Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

1 sept 2016

La musa de Karl Lagerfeld es brasileña y se llama Alice Dellal.......................................... Elsa Fernández-Santos

El diseñador alemán toca con su varita a esta modelo que tiene 23 tatuajes, toca la batería y es imagen de Pull & Bear.

La modelo Alice Dellal posa para ICON en Madrid vistiendo la colección de Pull & Bear para este verano.
Mientras Kingsley, su novio, pasea por Madrid, Alice Dellal muestra orgullosa su último tatuaje, un minúsculo rey en el dedo corazón en honor de su Kingsley.
 La modelo (Río de Janeiro, 1987) ha llegado a la capital para inaugurar una tienda de Pull & Bear, posar con su aire de rica rebelde y montar un buen jaleo en un céntrico bar donde terminaron por mostrar la salida al nutrido grupo que la acompañaba.
 Antes de eso, por la tarde, simpática y educada, mantuvo esta charla, desplegó su enorme sonrisa y contagiosa risa y demostró que el gesto indómito es sólo para las fotos.
 Con una humildad desarmante, pidió por favor cuando se enredó en alguna respuesta no quedar en evidencia:
 “Eso mejor no lo pongas, que no lo sé explicar y no quiero parecer idiota”.
Hija de la modelo y heredera brasileña Andréa de Magalhães Vieira y del millonario británico de origen iraquí Guy Dellal, esta chica de exótico pedigrí ha sido novia de Pierre Casiraghi, protegida de Mario Testino y Mick Jagger –padre de otro de sus ex, James, y de su gran amiga Lizzie– y hermanísima de la diseñadora Charlotte Olympia y del galerista Alex Dellal, a su vez ex de Charlotte Casiraghi.
 Alice amortigua el gazpacho de apellidos famosos con ese aire neopunk que en su día fascinó a Karl Lagerfeld, una vez más, responsable de poner en el mapa a una chica que, vista de cerca y sin ser despampanante, responde a ese no sé qué difícil de imitar y que, en su caso, se concentra en unos felinos ojos grises, una nariz con personalidad y una dentadura prominente y alegre.
La sesión que el fotógrafo Nick Knight le dedicó como emergente princesa punk le ayudó a fijar una imagen que quedó bendecida el día en que se rapó la mitad de la cabeza
“Mi madre era modelo y mi padre hacía fotografías, pero yo nunca quise ser maniquí, aunque está claro que era algo que me rondaba inconscientemente”, asegura.
 Empezó casi adolescente, pero no, su madre no le regaló un buen consejo. 
“No me dijo nada, excepto que nunca hiciera nada que no quisiera hacer.
 Creo que aprendí de ella, pero sin que me enseñase nada, sólo observando sus viejas fotografías. Fue una modelo maravillosa”.

 

Salma Hayek llega a los 50 como una próspera empresaria..................................... Claudia Altamirano

Tras 30 años como actriz, la mexicana casada con François-Henri Pinault, es una defensora de Clinton.

La actriz Salma Hayek. CORDON PRESS EL PAÍS VÍDEO
En 1986, una joven de 20 años se presentaba a una audición para conseguir un empleo en el emporio de medios que entonces monopolizaba la televisión mexicana: Televisa. “Soy Salma Hayek y no tengo ninguna experiencia”, era su honesta carta de presentación. 
Treinta años después, esa actriz tiene en su carpeta una de las telenovelas mexicanas más exitosas y 51 películas; la dirección de otra cinta y de dos vídeos musicales;
 la producción del remake de la serie colombiana Betty la Fea, una nominación al Oscar y un rosario más de premios y reconocimientos. 

 Hoy Salma Hayek tiene 50 años y tiene algo más de experiencia.
 La mexicana cumple años este viernes portando el orgullo de ser una de las mujeres más sensuales del planeta.
 Tanto, que ha sido imagen de marcas internacionales de belleza, como Revlon y Avon.
 Paradójicamente, es su apariencia la que ha ensombrecido su larga batalla por probar sus capacidades: ha sido criticada por ser la ‘carnada’ en las cintas en que ha participado, pero ella ha luchado por combatir ese estigma con papeles más serios y pasándose detrás de la cámara, dirigiendo y produciendo.

En esta lucha, creó su propia casa productora Ventanarosa, bajo la cual han sido filmadas dos adaptaciones de obras literarias: El coronel no tiene quién le escriba, del Nobel colombiano Gabriel García Márquez; 
y En el tiempo de las mariposas, de la dominicana Julia Álvarez, producida por la misma Salma, igual que la biografía de la pintora mexicana Frida Kahlo.
 Esta última cinta fue un viejo anhelo de Hayek, según ha confesado, pues desde mucho antes del año 2002 en que fue filmada, ella quería interpretar a la prestigiada y atormentada artista.
 Frida, sin embargo, tuvo una recepción ambivalente entre las audiencias. 
 Por un lado le valió una nominación al Oscar como Mejor Actriz y por otro, fue duramente criticada –principalmente en México- por lo que llamaron una adaptación “frívola” de la vida de Kahlo, por estar hablada en inglés y hasta por el mal acento de Hayek, que ella misma ha admitido.
La cinta también fue comparada con otra biografía de la pintora surrealista filmada 20 años antes: Frida, naturaleza viva, protagonizada por la actriz Ofelia Medina, quien se unió a las críticas contra la obra de Salma Hayek. 
Tras el estreno, dijo que no deseaba ver una versión light de la vida de Kahlo, a quien le habían “rasurado el bigote y las cejas y tal vez también las ideas”.
Tampoco su Ugly Betty fue una idea original
Aunque rompió récords de audiencia, también fue señalada por ser un remake de la serie colombiana Betty la Fea
Las sombras de éxitos ajenos seguían pesando sobre la laboriosa carrera de Hayek, que se enorgullecía de haber llegado a Hollywood siendo mexicana –mucho antes de la ola latina que ha tomado un importante lugar en la meca del cine- 
pero que caminaba sobre los pasos de otras mexicanas que lo lograron décadas antes que ella, como Dolores del Río y Katy Jurado.
La migración ha marcado la vida de Hayek. 
De abuelos libaneses y españoles, nació en Coatzacoalcos, Veracruz, en el Golfo de México. 
 Emigró a Estados Unidos para trabajar y se casó con un francés. 
Siempre ha ostentado un férreo amor por su patria, sentimiento que le ha sido cuestionado por algunas declaraciones públicas y sus intervenciones en política estadounidense.
 Todos los tuits de su cuenta están escritos en inglés –excepto uno en el que apoyaba a la selección mexicana de fútbol-, ha manifestado su apoyo a la candidata demócrata a la presidencia de EE UU, Hillary Clinton; en 2012 posó con una bandera estadounidense al recibir un premio por su trayectoria; en 2013 cantó el Himno Nacional de EE UU en el show de David Letterman, y en 2015 dijo que su sangre era mitad española y mitad libanesa, lo que levantó criticas en algunos medios mexicanos de espectáculos, que lo interpretaron como un rechazo a su origen mexicano.
La actriz ha debido enfrentar dos de sus grandes temores para poder obtener lo que quiere. 
Se sometió a terapias para superar el miedo a las serpientes cuando supo que Madonna podía robarle un papel en la cinta Del crepúsculo al amanecer, y después de tres peticiones de matrimonio de François-Henri Pinault, finalmente aceptó casarse con él, pese a su miedo a ese compromiso.
 Incluso se casaron dos veces en 2009: en febrero en París y en abril en Venecia. Pinault es presidente de la empresa de artículos de lujo PPR (propietaria de Gucci, Yves Saint Laurent, la cadena francesa de almacenes Printemps y la cadena de tiendas de música y libros FNAC).
El 2 de septiembre de 1966, la cantante de ópera Diana Jiménez y el empresario Samy Hayek tuvieron una hija a la que llamaron Salma.
 El padre también es una figura polémica en México, por sus supuestas intenciones de ser embajador de Líbano, por un supuesto fraude fiscal de más de un millón de pesos (unos 64.000 dólares), así como por sus relaciones con gobernadores y otros personajes de la alta política mexicana.
Salma, sin embargo, no ha cambiado de opinión por una sola de las críticas en su contra: por su cuerpo, por casarse con un millonario extranjero, por su trabajo, por su personalidad.
 Ha cumplido sus sueños profesionales y personales, cumple 50 años haciendo honor al significado de su nombre, “paz” y se da el lujo de bajar el ritmo, darse un espacio y momento para ser madre de Valentina y disfrutar ahora de esta experiencia.

 

Leonor y Sofía, vuelta al cole..................................................................... Mábel Galaz

Las hijas de los Reyes de España iniciaran el día 12 el curso sin el tradicional posado que forma parte del protocolo de otras familias reales.

La infanta Sofía y la princesa Leonor. GTRES
Leonor y Sofía, las hijas de los Reyes de España, comienzan el nuevo curso escolar el día 12.
 Esa es la fecha de apertura de las aulas del colegio Santa María de los Rosales, en el que también estudió don Felipe.
 A diferencia de lo que sucede en otras familias reales, ese día no habrá posado oficial.
 El deseo de los Reyes es mantener a sus hijas lo más alejadas posibles del foco mediático, además consideran que la presencia de fotógrafos puede alterar el normal funcionamiento del centro educativo. 
Durante los primeros años de colegio, Leonor y Sofía, sí posaron con sus mochilas el día en que comenzaron las clases. 
Ahora los Reyes las acompañan pero de modo privado.
Poca información hay sobre la educación que siguen la princesa de Asturias y su hermana. 
Por comentarios informales de sus padres y de personas cercanas al centro educativo se sabe que las dos son muy estudiosas y que Leonor obtuvo el año pasado unas excelentes notas.
 A punto de cumplir 11 años, la primogénita comienza sexto de primaria. 
 Sofía, de 9 años, hará cuarto.
 Ambas hermanas dan clases de ballet y música, además de participar en el aula medioambiental con que cuenta el colegio.
 Las dos hablan muy bien inglés ya que una de sus niñeras es británica.
 Además, la familia Borbón y Grecia suele usar habitualmente el inglés.
El colegio Nuestra Señora de los Rosales es privado y laico que imparte clases de religión si los padres así lo quieren para sus hijos. Don Felipe y doña Letizia pagan en torno a 700 euros al mes por cada una de sus hijas.
 El uniforme del colegio es falda gris, jersey azul, zapatos oscuros y abrigo azul.
 Las clases comienzan a las 9.30 y acaban a las 17.30, de lunes a jueves.
 El viernes, la salida se adelanta a las 15.45. 
Leonor almuerza con sus compañeros y asiste a las fiestas de cumpleaños a las que la invitan sus amigos.
Leonor se parece físicamente a doña Sofía
De hecho, esta ha mostrado algunas fotos para corroborar esta afirmación. 
Es una niña que se muestra seria y formal, que observa todo con gran atención a la vez que se preocupa de que su hermana Sofía obedezca. 
En privado es más inquieta y ocurrente.
El año pasado por su cumpleaños, la princesa de Asturias recibió un regalo con gran significado,  el Toisón de Oro, la más alta condecoración que puede otorgar el Rey. 
Además el Consejo de Ministros aprobó también crear el guión y el estandarte de la princesa de Asturias, igual que ocurrió el 16 de marzo de 2001 con los símbolos de don Felipe, entonces heredero a la Corona.

El collar del Toisón de Oro es un reconocimiento simbólico que no da lugar a privilegios que, según fuentes de la Casa Real, Felipe VI decidió conceder a su primogénita por "razones de tradición y continuidad y el deseo de institucionalizar la figura de la princesa de Asturias como heredera de la Corona".
 El propio monarca lo recibió a los 13 años, el 3 de mayo de 1981, día de su santo.
Es probable que Leonor incremente en los próximos meses su formación como heredera pero todo ello está también pendiente de la formación del nuevo Gobierno.
 
Los Reyes, con sus hijas en agosto en Marivent. GTRES

 

Francis Scott Fitzgerald reescribe su obra maestra................................................... Patricio Pron

El gran Gatsby no se hubiese consagrado como una de las novelas más importantes del siglo XX de no haber interrumpido el autor sus vacaciones en la Costa Azul francesa, donde sometió el primer borrador a una profunda transformación.

Francis Scott Fitzgerald, con su esposa, Zelda, en la Costa Azul en 1926.
A diferencia de la mayoría de las personas, los escritores no suelen ser partidarios de tomarse vacaciones: a algunos, de hecho, esta posibilidad los aterra, inmersos como están en una actividad que no parece demandarles ningún esfuerzo, que se extiende durante días y noches sin consideración a los horarios y a las visiones consuetudinarias.
 Si escribir es como respirar (parecen decir los escritores), las vacaciones son una larga, potencialmente mortal, apnea.
En octubre de 1924, sin embargo, Francis Scott Fitzgerald necesitaba unas: desde hacía dos años, el escritor y su mujer vivían en lo que parecía una sucesión interminable de fiestas y borracheras que Fitzgerald financiaba escribiendo sin interrupción y casi siempre con resaca.
 A mediados de 1923 tenía escritas unas 18.000 palabras de una nueva novela que quería llamar Trimalchio (Trimalción en español), en referencia al personaje del Satiricón de Petronio que encarna la ostentación y los excesos de los nuevos ricos: la novela iba a tratar de un joven sensible y soñador que se hace de forma poco clara con un considerable patrimonio que dilapida a continuación para impresionar a una joven.

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Francis Scott Fitzgerald, con su esposa, Zelda, en la Costa Azul en 1926.
A diferencia de la mayoría de las personas, los escritores no suelen ser partidarios de tomarse vacaciones: a algunos, de hecho, esta posibilidad los aterra, inmersos como están en una actividad que no parece demandarles ningún esfuerzo, que se extiende durante días y noches sin consideración a los horarios y a las visiones consuetudinarias. Si escribir es como respirar (parecen decir los escritores), las vacaciones son una larga, potencialmente mortal, apnea.
En octubre de 1924, sin embargo, Francis Scott Fitzgerald necesitaba unas: desde hacía dos años, el escritor y su mujer vivían en lo que parecía una sucesión interminable de fiestas y borracheras que Fitzgerald financiaba escribiendo sin interrupción y casi siempre con resaca. A mediados de 1923 tenía escritas unas 18.000 palabras de una nueva novela que quería llamar Trimalchio (Trimalción en español), en referencia al personaje del Satiricón de Petronio que encarna la ostentación y los excesos de los nuevos ricos: la novela iba a tratar de un joven sensible y soñador que se hace de forma poco clara con un considerable patrimonio que dilapida a continuación para impresionar a una joven.
“Quería llamarla Trimalchio, pero todo el mundo estaba en contra, Zelda [su esposa] incluida”, recordó años después el autor de A este lado del paraíso.
 En octubre de 1924 la novela estaba terminada, y Fitzgerald, que se la envió de inmediato a su editor, el extraordinario Maxwell Perkins, creyó que había llegado el momento de unas vacaciones en Capri y Roma, tan lejos de los excesos no solamente laborales de los últimos años como era posible.
Pero escritores y vacaciones sostienen, como se ha dicho, una relación conflictiva, y Fitzgerald decidió aparcar las suyas cuando recibió los comentarios de su editor: para Perkins, Trimalchio tenía falencias, y Fitzgerald estuvo de acuerdo
. El escritor y su familia ocupaban una vivienda en la localidad de Juan-les-Pins, en la Riviera francesa; eran sus vacaciones, pero el autor se encerró a someter el libro a una profunda reescritura: hizo cambios importantes en los capítulos tres, cuatro, cinco, ocho y nueve, y reescribió el seis y el siete.
 Más importante todavía, el autor prescindió del título que no le gustaba a nadie y le puso a la novela uno nuevo: a partir de entonces se llamaría El gran Gatsby.
Fitzgerald tenía 29 años de edad: de todos los libros que había escrito e iba a escribir en los años siguientes, El gran Gatsby iba a ser considerado el más importante, en no menor medida debido al modo en que su autor había logrado narrar el materialismo y los excesos de los años veinte del siglo pasado en Estados Unidos, una década en la que el curso favorable de la economía había hecho que florecieran los personajes como Jay Gatsby, nuevos ricos dispuestos a olvidar un pasado de estrecheces.
Entre las muchas lecturas que pueden hacerse de El gran Gatsby, quizá la más acertada (y posiblemente la más sensata, ya que hay otras que sostienen que el “problema” de Jay Gatsby es que es judío o negro) es la que concibe la obra como una novela acerca de la desilusión: su autor no lo sabía (no podía saberlo), pero el Si
 El gran Gatsby es una obra sobre la desilusión, también lo es porque su autor no fue comprendido: las críticas de la novela fueron mayoritariamente negativas, el libro no se vendió mucho y una adaptación cinematográfica muda que se estrenó al año siguiente indignó al autor y a su esposa, que abandonaron el cine durante la proyección. 
Fitzgerald pasó los siguientes 15 años batallando contra el alcoholismo y los productores de ­Hollywood, sosteniendo a una esposa a la que había tenido que encerrar en un manicomio y tratando de producir algo relevante para un público que lo consideraba pasado de moda. 
Todo lo que sucedería con su libro, su consagración como una de las novelas más importantes del siglo XX, iba a ser posterior o póstumo; pero lo que importa aquí es que “la imaginación prolongada de un mundo sincero y pese a ello radiante” que El gran Gatsby era para su autor no hubiese sido la misma de no haber interrumpido éste sus vacaciones para corregir su obra maestra.
 No es el argumento más convincente a favor del descanso anual, pero sí a favor de la literatura concebida como una disciplina que no necesita vacaciones, que encuentra su descanso en sí misma y en su ejercicio. El gran Gatsby también trata de eso.
 

Aprietos financieros

1. Nacido en Saint Paul (Minnesota) en septiembre de 1896 y fallecido en Los Ángeles en diciembre de 1940, Francis Scott Fitzgerald tuvo una existencia intensa y breve, presidida principalmente por la permanente, acuciante necesidad de dinero. (En no menor medida, debido a un tren de vida inapropiado para un escritor).

2. “Dos años de desmayos y escupir sangre me han puesto a salvo de las preocupaciones físicas, pero los aprietos financieros, si no se resuelven pronto, tendrán una influencia cada vez más grande en mi trabajo”, le escribió a su editor en 1937.

3. Su desconcertante admiración por los ricos no mejoraba las cosas, por supuesto. 

Además de El gran Gatsby, muchos otros de sus textos intentan abarcar un misterio que sólo existió para él.
 Una anécdota apócrifa hace a Fitzgerald decirle a Ernest Hemingway en el curso de una conversación: “Los ricos son diferentes de nosotros”. “Sí, ellos tienen más dinero”, habría sido la respuesta, sardónica, de ­Hemingway.