteria u hongo, lo
que supondría que un tratamiento físico podría curarlo o mejorarlo y,
sobre todo, acabaría con la angustiosa culpa de quienes lo padecen. Decidida a intentar acabar con la invisibilidad de la dolencia, Beatriz
Moreno se propone crear en España una red de apoyo junto a pacientes con
trico y familiares, “para concienciar sobre este trastorno,
demandar el respeto y ayuda terapéutica que merecemos y devolver las
esperanzas a otras personas”. Precisamente en estos primeros días de
octubre se celebra la Semana Internacional de la Tricotilomanía, que
también aspira a lo mismo: a iluminar la oscuridad que rodea el síntoma,
a aliviar con información, normalización y empatía el dolor de este
infierno.