Después de que la selección descarrilara ante Croacia,
Sergio Ramos dijo que había sido un partido raro, y no le faltaba razón
al hombre.
En 90 minutos, a los españoles nos dio tiempo a ganar y perder la Eurocopa, a hacer un doctorado sobre las falanges de Piqué y sus implicaciones geopolíticas, e incluso a ver cómo el propio Ramos, el mismo que hace cuatro años se río del miedo a lo panenka, fallaba un penalti que él había pedido lanzar.
Aunque, pensándolo bien, tampoco es que estén pasando cosas muy normales en esta Eurocopa, donde hay tipos que creen que es mejor idea meterse una bengala en el recto para burlar controles y agredir a hinchas que convertir en una dulce verbena de verano el paso de su selección por Francia.
Menos mal que los aficionados de Irlanda del Norte sí que llegaron con cuerpo de guateque y, después de perder ante Alemania, se quedaron en el estadio bailando su histórica clasificación a octavos al ritmo de Will Grigg’s On Fire, que ya es —David Guetta, lo siento, no pudo ser— el hit del torneo.
Tampoco es que sea muy lógico que esta adaptación de la mítica Freed from desire de Gala con la que mueven el esqueleto los norirlandeses esté dedicada a un delantero que jugaba en la Tercera División inglesa, Will Grigg, y que todavía no ha disputado un minuto en la Eurocopa.
O que una marca que lleva casi 70 años fabricando ropa deportiva deje casi en cueros a medio equipo de Suiza
con sus camisetas de papel de fumar, arruinándose ante medio mundo la
posibilidad de expandir su negocio al estimulante sector de los
profilácticos.
También es extraño que no sea extraño que el presidente en funciones de la UEFA, Ángel María Villar, se quede traspuesto al lado del príncipe Guillermo o que el discreto Pedro se arranque a lo Umbral y diga que él ha venido a Francia a hablar de su libro y qué hace un chico como él en un banquillo como éste.
Todavía es más raro que Gales haya acabado líder de grupo en su primera Eurocopa o que se te ponga un nudo en la garganta al ver cómo los jugadores de Albania se abrazan para siempre tras marcar ante Rumanía
. A ti, que lo más albanés que conoces es un cantante italiano y que tienes que recurrir a Wikipedia para recordar cuál es la capital.
Pero tampoco es muy normal que haya señores que reduzcan a algoritmos un juego fantástico donde un tipo que podría ser ese primo con el que pasabas el verano en el pueblo resulta que es un mago. Una historia llena de curvas, héroes improbables, superdotados físicos, impostores y tú, que tantas veces soñaste que, de repente, ya no tenías miedo y corrías solo con el balón seguro de que esta vez sí, ibas a marcar el gol de tu vida.
La verdad es que hay gente a la que por menos le dan medicación.
Sergio, tenías razón, todo esto es rarísimo.
No tan raro cuando ves que Ramos pide tirar el Penalty que tb quería tirar Iniesta y alguno más, pero Ramos se creyó el mejor y califica de raro su falta de humildad porque hay jugadores mejor que él, aunque Cristiano en su Portugal tb lo falló.
En 90 minutos, a los españoles nos dio tiempo a ganar y perder la Eurocopa, a hacer un doctorado sobre las falanges de Piqué y sus implicaciones geopolíticas, e incluso a ver cómo el propio Ramos, el mismo que hace cuatro años se río del miedo a lo panenka, fallaba un penalti que él había pedido lanzar.
Aunque, pensándolo bien, tampoco es que estén pasando cosas muy normales en esta Eurocopa, donde hay tipos que creen que es mejor idea meterse una bengala en el recto para burlar controles y agredir a hinchas que convertir en una dulce verbena de verano el paso de su selección por Francia.
Menos mal que los aficionados de Irlanda del Norte sí que llegaron con cuerpo de guateque y, después de perder ante Alemania, se quedaron en el estadio bailando su histórica clasificación a octavos al ritmo de Will Grigg’s On Fire, que ya es —David Guetta, lo siento, no pudo ser— el hit del torneo.
Tampoco es que sea muy lógico que esta adaptación de la mítica Freed from desire de Gala con la que mueven el esqueleto los norirlandeses esté dedicada a un delantero que jugaba en la Tercera División inglesa, Will Grigg, y que todavía no ha disputado un minuto en la Eurocopa.
No es muy normal que haya señores que reduzcan a algoritmos un juego fantástico
También es extraño que no sea extraño que el presidente en funciones de la UEFA, Ángel María Villar, se quede traspuesto al lado del príncipe Guillermo o que el discreto Pedro se arranque a lo Umbral y diga que él ha venido a Francia a hablar de su libro y qué hace un chico como él en un banquillo como éste.
Todavía es más raro que Gales haya acabado líder de grupo en su primera Eurocopa o que se te ponga un nudo en la garganta al ver cómo los jugadores de Albania se abrazan para siempre tras marcar ante Rumanía
. A ti, que lo más albanés que conoces es un cantante italiano y que tienes que recurrir a Wikipedia para recordar cuál es la capital.
Pero tampoco es muy normal que haya señores que reduzcan a algoritmos un juego fantástico donde un tipo que podría ser ese primo con el que pasabas el verano en el pueblo resulta que es un mago. Una historia llena de curvas, héroes improbables, superdotados físicos, impostores y tú, que tantas veces soñaste que, de repente, ya no tenías miedo y corrías solo con el balón seguro de que esta vez sí, ibas a marcar el gol de tu vida.
La verdad es que hay gente a la que por menos le dan medicación.
Sergio, tenías razón, todo esto es rarísimo.
No tan raro cuando ves que Ramos pide tirar el Penalty que tb quería tirar Iniesta y alguno más, pero Ramos se creyó el mejor y califica de raro su falta de humildad porque hay jugadores mejor que él, aunque Cristiano en su Portugal tb lo falló.