SIEMPRE nos quedará el gin-tonic.
Aunque España aún no destaca
dentro del mapa de la coctelería, hay una bebida que, desde hace años,
no deja de aumentar sus ventas: la ginebra.
“En España están atrapados
en el gin-tonic”, bromea Paris Durante, barman en el Campbell Apartment, un bar de Nueva York por donde han pasado desde los protagonistas de Mad Men
hasta Bill Clinton.
Esa obsesión por este destilado clásico ha abierto
la puerta a una inquietud por la coctelería.
“Durante mucho tiempo, esta
cultura ha estado relegada e incluso olvidada”, apunta el conocido
especialista Diego Cabrera, “pero, por suerte, está empezando a
resurgir”.
Tras Reino Unido y Francia, España es el país de Europa que más empleos
directos genera por la industria de la bebida: el año pasado se
vendieron más de 200 millones de litros de alcohol, un movimiento
económico que supera los 750 millones de euros.
“Hay una oleada de
prestigio hacia la figura del barman”, resume Álvaro Vázquez,
responsable de Premium Mixes, empresa dedicada a montar barras, con
coctelero incluido, en los saraos más glamurosos de España.
“La
coctelería se está aproximando a la alta cocina. Estamos empezando a
jugar con la tecnología y la ciencia no solo para crear sabores, sino
también texturas y presentaciones”.
Ese maridaje se traduce en nuevos
espacios dedicados a la mixología, en la barra de restaurantes como
Kena, de Luis Arévalo, donde se puede disfrutar de piscos de diversos
sabores, o la de El Club Allard, con dos estrellas Michelin.
“Se avanza hacia cócteles más impactantes, que no solo sean una
bebida, sino una experiencia
. Para ello, los barmen empiezan a dar
rienda suelta a su creatividad en sus creaciones y también inaugurando
locales”, resume el coctelero.
Las inclinaciones del sector se
desgranaron en el Mixology (X) Trends, encuentro que se celebró en
septiembre en el Palacio de Congresos de Madrid. “Se está viviendo un
gran interés, y hay que aprovecharlo”, opina Vázquez.
Así, están apareciendo nuevas mezclas.
Algunas sin alcohol o poco
cargadas, siguiendo la inclinación social por lo saludable; otras,
basadas en productos genuinos, con carácter y a priori difícilmente combinables como el vermú, el mezcal o el Jägermeister; muchas inspiradas en lo tiki (la cultura tropical de Hawái) y en sus guiños afrutados; y otras que abrazan las mezclas clásicas.
Interpretando estas tendencias globales, el coctelero Álvaro Vázquez,
ayudado por su equipo, ha ideado siete propuestas inéditas. Twists de cítricos, bitters variados, café o yuzu
japonés son algunos de los ingredientes de sus cócteles, uno para cada
día de la semana.
Los seguidores de la ginebra pueden estar tranquilos:
también ha ideado un gin-tonic particular.
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