Según la prensa francesa, la pareja firmó un acuerdo por el cual ella debía permanecer junto a él cinco años y dar un heredero al Principado.
Alberto y Charlene de Mónaco
cumplen este viernes cinco años de un peculiar matrimonio cuestionado
desde antes de que se celebrara.
Las continuas ausencias de la princesa de la vida oficial del Principado y de la vida familiar de los Grimaldi no hacen más que alimentar las noticias de que la pareja se mueve más por un acuerdo de despacho que por amor.
Ya cuando se casaron, la prensa francesa publicó que Charlene había firmado un documento prematrimonial según el cual se comprometía a pasar cinco años al lado de Alberto ejerciendo como esposa y primera dama y a darle un heredero en este plazo.
El tiempo se ha cumplido y el Principado tiene dos herederos.
Ahora Charlene quedaría libre si lo que desea es retomar su libertad o si por el contrario, o si como apuntan algunos medios, seguirá siendo esposa de Alberto pero haciendo su propia vida.
Hace ahora un año, Charlene concedió una entrevista para acallar los rumores de crisis
. Aseguró que todo iba bien en su hogar, que es una princesa moderna: “No quiero ser la imagen de un cuento de hadas”
. Y añadió: “Mi única ambición es ser eficaz para aquellos que lo necesitan. Quiero ayudar. Mi esposo y yo compartimos los mismos valores sobre cuestiones humanitarias, el medio ambiente, la educación de los niños.
Somos dos apasionado de la vida, el mundo y la gente. Esta es la misión que hemos elegido”.
Pero lo cierto es que en este tiempo sus ausencias han aumentado y la
crisis familiar de los Grimaldi también.
Charlene y Carolina de Mónaco ya no ocultan tampoco sus diferencias.
Cuando se celebró el Gran Premio de Fórmula 1 en Montecarlo, Charlene acompañó a su esposo y Carolina se ausentó siendo esta una habitual de la cita.
La semana pasada, en el Gran Premio de Saltos de Obstáculos, sucedió lo contrario. Carolina acudió con sus hijos a entregar los premios y Charlene no estuvo presente
. Alberto acompañó a su hermana y sus sobrinos.
Y es que desde que se casó con Alberto de Mónaco, Charlene se ha convertido en una princesa con códigos propios, alejados del protocolo que se les supone a las personas de su condición.
Por todo ello, su matrimonio está permanentemente bajo sospecha.
Las continuas ausencias de la princesa de la vida oficial del Principado y de la vida familiar de los Grimaldi no hacen más que alimentar las noticias de que la pareja se mueve más por un acuerdo de despacho que por amor.
Ya cuando se casaron, la prensa francesa publicó que Charlene había firmado un documento prematrimonial según el cual se comprometía a pasar cinco años al lado de Alberto ejerciendo como esposa y primera dama y a darle un heredero en este plazo.
El tiempo se ha cumplido y el Principado tiene dos herederos.
Ahora Charlene quedaría libre si lo que desea es retomar su libertad o si por el contrario, o si como apuntan algunos medios, seguirá siendo esposa de Alberto pero haciendo su propia vida.
Hace ahora un año, Charlene concedió una entrevista para acallar los rumores de crisis
. Aseguró que todo iba bien en su hogar, que es una princesa moderna: “No quiero ser la imagen de un cuento de hadas”
. Y añadió: “Mi única ambición es ser eficaz para aquellos que lo necesitan. Quiero ayudar. Mi esposo y yo compartimos los mismos valores sobre cuestiones humanitarias, el medio ambiente, la educación de los niños.
Somos dos apasionado de la vida, el mundo y la gente. Esta es la misión que hemos elegido”.
Charlene y Carolina de Mónaco ya no ocultan tampoco sus diferencias.
Cuando se celebró el Gran Premio de Fórmula 1 en Montecarlo, Charlene acompañó a su esposo y Carolina se ausentó siendo esta una habitual de la cita.
La semana pasada, en el Gran Premio de Saltos de Obstáculos, sucedió lo contrario. Carolina acudió con sus hijos a entregar los premios y Charlene no estuvo presente
. Alberto acompañó a su hermana y sus sobrinos.
Y es que desde que se casó con Alberto de Mónaco, Charlene se ha convertido en una princesa con códigos propios, alejados del protocolo que se les supone a las personas de su condición.
Por todo ello, su matrimonio está permanentemente bajo sospecha.