Tras 30 años como actriz, la mexicana casada con François-Henri Pinault, es una defensora de Clinton.
En 1986, una joven de 20 años se presentaba a una audición para
conseguir un empleo en el emporio de medios que entonces monopolizaba la
televisión mexicana: Televisa. “Soy Salma Hayek y no tengo ninguna experiencia”,
era su honesta carta de presentación.
Treinta años después, esa actriz tiene en su carpeta una de las telenovelas mexicanas más exitosas y 51 películas; la dirección de otra cinta y de dos vídeos musicales;
la producción del remake de la serie colombiana Betty la Fea, una nominación al Oscar y un rosario más de premios y reconocimientos.
Hoy Salma Hayek tiene 50 años y tiene algo más de experiencia.
La mexicana cumple años este viernes portando el orgullo de ser una de las mujeres más sensuales del planeta.
Tanto, que ha sido imagen de marcas internacionales de belleza, como Revlon y Avon.
Paradójicamente, es su apariencia la que ha ensombrecido su larga batalla por probar sus capacidades: ha sido criticada por ser la ‘carnada’ en las cintas en que ha participado, pero ella ha luchado por combatir ese estigma con papeles más serios y pasándose detrás de la cámara, dirigiendo y produciendo.
En esta lucha, creó su propia casa productora Ventanarosa, bajo la cual han sido filmadas dos adaptaciones de obras literarias: El coronel no tiene quién le escriba, del Nobel colombiano Gabriel García Márquez;
y En el tiempo de las mariposas, de la dominicana Julia Álvarez, producida por la misma Salma, igual que la biografía de la pintora mexicana Frida Kahlo.
Esta última cinta fue un viejo anhelo de Hayek, según ha confesado, pues desde mucho antes del año 2002 en que fue filmada, ella quería interpretar a la prestigiada y atormentada artista.
Frida, sin embargo, tuvo una recepción ambivalente entre las audiencias.
Por un lado le valió una nominación al Oscar como Mejor Actriz y por otro, fue duramente criticada –principalmente en México- por lo que llamaron una adaptación “frívola” de la vida de Kahlo, por estar hablada en inglés y hasta por el mal acento de Hayek, que ella misma ha admitido.
La cinta también fue comparada con otra biografía de la pintora surrealista filmada 20 años antes: Frida, naturaleza viva, protagonizada por la actriz Ofelia Medina, quien se unió a las críticas contra la obra de Salma Hayek.
Tras el estreno, dijo que no deseaba ver una versión light de la vida de Kahlo, a quien le habían “rasurado el bigote y las cejas y tal vez también las ideas”.
Tampoco su Ugly Betty fue una idea original.
Aunque rompió récords de audiencia, también fue señalada por ser un remake de la serie colombiana Betty la Fea.
Las sombras de éxitos ajenos seguían pesando sobre la laboriosa carrera de Hayek, que se enorgullecía de haber llegado a Hollywood siendo mexicana –mucho antes de la ola latina que ha tomado un importante lugar en la meca del cine-
pero que caminaba sobre los pasos de otras mexicanas que lo lograron décadas antes que ella, como Dolores del Río y Katy Jurado.
La migración ha marcado la vida de Hayek.
De abuelos libaneses y españoles, nació en Coatzacoalcos, Veracruz, en el Golfo de México.
Emigró a Estados Unidos para trabajar y se casó con un francés.
Siempre ha ostentado un férreo amor por su patria, sentimiento que le ha sido cuestionado por algunas declaraciones públicas y sus intervenciones en política estadounidense.
Todos los tuits de su cuenta están escritos en inglés –excepto uno en el que apoyaba a la selección mexicana de fútbol-, ha manifestado su apoyo a la candidata demócrata a la presidencia de EE UU, Hillary Clinton; en 2012 posó con una bandera estadounidense al recibir un premio por su trayectoria; en 2013 cantó el Himno Nacional de EE UU en el show de David Letterman, y en 2015 dijo que su sangre era mitad española y mitad libanesa, lo que levantó criticas en algunos medios mexicanos de espectáculos, que lo interpretaron como un rechazo a su origen mexicano.
La actriz ha debido enfrentar dos de sus grandes temores para poder obtener lo que quiere.
Se sometió a terapias para superar el miedo a las serpientes cuando supo que Madonna podía robarle un papel en la cinta Del crepúsculo al amanecer, y después de tres peticiones de matrimonio de François-Henri Pinault, finalmente aceptó casarse con él, pese a su miedo a ese compromiso.
Incluso se casaron dos veces en 2009: en febrero en París y en abril en Venecia. Pinault es presidente de la empresa de artículos de lujo PPR (propietaria de Gucci, Yves Saint Laurent, la cadena francesa de almacenes Printemps y la cadena de tiendas de música y libros FNAC).
El 2 de septiembre de 1966, la cantante de ópera Diana Jiménez y el empresario Samy Hayek tuvieron una hija a la que llamaron Salma.
El padre también es una figura polémica en México, por sus supuestas intenciones de ser embajador de Líbano, por un supuesto fraude fiscal de más de un millón de pesos (unos 64.000 dólares), así como por sus relaciones con gobernadores y otros personajes de la alta política mexicana.
Salma, sin embargo, no ha cambiado de opinión por una sola de las críticas en su contra: por su cuerpo, por casarse con un millonario extranjero, por su trabajo, por su personalidad.
Ha cumplido sus sueños profesionales y personales, cumple 50 años haciendo honor al significado de su nombre, “paz” y se da el lujo de bajar el ritmo, darse un espacio y momento para ser madre de Valentina y disfrutar ahora de esta experiencia.
Treinta años después, esa actriz tiene en su carpeta una de las telenovelas mexicanas más exitosas y 51 películas; la dirección de otra cinta y de dos vídeos musicales;
la producción del remake de la serie colombiana Betty la Fea, una nominación al Oscar y un rosario más de premios y reconocimientos.
Hoy Salma Hayek tiene 50 años y tiene algo más de experiencia.
La mexicana cumple años este viernes portando el orgullo de ser una de las mujeres más sensuales del planeta.
Tanto, que ha sido imagen de marcas internacionales de belleza, como Revlon y Avon.
Paradójicamente, es su apariencia la que ha ensombrecido su larga batalla por probar sus capacidades: ha sido criticada por ser la ‘carnada’ en las cintas en que ha participado, pero ella ha luchado por combatir ese estigma con papeles más serios y pasándose detrás de la cámara, dirigiendo y produciendo.
y En el tiempo de las mariposas, de la dominicana Julia Álvarez, producida por la misma Salma, igual que la biografía de la pintora mexicana Frida Kahlo.
Esta última cinta fue un viejo anhelo de Hayek, según ha confesado, pues desde mucho antes del año 2002 en que fue filmada, ella quería interpretar a la prestigiada y atormentada artista.
Frida, sin embargo, tuvo una recepción ambivalente entre las audiencias.
Por un lado le valió una nominación al Oscar como Mejor Actriz y por otro, fue duramente criticada –principalmente en México- por lo que llamaron una adaptación “frívola” de la vida de Kahlo, por estar hablada en inglés y hasta por el mal acento de Hayek, que ella misma ha admitido.
La cinta también fue comparada con otra biografía de la pintora surrealista filmada 20 años antes: Frida, naturaleza viva, protagonizada por la actriz Ofelia Medina, quien se unió a las críticas contra la obra de Salma Hayek.
Tras el estreno, dijo que no deseaba ver una versión light de la vida de Kahlo, a quien le habían “rasurado el bigote y las cejas y tal vez también las ideas”.
Tampoco su Ugly Betty fue una idea original.
Aunque rompió récords de audiencia, también fue señalada por ser un remake de la serie colombiana Betty la Fea.
Las sombras de éxitos ajenos seguían pesando sobre la laboriosa carrera de Hayek, que se enorgullecía de haber llegado a Hollywood siendo mexicana –mucho antes de la ola latina que ha tomado un importante lugar en la meca del cine-
pero que caminaba sobre los pasos de otras mexicanas que lo lograron décadas antes que ella, como Dolores del Río y Katy Jurado.
La migración ha marcado la vida de Hayek.
De abuelos libaneses y españoles, nació en Coatzacoalcos, Veracruz, en el Golfo de México.
Emigró a Estados Unidos para trabajar y se casó con un francés.
Siempre ha ostentado un férreo amor por su patria, sentimiento que le ha sido cuestionado por algunas declaraciones públicas y sus intervenciones en política estadounidense.
Todos los tuits de su cuenta están escritos en inglés –excepto uno en el que apoyaba a la selección mexicana de fútbol-, ha manifestado su apoyo a la candidata demócrata a la presidencia de EE UU, Hillary Clinton; en 2012 posó con una bandera estadounidense al recibir un premio por su trayectoria; en 2013 cantó el Himno Nacional de EE UU en el show de David Letterman, y en 2015 dijo que su sangre era mitad española y mitad libanesa, lo que levantó criticas en algunos medios mexicanos de espectáculos, que lo interpretaron como un rechazo a su origen mexicano.
La actriz ha debido enfrentar dos de sus grandes temores para poder obtener lo que quiere.
Se sometió a terapias para superar el miedo a las serpientes cuando supo que Madonna podía robarle un papel en la cinta Del crepúsculo al amanecer, y después de tres peticiones de matrimonio de François-Henri Pinault, finalmente aceptó casarse con él, pese a su miedo a ese compromiso.
Incluso se casaron dos veces en 2009: en febrero en París y en abril en Venecia. Pinault es presidente de la empresa de artículos de lujo PPR (propietaria de Gucci, Yves Saint Laurent, la cadena francesa de almacenes Printemps y la cadena de tiendas de música y libros FNAC).
El 2 de septiembre de 1966, la cantante de ópera Diana Jiménez y el empresario Samy Hayek tuvieron una hija a la que llamaron Salma.
El padre también es una figura polémica en México, por sus supuestas intenciones de ser embajador de Líbano, por un supuesto fraude fiscal de más de un millón de pesos (unos 64.000 dólares), así como por sus relaciones con gobernadores y otros personajes de la alta política mexicana.
Salma, sin embargo, no ha cambiado de opinión por una sola de las críticas en su contra: por su cuerpo, por casarse con un millonario extranjero, por su trabajo, por su personalidad.
Ha cumplido sus sueños profesionales y personales, cumple 50 años haciendo honor al significado de su nombre, “paz” y se da el lujo de bajar el ritmo, darse un espacio y momento para ser madre de Valentina y disfrutar ahora de esta experiencia.
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