Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

13 sept 2016

Dicursos sobre la feminidad................................................................ Estel Vilaseca

Los diseñadores no se conforman con lo trillado y elaboran propuestas para la mujer lejos de las obviedades.

Desfile de Custo Barcelona. AFP
“Quería explorar la complejidad y la contradicción y al mismo tiempo crear algo nítido y auténtico.
 Un diálogo entre el color y la textura, el cliché y la abstracción”, explica Sander Lak traduciendo en palabras la propuesta que este diseñador formado en Dries Van Noten presentó este lunes en Nueva York.
 Era su segunda colección y después de su brillante debut en febrero, todos los que son alguien en la industria de la moda esperaban con expectación en la maravillosa biblioteca de la New York City Bar Association. Lak, que contó para la presentación con la ayuda de Lotta Volkova, la estilista del colectivo Vètements, ofreció de nuevo una colección intensa y visual en la que sus prendas drapeadas, de ricas texturas, tacto suave, volátiles y de paleta dulce contrastaban con las poderosas plataformas que aferraban a las modelos al suelo.
 Vestidos con tirantes que caen por el hombro, camisas rosa pastel de apariencia crujiente y tops cruzados que envuelven el cuerpo contenían equilibradas dosis de poesía y realidad.
Altuzarra, una de las grandes promesas del diseño estadounidense, ofreció también un interesante juego de contrastes.
 Inspirado por el espíritu rebelde de los protagonistas de la película Wild at Heart de David Lynch, subió encima de la pasarela una colección de prendas de tono lúdico y atrevida superposición de estampados que destacó por una alta calidad de materiales y una delicadísima factura.
 Lejos de caer en la cita fácil, Joseph Altuzarra se llevó con maestría la referencia a su terreno y dibujó una Lula, el personaje de Laura Dern en la película, llena de matices.
 En la atención a los detalles se nota que el diseñador disfrutó:“fue un proceso muy divertido”, explica después del desfile. 
Una impecable gabardina de pitón bordada de rosas rojas, coquetos conjuntos de volantitos con estampados de cerezas, vestidos rayados de canalé desde los que asoman tops floreados ilustran esta colección “optimista, vibrante y erótica” .
La reivindicación de una mujer lejos de estereotipos estuvo presente en el desfile de Prabal Gurung. 
El diseñador mencionó a su madre y a la activista Gloria Steinem para hacer una oda al “feminismo moderno”, que tradujo encima de la pasarela con una colección de siluetas fluidas que incluía estampados inspirados en William Kentridge.
 Por su parte, Tome, una marca muy comprometida con las mujeres, aportó su granito de arena al ofrecer una imagen más real de ellas con un casting muy diverso. 
La colección que incluía apetecibles estampados elaborados por un colectivo de mujeres en la India. 

 

 Desfile de Carolina Herrera.

El detalle es el protagonista

Custo Dalmau apuesta por un prèt-a-porter muy elaborado y manual para crear piezas que destaquen en un mercado copado por la moda rápida: “El detalle es el protagonista. 
Se trata de crear una pieza única y diferente”, explicó horas antes de desfilar en Nueva York.
 “Hay piezas muy complicadas de reproducir a nivel industrial”, relató sobre su particular estrategia para diferenciarse y sobrevivir en un mundo de la moda “muy competitivo y dominado por las grandes corporaciones”.
 Bajo el lema de "más es más", su nueva colección elaborada íntegramente en el taller que Custo tiene en Barcelona, mezcla intrincadas técnicas artesanales, con acabados y sorprendentes tejidos de última generación.
 Dalmau, que lleva 20 años desfilando en NuevaYork, no considera la pasarela un discurso comercial sino un banco de pruebas desde el que expresarse: 
“la creatividad es nuestro motor. No tiene sentido estar aquí si no somos capaces de crear algo nuevo.”

Someten a un “duro interrogatorio” a la madre de Diana Quer........................................... Patricia Ortega Dolz Silvia R. Pontevedra

Los investigadores de la Guardia Civil siguen viendo "contradicciones" en la declaración de la progenitora de la joven desaparecida hace más de tres semanas en A Coruña.



Diana López-Pinel, la madre de la joven Diana Quer, el pasado 26 de agosto Pobra do Caramiñal, mostrando una foto de su hija desaparecida.
Las batidas en la zona han concluido para los investigadores de la Guardia Civil que desde hace más de tres semanas buscan pistas sobre la joven de 18 años Diana Quer, desaparecida la madrugada del pasado 22 de agosto en A Pobra do Caramiñal (A Coruña).
 Los agentes parecen haber centrado sus pesquisas en la madre de la chica, a quien su propio exmarido, Juan Carlos Quer, puso en el foco de todas las sospechas al anunciar hace más de una semana que un juzgado le retiraba la custodia de su hija menor, Valeria. Según fuentes cercanas a la investigación, la madre de Diana Quer, Diana López-Piñel, ha sido sometida este mismo martes a "un durísimo interrogatorio debido a las contradicciones en las que ha incurrido en sus declaraciones".

Durante varias horas los investigadores han tratado de aclarar por qué no reconoció enseguida la mala relación que existía entre ella y sus hijas, que las llevó días antes de la desaparición hasta un centro de salud donde tanto la madre como la hija menor tuvieron que ser tratadas de un ataque de ansiedad.
 Intentarán averiguar como es posible que no escuchara a su hija regresar y, presumiblemente volver a salir de la casa en la que pasaban las vacaciones, una hora más tarde de haberla llamado para ir a buscarla a las fiestas del pueblo.
 O por qué describió la indumentaria que llevaba puesta su hija esa noche —pantalón corto rosa y camiseta— cuando realmente esas ropas estaban en su habitación, como si se hubiese cambiado de ropa antes de volver a salir de casa de madrugada.
Nada ha trascendido de ese interrogatorio aún.
 Lo que sí evidencia es que la propia madre de la desaparecida parece formar parte de la lista de sospechosos que manejan actualmente los investigadores. 
No obstante, según fuentes cercanas a la investigación, existe otra amplia lista de amigos y conocidos de la joven madrileña desaparecida que sigue barajándose y de la que se "continúan haciendo comprobaciones". 
 Además, a la luz de los posicionamientos de su teléfono móvil, se barajó la posibilidad de que pudiese haberse subido a un coche en las inmediaciones de su casa, ya bien entrada la madrugada (hacia las 4.00 horas). 
Los agentes analizan desde entonces una por una las matrículas de los vehículos de las cámaras de seguridad de A Pobra, aquella noche, con todo el pueblo en fiestas.

 

Tener ‘clase’ en un mundo de apariencias................................................. Milagros Pérez Oliva

La City sigue siendo uno de los estamentos más clasistas de Reino Unido.

 



Empleados en una de las calles del distrito financiero de Londres.
Hay un terrible aforismo que explica mejor que ningún otro lo que supone abrirse camino en un mundo extremadamente competitivo: “Nunca tendrás una segunda oportunidad… de dar una primera impresión favorable”. 
Mucha de la gente que busca trabajo ha sentido la angustia de sentir que se juega el empleo de su vida, la carrera, su futuro, en una entrevista de 10 minutos.
 En tiempos de crisis, hay muchos demandantes para pocos empleos.
 Eso significa que una vez superada la criba del currículo, quedan todavía muchos aspirantes idóneos para un solo puesto.
 Si la criba se hace en la City de Londres para trabajar en un banco de inversión, lo determinante más allá del currículo, lo que puede decantar la decisión son cuestiones que tienen que ver más con la clase que con la formación o la experiencia
. Así lo ha comprobado la Comisión de Movilidad Social, dependiente del Gobierno británico, que ha dedicado su último informe a analizar el grado de diversidad social en el sector de la banca y el de las ciencias de la vida.
La investigación constata que la City sigue siendo uno de los estamentos más clasistas de Reino Unido.
 El informe explica que el 82% de los niños estudia en una escuela pública, el 11% en una escuela estatal selectiva y solo el 7% en un colegio de pago.
 Pues bien, entre los contratados en 2014 por la banca de inversión de Londres, el 34% procedían de escuelas de pago y el 14% de escuelas estatales selectivas. 
 Pero lo que más ha escandalizado del informe son los criterios informales de selección, en los que cuenta no solo el traje que lleva el aspirante, o el color de sus zapatos, sino cuán cómodo se le ve llevando ese traje.
 La mayoría de quienes realizan la selección no necesitan un olfato especial para cazar impostores.
 Su extracción social les habilita para aplicar los criterios, pues suelen ser hijos de banqueros acostumbrados a mirar por encima del hombro.
La igualdad de oportunidades y la meritocracia son bellos principios generales, pero el éxito en el mundo de las transacciones financieras requiere de ciertas “virtudes”, ciertos factores no declarados que acaban siendo determinantes.
 Se entiende que para trabajar en la City hay que tener clase, en la doble acepción del término: en el estilo y la forma de moverse, pero también en el origen y la posición social, pues se entiende que ambas van juntas.
En un mundo en el que la apariencia es cada vez más importante, la forma es el mensaje.
 En este caso, el mensaje es: una élite que trabaja para las élites. Eso no quita para que puedan llegar a la cúspide algunos grandes impostores procedentes de las clases medias, como tampoco impide que algunos de los grandes estafadores hayan sido elegantes encantadores de serpientes, al estilo de Bernard Madoff. 
En su obra El método Grönholm, el dramaturgo Jordi Galcerán muestra lo despiadado que puede llegar a ser un procedimiento de selección de personal cuando se pone a los aspirantes a competir entre sí hasta hacerles sacar toda la mezquindad de que son capaces.
 El informe de la City daría para otra excelente obra de teatro.

EL LIBRO DE LA SEMANA Una pequeña obra maestra........................................................... José María Guelbenzu

Protagonizada por una escritora convaleciente, 'Me llamo Lucy Burton' es un alarde de sensibilidad. 

Elizabeth Strout muestra una insólita capacidad para convertir la nimiedad en canto a la vida.

Getty Images
Lucy, una mujer de mediana edad, escritora, convaleciente de una intervención por apendicitis que ha tenido alguna consecuencia posoperatoria, se encuentra en un hospital en el centro de Manhattan, a la espera de unas pruebas que le concedan el alta definitiva.
 Con ella se encuentra su madre, una mujer acostumbrada a la dureza de una vida precaria, que ha acudido junto a su hija a petición del marido de Lucy, en la actualidad separado y vuelto a casar, el cual se ha quedado con las dos hijas, Chrissie y Becka, durante la convalecencia.
 Madre e hija hablan y por la ventana de la habitación se divisa el edificio Chrysler iluminado, como una referencia en la noche.
Me llamo Lucy Barton, breve e intensa novela de Elizabeth Strout, es una conversación en la que Lucy actúa como narradora.
 Ella pertenece a una familia de un pueblecito minúsculo de Illinois llamado Amgash. 
El padre trabaja con maquinaria agrícola sin empleo estable, la madre se dedica a coser para otras familias. 
Son gente marginada por la pobreza, viven en el garaje que les presta su tío abuelo hasta que este fallece y se trasladan a la casa donde al menos había agua caliente y retrete con cisterna, aunque hacía mucho frío y Lucy se quedaba hasta tarde en el colegio para aprovechar el calor.
 Los demás niños les hacen el vacío (“Vuestra familia da asco”) y la maestra llega a decir a la madre que ser pobre no es excusa para llevar porquería detrás de las orejas.
 Lucy tiene una hermana y un hermano.
Lucy yace postrada en la habitación del hospital, vive lejos de sus padres y de sus hermanos y está atacada de soledad. 
Ha ido creando su propia historia, ha escrito cuentos, ha empezado a publicar, ha salido de la pobreza, es una mujer inteligente, sensible, creativa, pero en esta hora de soledad la vida y el azar la han devuelto a su madre, una persona de pocas palabras, austera y dura, resignada, que no duerme y vela a su hija con una paciencia estática.
Y a partir de esta situación hablan, y ella reflexiona, opina, dice y se desdice, los tiempos se mezclan y la novela salta atrás y adelante al hilo de los recuerdos y de la conversación durante cinco días con sus noches. Son confidencias, recuerdos, chismes y referencias de la vida normal y corriente de dos personas normales y corrientes que hurgan en su soledad, en su pasado y en su presente para intentar ordenar el sentido de sus vidas, sobre todo el de Lucy, durante y después del encuentro. Lo verdaderamente maravilloso de este libro es la formidable capacidad de la autora para extraer de la nimiedad y la poquedad de esas vidas el poderoso canto a la vida al que da forma.
 Solamente una sensibilidad extrema puede llegar a alcanzar la profundidad que esta historia contiene; una sensibilidad que permite a la autora extraer de cualquier detalle, de cualquier suceso menor, de cualquier destello de vida; es la singularidad de lo significativo lo que hace que los actos humanos más comunes e irrelevantes puedan convertirse en representaciones ejemplares de la realidad.
 El relato de la vida de esta mujer en la encrucijada es mucho más que la suma de anécdotas que contiene: es la historia, atravesada por la soledad, llena de emoción y de verdad, de una superviviente que busca el sentido del amor en su vida y entre las personas queridas, un amor hecho de desgracia y gratitud, de pérdidas y encuentros, de deseos cumplidos e incumplidos.
 “Creo conocer muy bien el dolor que de niños apretamos contra el pecho, que dura toda la vida, con una nostalgia tan profunda que ni siquiera eres capaz de llorar.
Lo agarramos con fuerza, sí, con cada latido del corazón convulso: esto es mío, esto es mío, esto es mío.”
En la conversación con su madre entran muchas personas de su pasado, del presente y del futuro (Chrissie y Becka).
 Lucy es insegura, pero fuerte; es sensible, emotiva, tiene facilidad para identificarse con solitarios y desamparados. 
Por ahí aparecen las personas de su vida, la madre, el padre, su hermana Vicky con cinco hijos, su hermano y, naturalmente, sus hijas, pero también Kathie Nicely; William, su marido, hijo de un prisionero de guerra alemán; el querido profesor Haley, Sarah Pyne, la escritora que la subyuga, el pobre Jeremy y Molla, sus amigos, el sida y la sombra del nazismo... 
Lucy escribe y se convierte en escritora, pero no olvida la frase de Sarah Pyne: “Sólo tendréis una historia. Escribiréis esa única historia de muchas maneras.
 No os preocupéis por la historia. Sólo tendréis una”.
Y esta es, sobre todo, una historia. 
“Pero esta es mi historia. Esta. Y me llamo Lucy Barton”.
 Y esta es una novela llena de hondura, belleza y emoción. Una pequeña obra maestra.
Me llamo Lucy Barton. Elizabeth Strout. Traducción de Flora Casas. Duomo Ediciones. Barcelona, 2016. 184 páginas. 16,80 euros