Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

14 jun 2016

“Cualquier gobernante japonés habría abandonado el debate llorando”

El debate electoral del lunes, visto por los lectores de EL PAÍS.

Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias en el debate a cuatro del 13 de junio
Veinte segundos dedicados a la violencia de género no parece ser indicativo de una gran preocupación de los candidatos por un tema tan terrorífico
. Y eso gracias a que fueron preguntados directamente por Ana Blanco.
 Sólo dos de ellos contestaron a la pregunta (10 segundos para cada uno).
 Cuatro eran los candidatos y, curiosamente, los cuatro varones, deben ignorar que la mitad del planeta son mujeres con unos problemas claramente diferenciados, pero que a todos deberían afectar por igual.— César Reglero Campos. Roda de Bará (Tarragona).

Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias en el debate a cuatro del 13 de junio
Veinte segundos dedicados a la violencia de género no parece ser indicativo de una gran preocupación de los candidatos por un tema tan terrorífico. Y eso gracias a que fueron preguntados directamente por Ana Blanco
. Sólo dos de ellos contestaron a la pregunta (10 segundos para cada uno). Cuatro eran los candidatos y, curiosamente, los cuatro varones, deben ignorar que la mitad del planeta son mujeres con unos problemas claramente diferenciados, pero que a todos deberían afectar por igual.— César Reglero Campos. Roda de Bará (Tarragona).

El candidato Rajoy entró haciendo gala del tan proclamado por él, “síndrome de Adán”; varias veces dijo que “gobernar es difícil”, así como si fuese el primero que ha gobernado un país.
 Ante los intentos de ruborizarle por parte de Sánchez, Iglesias y Rivera, quedó indemne, no por el escaso grueso de los hechos, sino porque parecen no afectarle.
 Cualquier gobernante japonés, hubiera abandonado el atril sumido en un mar de lágrimas; en cambio, el candidato popular, permítanme, sorteó a los tres espadas y, salió por la “Puerta Grande”.— José Solano Martínez. Cartagena (Murcia).

Así se presentaron los candidatos en el debate a cuatro
. Tres de ellos —Iglesias, Sánchez y Rivera— con la lección de sus asesores aprendida e incapaces de salirse del guión.
 Y Rajoy con la intención de revisar su examen al objeto de subir nota.
 Nada más. Ni vencedores ni vencidos
. Ni debate, ni proyectos de futuro serios para nuestro país. Sólo monólogos, que únicamente dieron paso a algún tic partidista si se tocaban temas sensibles
. Lo demás esperable y sabido.
 El profesor Rajoy sólo titubeó con la corrupción, Sánchez fue incapaz de superar el no de Iglesias a su investidura, Albert ha corregido errores y se muestra como un chico bueno y voluntarioso, y Pablo —ya era hora— ha abandonado el tono populista, aunque le sigue costando mostrarse convincente en su programa económico.
Llegaban con el objetivo de movilizar al 30% de indecisos, y es probable que a estas horas seamos muchos más.
 Los que sí movilizaron al espectador fueron los moderadores.
 Mi voto para ellos. Otra oportunidad perdida.— Luis Alberto Rodríguez Arroyo. Santo Tomás de las Ollas (León).
Pablo Iglesias ha conseguido lo imposible: que los comentaristas del debate a cuatro del lunes 13 de junio lo tratasen como a cualquier mujer política.
 Estuvieron todo el día hablando de cómo iba a ir vestido en vez de intentar dilucidar cuáles serían sus argumentos para defender el programa de Podemos.
 ¿Llevaría corbata? ¿Se pondría vaqueros? ¿Se soltaría la coleta? ¿Luciría camisa de Alcampo? A falta de mujeres en el debate, Iglesias se ha convertido en el nuevo florero-objeto del papel couché. ¡Felicidades!
 ¡Ya le falta menos para entender a qué nos enfrentamos —todos los días— las mujeres profesionales!— Adela Estévez Campos. Madrid.

 

El retorno a las salas............................................... Gregorio Belinchón

El cine es la actividad de ocio cultural con más adeptos: el 54% de la población española fue al menos una vez al cine en 2015.

¿Ha llegado la remontada? ¿O el cine español se sigue beneficiando solo de los impulsos de algunos títulos taquilleros? ¿El público ha firmado la paz y vuelve a disfrutar de sus películas, o es solo el espejismo de los Ocho apellidos? 
 Aún habrá que esperar a ver las cifras de 2016 para llegar a conclusiones, pero por ahora parece que los espectadores vuelven a los cines: la taquilla de los cines españoles durante el primer trimestre de 2016 alcanzó los 162,5 millones de euros (20,7% más que en el mismo periodo de 2015). Y las películas españolas, por acotar el mercado, recaudaron ese trimestre 29,2 millones de euros, frente a los 14 millones de euros de esos tres meses de 2015: un crecimiento del 108,5%.

 

143,93
0
50
100
150
200
2002
’04
’06
’08
’10
’12
2014
Españolas
Extranjeras
Total
Radiografía de España. ELPAÍS
 
¿Ha llegado la remontada? ¿O el cine español se sigue beneficiando solo de los impulsos de algunos títulos taquilleros? ¿El público ha firmado la paz y vuelve a disfrutar de sus películas, o es solo el espejismo de los Ocho apellidos?
  Aún habrá que esperar a ver las cifras de 2016 para llegar a conclusiones, pero por ahora parece que los espectadores vuelven a los cines: la taquilla de los cines españoles durante el primer trimestre de 2016 alcanzó los 162,5 millones de euros (20,7% más que en el mismo periodo de 2015).
 Y las películas españolas, por acotar el mercado, recaudaron ese trimestre 29,2 millones de euros, frente a los 14 millones de euros de esos tres meses de 2015: un crecimiento del 108,5%.
Suena bien, porque según un estudio de FECE (la federación que aglutina a los dueños de las salas), el cine es la actividad de ocio cultural con más adeptos: el 54% de la población española fue al menos una vez al cine en 2015 y los espectadores más habituales son los jóvenes con edades comprendidas entre 15 y 19 años (86,3%). Eventos como la Fiesta del Cine y el esfuerzo por crear ofertas atractivas para devolver a la gente a los patios de butacas están creando nuevos clientes.
Para entender la debacle y resurrección actual del cine en España, hay que echar un vistazo rápido al pasado, cuando quien mandaba en las salas eran sus dueños, los exhibidores. 
Pero España se dio al ladrillo, y por tanto a la construcción desaforada de centros comerciales. 
Y un mall sin multicine no es nada, así que cambió la ley de la oferta y la demanda: los gerentes de salas necesitaban películas y a ser posible que el otro centro comercial cercano no las proyectara. De repente los distribuidores, en especial las majors de Hollywood, pudieron imponer sus términos, y en el reparto del dinero de las entradas creció su porcentaje.


Cuando la crisis azotó las salas, y con la electricidad más cara de Europa, los exhibidores aseguraron no poder bajar el precio de las entradas: no había de dónde rascar, al menos en su lado.
 Puede que el cine no sea caro en comparación con el resto de Europa, pero la sensación que tienen los españoles es la contraria. Y las sensaciones se imponen a los hechos.
 Por otro lado, el público mayoritario que asiste a los cines en todo el mundo se sitúa en una franja de edad de entre 18 y 24 años es la que lo piratea en España.
 Todavía no ha cuajado la conciencia de que cuando alguien se descarga una película de forma ilegal quien lo sufre no es Hollywood sino la señora de limpieza que acaba en el paro tras cerrar la sala de cine. 
Porque sí, los cines cierran: de 1.223 en 2002 (había un exceso, es cierto) se ha pasado a 710 en 2014.
 Sobre todo se clausuran los viejos cines con una sola, y a menudo enorme, sala, que no han digitalizado sus proyectores.
 Y para remate de la tormenta perfecta, el IVA al 21% y el constante mensaje de “qué malos, corruptos y subvencionados son los del cine español”.
 La subvención es ridícula, y vuelve multiplicada a las arcas del Estado. ¿Corruptos? Visto lo visto, como en otros sectores, aunque uno desearía oír voces más contundentes desde el sector en contra de los beneficiados por el fraude del taquillazo.
  El nuevo Gobierno tiene que entender que lo audiovisual debería entrar ya en los planes educativos, y que el cine es un gran negocio. Las actuales exenciones fiscales vigentes tras la última reforma del PP de la Ley del Impuesto sobre Sociedades para los rodajes provocan la carcajada del resto de Europa.
 Sería un primer paso.
 El siguiente, que el público sea consciente de que sí hay buen cine español.
 Y que merece la pena verlo.
 

Régis Debray: “Los economistas siembran guerras, deben ir al tribunal”.....................................Joseba Elola

El pensador francés reivindica la necesidad de las fronteras como mecanismo de defensa del débil, como instrumento de paz, en un mundo donde el mercado sustituye al Estado.

Fronteras cruzadas para orillar por un tiempo la filosofía en París y ponerse al servicio de la revolución cubana, para seguir los pasos del Che Guevara en Bolivia, para seguir en primera línea el tránsito político de Salvador Allende en Chile, para secuestrar al nazi Klaus Barbie y llevarlo a Francia, para recorrer el mundo en su calidad de asesor del presidente François Mitterrand. 
La vida de Régis Debray, intelectual francés de 75 años, está jalonada de fronteras.

 El escritor y filósofo francés Régis Debray, en Madrid, ayer en Madrid.

Su mirada sobre esos límites que se graban con línea continua en los mapas cambió el día en que viajó a tierras palestinas.
 Allí se desplazó el escritor y pensador francés a finales de 2006, enviado por el presidente francés Jacques Chirac, para confeccionar un informe sobre la coexistencia etnoreligiosa en Oriente Próximo. Fue entonces cuando un palestino le explicó lo mucho que necesitaba su pueblo de una frontera.
El internacionalista que habitaba en Debray, el de un mundo abierto y sin barreras, se revolvió en la silla.
 Pero tardó poco en comprobar que si había un muro, era por la ausencia de frontera
. Comprendió que es esta la que impide que otro se crea en su casa cuando no lo está.
 Que puede ser un factor de paz. Incluso un instrumento en la lucha contras las desigualdades.
El episodio se convirtió en elemento de reflexión, y más tarde de ensayo, para el filósofo francés, que el domingo pasado presentaba en la feria del libro de Madrid Elogio de las fronteras (Gedisa, 2016), libro en el que se vuelca una conferencia que pronunció en la casa franco-japonesa de Tokio en marzo de 2010
. Un texto en el que defiende la necesidad de fronteras en países cuyas señas de identidad se desdibujan como consecuencia de la globalización, que ha propiciado, sostiene, que el mercado sustituya a los Estados.

“Contra las fronteras estaban Hitler, Bin Laden y Murdoch”, espetaba ayer con brío Debray en una sala del Institut Français de Madrid.
“Para ellos las fronteras no existían. Para el dólar, la moneda única, no las hay; ni para el yihadismo sunita cuando emite una fetua
. El fanatismo religioso no tiene fronteras, el imperialismo político no tiene fronteras, el capitalismo financiero no tiene fronteras”.
A Debray le gusta dotar a sus declaraciones de ritmo, se recrea con el lenguaje, con la forma, con el fondo.
 Construye su discurso con latigazos que alterna con paradas que le permiten buscar la palabra precisa, la idea fuerza, incluso el titular
. Reivindica las fronteras porque ayudan a que unos se definan con respecto a otros
. Pero se muestra muy enérgico en la protesta ante las barreras que crecen para poner freno a la llegada de refugiados que huyen del horror de la guerra.
“La reacción de Europa ante los refugiados es lamentable y vergonzosa
. Muestra que ya no existe como espacio de solidaridad, la reduce a construcción de cartón piedra. Cada cual a su interés nacional, estrechamente considerado; en el fondo, eso es cada cual a lo suyo, como en un naufragio”.
 Y remata: “Es triste ver hasta qué punto los privilegiados, y aquí todos lo somos, son egoístas y cómo se convierten en corazones duros”.

Reniega de la Europa de los mercaderes.
Sin ambages. “Los ingenieros no comprenden el mundo y los economistas son los que siembran las guerras”, explica.
“Se creen que el mundo se puede gobernar con cifras, con normas técnicas, con directivas económicas y en el no man´s land [tierra de nadie] indentitario que están creando van a creer insurrecciones identitarias”.
 Prefiere no pronunciarse en cuestiones internas, como la cuestión catalana, pero no duda en disparar contra los poderes financieros:
“Nuestros grandes economistas son los que generan las guerras, tienen que pasar delante de un tribunal.
 Han hecho de Europa un sobre vacío, hecho de números, donde se tiende a regular los mercados como si el ser humano fuera ante todo un productor y un consumidor de bienes”.
Debray no reniega de su pasado revolucionario.
“Volví a ser un reformista cuando regresé a Europa porque la lucha armada aquí no puede ser otra cosa que una provocación policial”, dice, y se ríe.
 Aunque conserva un fondo marxista —”las capas más antiguas suelen ser las más sólidas”—, ya no considera que sea necesaria una revolución.
 “Creo que hemos pasado de una época en la que se podía concebir otro mundo a una en la que descubrimos que hay que salvar las mejores cosas de nuestro mundo”. Hay que evitar, afirma, fundamentalmente, que el mundo se deshaga bajo las embestidas de la mercantilización universal, la tribalización y el fundamentalismo.
Preguntado por algunos de los personajes clave que han jalonado su trayectoria, declara: “El Che era un místico, más que un político.
 Mitterrand era un político más que un místico. Allende vivió como un político pero murió cómo héroe místico”.

A sus 75 años, Régis Debray se define como un francés de cultura cristiana, agnóstico, que quiere dedicarse a la literatura y a sus labores como presidente de honor del Instituto Europeo de Ciencias de las Religiones.
 En Francia se acaba de publicar una recopilación de sus escritos literarios en Gallimard (Carnet de route) y la cadena Arte ha emitido, hace menos de un mes un documental dedicado a su vida.
En cuanto a su actitud ante la existencia, a estas alturas del viaje, tras tanta frontera atravesada, lo tiene claro: “Me gustaría atemperar la melancolía con la alegría, con algo de humor, de ligereza, ser un melancólico alegre.
No quiero llorar; si acaso, una sonrisa a través de las lágrimas, que se suele decir”.



  

Cócteles de verano, los reyes de la barra Pablo León

SIEMPRE nos quedará el gin-tonic. 
Aunque España aún no destaca dentro del mapa de la coctelería, hay una bebida que, desde hace años, no deja de aumentar sus ventas: la ginebra. 
“En España están atrapados en el gin-tonic”, bromea Paris Durante, barman en el Campbell Apartment, un bar de Nueva York por donde han pasado desde los protagonistas de Mad Men  hasta Bill Clinton. 
Esa obsesión por este destilado clásico ha abierto la puerta a una inquietud por la coctelería.
 “Durante mucho tiempo, esta cultura ha estado relegada e incluso olvidada”, apunta el conocido especialista Diego Cabrera, “pero, por suerte, está empezando a resurgir”.
Tras Reino Unido y Francia, España es el país de Europa que más empleos directos genera por la industria de la bebida: el año pasado se vendieron más de 200 millones de litros de alcohol, un movimiento económico que supera los 750 millones de euros. 
“Hay una oleada de prestigio hacia la figura del barman”, resume Álvaro Vázquez, responsable de Premium Mixes, empresa dedicada a montar barras, con coctelero incluido, en los saraos más glamurosos de España.
 “La coctelería se está aproximando a la alta cocina. Estamos empezando a jugar con la tecnología y la ciencia no solo para crear sabores, sino también texturas y presentaciones”. 
Ese maridaje se traduce en nuevos espacios dedicados a la mixología, en la barra de restaurantes como Kena, de Luis Arévalo, donde se puede disfrutar de piscos de diversos sabores, o la de El Club Allard, con dos estrellas Michelin. 

“Se avanza hacia cócteles más impactantes, que no solo sean una bebida, sino una experiencia
. Para ello, los barmen empiezan a dar rienda suelta a su creatividad en sus creaciones y también inaugurando locales”, resume el coctelero.
 Las inclinaciones del sector se desgranaron en el Mixology (X) Trends, encuentro que se celebró en septiembre en el Palacio de Congresos de Madrid. “Se está viviendo un gran interés, y hay que aprovecharlo”, opina Vázquez.
Así, están apareciendo nuevas mezclas.
 Algunas sin alcohol o poco cargadas, siguiendo la inclinación social por lo saludable; otras, basadas en productos genuinos, con carácter y a priori difícilmente combinables como el vermú, el mezcal o el Jägermeister; muchas inspiradas en lo tiki (la cultura tropical de Hawái) y en sus guiños afrutados; y otras que abrazan las mezclas clásicas.
Interpretando estas tendencias globales, el coctelero Álvaro Vázquez, ayudado por su equipo, ha ideado siete propuestas inéditas. Twists de cítricos, bitters variados, café o yuzu  japonés son algunos de los ingredientes de sus cócteles, uno para cada día de la semana. 
Los seguidores de la ginebra pueden estar tranquilos: también ha ideado un gin-tonic particular.