La selección española gestionó mal todas las circunstancias que se dieron con Croacia, a la que metió en el partido y no le supo cerrar una contra final.
De la Eurocopa al Eurocopón.
Ahí radica el extravío de España, cuya mala interpretación ante Croacia le obliga ahora a unos cuantos peajes de órdago.
Cuando menos se esperaba, La Roja se lo buscó por su falta de aplicación.
En campeonatos de distancia corta hay que saber manejar las circunstancias, al menos las que no son fortuitas.
Y no lo hizo el equipo de Del Bosque, cuyos titularísimossacaron conclusiones tan erróneas como precipitadas, auscultaron mal el duelo, con la ventaja y con el empate
. Lo llaman leer el partido, y España no entendió nada.
Un escarmiento. Hay que leer con más sentido.
La selección no estuvo espabilada, pragmática, y se condenó al calvario que le espera.
Un sofocón para los españoles, como para italianos, franceses, ingleses y alemanes. Que se les cruce La Roja tampoco es para tirar serpentinas.
Los apretones, para todos.
El torneo cobra una doble intriga, saber quién, con tantas curvas, sobrevivirá por el tortuoso lado del cuadro, y qué aspirante inesperado se presentará en la final de París.
Por la ruta de los presuntos teloneros no irá un solo campeón.
En el fútbol, el buen juego suele avalar al ganador, pero el azar se
reserva una cuota, lo mismo que ciertas eventualidades que requieren
diligencia
. Hubo equipos a los que no les llegó con la excelencia, como a la Hungría del 54, a la Holanda del 74 o al Brasil del 82.
Un mal peritaje de ciertos detalles los dejaron en la cuneta.
Con menos cosmética, el podio fue para los que no se confundieron en el momento adecuado.
Ahí radica el extravío de España, cuya mala interpretación ante Croacia le obliga ahora a unos cuantos peajes de órdago.
Cuando menos se esperaba, La Roja se lo buscó por su falta de aplicación.
En campeonatos de distancia corta hay que saber manejar las circunstancias, al menos las que no son fortuitas.
Y no lo hizo el equipo de Del Bosque, cuyos titularísimossacaron conclusiones tan erróneas como precipitadas, auscultaron mal el duelo, con la ventaja y con el empate
. Lo llaman leer el partido, y España no entendió nada.
Un escarmiento. Hay que leer con más sentido.
La selección no estuvo espabilada, pragmática, y se condenó al calvario que le espera.
Un sofocón para los españoles, como para italianos, franceses, ingleses y alemanes. Que se les cruce La Roja tampoco es para tirar serpentinas.
Los apretones, para todos.
El torneo cobra una doble intriga, saber quién, con tantas curvas, sobrevivirá por el tortuoso lado del cuadro, y qué aspirante inesperado se presentará en la final de París.
Por la ruta de los presuntos teloneros no irá un solo campeón.
En el fútbol, el buen juego suele avalar al ganador, pero el azar se reserva una cuota
. Hubo equipos a los que no les llegó con la excelencia, como a la Hungría del 54, a la Holanda del 74 o al Brasil del 82.
Un mal peritaje de ciertos detalles los dejaron en la cuneta.
Con menos cosmética, el podio fue para los que no se confundieron en el momento adecuado.
De la Eurocopa al Eurocopón. Ahí radica el extravío de España, cuya
mala interpretación ante Croacia le obliga ahora a unos cuantos peajes
de órdago. Cuando menos se esperaba, La Roja se lo buscó por su falta de
aplicación. En campeonatos de distancia corta hay que saber manejar las
circunstancias, al menos las que no son fortuitas. Y no lo hizo el
equipo de Del Bosque, cuyos titularísimossacaron conclusiones
tan erróneas como precipitadas, auscultaron mal el duelo, con la ventaja
y con el empate. Lo llaman leer el partido, y España no entendió nada.
Un escarmiento. Hay que leer con más sentido.
La selección no estuvo espabilada, pragmática, y se condenó al calvario que le espera. Un sofocón para los españoles, como para italianos, franceses, ingleses y alemanes. Que se les cruce La Roja tampoco es para tirar serpentinas.
Los apretones, para todos. El torneo cobra una doble intriga, saber quién, con tantas curvas, sobrevivirá por el tortuoso lado del cuadro, y qué aspirante inesperado se presentará en la final de París.
Por la ruta de los presuntos teloneros no irá un solo campeón.
En el fútbol, el buen juego suele avalar al ganador, pero el azar se
reserva una cuota, lo mismo que ciertas eventualidades que requieren
diligencia.
Hubo equipos a los que no les llegó con la excelencia, como a la Hungría del 54, a la Holanda del 74 o al Brasil del 82
. Un mal peritaje de ciertos detalles los dejaron en la cuneta.
Con menos cosmética, el podio fue para los que no se confundieron en el momento adecuado.
España jugó bien, y muy bien, los dos primeros partidos, en los que hizo un fútbol recreativo
. Sin olvidar que resolvió ciertos espasmos que poco tienen que ver con la obra en su conjunto.
Aquel gol que salvó Cesc bajo el larguero con 0-0 ante los checos y que Ramos se librara de una expulsión o un tanto en contra cuando tras un esguince a la pelota se ganó una tarjeta frente a Turquía también con 0-0.
Detalles, detalles. Marcan tanto como el fútbol de buen paladar.
Lo tuvo España en las dos recientes Eurocopas ganadas, y en Sudáfrica 2010, pero para hacer cumbre tuvo que acertar con penaltis, remates, paradas milagrosas, cabezazos imposibles…
. De entrada, dio la sensación de que el hecho de alistar a los mismos se digirió de la peor manera
. Si Del Bosque quiso con ello realzar el partido, dada su relevancia, los jugadores parecieron sentirse demasiado elegidos, lo que se tradujo en una cierta relajación y una sobredosis de confianza, de autoestima.
El gol de Morata, tan de ese ingenio que etiqueta a la España de días ilustrados, lejos de marcar la pauta disparó la condescendencia.
Una pifia de Ramos, otra de De Gea… La selección se libró de casualidad, pero invitó al partido a los croatas, que percibieron que allí había batalla, que la dicha española no era para tanto.
Al filo del descanso, cuando conviene la mente fría, otro abandono.
No hubo cerrojo para Perisic y tampoco para Kalinic, fuera de lugar Ramos y atornillado a la línea De Gea.
Por suerte para los de Del Bosque, no tuvo el efecto demoledor del gol del holandés Van Persie en Brasil, también en la zona Cesarini de un primer tiempo.
Pero de nuevo animó al rival.
Como aquel fatídico día ante Holanda, España pudo gestionar con
pericia un empate, pero fue incapaz.
Contra los croatas, visto que no era el día y el partido oscurecía, La Roja consintió una contra fulminante a tres minutos del tiempo a añadir cuando le valía el resultado
. Parvulario. El cronómetro requería bajar la persiana, ponerse a resguardo con el balón, para ello había entrado Bruno junto a Busquets.
Pero se permitió una contra en la que nadie estaba donde debía
. Para colmo, De Gea se sumó al espanto.
Ahora, sudores fríos. De inicio, Italia.
De haber hecho los deberes, Portugal, también un hueso, pero el único por ese lado del cuadro.
Por el medio, un penalti con la cruz de Ramos, el mismo que a lo Panenka se lo clavó a Portugal en 2012. Esta vez, el chivatazo de Modric a su portero dejó al capitán español en la diana.
No es un especialista, de acuerdo, y le puede la fe. Lo es CR, y con su fallo metió en un lío a los portugueses
. Matices, matices, matices.
El día después, nadie dio explicaciones en España.
Quizá no vieron defensa, como no la tuvo un equipo que cimentó sus éxitos a partir del blindaje general con su apego a la pelota, aunque también sin ella.
Ya ha encajado un tanto más que en Ucrania-Polonia 2012 y los mismos que en todo Sudáfrica.
La selección no estuvo espabilada, pragmática, y se condenó al calvario que le espera. Un sofocón para los españoles, como para italianos, franceses, ingleses y alemanes. Que se les cruce La Roja tampoco es para tirar serpentinas.
Los apretones, para todos. El torneo cobra una doble intriga, saber quién, con tantas curvas, sobrevivirá por el tortuoso lado del cuadro, y qué aspirante inesperado se presentará en la final de París.
Por la ruta de los presuntos teloneros no irá un solo campeón.
Hubo equipos a los que no les llegó con la excelencia, como a la Hungría del 54, a la Holanda del 74 o al Brasil del 82
. Un mal peritaje de ciertos detalles los dejaron en la cuneta.
Con menos cosmética, el podio fue para los que no se confundieron en el momento adecuado.
España jugó bien, y muy bien, los dos primeros partidos, en los que hizo un fútbol recreativo
. Sin olvidar que resolvió ciertos espasmos que poco tienen que ver con la obra en su conjunto.
Aquel gol que salvó Cesc bajo el larguero con 0-0 ante los checos y que Ramos se librara de una expulsión o un tanto en contra cuando tras un esguince a la pelota se ganó una tarjeta frente a Turquía también con 0-0.
Detalles, detalles. Marcan tanto como el fútbol de buen paladar.
Lo tuvo España en las dos recientes Eurocopas ganadas, y en Sudáfrica 2010, pero para hacer cumbre tuvo que acertar con penaltis, remates, paradas milagrosas, cabezazos imposibles…
Sobredosis de autoestima
Frente a Croacia, España fracasó al afrontar las particularidades del choque. De entrada, dio la sensación de que el hecho de alistar a los mismos se digirió de la peor manera
. Si Del Bosque quiso con ello realzar el partido, dada su relevancia, los jugadores parecieron sentirse demasiado elegidos, lo que se tradujo en una cierta relajación y una sobredosis de confianza, de autoestima.
El gol de Morata, tan de ese ingenio que etiqueta a la España de días ilustrados, lejos de marcar la pauta disparó la condescendencia.
Una pifia de Ramos, otra de De Gea… La selección se libró de casualidad, pero invitó al partido a los croatas, que percibieron que allí había batalla, que la dicha española no era para tanto.
Al filo del descanso, cuando conviene la mente fría, otro abandono.
No hubo cerrojo para Perisic y tampoco para Kalinic, fuera de lugar Ramos y atornillado a la línea De Gea.
Por suerte para los de Del Bosque, no tuvo el efecto demoledor del gol del holandés Van Persie en Brasil, también en la zona Cesarini de un primer tiempo.
Pero de nuevo animó al rival.
Contra los croatas, visto que no era el día y el partido oscurecía, La Roja consintió una contra fulminante a tres minutos del tiempo a añadir cuando le valía el resultado
. Parvulario. El cronómetro requería bajar la persiana, ponerse a resguardo con el balón, para ello había entrado Bruno junto a Busquets.
Pero se permitió una contra en la que nadie estaba donde debía
. Para colmo, De Gea se sumó al espanto.
Ahora, sudores fríos. De inicio, Italia.
De haber hecho los deberes, Portugal, también un hueso, pero el único por ese lado del cuadro.
Por el medio, un penalti con la cruz de Ramos, el mismo que a lo Panenka se lo clavó a Portugal en 2012. Esta vez, el chivatazo de Modric a su portero dejó al capitán español en la diana.
No es un especialista, de acuerdo, y le puede la fe. Lo es CR, y con su fallo metió en un lío a los portugueses
. Matices, matices, matices.
El día después, nadie dio explicaciones en España.
Quizá no vieron defensa, como no la tuvo un equipo que cimentó sus éxitos a partir del blindaje general con su apego a la pelota, aunque también sin ella.
Ya ha encajado un tanto más que en Ucrania-Polonia 2012 y los mismos que en todo Sudáfrica.