Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

6 ago 2016

El incendio de La Palma sigue sin control entre condiciones desfavorables.................................... Txema Santana

Efectivos terrestres han trabajado durante toda la noche para intentar controlar el fuego.

Fotografía aérea facilitada por el Gobierno de Canarias del incendio. EFE | ATLAS
El incendio que arde descontrolado en el lado suroeste de la isla de La Palma ha quemado de forma irregular 3.600 hectáreas. María Isabel Tejerina, ministra de Medio Ambiente, tras sobrevolar la zona calcinada, puso el fin del fuego en manos de las condiciones climatológicas, que según las últimas previsiones no son precisamente favorables: viento, falta de humedad y mucho calor. 2.500 personas permanecen evacuadas.
 Ayer se procedió a incinerar el cuerpo de Francisco Santana, el agente forestal fallecido, que recibió un adiós íntimo.
  Grupo de vecinos de Las Manchas observan el incendio.

Fotografía aérea facilitada por el Gobierno de Canarias del incendio. EFE | ATLAS
El incendio que arde descontrolado en el lado suroeste de la isla de La Palma ha quemado de forma irregular 3.600 hectáreas. María Isabel Tejerina, ministra de Medio Ambiente, tras sobrevolar la zona calcinada, puso el fin del fuego en manos de las condiciones climatológicas, que según las últimas previsiones no son precisamente favorables: viento, falta de humedad y mucho calor. 2.500 personas permanecen evacuadas. Ayer se procedió a incinerar el cuerpo de Francisco Santana, el agente forestal fallecido, que recibió un adiós íntimo.
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Grupo de vecinos de Las Manchas observan el incendio. REUTERS
La Palma sigue sometida a las llamas del fuego que desde hace tres días quema sus laderas. El incendio avanzó desbocado el miércoles y el jueves y, aun con los medios aéreos más cuantiosos puestos en marcha en la historia de los incendios en Canarias, no se logró ponerle freno el viernes, cuando intentaba avanzar hacia la línea divisoria de la isla para buscar el pinar del suroeste y a dentelladas trotaba hacia el sur, cercando al pueblo de Fuencaliente. 12 hidroaviones y helicópteros y más de 300 personas se desempeñaban para intentar acotar las llamas y perimetrar [cercar en el lenguaje técnico] el desastre, que mantiene a miles de vecinos evacuados y a muchos otros con incertidumbre, mirando al monte.

Fuencaliente es un pueblo fantasma.
 El salón de plenos se ha convertido en un improvisado comedor. La mayoría de los habitantes han sido trasladados, pero allí se quedó la denominada resistencia.
 Está compuesta por los trabajadores municipales y un ejército de voluntarios compuesto por vecinos que se niegan a abandonar sus viviendas.
“A mí no me saca nadie”
“¿En manos de quién voy a poner yo mi casa? A mí no me saca de aquí ni la ministra ni Rajoy ni nadie”, dice Felito, que repone fuerzas almorzando su ración de una paella preparada para 100 personas.
 Lo dice delante de Luis Román, el alcalde, que también come.
 Lleva dos noches sin dormir, corriendo de colina en colina.
“No me voy de aquí por muy importante que sea la cita, aquí me tienen los vecinos, aquí me quedo”, sostiene Román.
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Mapa del incendio de La Palma
Valeria y Aitor observan cómo el fuego crece a una distancia de apenas 500 metros. Las llamas se elevan desaforadas y vuelven a contraerse.
 El viento traslada las chispas a gran velocidad y saben que “cuando llega la noche, el fuego entra en las casas; nos lo decía mi abuelo”, explica Aitor.
 Ambos jóvenes decidieron no salir de su casa y allí estarán hasta que les obliguen a marcharse.

Javier es vecino de Las Indias.
 Un pago del municipio de Fuencaliente que se vio afectado por el incendio de madrugada. Lo sucedido el jueves por la noche no se borrará de su memoria en mucho tiempo. Se reunió con siete amigos.
 Uno de ellos tenía una cuba de agua e hicieron guardia en el barrio de Las Indias, para tratar de evitar que el fuego entrase en las casas.
 Y lo consiguieron parcialmente, porque a las cinco de la mañana tuvieron que huir. “Nos fuimos pensando que las casas no estarían en pie al volver”, dice. A la mañana siguiente, continuaban intactas.
 El fuego se quedó a 10 metros de una de las viviendas.
Jaime es bombero del aeropuerto de La Palma y ayer comía un menú en una gasolinera.
 Con los brazos llenos de ceniza explicaba que contra las condiciones climatológicas no hay medio material que pueda luchar.
El termómetro marcaba 40 grados a las cinco de la tarde y el viento soplaba con intensidad.
La ola de calor persistirá hasta el domingo y, hasta entonces, aseguran técnicos forestales con responsabilidad en la extinción de este incendio, solo se puede “parchear y tratar de que no llegue a las zonas pobladas”.


 

5 ago 2016

Sara Carbonero vuelve a Oporto mientras su programa está en boca de todos





La periodista ya se encuentra en 'segunda casa', con Iker Casillas y sus dos hijos, Martín y Lucas.

 

Sara Carbonero está de nuevo en Oporto
. La periodista ha vuelto a su "segunda casa" con Iker Casillas y sus dos hijos, Martín y Lucas. "Porto, ya tenía saudade de ti", ha escrito en su cuenta personal de Instagram junto a una bonita panorámica de la ciudad y los siguientes hashtags: "mi segunda casa; nueva temporada; nos fuimos tres y volvemos cuatro".
 Hay que recordar que Sara volvió a finales de mayo a Madrid para dar a luz a su segundo hijo.
 El niño nació el 2 de junio y, desde entonces, habían permanecido en la capital, aunque también han tenido tiempo de escaparse a sus respectivos pueblos, Corral de Almaguer y Navalacruz.



Además, Sara ha aprovechado su estancia en Madrid para volver al trabajo.
 La periodista decidió retomar su carrera profesional casi al mes de dar a luz. Tenía muchas ganas de regresar a Telecinco y confiaba mucho en su nuevo proyecto, Quiero ser, un programa que, sin embargo, no ha convencido a la audiencia.
 Sara ha hecho frente a las críticas con el cariño de los suyos. También sus compañeros han salido en defensa del formato y de la periodista.
 "Ella sabía que iba a recibir críticas y estaba preparada para ello. No veo que se lo esté tomando especialmente mal", dijo Madame de la Rosa. "Sara siempre dice que está acostumbrada a las críticas y que bueno, que para bien o para mal, están ahí", añadió.

Ferocidades de la Transición................................................ Carles Geli

El historiador Xavier Casals disecciona la paradoja de la violencia que buscaba radicalizar la situación entre 1975 y 1982 y acabó alejando a los extremismos de uno y otro lado.

Indignación por los sucesos de Montejurra (Navarra) en 1976. Un enfrentamiento entre carlistas acabó
con un muerto y cuatro heridos.  
¿Qué es eso del Batallón Vasco Español?”, inquirió el rey Juan Carlos al líder de Fuerza Nueva, Blas Piñar.
 Podía haber sido una pregunta capciosa, pero más bien era así: la cúpula del Estado no tenía mucha información sobre la guerra sucia en plena Transición.
 En paralelo, el ministro de la Presidencia, José Manuel Otero Novas, alertaba a Alfonso Suárez de la resistencia de las organizaciones paramilitares contraterroristas a someterse al Gobierno y el temor a que se creara un Estado dentro del Estado. Suárez le decía que estaba en ello, intentando eliminar una que se conocía como Batallón Vasco Español. 

Había de todo: aparatos parapoliciales, paramilitares, el Ejército, la ultraderecha, la extrema izquierda anarquista y comunista, el independentismo vasco, catalán y canario... Silenciada la mayoría de las veces o usada como espantapájaros, la violencia política se cobró unos 700 muertos entre 1975 y 1982, en unas 3.200 acciones conflictivas. ¿No influyó todo ello en los resultados políticos?
 Esa es la pregunta que plantea en La Transición española: el voto ignorado de las armas (Pasado & Presente) el historiador Xavier Casals.
Y una de las primeras respuestas es de las que solo se dan en España: sí, el temor a una involución rebajó las expectativas de la reforma política y moderó la oposición, pero la desestabilización que buscaba la violencia acabó, mutatis mutandis, estabilizando el país.
“La violencia generó una gran paradoja: buscaba radicalizar la situación pero acabo alejando a los extremismos de uno y otro bando, los dejó fuera del proceso, por lo que se apostó por los partidos que daban estabilidad; y, por otro lado, los partidarios de la reforma exageraron esa realidad violenta para jugar a su favor, lo que facilitó la consolidación de Suárez”, resume Casals
. Su trayectoria (es autor, entre otros títulos, de La tentación neofascista en España) y la bibliografía empleada ahora (más de 500 referencias y 133 páginas de notas) le llevan a afirmar que “la Transición tuvo un punto de azarosa, pero no hubo una teoría conspirativa, un gran diseño de todo desde las alcantarillas del Estado: cada episodio tuvo su dinámica propia”. 

Indignación por los sucesos de Montejurra (Navarra) en 1976. Un enfrentamiento entre carlistas acabó con un muerto y cuatro heridos.
¿Qué es eso del Batallón Vasco Español?”, inquirió el rey Juan Carlos al líder de Fuerza Nueva, Blas Piñar. Podía haber sido una pregunta capciosa, pero más bien era así: la cúpula del Estado no tenía mucha información sobre la guerra sucia en plena Transición. En paralelo, el ministro de la Presidencia, José Manuel Otero Novas, alertaba a Alfonso Suárez de la resistencia de las organizaciones paramilitares contraterroristas a someterse al Gobierno y el temor a que se creara un Estado dentro del Estado. Suárez le decía que estaba en ello, intentando eliminar una que se conocía como Batallón Vasco Español.
Había de todo: aparatos parapoliciales, paramilitares, el Ejército, la ultraderecha, la extrema izquierda anarquista y comunista, el independentismo vasco, catalán y canario... Silenciada la mayoría de las veces o usada como espantapájaros, la violencia política se cobró unos 700 muertos entre 1975 y 1982, en unas 3.200 acciones conflictivas. ¿No influyó todo ello en los resultados políticos? Esa es la pregunta que plantea en La Transición española: el voto ignorado de las armas (Pasado & Presente) el historiador Xavier Casals. Y una de las primeras respuestas es de las que solo se dan en España: sí, el temor a una involución rebajó las expectativas de la reforma política y moderó la oposición, pero la desestabilización que buscaba la violencia acabó, mutatis mutandis, estabilizando el país.
“La violencia generó una gran paradoja: buscaba radicalizar la situación pero acabo alejando a los extremismos de uno y otro bando, los dejó fuera del proceso, por lo que se apostó por los partidos que daban estabilidad; y, por otro lado, los partidarios de la reforma exageraron esa realidad violenta para jugar a su favor, lo que facilitó la consolidación de Suárez”, resume Casals. Su trayectoria (es autor, entre otros títulos, de La tentación neofascista en España) y la bibliografía empleada ahora (más de 500 referencias y 133 páginas de notas) le llevan a afirmar que “la Transición tuvo un punto de azarosa, pero no hubo una teoría conspirativa, un gran diseño de todo desde las alcantarillas del Estado: cada episodio tuvo su dinámica propia”.

La matanza de Atocha

Quizá no hubo conspiración, pero lo parece: cada acción violenta acabó beneficiando el proceso democrático. 
El paradigma quizá fue, en el caso de la ultraderecha, la matanza de Atocha (1977), que solo aceleró lo que se quería impedir: la legalización del Partido Comunista de España. 
El carlismo quedó tocado y hundido con el episodio sangriento de Montejurra (mayo de 1976): se les vetó concurrir a las primeras elecciones de 1977 y llegaron muy afectados y divididos a las de 1979.
 El atentado anarquista en la sala Scala de Barcelona en 1978 aceleró la implosión del movimiento.
 Aquel mismo año, el intento de asesinato (con visos de ser orquestado desde el aparato policial del Estado) del líder del movimiento independentista canario, Antonio Cubillo, evitó que el proceso de autodeterminación de las islas saltara al panorama internacional de la ONU.
 El Grapo quedó bajo sospecha como “grupo raro” con el secuestro del político Antonio María de Oriol y el militar Emilio Villaescusa, pero más criminalizado y residual acabo el independentismo catalán violento, con los sangrientos secuestros del empresario Josep Maria Bultó (1977) y del exalcalde de Barcelona Joaquim Viola y su esposa (1978). 
El golpe de Estado del 23-F resultó también una vacuna contra la deriva pretoriana del Ejército: tras él aguantó sin más sobresaltos un Gobierno tan débil de la UCD como el de Calvo Sotelo, cuando hasta entonces el ruido de sables permanente más el golpismo de papel de la ultraderecha hacían irrespirable la situación, según Casals.
“Mayormente, son casualidades: el Gobierno no controlaba todo esto porque los hechos así lo demuestran, pero sí revela que había una autonomía importante de determinados aparatos del Estado, difíciles de perfilar y con elementos oscuros que permitieron desde extorsiones a atentados fabricados desde las entrañas del poder”, resume Casals, que lo achaca a “querer hacerse una Transición democrática manteniendo todo el antiguo aparato policial del Estado franquista”
. El paradigma de ello sería la figura del comisario Roberto Conesa, turbia estrella de la lucha antiterrorista de la época.
La traducción política de esa violencia puede incluso entreverse en la Constitución. Así, la actitud pretoriana del Ejército explicaría su presencia garante en los artículos 2 y 8.1 de la Ley Fundamental, mientras que ETA generó, en particular, el 55.2 (la suspensión de derechos fundamentales por temas de terrorismo).
 También parecen evidentes los réditos en lo económico: Canarias, Euskadi y Navarra, conflictiva cartografía durante la Transición, gozan hoy de un trato fiscal distinto, y se deja una puerta abierta a la unión entre Navarra y el País Vasco, que contrasta con el cerrojo para Cataluña, Valencia y Baleares, como constata el artículo 145.1. “No se puede documentar una causa-efecto, pero sin duda abre una reflexión sobre el peso del voto violento”, cree Casals.

Son muchos los aspectos a estudiar porque la violencia en la Transición ha quedado un poco en la cuneta historiográfica.
 “La Transición tiene su mito fundacional en la propia Transición, por lo que no puede darse protagonismo a la violencia: como tal mito, ha de ser ejemplar y exportable”. Hay hoy más documentación, pero aun así falta “poder acceder a archivos de los Servicios de Información del Estado o recuperar papeles como el sumario sobre Montejurra, perdido, o tener una buena biografía de Conesa”.
Acabadas las 800 páginas del libro, uno no sabe qué vertiente refuerza de la actual discusión sobre si la Transición fue la única posible o un lamentable pacto a la baja.
 “¿Cómo se podía hacer una ruptura democrática teniendo un Ejército que ya en 1971 tenía planes secretos para tomar el poder y frenar la subversión?
 Creo que el resultado fue francamente estimable; visto lo visto, la Transición salió bien de precio”.


 

Marylin Monroe en cinco películas

Pequeña muestra de los filmes de la actriz, de cuya muerte se cumplen hoy 54 años.


Norma Jeane Baker nació el 1 de junio de 1926 en Los Ángeles 
. A los 25 años se convirtió para siempre en Marylin Monroe, icono inolvidable del Hollywood dorado.
 Vivió tan deprisa como intensamente, y tras una meteórica carrera que dejó tras de sí una extensa filmografía, seguida de un descenso a los infiernos de la depresión y los altibajos emocionales, murió el 5 de agosto de 1962 en su casa de Brentwood (California) por una sobredosis de somníferos, a los que era adicta. Tenía 36 años.
Su triste final no ha emborronado su legado en la historia del cine. En el 54 aniversario de su muerte, repasamos algunas de las películas más recordadas de su carrera.