Porque pueden......................................................Rosa Montero
¿Por qué suceden todas estas atrocidades contra las mujeres en el
planeta? La respuesta es simple: porque no se toman en serio este lento,
silencioso genocidio.
Debo confesar que a veces me siento incapaz de afrontar algunas
noticias. Por ejemplo, me he pasado unos cuantos días huyendo de un
suceso atroz: una mujer quemada viva en Pakistán por no querer casarse. No leer la información, no enterarme de los detalles, olvidar que ha
sucedido. Eso es lo que intenté. Cobarde, lo sé, pero a veces me parece
que no puedo con el peso del horror del mundo. Pero, claro, el horror es
tenaz, redundante. Una semana después de esa noticia que procuré evitar
llegó otra aún más sobrecogedora: Zeenat Bibi, una adolescente de 17
años, fue rociada con queroseno por su madre y quemada viva en Lahore
por casarse sin el permiso familiar. Y ahí ya no pude seguir corriendo por delante de mis miedos y me
empapé de todos los pormenores, tanto de este crimen como del anterior. La chica asesinada días antes era una profesora de 19 años que se negó a
casarse con el hijo del dueño de la escuela en la que trabajaba. Así
que llegaron cinco hombres, la torturaron y luego la quemaron viva. Era
gente instruida y sucedió en Murree, cerca de la capital, no en un
rincón remoto del país. Son los llamados crímenes de honor y son muy comunes en el
sur de Asia. Según la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, tan sólo
en ese país y en 2015 murieron 923 mujeres por medio de horrendas
ejecuciones de este tipo. Siempre brutales, porque son didácticas:
quieren implantar el terror en las demás mujeres y obligarles así a ser
esclavas. La foto que acompañaba la noticia del asesinato de Zeenat Bibi
era espeluznante: un rellano de escalera totalmente negro, calcinado,
con briznas de sustancias achicharradas pegadas al suelo.Y dos crías de unos ocho años mirando el lugar de la pira con ojos
redondos y espantados, unos ojos demasiado adultos para ser tan niñas. Así van aprendiendo, así se van domando, hasta llegar a ser las
ejecutoras de su propio tormento, como la madre que echó el queroseno
sobre Zeenat (pero varios hombres de la familia sujetaban a la chica), o
como esas otras madres que les cortan el clítoris a sus niñas (ellas
también están rebanadas, por supuesto). De todos es sabido que los
individuos verdaderamente oprimidos son los primeros en defender los
valores que los esclavizan, porque les han arrebatado incluso la
libertad esencial de pensar distinto. Hay una directora de cine paquistaní, Sharmeen Obaid, que ganó su
segundo Oscar por un documental sobre una de las víctimas de este
horror. Tras el éxito en el extranjero de la película, el primer
ministro de Pakistán prometió combatir esta barbaridad, pero aún no ha
hecho nada. Y esa es la clave de la cuestión: ¿por qué suceden todas
estas atrocidades contra las mujeres en el planeta? Las niñas y mujeres
secuestradas, rociadas con ácido, quemadas vivas, lapidadas, mutiladas,
azotadas, apuñaladas, apaleadas, torturadas, violadas y asesinadas a lo
largo y ancho de este espantoso mundo… La respuesta es simple: les hacen
eso porque pueden. Porque no hay leyes suficientes, y si las hay no se
aplican con celo. Porque los organismos internacionales no se toman en
serio este lento, silencioso genocidio. Porque los Gobiernos mundiales
están enseguida dispuestos a negociar con terroristas (como los
talibanes, por ejemplo) aunque para ello condenen a todas las mujeres de
la zona a un horrible martirio. El tema de la seguridad de las mujeres,
una seguridad tan básica como el derecho a no ser quemada viva por no
querer casarse, nunca está sobre la mesa de los negociadores, nunca es
prioritario. Nunca hay embargos comerciales por la tortura y esclavitud
de la mitad femenina de la población (sí los hubo, sin embargo, cuando
se trataba de una mitad de negros, por ejemplo). Estoy cansada, estoy espantada. En el crecimiento del islam más
retrógrado veo cómo se consolida la opresión de las mujeres, cómo
aumenta la crueldad. Y en el miedo de Occidente a la radicalización
terrorista preveo nuevas concesiones en materia de derechos humanos. Una
vez más la libertad de las mujeres será moneda barata para pagar
acuerdos. No podemos permitirlo. No podemos cerrar los ojos, como yo
intenté hacer en mi desconsuelo. Hay que reaccionar, organizarse,
exigir. Hacer algo.
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