La cinta ‘Supermodel Snowpocalypse' narra la historia de unas modelos atrapadas en 1977 en los Andes.
En el verano de 1977 un grupo de modelos se embarcaron en la producción de un catálogo de moda de pieles de alta costura para Neiman Marcus, unos grandes almacenes de lujo
con sede en Dallas.
El escenario elegido para la sesión de fotos fue la cordillera de los Andes, entre Chile y Argentina.
El proyecto estuvo a punto de acabar en tragedia a 3.000 metros de altura por culpa de una fuerte ventisca que dejó durante más de una semana a todo el equipo aislado y sin luz, pero con las ganas de divertirse intactas.
Ahora
Paul Feig ha decidido llevar a la gran pantalla la historia de las
modelos perdidas en la nieve.
Aunque se sabe poco de la producción, que aún no tiene fecha de estreno, sí que se ha desvelado que el director del remake de Cazafantasmas contará con el apoyo de Paramount.
La película parte de un artículo del guionista Mickey Rapkin, publicado en la revista Elle, y que cuenta con el testimonio de muchos de los protagonistas de aquella aventura.
Con el llamativo título Supermodel Snowpocalypse, el suceso —como señala Rapkin— es “el secreto mejor guardado de la moda”.
Todavía bajo los efectos del gran apagón de Nueva York de 1977, la expedición tomó rumbo hacia el hotel Portillo, en Los Andes chilenos.
Entre la selección de modelos, se encontraban la estadounidense Jerry Hall —con una nómina de 880 euros diarios— y la sueca Maria Hanson, como estrellas del catálogo.
La producción, además, contó con la colaboración de la Cámara de Chile, en un intento por promocionar un país que, desde que ocurrió el golpe militar de Pinochet, tenía la imagen dañada.
Con el hotel en plena temporada alta, el equipo se puso en marcha. Alejándose de las concurridas instalaciones y en busca de escenarios más naturales, se subieron a un todoterreno para realizar la primera sesión.
En el camino les sorprendió una fuerte tormenta de nieve, como recuerda David Wolfe, vicepresidente en aquel momento de Neiman Marcus.
Wolfe afirma que faltaron pocos metros para que el vehículo se precipitara por un barranco debido a la falta de visibilidad.
Junto a los clientes del hotel, el equipo de Neiman Marcus se quedó aislado en el edificio mientras la nieve comenzó a cubrirlo.
Pero, según relatan algunos de los protagonistas, gracias a las provisiones de cocaína que habían comprado a unos esquiadores chilenos, el ánimo se mantuvo alto durante su aislamiento.
Jerry Hall y el resto de modelos transformaron la discoteca del hotel —con la ayuda de la música de Donna Summer— en una sucursal de Studio 54 a tres mil metros de altitud.
La fiesta incluyó desfiles de moda con guardias de seguridad recogiendo los abrigos de piel que las modelos arrojaban en la pista.
En el exterior, la tormenta de nieve convirtió al hotel en un punto perdido en la cordillera de los Andes.
Gracias al ejército chileno todo el equipo de moda consiguió salir del hotel.
Desde una base militar próxima, dos helicópteros trasladaron a la expedición neoyorquina hasta Santiago de Chile antes de regresar a Nueva York.
En el avión, como relata Pat Christman, hermana de la modelo Julie, los viajes al baño eran continuos con el fin de terminar con la cocaína.
“Nadie se dio cuenta pero todos descendimos del avión con la nariz sangrando”, asegura.
El escenario elegido para la sesión de fotos fue la cordillera de los Andes, entre Chile y Argentina.
El proyecto estuvo a punto de acabar en tragedia a 3.000 metros de altura por culpa de una fuerte ventisca que dejó durante más de una semana a todo el equipo aislado y sin luz, pero con las ganas de divertirse intactas.
Aunque se sabe poco de la producción, que aún no tiene fecha de estreno, sí que se ha desvelado que el director del remake de Cazafantasmas contará con el apoyo de Paramount.
La película parte de un artículo del guionista Mickey Rapkin, publicado en la revista Elle, y que cuenta con el testimonio de muchos de los protagonistas de aquella aventura.
Con el llamativo título Supermodel Snowpocalypse, el suceso —como señala Rapkin— es “el secreto mejor guardado de la moda”.
Todavía bajo los efectos del gran apagón de Nueva York de 1977, la expedición tomó rumbo hacia el hotel Portillo, en Los Andes chilenos.
Entre la selección de modelos, se encontraban la estadounidense Jerry Hall —con una nómina de 880 euros diarios— y la sueca Maria Hanson, como estrellas del catálogo.
La producción, además, contó con la colaboración de la Cámara de Chile, en un intento por promocionar un país que, desde que ocurrió el golpe militar de Pinochet, tenía la imagen dañada.
Con el hotel en plena temporada alta, el equipo se puso en marcha. Alejándose de las concurridas instalaciones y en busca de escenarios más naturales, se subieron a un todoterreno para realizar la primera sesión.
En el camino les sorprendió una fuerte tormenta de nieve, como recuerda David Wolfe, vicepresidente en aquel momento de Neiman Marcus.
Wolfe afirma que faltaron pocos metros para que el vehículo se precipitara por un barranco debido a la falta de visibilidad.
Junto a los clientes del hotel, el equipo de Neiman Marcus se quedó aislado en el edificio mientras la nieve comenzó a cubrirlo.
Pero, según relatan algunos de los protagonistas, gracias a las provisiones de cocaína que habían comprado a unos esquiadores chilenos, el ánimo se mantuvo alto durante su aislamiento.
Jerry Hall y el resto de modelos transformaron la discoteca del hotel —con la ayuda de la música de Donna Summer— en una sucursal de Studio 54 a tres mil metros de altitud.
La fiesta incluyó desfiles de moda con guardias de seguridad recogiendo los abrigos de piel que las modelos arrojaban en la pista.
En el exterior, la tormenta de nieve convirtió al hotel en un punto perdido en la cordillera de los Andes.
Gracias al ejército chileno todo el equipo de moda consiguió salir del hotel.
Desde una base militar próxima, dos helicópteros trasladaron a la expedición neoyorquina hasta Santiago de Chile antes de regresar a Nueva York.
En el avión, como relata Pat Christman, hermana de la modelo Julie, los viajes al baño eran continuos con el fin de terminar con la cocaína.
“Nadie se dio cuenta pero todos descendimos del avión con la nariz sangrando”, asegura.
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