Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

5 jul 2016

Cartas que daban la vida..................................................Manuel Morales

Un estudio rastrea la correspondencia que se cruzaron los presos del franquismo y sus familias.

“Es en las cartas donde se existe, mucho más que se existió en la vida, porque en ellas se sobrevive”.
 Quien escribió esto lo sabía por propia experiencia, el poeta Pedro Salinas, miembro de la Generación del 27, que se exilió a EE UU por la Guerra Civil
. De lo que para los españoles encarcelados desde 1936 y durante el franquismo supuso escribir y recibir cartas de sus seres queridos —ya fuese para pedir comida o ropa, o como despedida para siempre—, se ocupa el minucioso estudio Cartas presas (editorial Marcial Pons), de la doctora en Historia Verónica Sierra Blas.
Preso escribiendo en un cuaderno en la prisión de Carabanchel (Madrid), 1944, dibujo de José Manaut Viglietti.
Esta profesora de la Universidad de Alcalá ha manejado miles de misivas que halló en archivos públicos y personales: epistolarios, autobiografías y diarios, tanto publicados como inéditos.
 De ellas analizó unas 1.500 de hombres y mujeres, mayores y jóvenes, analfabetos o cultos, que querían "combatir su soledad y preguntar a su pareja cómo estaba, cómo crecían los hijos y si se ocupaban de la casa", dice esta historiadora especializada en las comunicaciones escritas en la Edad Contemporánea.
 "Muchos historiadores, tradicionalmente, no han tenido en cuenta este tipo de documentos por su subjetividad. 
Yo creo, sin embargo, que tienen gran valor porque permiten construir la historia de los hombres y mujeres corrientes".
Tras la Guerra Civil, con la represión dentro y fuera de las prisiones, se creó "una comunidad carcelaria que abarcaba también a los familiares". 
"Las madres tenían que adoptar el rol paterno y trabajar fuera, y ocuparse de los trámites para intentar sacar a sus maridos de la cárcel. 
Yo las llamo las secretarias de las penas", explica Sierra (Guadalajara, 1978). Para poder empezar a escribir, los presos afrontaban una dificultad básica: las materiales, como conseguir papel y lápiz. Cartas presas recuerda que se utilizaron páginas arrancadas de libros y periódicos, trozos de cartones, papel higiénico, telas…
El siguiente paso para los que sabían leer y escribir —los iletrados tenían que recurrir a compañeros o a personal de la prisión— era esquivar la censura. “No había una legislación clara, y cada director de prisión actuaba según la situación de su centro.
 La censura decidía cuándo se podía escribir; los temas, que eran el estado de salud y poco más, y el formato". 
Sobre este último aspecto, subraya que, "en un 80%, la correspondencia carcelaria eran tarjetas postales que el preso o su familia compraban en el economato de la prisión".
 "La vigilancia era férrea, se censuraban muchas cartas, pero a ello se oponía la inventiva de los encarcelados, sobre todo a la hora de esconder las misivas".

“Es en las cartas donde se existe, mucho más que se existió en la vida, porque en ellas se sobrevive”. Quien escribió esto lo sabía por propia experiencia, el poeta Pedro Salinas, miembro de la Generación del 27, que se exilió a EE UU por la Guerra Civil. De lo que para los españoles encarcelados desde 1936 y durante el franquismo supuso escribir y recibir cartas de sus seres queridos —ya fuese para pedir comida o ropa, o como despedida para siempre—, se ocupa el minucioso estudio Cartas presas (editorial Marcial Pons), de la doctora en Historia Verónica Sierra Blas.
Preso escribiendo en un cuaderno en la prisión de Carabanchel (Madrid), 1944, dibujo de José Manaut Viglietti.
Esta profesora de la Universidad de Alcalá ha manejado miles de misivas que halló en archivos públicos y personales: epistolarios, autobiografías y diarios, tanto publicados como inéditos. De ellas analizó unas 1.500 de hombres y mujeres, mayores y jóvenes, analfabetos o cultos, que querían "combatir su soledad y preguntar a su pareja cómo estaba, cómo crecían los hijos y si se ocupaban de la casa", dice esta historiadora especializada en las comunicaciones escritas en la Edad Contemporánea. "Muchos historiadores, tradicionalmente, no han tenido en cuenta este tipo de documentos por su subjetividad. Yo creo, sin embargo, que tienen gran valor porque permiten construir la historia de los hombres y mujeres corrientes".
Tras la Guerra Civil, con la represión dentro y fuera de las prisiones, se creó "una comunidad carcelaria que abarcaba también a los familiares". "Las madres tenían que adoptar el rol paterno y trabajar fuera, y ocuparse de los trámites para intentar sacar a sus maridos de la cárcel. Yo las llamo las secretarias de las penas", explica Sierra (Guadalajara, 1978). Para poder empezar a escribir, los presos afrontaban una dificultad básica: las materiales, como conseguir papel y lápiz. Cartas presas recuerda que se utilizaron páginas arrancadas de libros y periódicos, trozos de cartones, papel higiénico, telas…
El siguiente paso para los que sabían leer y escribir —los iletrados tenían que recurrir a compañeros o a personal de la prisión— era esquivar la censura.
“No había una legislación clara, y cada director de prisión actuaba según la situación de su centro. La censura decidía cuándo se podía escribir; los temas, que eran el estado de salud y poco más, y el formato". Sobre este último aspecto, subraya que, "en un 80%, la correspondencia carcelaria eran tarjetas postales que el preso o su familia compraban en el economato de la prisión".
 "La vigilancia era férrea, se censuraban muchas cartas, pero a ello se oponía la inventiva de los encarcelados, sobre todo a la hora de esconder las misivas".

Ansiedad y equívocos

De los muchos ejemplos que recoge Sierra, hay uno que demuestra la ansiedad con que se leían aquellas cartas, lo que daba lugar a equívocos: una toledana y dos de sus hijas estaban en la prisión de Amorebieta (Vizcaya), cuando recibieron una carta de su hijo pequeño cuya primera página acababa con la frase "padre ha muerto"
. La mujer arrugó la carta y se desesperó, pensando en sus pequeños huérfanos.
 Cuando recobró algo de calma, sus compañeras le  animaron a que terminara la lectura, y al doblar la carta seguía: "Padre ha muerto un cerdo de catorce arrobas, hemos hecho la matanza…".
Tarjeta postal ilustrada del preso Marcelino Díez López a su mujer, Melchora Muñoz, desde la prisión de  Figueirido (Pontevedra), agosto de 1939.
El estudio de Sierra se centra de 1939 a 1950, "los de mayor terror de la dictadura", aunque también incluye ejemplos de encarcelados por la República. 
Dedica un capítulo a las cartas de petición o súplica. "Eran las que rompían la intimidad porque entraban en lo público: se solicitaba atención médica, otras eran pliegos de descargo, o se pedía una reducción de condena o el indulto".
 Todas con un lenguaje de formulismos de respeto y deferencia al destinatario (“Muy señor mío y de toda consideración más distinguida”).
 De esa panoplia sobresalen las mandadas a Franco suplicando clemencia.
 Llegaron cientos, y también a su mujer y a su hija, como la de una niña de 12 años cuyo padre estaba sentenciado a muerte: “[…]el fin de rogarle, encarecidamente, interceda cerca de su papá, que todo lo puede, para que indulte al mío". 

  La historiadora Verónica Sierra, en el museo de la Imprenta de Madrid.









"De vacaciones entre nata y buñuelos"

Para evitar la censura en las cartas que los presos del franquismo enviaban a sus familias, lo mejor era no escribir algo que pudiera molestar a las autoridades de la prisión, pero hubo quien optó por mentir a sus hijos para que no sufrieran.
 El preso Josep Fortuny Torrens, encarcelado en León, hizo creer a  su pequeño Pedro que estaba de vacaciones en un pueblo donde había "muchos dulces, plátanos, nata, churros, buñuelos y otros artículos de tu específico paladar".
"Si alguna vez puedo ya te mandaré un paquete".

 

La sonda espacial ‘Juno’ llega a Júpiter tras cinco años de viaje

La nave de la NASA ya orbita alrededor del planeta más grande del Sistema Solar.

Sonda espacial ‘Juno’.  El País Vídeo/ NASA
La sonda Juno de la NASA, la nave impulsada por energía solar que ha viajado más lejos en el espacio, ha llegado este martes tras cinco años de viaje a la órbita de Júpiter, el planeta más grande del Sistema Solar, a la que dará 37 vueltas antes de estrellarse contra su superficie.
— NASA (@NASA) 5 de julio de 2016
Juno, lanzada el 5 de agosto de 2011, se incorporó a la órbita del planeta hacia las 23:54 del lunes en la costa este de EE UU (03:54 GMT del martes), como estaba previsto, según informó la agencia espacial estadounidense (NASA).

Juno mirará bajo las nubes que ocultan los secretos de Júpiter
Desde 1973, Júpiter ya ha recibido la visita de nueve sondas, aunque solo una, Galileo, se quedó en su órbita. En los 70, Pioneer 10 y Pioneer 11 aprovecharon el tirón gravitatorio del planeta gigante para tomar velocidad y ahorrar combustible en su viaje hacia los confines del Sistema Solar, algo parecido a lo que hicieron Voyager 1 y 2.
 De pasada, descubrieron su potente magnetosfera, los anillos que rodean el planeta y la actividad volcánica de su luna Io o la presencia de agua helada sobre Europa.
 Entre 1995 y 2003, Galileo recogió una gran cantidad de información sobre todo el sistema jupiterino y llegó incluso a fotografiar el impacto del cometa Shoemaker-Levy 9 contra su superficie.
 Más recientemente, Cassini, destinada a Saturno, y la sonda New Horizons, dirigida a Plutón, también han visitado Júpiter y han acumulado más información sobre el planeta gigante.
 Sin embargo, aún quedan misterios que resolver sobre el cuerpo más influyente de nuestro sistema planetario después del Sol.

¿Qué pasa debajo de su atmósfera?

Juno recibe su nombre de la mitología romana donde era la esposa y hermana de Júpiter
. En una ocasión, el dios se había encaprichado de una ninfa, Io, y envolvió la Tierra con nubes espesas para que su mujer no pueda ver su infidelidad desde el Olimpo. Juno, sin embargo, no se dejó engañar y levantó el velo para descubrir el engaño
. Algo así es lo que hará la sonda que acaba de llegar al planeta gigante.
 Las espesas nubes de gas ocultan la parte interior de la atmósfera, su composición, su temperatura o como se mueve debajo de la capa superficial.
 El gran tamaño de Júpiter y su fuerza gravitatoria le han permitido conservar una composición similar a la de sus orígenes.
 Debajo del manto de este planeta se puede contemplar la historia del Sistema Solar.

¿Cuánta agua contiene?

Uno de los elementos más interesantes de la atmósfera de Júpiter es el agua.
 Por un lado, conocer la cantidad de agua que contiene permitirá saber si se formó en la misma posición del Sistema Solar donde se encuentra ahora o si lo hizo en otro lugar.
 Este conocimiento es importante también para entender la historia de otros planetas.
 Algunas teorías indican que los movimientos del planeta gigante pudieron barrer y recolocar otros planetas menores durante los primeros años de evolución del sistema planetario, y el análisis del agua en su atmósfera servirá para comprender aquellos movimientos.
 Otro de los aspectos interesantes es que la cantidad de agua hallada en Júpiter puede dar una idea de la que pudo haber durante la formación del Sistema Solar.
Esos datos servirían de referencia para deducir de dónde pudo llegar el agua que permitió la aparición de la vida en la Tierra.

 

4 jul 2016

Y si volvemos a algo efímero?





















No has entendido nada: edición musical..................................................................Diego Cuevas

Madonna like a virgin. Imagen: Warner Bros.
Madonna like a virgin. Imagen: Warner Bros.
Un grupo de trajeados caballeros —y un disidente en chándal— se reunía alrededor de la mesa de una cafetería para hablar de pollas grandes y su relación con la tonadilla pop. 
El señor Marrón afirmaba ante sus contertulios que el «Like a Virgin» de Madonna era una oda a los penes descomunales, o el relato de como una chica se topaba con un amante que compartía herencia genética con los caballos y acababa evocando una juventud donde tenía los interiores más estrechos. 
 Aquel señor Marrón y el recuento de pitos («Dick, dick, dick, dick, dick, dick. How many dicks is that? A lot») que arrastraba su verborrea era la presentación en sociedad de un desconocido Quentin Tarantino con una Reservoir Dogs donde ejercía de actor, guionista y director.
 Y aquel diálogo inicial atrapaba firmemente al público con el truco de reinventar de manera divertida el significado de un elemento pop universalmente famoso.
 La del señor Marrón era una lectura simpática pero fantasiosa, porque Billy Steinberg y Tom Kelly, letristas originales de «Like a Virgin», lo que pretendían era hablar sobre una relación amorosa tan emocionalmente profunda como para hacer sentir al implicado que era algo novedoso.
 Madonna agarró a Tarantino en una fiesta y le regaló el álbum Erotica con un mensaje escrito a mano en su portada: «Quentin, trata sobre el amor, no sobre pollas».
La conversación sobre la rigidez vaginal de Madonna funcionaba porque se basaba algo tan común como el no acabar de interpretar con certeza lo que trata de decir un artista. 
Una situación que en el medio musical, un mundo abonado con letras crípticas y licencias poéticas rendidas a encajar en una melodía, se convertía en un terreno plagado de neblinas.
 Al fin y al cabo Duran Duran escribió una canción sobre la industria discográfica y todo el mundo interpretó que estaban cantando sobre penes. 
La propia banda reconocería que titular al tema «Big Thing» e incluir estrofas que hablaban sobre la fricción probablemente no había ayudado mucho.
De amores
El exitoso «Where the Wild Roses Grow» que interpretaban a medias Nick Cave y Kylie Minogue a menudo era observado como una hermosa y romántica balada para bailar arrimados, acaramelados y a paso lento. 
Algo curioso al tratarse de un tema inspirado en una canción tradicional sobre un psicópata que asesinaba a la antojada, pero también al pertenecer el corte a un disco llamado Murder Ballads y llegar acompañado de un excepcional videoclip que mostraba a Cave lavándose sangre de las manos en el río donde flotaba el cadáver de una recién asesinada con cara de Minogue en stand-by. La «Jeanny» que cantaba Falco también se malinterpretaba como una carta de amor cuando en realidad describía a un abusador sexual y asesino persiguiendo a su víctima, y exactamente lo mismo ocurría con el «Sexy Type Thing» de Stone Temple Pilots que tenía poco de sexy y mucho de escarbar en la cabeza de un violador.
 El «Dance Me to the End of Love» de Leonard Cohen vestía apariencia de apasionada canción de amor, pero según el propio Cohen trataba sobre el Holocausto y la inspiración le había asaltado al leer que en algunos campos de concentración obligaban a un cuarteto de cuerda a tocar temas clásicos junto a los crematorios mientras las los prisioneros eran incinerados.
Leonard Cohen sonriendo. Imagen: Cordon.
Leonard Cohen sonriendo. Foto: Rama (CC).
El «Every Breath You Take» que Sting entonaba en The Police se suponía una tierna balada cuando en realidad era una historia tenebrosa sobre un acosador espiando todos los movimientos de la persona que deseaba, y lo cierto es que hasta el mismo álbum que contenía la canción (Synchronicity) resultaba inusualmente oscuro para ser un producto pop con la radio como ecosistema natural. «Crash Into Me» de David Matthews Band parecía una pieza romántica pero narraba las fantasías de un pervertido voyeur acechando a una mujer a través de la ventana. «I Will Possess Your Heart» de Death Cab for Cutie también disfrazaba como canción romántica la historia de otro stalker
El estribillo de «You’re Gorgeous» de Babybird (You’re gorgeous I’d do anything for you) lograba que muchos pasasen por alto que el que lanzaba piropos era un fotógrafo que trataba a las mujeres como objetos.
 Sarah McLachlan le daría la vuelta al tema de los acosadores psicópatas al escribir «Possession», una historia cuyos versos narraban una relación de acoso desde el punto de vista de un fan obsesionado con la cantante
. Lo inusual es que estaba basada en hechos reales y acabó acarreando consecuencias delirantes: en 1994 un seguidor de la cantante llamado Uwe Vandrei la denunció solicitando un porcentaje de loas regalías generadas por el tema al asegurar que McLachlan había utilizado en la letra extractos de las cartas que él mismo le enviaba. 
Vandrei también declararía que estaba como una puta cabra, vivía obsesionado con la artista y la perseguía a escondidas.
El juicio contra la cantante comenzó a retrasarse, en parte para mantener la seguridad de la propia McLachlan, que ahora tenía a un zumbado declarado detrás de ella, pero el fan fatal se suicidaría antes de pisar tribunales.
 A pesar de todo esto, cuando la audiencia escucha «Possession» suele interpretar que el narrador es una mujer, que de ese modo los hechos son menos graves y que en realidad todo es una exaltación del amor.
Johnny Rzeznik de Goo Goo Dolls explicaba que su éxito «Slide» narraba un embarazo accidental entre adolescentes y giraba en torno al aborto y mientras tanto el resto del planeta percibía una canción romántica.
 Conociendo el significado real del tema lo más incómodo acabó siendo descubrir que el propio grupo interpretaría una versión mutante, retitulada «Pride», en el mismísimo Barrio Sésamo a la vera de Elmo.
Otro de los equívocos clásicos suele ser el confundir a qué coño (no literal) le canta el artista.
 Pocos parecían entender que en «Me and my Girlfriend» de Tupac la novia era una pistola, que los Beatles no le cantaban aquello de «Got to Get You into my Life» a una persona sino a la marihuana o que aquel príncipe al que Placebo se refería en «My Sweet Prince» era la heroína.
 Billy Joel dedicaba el odio vertido en «Laura» a un familiar insoportable y no a una exnovia, como era creencia popular. En algunos casos ni siquiera el autor lo dejaba claro: Kurt Cobain aseguraba que «Heart Shaped Box» había sido inspirado por anuncios con niños con cáncer, pero el resto del mundo opinaba que la canción hablaba exclusivamente de Courtney Love.
 Según la propia Courtney Love la canción estaba dedicada a su coño (literal), y eso mismo recordó a Lana del Rey de manera pública cuando esta última hizo una versión del tema.
 The Kinks se merecen una mención de honor porque su exquisita «Lola» sonaba en los oídos pocos familiarizados con el inglés como una canción dulce en honor a una dama llamada Lola, pero en realidad detallaba el encuentro entre un jovenzuelo y un travesti en una disco del Soho londinense.

 La banda R.E.M. no ocultaban su incomodidad cuando descubrieron que «The One I Love» provocaba arrumacos y cariñitos entre la audiencia. 
A Peter Buck aquello le producía escalofríos porque el objetivo de la canción no era precisamente ensalzar el amor y mucha gente parecía no escuchar más allá del primer verso, algo que era todo un logro porque la letra solamente tiene tres versos junto a un estribillo y no resulta demasiado difícil darse cuenta de que Michael Stipe no está cantando al amor sino a una manipulación diabólica del mismo. 
El propio Stipe la definía como «Increiblemente violenta, brutal y horrible […] Está bastante claro que habla sobre utilizar a la gente una y otra vez», pero tras unos cuantos años en los que las ondas de radio contemplaron cómo centenares de personas se la dedicaban a sus amores el cantante dejó de preocuparse:
 «Siempre he sentido que mi trabajo está muy abierto a la interpretación personal.
 Así que probablemente es mejor que a día de hoy la gente crea que se trata de una canción de amor».
 A Buck entretanto las parejas se le acercaban mucho para decirle que aquella era su canción y él contestaba con un «¿ESO es tu canción?». 
Whitney Houston. Imagen: RCA.
Whitney Houston. Imagen: RCA.
El desamor era otro de los malentendidos habituales: el clásico «You Are my Sunshine» de Jimmie Davis, aquel tema que llegó a ser canción oficial del estado de Luisiana, en realidad hablaba de un miserable abandonado por la pareja amada.
 El célebre «Hey ya!» de OutKast parecía tan alegre y animado —parte de la culpa la tenía aquel videoclip con André 3000 multiplicado que casi nadie se paraba a escuchar una letra que hablaba de una relación extinguiéndose.
 El «I Will Always Love You» de Dolly Parton que Whitney Houston versionó para su guardaespaldas no era una declaración de amor sino el anuncio de una ruptura.
 El hecho de que un puñado de fans de U2 hicieran sonar «One» durante sus bodas era algo que a Bono le chirriaba bastante: la canción era una conversación amarga entre dos personas irreconciliables.
El apunte más chalado es el de Bonnie Tyler y el imperecedero «Total Eclipse of the Heart», una balada que funciona como una bomba a la hora de atronar karaokes y como un imán en el momento de contaminar pistas de baile en reuniones de exalumnos. La auténtica autoría de los versos corresponde a Jim Steinman, un cocinero de hits que había escrito letras para Meat Loaf, Celine Dion, The Sisters of Mercy o Boyzone.
 El caso es que a la hora de enfrentarse a lo de parir una canción de amor para Tyler el trovador se acordó de que tenía guardado al fondo del cajón algo mucho mejor: una canción de amor entre vampiros: «Su título original era “Vampires in Love”, porque yo estaba trabajando en un musical sobre Nosferatu. 
Si se escucha la letra se descubre que las frases corresponden a un vampiro.
 Trata de la oscuridad, de su poder y del amor en las tinieblas».


John Lennon a la derecha de La Culpa de Todo.
John Lennon a la derecha de La Culpa de Todo. Foto: ANEFO (DP)

No has entendido nada
Janis Joplin escribió «Mercedes Benz» como un canto en contra del consumismo.
 Y años más tarde Mercedes Benz utilizaría la canción para vender coches.
 El «Material Girl» de Madonna estaba pintado con ironía de la de verdad, no la de una bio de Twitter. El «Safety Dance» de Men Without Hats, contra todo pronóstico, no iba sobre una guerra o sexo seguro como se presuponía, sino sobre bailar haciendo el idiota. 
 The Vapors negaron infinitas veces la leyenda urbana que aseguraba que «Turning Japanese» trababa sobre la masturbación y su posterior orgasmo con ojos achinados. «Today» de The Smashing Pumpkins contenía la frase «Today is the greatest day I’ve ever known» y muchos creían que aquel era un buen día para Billy Corgan cuando en realidad estaba cantando sobre el suicidio. «Live in the Fast Lane» de los Eagles acabó usándose como bandera de la vida loca que la propia canción condenaba. 
El ganador por incomprensión total podría ser el pegajoso «The Riddle» de Nik Kershaw, un tema cuya letra ni siquiera tenía sentido para el autor: la insertó en la melodía por rellenar con algo y ahí quedó el asunto. «Losing My Religion» de R.E.M. no iba tanto de sentimientos religiosos como de corazones rotos.
 Se dice que a Joe Strummer, de The Clash, casi le da algo al enterarse de que una bomba de la guerra del golfo llevaba escrito un rock the casbah, el título de su más famosa canción antimilitar.
No dejabas de mirar, estabas sola completamente bella y sensual, algo me arrastró hacia ti como una ola y fui y te dije hola, qué tal. Esa noche entre tus brazos caí en la trampa cazaste al aprendiz de seductor y me diste de comer sobre tu palma haciéndome tu humilde servidor. Amiga, hay que ver cómo es el amor que envuelve a quien lo toma gavilán o paloma. Pobre tonto ingenuo charlatán, que fui paloma por querer ser gavilán. Fui bajando la cremallera de tu vestido y tú no me dejaste ni hablar, solamente suspirabas te necesito, abrázame más fuerte, más… al mirarte me sentí desengañado solo me dio frio tu calor lentamente te solté de entre mis brazos y dije: estate quieta por favor.