¿Por qué suceden todas estas atrocidades contra las mujeres en el
planeta? La respuesta es simple: porque no se toman en serio este lento,
silencioso genocidio.
26 jun 2016
LA ZONA FANTASMA. 26 de junio de 2016. ‘Lo contraproducente’......................................Javier Marias
Aparte de resultarme estomagantes, siempre he desconfiado de los cursis,
lo mismo que de los melodramáticos, los histéricos, los quejumbrosos.
Por frívolo que suene en esta época plagada de injusticias, el estilo cuenta e influye
. Desde que hace mucho volvieron a proliferar los mendigos, uno se ve abordado por tantos en cualquier trayecto que no le queda sino “elegir” a cuáles ayuda, ya que a todos sería imposible.
Me doy cuenta de que no me acabo de creer a los más chillones y exagerados, a los que están de rodillas o tirados, entonando una letanía de desdichas de forma machacona.
Lejos de mí suponer que mienten, pero sus aparatosas escenificaciones me son contraproducentes, y me siento más inclinado a rascarme el bolsillo ante aquellos más pudorosos y sobrios, los que conservan un ápice de entereza o de picardía en medio de su infortunio.
De hecho me conmueven más los que no se esfuerzan por lograrlo que los aspaventeros que proclaman su desesperación.
Otro tanto sucede con las imágenes de los refugiados por toda Europa: los hay muy dignos y pacientes, que piden con tono y gesto serenos, y sus miradas ensimismadas y tristes apelan a nuestra compasión con mayor eficacia (sigo hablando por mí) que los desgarrados aullidos de otros, que los arrebatados y exhibicionistas.
No digo que éstos no padezcan, claro, pero, al no tener reparo en explotar su padecimiento, consiguen que, aun siendo verdadero, parezca falso, una suerte de representación
. En suma, cuanto más grita alguien “Ay ay ay qué dolor”, más tiende uno a pensar, quizá injustamente: “Ya será para menos”.
Tengo observado que los cursis no sólo resultan empalagosos, sino que con frecuencia esconden a individuos aviesos, sin apenas escrúpulos
. En el articulismo es muy detectable.
Los prosistas capaces de las más lacrimosas ñoñerías suelen ser también los que se muestran más soeces, mezquinos y zafios, según les pille el día.
A veces alcanzan una inverosímil mezcla de las dos cosas, grosería y edulcoramiento
. Son los que escriben necrológicas dirigiéndose al muerto, más ocupados en que se vea lo destrozados que están ellos que en hacer el elogio del fallecido
. O bien en relatar cuánto los apreciaba el difunto de turno
(“Me dio un premio”, “Me felicitó por mi obra”, cosas así).
Hoy hay elecciones, y una posible manera de orientarse a la hora de votar, más allá de las ideologías, es fijarse en los estilos, en esa cursilería y ese dramatismo de los que vengo hablando, en la falta de sobriedad.
Creo que Rajoy y su partido aprendieron hace ya años la lección de lo contraproducente, cuando el aún Presidente imaginó a una tierna niña a la que deseaba toda suerte de males (los que él trajo en cuanto tuvo el poder), y eso se le volvió en contra con gran virulencia.
Todavía no han aprendido esa lección, en cambio, los representantes de Unidos Podemos, a los que no se les ha ocurrido otra ñoñez que poner en su logo un corazonzuelo con colorines, hablar de “sonrisas” y decir que “nosotros nos tocamos mucho, nos queremos” (¡aargg!, como se leía en los antiguos tebeos)
. Claro que todo esto poco tiene de sorprendente si se recuerda el texto de su gran mentor Monedero ante la agonía de Hugo Chávez: “He amanecido con un Orinoco triste paseándose por mis ojos”.
No quiero sacar conclusiones, y siempre hay excepción a la regla, pero la experiencia me ha enseñado que las personas capaces de expresarse tan impúdicamente (“Mírenme qué sensible y poético soy, mírenme cómo lloro y me estremezco y vibro”) a menudo también lo son de la más absoluta falta de piedad.
La niña de Rajoy y los Orinocos de Monedero son dos caras de la misma moneda, a mi parecer. Y, siento decirlo, pero al oír o leer estas sensiblerías, no puedo nunca dejar de acordarme del monólogo del futuro Ricardo III en Enrique VI de Shakespeare, sobre todo de los siguientes fragmentos:
“Vaya si sé sonreír, y asesinar mientras sonrío; y lanzar ¡bravos! a lo que aflige mi corazón; y humedecer mis mejillas con lágrimas artificiales. Ahogaré a más marinos que la Sirena; mataré a más mirones que el basilisco; engañaré con más astucia que Ulises.
A mi lado le faltan colores al camaleón, y el criminal Maquiavelo es un aprendiz. Y si sé hacer todo esto, ¡quia!, ¿cómo no voy a arrancar una corona?”
Por frívolo que suene en esta época plagada de injusticias, el estilo cuenta e influye
. Desde que hace mucho volvieron a proliferar los mendigos, uno se ve abordado por tantos en cualquier trayecto que no le queda sino “elegir” a cuáles ayuda, ya que a todos sería imposible.
Me doy cuenta de que no me acabo de creer a los más chillones y exagerados, a los que están de rodillas o tirados, entonando una letanía de desdichas de forma machacona.
Lejos de mí suponer que mienten, pero sus aparatosas escenificaciones me son contraproducentes, y me siento más inclinado a rascarme el bolsillo ante aquellos más pudorosos y sobrios, los que conservan un ápice de entereza o de picardía en medio de su infortunio.
De hecho me conmueven más los que no se esfuerzan por lograrlo que los aspaventeros que proclaman su desesperación.
Otro tanto sucede con las imágenes de los refugiados por toda Europa: los hay muy dignos y pacientes, que piden con tono y gesto serenos, y sus miradas ensimismadas y tristes apelan a nuestra compasión con mayor eficacia (sigo hablando por mí) que los desgarrados aullidos de otros, que los arrebatados y exhibicionistas.
No digo que éstos no padezcan, claro, pero, al no tener reparo en explotar su padecimiento, consiguen que, aun siendo verdadero, parezca falso, una suerte de representación
. En suma, cuanto más grita alguien “Ay ay ay qué dolor”, más tiende uno a pensar, quizá injustamente: “Ya será para menos”.
Tengo observado que los cursis no sólo resultan empalagosos, sino que con frecuencia esconden a individuos aviesos, sin apenas escrúpulos
. En el articulismo es muy detectable.
Los prosistas capaces de las más lacrimosas ñoñerías suelen ser también los que se muestran más soeces, mezquinos y zafios, según les pille el día.
A veces alcanzan una inverosímil mezcla de las dos cosas, grosería y edulcoramiento
. Son los que escriben necrológicas dirigiéndose al muerto, más ocupados en que se vea lo destrozados que están ellos que en hacer el elogio del fallecido
. O bien en relatar cuánto los apreciaba el difunto de turno
(“Me dio un premio”, “Me felicitó por mi obra”, cosas así).
Hoy hay elecciones, y una posible manera de orientarse a la hora de votar, más allá de las ideologías, es fijarse en los estilos, en esa cursilería y ese dramatismo de los que vengo hablando, en la falta de sobriedad.
Creo que Rajoy y su partido aprendieron hace ya años la lección de lo contraproducente, cuando el aún Presidente imaginó a una tierna niña a la que deseaba toda suerte de males (los que él trajo en cuanto tuvo el poder), y eso se le volvió en contra con gran virulencia.
Todavía no han aprendido esa lección, en cambio, los representantes de Unidos Podemos, a los que no se les ha ocurrido otra ñoñez que poner en su logo un corazonzuelo con colorines, hablar de “sonrisas” y decir que “nosotros nos tocamos mucho, nos queremos” (¡aargg!, como se leía en los antiguos tebeos)
. Claro que todo esto poco tiene de sorprendente si se recuerda el texto de su gran mentor Monedero ante la agonía de Hugo Chávez: “He amanecido con un Orinoco triste paseándose por mis ojos”.
No quiero sacar conclusiones, y siempre hay excepción a la regla, pero la experiencia me ha enseñado que las personas capaces de expresarse tan impúdicamente (“Mírenme qué sensible y poético soy, mírenme cómo lloro y me estremezco y vibro”) a menudo también lo son de la más absoluta falta de piedad.
La niña de Rajoy y los Orinocos de Monedero son dos caras de la misma moneda, a mi parecer. Y, siento decirlo, pero al oír o leer estas sensiblerías, no puedo nunca dejar de acordarme del monólogo del futuro Ricardo III en Enrique VI de Shakespeare, sobre todo de los siguientes fragmentos:
“Vaya si sé sonreír, y asesinar mientras sonrío; y lanzar ¡bravos! a lo que aflige mi corazón; y humedecer mis mejillas con lágrimas artificiales. Ahogaré a más marinos que la Sirena; mataré a más mirones que el basilisco; engañaré con más astucia que Ulises.
A mi lado le faltan colores al camaleón, y el criminal Maquiavelo es un aprendiz. Y si sé hacer todo esto, ¡quia!, ¿cómo no voy a arrancar una corona?”
¿Qué tienen en común las elecciones de hoy 26 J y el futbol de este Mundial?
A simple vista salta lo que tienen en común.
NO HAY MUJERES ni juegan el mundial ni son Arbritos ni nada y los candidatos son tb solo Hombres.....la figura de la mujer no es que se vea a través de un techo de cristal, no, es que no hay. Una Presidenta mujer no, no la hay. Si la hubiera o hubiese una sola se vería rapidamente descalificada.
Como el Padre Angel que está en los cielos y que hace todo para sus pobres y le preguntan por un sacerdocio femenino y dijo una frase enigmática pero en conclusión es que no hay mujeres sacerdotes porque no.
Los descalificativos son diferentes para hombres y para mujeres. No los voy a repetir porque bastante se ceban los hombres con las mujeres, y ni es bonito ni es bueno.
Los hombres son corruptos inútiles, y todo lo que se les pueda descalificar por sus obras.
De las mujeres siempre el resultado va a ser que son.......eso que es lo que conocen muy bien los hombres. Y desgraciadamente la violencia machista por lo bajo siempre dicen "Algo haría".....
En fin, que si quiero ser Presidenta de Gobierno o Portera de futbol......pues me tendría que aguantar porque los balones de Cristiano o de Ramos o Casillas o Busquets me los tirarian directamente a la cara....
NO HAY MUJERES ni juegan el mundial ni son Arbritos ni nada y los candidatos son tb solo Hombres.....la figura de la mujer no es que se vea a través de un techo de cristal, no, es que no hay. Una Presidenta mujer no, no la hay. Si la hubiera o hubiese una sola se vería rapidamente descalificada.
Como el Padre Angel que está en los cielos y que hace todo para sus pobres y le preguntan por un sacerdocio femenino y dijo una frase enigmática pero en conclusión es que no hay mujeres sacerdotes porque no.
Los descalificativos son diferentes para hombres y para mujeres. No los voy a repetir porque bastante se ceban los hombres con las mujeres, y ni es bonito ni es bueno.
Los hombres son corruptos inútiles, y todo lo que se les pueda descalificar por sus obras.
De las mujeres siempre el resultado va a ser que son.......eso que es lo que conocen muy bien los hombres. Y desgraciadamente la violencia machista por lo bajo siempre dicen "Algo haría".....
En fin, que si quiero ser Presidenta de Gobierno o Portera de futbol......pues me tendría que aguantar porque los balones de Cristiano o de Ramos o Casillas o Busquets me los tirarian directamente a la cara....
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