Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

24 ago 2016

Todo lo que sea para ser Feliz.


Cosmética para ser feliz

El nuevo consumidor busca depurarse y relajarse incluso cuando se maquilla. Una mentalidad que está cambiando el sector, aumentando sus promesas de felicidad.

El sector de la belleza multiplica los lanzamientos cosméticos con beneficios para la salud física y mental. 
 Cremas con melatonina que ayudan a descansar (Life Extension Melatonian; 39,10 €), anticelulíticos con aroma a hinojo, pimienta y estragón, capaces de activar el sistema simpático (Repleshing Body Cream de Shiseido; 95 €), esmaltes con olor a desayuno o a mojito (3,50 € c/u; etniacosmetics.com) y fragancias que transportan a la playa (Beach Walk, de Martin Margiela, 85 €).
El boom podría deberse a la consolidación de un nuevo consumidor: «Los milénicos están cambiando no solo el marketing de nuestras campañas, sino también el tipo de productos que se lanzan, incluso en el maquillaje», asegura Lisa Eldridge, directora Creativa de Lancôme.
 Este segmento de la población está obcecado con encontrar el bienestar y la felicidad personal: su máxima es consumir cualquier tipo de experiencia que los ayude a estar contentos como fin casi único. 
De hecho, el 80% de las compras que realizan se basa en la emoción, según publicaba recientemente la revista Fortune.

¿Elegir bien la fragancia de tu boda? ‘Sì’, por supuesto.

Cate Blachett en la campaña de Sí, el perfume de Giorgio Armani.
Cate Blachett en la campaña de Sí, el perfume de Giorgio Armani.
Foto: Cortesía de Giorgio Armani
En medio de tamaño zafarrancho la novia (y tampoco la madrina ni las damas de honor) no siempre repara en qué fragancia va a llevar en tan señalada fecha.
 ¿La de diario y asociar el día de tu boda a lo mismo que te pones para ir a la oficina? ¿La que llevaba tu madre cuando se casó, en el caso de no estar discontinuada? ¿Una especial y muy significativa para esa fecha?
 Los psicólogos recomiendan esta tercera vía.
 El olor no se ve, pero genera sensaciones placenteras, tanto más si se asocia a un estado anímico positivo. 
Y deja un mayor impacto en nuestra memoria (recordamos un 35% de lo que llega a nuestra pituitaria frente al 5% de lo que vemos). Incluso años después, un olor puede trasladarnos a un instante concreto de nuestra vida (¿a que el olor de una goma de borrar te recuerda al pupitre del colegio?).
 Así que imaginemos lo que puede ser evocar ese momento ante el altar (o ante el señor juez) con un perfume llamado Sì. 
 No habrá otra fecha donde un ‘sí’ suene tan contundente como en una boda.

 

 

 

El cerebro recuerda mejor los olores que las imágenes visuales. Un perfume carismático nos hará regresar a ese día cada vez que lo percibamos.

 

¿Elegir bien la fragancia de tu boda? ‘Sì’, por supuesto
Beatrice Borromeo, una novia vestida de Giorgio Armani.


Sí, quiero. Por mucho que se le haya perdido el miedo a la convivencia sin más bendiciones, casarse sigue de moda. 
A medida que la crisis se despeja, crece el ánimo casamentero entre los españoles
. En 2015 un total de 166.248 parejas contrajeron matrimonio a este lado de los Pirineos, un 2,3% más que en 2014, según el Instituto Nacional de Estadística
Solo dos años antes se habían contabilizado 10.000 bodas menos.
Ahora bien, casarse no debe tomarse a la ligera. 
Y no ya por conceptos metafísicos del tipo ‘hasta que la muerte os separe’, sino por lo que duele en el bolsillo.
 La Federación de Usuarios y Consumidores Independientes (FUCI) cifra el coste medio de una boda para 100 comensales en 16.534 euros
. Añada otros 800 por la barra libre, el vestido de novia (raro que baje de los 500 euros y bastante más frecuente que se dispare por encima de los 2.000), el del novio (desde 375 a 1.200 euros) y el fotógrafo (de 1.200 en adelante).
 Sumen también el calzado, la lencería, los anillos, maquillaje, peluquería y el viaje de novios
. En resumen, un dineral y un montón de horas y nervios invertidos en todos los preparativos.



 Cosmética para ser feliz

Hoy es más fácil ser astronauta que telefonista.................................................... Juan José Millás

La demanda de personas que sepan leer y escribir es cada día mayor, porque el que sabe leer y escribir domina la realidad.

El asombro es patente: nadie les había dicho hasta ese instante que se podía ganar dinero leyendo, pero es así.
 Y se lo explico.
Les explico que es absurdo el disgusto que se llevan muchos padres cuando alguno de sus hijos dice que quiere estudiar Humanidades.
 Quizá ese disgusto tenía razón de ser en otros tiempos; ahora no.
Las carreras tradicionalmente bien consideradas, porque quienes las estudiaban se situaban muy bien en la vida, están hoy en declive, al menos en el mundo del que procedo.
 Hay demasiados arquitectos o ingenieros en paro o subempleados. En cambio, la demanda de personas que sepan leer y escribir es cada día mayor, porque el que sabe leer y escribir, como decíamos antes, domina la realidad.
 Las salidas profesionales para esta clase de personas son numerosísimas. Un buen creativo de publicidad, incluso uno mediocre, se puede ganar mejor la vida que un matemático, sin duda alguna. Y quien dice un creativo de publicidad dice un guionista de radio o de televisión o de cine, un editor de textos, un autor de reportajes, un escritor de conferencias para jefes de Estado, para ministros, o para abrir cursos universitarios.
Si algo necesita el mundo actual es lo que desde hace algún tiempo venimos llamando “proveedores de contenidos”.
 El desarrollo de la industria del ocio y sus alrededores ha llevado a la situación de que disponemos de gigantescos conductos (emisoras de radio o televisión, Internet) por los que de momento solo discurre un hilo de talento.
 Estamos de acuerdo en que llenar cien o doscientos canales de televisión de talento es muy difícil. Pero hay que llenarlos de algo, porque de momento van prácticamente vacíos, cuando no son meros dispensadores de materia fecal.
 Pues bien: ¿quiénes son las personas con capacidad para proveer de contenidos esas enormes tuberías? La gente que sabe leer y escribir, sin duda.
 Y la demanda de este tipo de profesionales es tan grande que algunas de las personas que viven instaladas en la industria del ocio, incluso en la industria cultural, no han tenido más remedio que recurrir al plagio para satisfacer la demanda creciente de sus compradores.
Todo esto que digo, en fin, es fácilmente demostrable, pero por si quedara alguna duda, pongo a los alumnos un ejemplo extraído de la vida real: hace unos años, salió en la prensa un anuncio por el que la Comunidad de Madrid convocaba seis o siete plazas de telefonista.
 Se presentaron del orden de las sesenta o las setenta mil personas para disputar esas plazas.
 Pueden ustedes imaginarse que entre los opositores había miles de titulados de todas las clases, desde ingenieros nucleares a arquitectos, pasando por ginecólogos, pediatras, marinos mercantes y abogados
No hay que hacer muchos números para advertir que, estadísticamente hablando, hoy es mucho más fácil ser astronauta que ser telefonista de la Comunidad de Madrid.
Pero ahora viene lo más espectacular: también desde el punto de vista estadístico, cualquier español que sepa leer y escribir tiene muchísimas más posibilidades de ganar el premio Planeta que de obtener una plaza de telefonista.
 ¿Cuántas vidas habría que permanecer pegado a los mandos de una centralita para conseguir esa cantidad?
Cuando yo era joven, explico a los alumnos, y le decías a tu padre que querías ser escritor, lo normal es que te diera una torta.
 Pero si se trataba de un padre tolerante, además de la torta te daba un consejo.
—Hijo, no te digo que renuncies a escribir si es lo que verdaderamente te gusta, pero de eso no se vive, por lo que te aconsejo que hagas una oposición a Correos para disfrutar de un sueldo seguro. Luego, por las tardes, si tienes verdadera vocación, te dedicas a escribir.
Hoy, esa conversación no sería posible.
 O habría que darle la vuelta. Si un hijo te dice que quiere ser telefonista de la Comunidad de Madrid, tendrías que darle una torta y, si eres un padre tolerante, añadir un consejo:
—Hijo mío, eso es más difícil que ser astronauta. 
Para cubrir las últimas siete plazas que salieron a concurso se presentaron sesenta o setenta mil personas, muchas de ellas con varias carreras y dominando seis o siete idiomas.  Te aconsejo que te hagas escritor y luego, por las tardes, si de verdad tienes vocación de telefonista, yo mismo te regalo una centralita y te pasas la tarde cambiando las clavijas de sitio.
En mi época, si le decías a tu padre que querías ser escritor te daba una torta
Como verán, recurro a cualquier cosa para convencer a los alumnos de que lean, que es para lo que estoy allí.
 Pero no les miento, o les miento poco.
 Casi todo lo que he dicho hasta ahora es verdad y ellos lo perciben como verdad.
 No quiero decir que salgan de mi charla y se vayan directamente a la biblioteca del centro, cuando la hay, entre otras cosas porque no sabrían por dónde empezar.
 Quizá hayan intuido que existe, en efecto, una conexión entre la lectura y la vida, pero algo les dice que la lectura no es una conquista fácil.
 Tampoco en esto les engaño. No lo es.
No es nada sencillo convertirse en lector, pero cuando uno lo logra, conquista al mismo tiempo una percepción de la realidad que jamás le abandona.
Cada otoño de mi vida, desde hace muchos años, empiezo un curso de inglés que abandono hacia las Navidades con idéntica regularidad
. El resultado es que dentro de mí ha ido creciendo un inglés afásico que apenas es capaz de defenderse en los aeropuertos internacionales con cuatro frases que sirven para saber dónde está el cuarto de baño y poco más.
 En mi interior vive, en fin, un señor que sabe decir en inglés buenos días, buenas tardes, dónde se coge el autobús y a qué hora sale el avión.
 Hablo mucho con él, aunque su conversación, como pueden comprender, no es muy variada. Esforzándose de manera notable, puede hacer algún comentario sobre el tiempo y congratularse de que no hayan bajado las temperaturas o de que no llueva.
 También sabe en inglés un par de cosas referidas a la comida. Dice que le gustan los macarrones, pero no estoy seguro de que diga la verdad.
A lo mejor es que no conoce en inglés otra comida. Yo odio los macarrones, pero es que yo, en castellano, puedo pedir un filete con patatas.
Este sujeto que aprende inglés y yo nos encontramos con frecuencia, lo que resulta inevitable viviendo el uno dentro del otro.
 Normalmente vive él dentro de mí, pero cuando viajo a determinadas zonas del extranjero, soy yo el que se refugia en su interior.
Y desde allí observo sus dificultades. No es nada fácil entenderse con los taxistas ni con los camareros ni con los subsecretarios chapurreando cuatro palabras de inglés.
Por eso, cuando regresamos a casa, él vuelve a sus profundidades y tomo yo el mando en castellano, sin dejar por eso de repasar los cursos de la BBC.
Ahora nos estamos aprendiendo los verbos irregulares.
Ya nos los aprendimos también el año pasado y el anterior, pero al no usarlos nos olvidamos de ellos, como es lógico.

 

Nieve, cocaína y música disco....................................................... Carles Gámez

La cinta ‘Supermodel Snowpocalypse' narra la historia de unas modelos atrapadas en 1977 en los Andes.

Una de las imágenes del catalogo de moda. De izquierda a derecha, Mary Mazuikas, Maria Hanson, Julie Christman y Bob Clement.

 

En el verano de 1977 un grupo de modelos se embarcaron en la producción de un catálogo de moda de pieles de alta costura para Neiman Marcus, unos grandes almacenes de lujo con sede en Dallas. 
El escenario elegido para la sesión de fotos fue la cordillera de los Andes, entre Chile y Argentina. 
El proyecto estuvo a punto de acabar en tragedia a 3.000 metros de altura por culpa de una fuerte ventisca que dejó durante más de una semana a todo el equipo aislado y sin luz, pero con las ganas de divertirse intactas.

Ahora Paul Feig ha decidido llevar a la gran pantalla la historia de las modelos perdidas en la nieve.
 Aunque se sabe poco de la producción, que aún no tiene fecha de estreno, sí que se ha desvelado que el director del remake de Cazafantasmas contará con el apoyo de Paramount.
 La película parte de un artículo del guionista Mickey Rapkin, publicado en la revista Elle, y que cuenta con el testimonio de muchos de los protagonistas de aquella aventura.
 Con el llamativo título Supermodel Snowpocalypse, el suceso —como señala Rapkin— es “el secreto mejor guardado de la moda”.

Todavía bajo los efectos del gran apagón de Nueva York de 1977, la expedición tomó rumbo hacia el hotel Portillo, en Los Andes chilenos. 
 Entre la selección de modelos, se encontraban la estadounidense Jerry Hall —con una nómina de 880 euros diarios— y la sueca Maria Hanson, como estrellas del catálogo.
La producción, además, contó con la colaboración de la Cámara de Chile, en un intento por promocionar un país que, desde que ocurrió el golpe militar de Pinochet, tenía la imagen dañada.
 Con el hotel en plena temporada alta, el equipo se puso en marcha. Alejándose de las concurridas instalaciones y en busca de escenarios más naturales, se subieron a un todoterreno para realizar la primera sesión.
 En el camino les sorprendió una fuerte tormenta de nieve, como recuerda David Wolfe, vicepresidente en aquel momento de Neiman Marcus.
 Wolfe afirma que faltaron pocos metros para que el vehículo se precipitara por un barranco debido a la falta de visibilidad.
Junto a los clientes del hotel, el equipo de Neiman Marcus se quedó aislado en el edificio mientras la nieve comenzó a cubrirlo.

 Pero, según relatan algunos de los protagonistas, gracias a las provisiones de cocaína que habían comprado a unos esquiadores chilenos, el ánimo se mantuvo alto durante su aislamiento. 
Jerry Hall y el resto de modelos transformaron la discoteca del hotel —con la ayuda de la música de Donna Summer— en una sucursal de Studio 54 a tres mil metros de altitud. 
La fiesta incluyó desfiles de moda con guardias de seguridad recogiendo los abrigos de piel que las modelos arrojaban en la pista.
 En el exterior, la tormenta de nieve convirtió al hotel en un punto perdido en la cordillera de los Andes.
 Gracias al ejército chileno todo el equipo de moda consiguió salir del hotel.
 Desde una base militar próxima, dos helicópteros trasladaron a la expedición neoyorquina hasta Santiago de Chile antes de regresar a Nueva York. 
En el avión, como relata Pat Christman, hermana de la modelo Julie, los viajes al baño eran continuos con el fin de terminar con la cocaína.
 “Nadie se dio cuenta pero todos descendimos del avión con la nariz sangrando”, asegura.

Sybilla, al servicio de la mujer...............................................................Amelia Castilla

Volvió a la moda con vocación de diseñar ropa que acompañe los desafíos de la vida. 
Quiere crear algo sólido y crecer despacio.
 SS16, su última colección, la componen piezas que se colocan de muchas maneras, una mezcla de juego y creación en la que manda la seda.
SYBILLA SORONDO (Nueva York, 1963) busca crear ropa que dé fuerza y alegría, que acompañe en los desafíos de la vida y que saque lo mejor de cada persona. “Cuando era más joven, quizá valoraba más mi lucimiento personal que prestar un servicio a quien lleva la ropa. En diferentes épocas de la vida tienes distintas necesidades. A los 18 años empecé con la moda, era mi lenguaje y mi obsesión.
Más adelante, cuando tuve mi casa, quería objetos para el hogar y comencé a diseñarlos.
 Llegaron los niños y la alimentación era el centro; me dediqué a los huertos y más adelante a proyectar fincas y comunidades y me involucré en temas relacionados con la educación.
 Planear el lugar donde quieres vivir es como diseñar el abrigo que te protege en un día de frío y lluvia. 
Ahora, de vuelta a la moda, el desafío y la mayor satisfacción pasan por entender las necesidades de los clientes”.
 Una tarea complicada en un mundo en el que las consumidoras manejan responsabilidades y roles con más presión que nunca para ser perfectas. 
En esa tesitura plantea unas prendas que ayuden “a enfrentar retos, dar serenidad o seguridad y hasta fuerza cuando se está cansada”.
El blanco y el marfil con el negro marcan el color de la colección SS16, en la que domina la seda y los tejidos tecnológicos.
 Prendas cómodas que dejan al descubierto la parte más favorecedora del cuerpo femenino, realizadas con patrones elaborados y volúmenes escultóricos, pero prácticos y funcionales
. “Es básicamente la ropa que me gustaría ponerme y no encontraba”, dice la creadora. Félix Valiente
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Sybilla Sorondo FÉLIX VALIENTE
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